11 min de escucha
T01XE29 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco @latanace - Mi primera orgía - Episodio exclusivo para mecenas
T01XE29 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco @latanace - Mi primera orgía - Episodio exclusivo para mecenas
valoraciones:
Longitud:
18 minutos
Publicado:
16 jul 2023
Formato:
Episodio de podcast
Descripción
T01XE29- Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - Mi primera orgía
Aquella oferta no me la esperaba. Que yo era la del sexo empezaba a ser una realidad, pero apenas llegaba al punto en el que me encuentro ahora, que lo soy para cualquiera y cualquiera cree que eso le da algún derecho.
Es muy complicado hablar de sexualidad sin que algunos crean que es que estás disponible y, precisamente, eso es lo que menos estoy. Solo la inteligencia me excita. Solo el coco de una persona hace que mi cerebro me mande las señales para que intente estar con ella. Siempre había sido así hasta que Guillermo me invitó a aquella fiesta. Una fiesta que recordaré toda mi vida. Mi primera orgía.
El encuentro tuvo lugar en una discoteca desconocida de Madrid, por la plaza de los Cubos. Era una fiesta preparada por un grupo de amigos que querían que el sexo fuera el lazo de unión. Había un código claro de vestimenta: había que ir sin ropa o con ropa interior. Y, como me daba apuro aparecer en bragas y sujetador, me puse uno de mis vestidos lenceros, esos que uso como camisón y que tanto me gustan cuando tengo tema.
A la entrada, un nutrido grupo de personas, todas con poca ropa. Un par, envueltos en impresionantes trajes de látex. “Gomosos” los llaman. Una sensación que ojalá algún día pueda tener, porque pocas cosas me excitan tanto como las caricias sobre el látex en mi piel. Pero no he tenido (aún) la suerte de que me inviten a un acto de gomosos y me presten un traje. Tengo esperanzas, muchas. Ojalá pronto.
Guillermo y yo accedimos sin problemas a la fiesta. Habría como un centenar de personas. De todos los tamaños, de todos los colores, de todas las formas. Un revolutum magnífico de personas dispuestas a tener sexo y a disfrutar con él. Me excitaba verlos. Una chica muy delgada, con el pelo rosa muy largo le comía la polla a un tío de enormes dimensiones. Él apoyaba la mano en su cabeza tenuemente, dejando que hiciera y disfrutando de la mamada. La mujer acariciaba sus huevos, se la metía en la boca y la baboseaba para que resbalara mejor. Él gemía d e placer junto a la escalera dándonos la bienvenida.
Guillermo conocía a muchos de los que estaban y me los fue presentando. Un hombre de unos cuarenta años se paseaba completamente desnudo con un collar en su cuello del que pendía una cadena que amarraba una mujer, también desnuda completamente. De vez en cuando, él se paraba y se volvía a ella para lamerla de arriba a abajo, siguiendo sus instrucciones, haciendo todo lo que deseaba.
— Ahora, el coño (mujer)
Dijo en un suspiro. Y allí entró él, entre sus piernas, abriéndole los labios completamente rasurados para lamerle el clítoris. La mujer subió una de sus piernas y la apoyó en una de las mesas de la estancia para dejarle el suficiente ángulo. Como un perro, la lengua del hombre empezó a lamer con rapidez y gusto mientras ella se derretía.
Reconozco que me ponía muy cachonda estar rodeada de gente que fornicara.
Pero no era lo único. El local, compuesto por tres salas, tenía una donde fui testigo de mi primera sesión de spanking. Montse era una mujer preciosa. Morena, alta, con un bonito cuerpo y una boca dibujada para el deseo. Su marido, Víctor, era un hombre también muy apañado. Un poco más alto que ella, muy delgado y fibroso y con un aspecto de dandi con aquella barbita tan bien recortada. Estaban magreándose cuando él le dio la vuelta y ella lo invitó con su culo. Se lo ofreció. Víctor sacó una pala de madera y la dejó caer, con toda su fuerza, sobre el culo de su amada.
¡PLas!
Resonó en toda la estancia.
Argggghhh, gimió ella.
A partir de aquí se sucedieron los azotes. Seguidos. Uno detrás de otro. Víctor le decía de todo, desde amores hasta insultos.
— VAmos, putita, te mereces todo. Todo te lo mereces.
¡PLas!
Montse se retorcía de placer y también de dolor. Su culo iba poniéndose rojo, caldeado, azotado.
¡Plas!
Verla en esa posición, cayendo sus inmensos senos me excitó. Un hombre pid
Aquella oferta no me la esperaba. Que yo era la del sexo empezaba a ser una realidad, pero apenas llegaba al punto en el que me encuentro ahora, que lo soy para cualquiera y cualquiera cree que eso le da algún derecho.
Es muy complicado hablar de sexualidad sin que algunos crean que es que estás disponible y, precisamente, eso es lo que menos estoy. Solo la inteligencia me excita. Solo el coco de una persona hace que mi cerebro me mande las señales para que intente estar con ella. Siempre había sido así hasta que Guillermo me invitó a aquella fiesta. Una fiesta que recordaré toda mi vida. Mi primera orgía.
El encuentro tuvo lugar en una discoteca desconocida de Madrid, por la plaza de los Cubos. Era una fiesta preparada por un grupo de amigos que querían que el sexo fuera el lazo de unión. Había un código claro de vestimenta: había que ir sin ropa o con ropa interior. Y, como me daba apuro aparecer en bragas y sujetador, me puse uno de mis vestidos lenceros, esos que uso como camisón y que tanto me gustan cuando tengo tema.
A la entrada, un nutrido grupo de personas, todas con poca ropa. Un par, envueltos en impresionantes trajes de látex. “Gomosos” los llaman. Una sensación que ojalá algún día pueda tener, porque pocas cosas me excitan tanto como las caricias sobre el látex en mi piel. Pero no he tenido (aún) la suerte de que me inviten a un acto de gomosos y me presten un traje. Tengo esperanzas, muchas. Ojalá pronto.
Guillermo y yo accedimos sin problemas a la fiesta. Habría como un centenar de personas. De todos los tamaños, de todos los colores, de todas las formas. Un revolutum magnífico de personas dispuestas a tener sexo y a disfrutar con él. Me excitaba verlos. Una chica muy delgada, con el pelo rosa muy largo le comía la polla a un tío de enormes dimensiones. Él apoyaba la mano en su cabeza tenuemente, dejando que hiciera y disfrutando de la mamada. La mujer acariciaba sus huevos, se la metía en la boca y la baboseaba para que resbalara mejor. Él gemía d e placer junto a la escalera dándonos la bienvenida.
Guillermo conocía a muchos de los que estaban y me los fue presentando. Un hombre de unos cuarenta años se paseaba completamente desnudo con un collar en su cuello del que pendía una cadena que amarraba una mujer, también desnuda completamente. De vez en cuando, él se paraba y se volvía a ella para lamerla de arriba a abajo, siguiendo sus instrucciones, haciendo todo lo que deseaba.
— Ahora, el coño (mujer)
Dijo en un suspiro. Y allí entró él, entre sus piernas, abriéndole los labios completamente rasurados para lamerle el clítoris. La mujer subió una de sus piernas y la apoyó en una de las mesas de la estancia para dejarle el suficiente ángulo. Como un perro, la lengua del hombre empezó a lamer con rapidez y gusto mientras ella se derretía.
Reconozco que me ponía muy cachonda estar rodeada de gente que fornicara.
Pero no era lo único. El local, compuesto por tres salas, tenía una donde fui testigo de mi primera sesión de spanking. Montse era una mujer preciosa. Morena, alta, con un bonito cuerpo y una boca dibujada para el deseo. Su marido, Víctor, era un hombre también muy apañado. Un poco más alto que ella, muy delgado y fibroso y con un aspecto de dandi con aquella barbita tan bien recortada. Estaban magreándose cuando él le dio la vuelta y ella lo invitó con su culo. Se lo ofreció. Víctor sacó una pala de madera y la dejó caer, con toda su fuerza, sobre el culo de su amada.
¡PLas!
Resonó en toda la estancia.
Argggghhh, gimió ella.
A partir de aquí se sucedieron los azotes. Seguidos. Uno detrás de otro. Víctor le decía de todo, desde amores hasta insultos.
— VAmos, putita, te mereces todo. Todo te lo mereces.
¡PLas!
Montse se retorcía de placer y también de dolor. Su culo iba poniéndose rojo, caldeado, azotado.
¡Plas!
Verla en esa posición, cayendo sus inmensos senos me excitó. Un hombre pid
Publicado:
16 jul 2023
Formato:
Episodio de podcast
Títulos en esta serie (37)
T01XE07 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (Latanace) para MTVRX Producciones -Me lo hizo en volandas - Episodio exclusivo para mecenas de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace)