León mi mejor creación. Y otros relatos eróticos de temática gay
Por Marcos Sanz
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Este volumen incluye los siguientes relatos eróticos de temática gay del escritor Marcos Sanz:
Infiel
Marcos es infiel. Tan infiel que le puso los cuernos a su marido el mismo día de su boda. Dos veces. Tan infiel que aprovecha hasta cuando van al supermercado para darse una escapada a los baños a ver lo que pilla. El mejor amigo de su marido los visita unos días... y es posible que esta vez toda la situación le estalle en la cara. Y, claro, también que la situación no sea lo único que le estalle en la cara.
Loser
Luis es un perdedor. Está arruinado, le gusta demasiado el juego y la bebida y pronto él y su familia perderán su hogar si algo no cambia. Su amigo Samuel le ofrece algo de dinero por hacer algunos trabajitos para él. Lo que Luis no se imagina es que pronto cambiará la naturaleza de esos trabajitos.
Masaje completo
A un tipo hetero su cuñado, también hetero, le recomienda un masajista que "lo dejará como nuevo". Lo nuevo realmente serán las cosas que le hará el masajista...
Tac tac tac
Dos chicos que se acaban de conocer se quedan solos en el sillón esperando al tercero que no deja de hablar por el móvil. Uno de ellos comienza a darse golpecitos en la pierna con el mando a distancia de la tele...
Dándole en el hotel... lo que se merece
Paco y Juan son dos seguratas que trabajan en un hotel. Un chico se suele colar para intentar ponerlos calientes a través de las cámaras. Hasta que una noche, Paco conseguirá atraparlo y le dará lo que se merece mientras su compañero mira tras la pantalla.
León, mi mejor creación
Un escritor de novela erótica crea un personaje, un arqueólogo aventurero y sexy, al que llama León. Años más tarde y tras seis exitosas novelas con León de protagonista, el escritor conoce a un hombre en un centro comercial que se llama como el personaje, se dedica a lo mismo y se parece misteriosamente a los bocetos que sobre el personaje dibujó el ilustrador de la novela.
Calentón en el podcast
Estás a punto de averiguar por qué "Precumeros" es el podcast más caliente de la red. No te vas a creer de qué son capaces sus presentadores para hacer crecer la... audiencia.
Ruleta cerdaca
Un grupo de hombres se reúnen en casa de uno de ellos para hacer lo que les salga en una ruleta un tanto especial.
Experiencia en el tren
Un chico hetero viaja con su novia en el compartimento de un tren. Ella se queda dormida apoyada en su hombro y un chico barbudo y grandote entra en ese momento y se sienta frente a nuestro, hasta el momento, chico hetero. Lo que pasa a continuación... bueno, tienes que leerlo.
Marcos Sanz es un escritor (y un tío guapo y bastante bear) de relatos eróticos de temática gay. Si estás buscando leer relatos eróticos gays para hombres escritos por un hombre, has llegado al lugar indicado.
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León mi mejor creación. Y otros relatos eróticos de temática gay - Marcos Sanz
Infiel
I
Yo quería a mi marido. Lo quería muchísimo. Y sé que lo lógico hubiera sido hablarlo con él y llegar a algún tipo de acuerdo. Teníamos buenos amigos que habían probado lo de ser pareja abierta y les funcionaba. Pero supongo que el miedo a perderlo o a que no entendiera mi necesidad no me permitía ser honesto. Nunca debí casarme, me repetía. Si no nos hubiéramos casado no sería tan jodidamente difícil mantener esa conversación. Los maricones como yo no deberían casarse nunca. Te pasas años luchando por tus derechos, educando a tus propios padres para que la casa donde te criaste no sea un pozo de odio, esperando a que la sociedad cambie y deje de ser tan duro ser gay. Entonces ocurre, las cosas cambian, no en todas partes y no a la velocidad que sería deseable y necesaria, pero cambian. Y de pronto te puedes casar. Y te casas. Y lo estropeas todo.
Yo quería a mi marido. Lo quiero. Pero le fui infiel antes y después de casarnos. Le fui infiel siempre. Le fui infiel hasta el mismo día de nuestra boda y con su propia familia. Y lo más triste es que soy bueno viviendo con ello. Se me da bien mentir. Nunca ha sospechado nada. Para él, soy el hombre perfecto.
Esta es la historia de un cerdo que se odia a sí mismo... y que es incapaz de cambiar. Esta es... mi historia.
II
Todo el mundo se había ido ya a la cama. Yo no, claro. Bueno, sí había ido a la cama. Y había cumplido. Y bien a gusto. Había follado con mi marido. Dos veces. Bonita palabra. Marido. Antonio es mi marido. Por fin.
Ahora Antonio dormía, como el resto de invitados, y yo estaba en el jardín, comiendo otro trozo de la tarta de bodas. Con el plato en la mano me metí otra vez en la casa por la puerta principal, a ver si quedaba algo de alcohol. Tuve que esquivar a la gente que dormía en el suelo para llegar a la cocina. Allí me encontré con su hermano. Estaba borracho, como todo el mundo. Pero por lo menos él estaba despierto y seguía con ganas de continuar la fiesta.
Me abrazó y volvió a decirme lo mucho que se alegraba por nosotros. A mí el abrazo me puso caliente y traté de que se prolongara.
—¿Qué haces? —Me preguntó cuando vio que no lo soltaba.
—Lo siento. Estoy borracho.
—Y yo.
—Y estás buenísimo.
—No seas gilipollas —me recriminó.
Pero se sentía halagado.
—¿Vamos a la piscina? —Propuse.
—Vamos.
De camino cogí el iPhone y el altavoz. Ya en la piscina puse música y me metí desnudo en el agua, bajo la luz de la luna.
—Tú eres de los que van a playas nudistas, ¿no? —Dijo Matías, en tono jocoso.
Me puse a hacer el muerto y me magreé la polla. Matías me miró con cara rara.
—¿Qué música has puesto? ¿Qué es eso?
—Música para follar.
Aquello le cerró la boca por un rato. Yo seguí tocándome el rabo. Había luz suficiente para que viera bien lo que estaba haciendo.
—¿Pasa algo si yo también me quito todo? —Me preguntó al cabo de un rato, sin perderse detalle de mi magreo.
—¿Qué va a pasar?
—Igual no es apropiado.
—Están todos durmiendo. Y dentro del agua nadie va a ver que estás desnudo. Además, tienes que quitarte la ropa.
—¿Por qué?
—Porque soy maricón, me he casado y nadie me ha organizado una despedida de soltero.
—Coño, es verdad. ¿Cómo no se me ocurrió?
Matías se quitó la ropa interior. Me enseñó el bóxer antes de lanzarlo fuera de la piscina. Luego se acercó a mí.
—¿Qué quieres para tu despedida de soltero?
—Lo del striptease está bien para empezar. Pero dentro del agua como que no te veo mucho.
—Puedo hacer el muerto, como tú.
—Eso estaría bien.
Matías se puso a hacer el muerto boca arriba y yo, claro, dejé de hacerlo, para poder mirarlo bien. Su miembro estaba morcillón. Pero él no iba a tocárselo, como yo. A no ser que se lo pidiera.
—Si fueras uno de esos chulazos disfrazado de policía me estarías paseando la polla por toda la cara.
—Eso es complicado aquí.
—No tanto.
Le puse una mano en la espalda y otra directamente en el culo (él dio un respingo) y me lo llevé flotando a la zona de la piscina donde el agua cubría menos. Una vez allí me coloqué entre sus piernas abiertas, mantuve una mano en su trasero para levantarlo hacia mí, le cogí los cojones con la otra mano y pegué mi mejilla a su verga, que empezó a crecer rápidamente al contacto con mi cara.
—No es como si bailaras para mí, pero ya me vale —le dije.
—Es mejor —dijo él.
Cuando estuvo bien palote no me quedó más remedio que chupársela. Matías tenía un buen rabo. Sabroso y precumero. Lástima que sólo tardara un minuto en correrse. Me tragué toda su leche y continué mamando hasta que se le bajó del todo.
—Lo siento —dijo.
—¿Por?
—Seguro que el chulazo policía habría aguantado más.
—Bueno. Ha estado muy bien. Estábamos siendo malos. Una vez en la vida no hace daño y suele poner bastante burro ser malo.
—Me he puesto muy burro, sí.
—De todas formas aún no hemos acabado.
—¿No?
—No. Es mi despedida de soltero. Yo también quiero correrme.
—¿Y cómo lo hacemos?
—¿Alguna vez te han follado? —Noté que se ponía nervioso y añadí: —Vale, eso queda fuera del menú.
—Te la puedo chupar, si quieres.
—¿Lo has hecho alguna vez?
—Hace años, a un compañero de fútbol.
—Si no has repetido es que no te gustó.
—Sí me gustó. Pero no volvió a darse la oportunidad. Siempre salgo con tías y no suelen tener polla.
Me senté en el borde de la piscina y le hice un gesto para que se acercara. No tardó nada en amorrarse a mi vergajo. El hermano de mi marido mamaba de puta madre. Me sorprendió lo bien que la comía.
—Ufff, qué boca tienes, macho.
—¿Te gusta?
—Me encanta.
—¿La chupo mejor que Antonio? —Me preguntó con voz pícara.
—Pues... ¿Cómo debería contestar a una pregunta como esa?
—Con la verdad.
—La chupas mejor. Pero