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T01XE15 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) - Me cogió a pulso y me puso encima de la mesa - Episodio exclusivo para mece…
T01XE15 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) - Me cogió a pulso y me puso encima de la mesa - Episodio exclusivo para mece…
valoraciones:
Longitud:
24 minutos
Publicado:
3 abr 2023
Formato:
Episodio de podcast
Descripción
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE15 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco - Me cogió a pulso y me puso encima de la mesa de billar
Me iba a gustar porque me tenía que gustar.
Lo tenía todo. Todo.
Era divertido, era inteligente, tenía un cargazo. Y, si somos sinceras, guapo no era.
Vivía en un casoplón de esos en buena zona de Madrid, Fuente el Berro. El típico barrio de triunfadores que se permitían una casa cerquita de O’Donnell. Luis Eduardo Aute vivió allí. Tenía la suerte de que mi mejor amiga, de otra cadena de televisión, estaba invitada a la fiesta.
Me llevó con ella.
Como tantas veces.
Solo que esta vez estaba él.
Con su pinta de eterno adolescente, a los cuarenta,
Perfecto.
Yo estaba harta de verlo en televisión.
Era de los que lo habían hecho todo.. Todo.
Y unas veces me había gustado más, otras menos, pero lo cierto, es que aquel hombre me encantaba. Fue glorioso que mi amiga hubiera sido invitada.
Lo bueno de haber trabajado en televisión es que te tienes muy estudiada. Sabes el largo de falda que mejor te queda, las camisetas qué manga deben tener y, en mi caso, empezaba a intuir hasta el largo de pelo que más me favorecía. En aquel entonces yo sufría con los tacones que hicieran falta y, midiendo 1,74, me ponía en el metro ochenta casi siempre.
Así entré en su jardín.
El caso es que, por supuesto, se fijó en mí inmediatamente. Y sonrió con cuatro picos. Súper educado, chistoso, no dijo absolutamente nada ni sobre mi atuendo (una falda por la rodilla negra, una camiseta con escote en la espalda, un collar rojo de semillas africanas engarzadas en plata y el 99 rojo de Chanel en los labios. Lástima que el francés que yo sé se limite a chuparla muy bien. Porque me habría encantado pedir ese carmín por su verdadero nombre.
La fiesta fue deliciosa. Una casa de aquellas, con aquel jardín y todo el repertorio de lo mejorcito de Madrid. Desde el que había estado en Irak, hasta la de las elecciones en USA, pasando por la presentadora del informativo y hasta la mejor voz de la radio.
Yo estaba feliz.
Casada, entonces, con mi segundo marido. El único con el que firmé papeles. He llamado “maridos” a los tres hombres con los que he vivido: 2,
5 y casi 17 años respectivamente.
Tonteamos como corresponde, educadamente, muy divertido todo y, cuando llegó el momento de las fotos, hicimos manitas. La fiesta era en su casa, así que no había escapatoria. O quedábamos en otra o nos metíamos en el baño. Hubiera follado hasta con todos los invitados mirando.
Cómo me gustaba ese hombre.
No nos separamos en toda la noche, bailamos incluso. Se dio cuenta hasta el apuntador de todo lo que pasaba pero alguno de los presentes había estado en mi boda. Era evidente que había magia. Pero yo prefería que me follara como corresponde, por muy cachonda que me pusiera. Tardamos, exactamente tres semanas en quedar.
Lo mejor de trabajar en televisión, es que te puede llamar tu jefe y decirte, que te vayas a donde sea. En cualquier momento.
Y lo dices con una naturalidad pasmosa.
— Cariño, qué putada. Vete tú a comer a casa de mi madre, que iba a hacer arroz con camarones. Que, como sois los dos de allí, pasaréis una tarde magnífica.
Y el “allí” es Almería.
Y el mejor arroz con camarones se hace en el Cabo de Gata. Y mi marido, de Pulpí, se iba a casa de mi madre, de Los Gallardos y comían muy bien viendo el telediario de la 1, mientras yo se la chupaba al jefazo.
Digamos que fue cuando empecé a darme cuenta de que lo del matrimonio, no lo llevaba muy a rajatabla.
Claro que quise a mi marido. Pero empezaba a aburrirme del intelectual de provincias que no encontraba trabajo y que vivía en el Barrio de Las Letras porque era mi novio. Y esto sucedió hace muchos años. Este, por lo menos, no pidió mi desahucio… Los hay infinitamente peores siempre.
El caso es que nos juntábamos muchos sábados. A cualquier hora. Decía que me iba con mi
Me iba a gustar porque me tenía que gustar.
Lo tenía todo. Todo.
Era divertido, era inteligente, tenía un cargazo. Y, si somos sinceras, guapo no era.
Vivía en un casoplón de esos en buena zona de Madrid, Fuente el Berro. El típico barrio de triunfadores que se permitían una casa cerquita de O’Donnell. Luis Eduardo Aute vivió allí. Tenía la suerte de que mi mejor amiga, de otra cadena de televisión, estaba invitada a la fiesta.
Me llevó con ella.
Como tantas veces.
Solo que esta vez estaba él.
Con su pinta de eterno adolescente, a los cuarenta,
Perfecto.
Yo estaba harta de verlo en televisión.
Era de los que lo habían hecho todo.. Todo.
Y unas veces me había gustado más, otras menos, pero lo cierto, es que aquel hombre me encantaba. Fue glorioso que mi amiga hubiera sido invitada.
Lo bueno de haber trabajado en televisión es que te tienes muy estudiada. Sabes el largo de falda que mejor te queda, las camisetas qué manga deben tener y, en mi caso, empezaba a intuir hasta el largo de pelo que más me favorecía. En aquel entonces yo sufría con los tacones que hicieran falta y, midiendo 1,74, me ponía en el metro ochenta casi siempre.
Así entré en su jardín.
El caso es que, por supuesto, se fijó en mí inmediatamente. Y sonrió con cuatro picos. Súper educado, chistoso, no dijo absolutamente nada ni sobre mi atuendo (una falda por la rodilla negra, una camiseta con escote en la espalda, un collar rojo de semillas africanas engarzadas en plata y el 99 rojo de Chanel en los labios. Lástima que el francés que yo sé se limite a chuparla muy bien. Porque me habría encantado pedir ese carmín por su verdadero nombre.
La fiesta fue deliciosa. Una casa de aquellas, con aquel jardín y todo el repertorio de lo mejorcito de Madrid. Desde el que había estado en Irak, hasta la de las elecciones en USA, pasando por la presentadora del informativo y hasta la mejor voz de la radio.
Yo estaba feliz.
Casada, entonces, con mi segundo marido. El único con el que firmé papeles. He llamado “maridos” a los tres hombres con los que he vivido: 2,
5 y casi 17 años respectivamente.
Tonteamos como corresponde, educadamente, muy divertido todo y, cuando llegó el momento de las fotos, hicimos manitas. La fiesta era en su casa, así que no había escapatoria. O quedábamos en otra o nos metíamos en el baño. Hubiera follado hasta con todos los invitados mirando.
Cómo me gustaba ese hombre.
No nos separamos en toda la noche, bailamos incluso. Se dio cuenta hasta el apuntador de todo lo que pasaba pero alguno de los presentes había estado en mi boda. Era evidente que había magia. Pero yo prefería que me follara como corresponde, por muy cachonda que me pusiera. Tardamos, exactamente tres semanas en quedar.
Lo mejor de trabajar en televisión, es que te puede llamar tu jefe y decirte, que te vayas a donde sea. En cualquier momento.
Y lo dices con una naturalidad pasmosa.
— Cariño, qué putada. Vete tú a comer a casa de mi madre, que iba a hacer arroz con camarones. Que, como sois los dos de allí, pasaréis una tarde magnífica.
Y el “allí” es Almería.
Y el mejor arroz con camarones se hace en el Cabo de Gata. Y mi marido, de Pulpí, se iba a casa de mi madre, de Los Gallardos y comían muy bien viendo el telediario de la 1, mientras yo se la chupaba al jefazo.
Digamos que fue cuando empecé a darme cuenta de que lo del matrimonio, no lo llevaba muy a rajatabla.
Claro que quise a mi marido. Pero empezaba a aburrirme del intelectual de provincias que no encontraba trabajo y que vivía en el Barrio de Las Letras porque era mi novio. Y esto sucedió hace muchos años. Este, por lo menos, no pidió mi desahucio… Los hay infinitamente peores siempre.
El caso es que nos juntábamos muchos sábados. A cualquier hora. Decía que me iba con mi
Publicado:
3 abr 2023
Formato:
Episodio de podcast
Títulos en esta serie (37)
T01XE07 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (Latanace) para MTVRX Producciones -Me lo hizo en volandas - Episodio exclusivo para mecenas de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace)