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T01XE09 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (Latanace) para MTVRX Producciones - Sexo en los Ondass - Episodio exclusivo para mecenas
T01XE09 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (Latanace) para MTVRX Producciones - Sexo en los Ondass - Episodio exclusivo para mecenas
valoraciones:
Longitud:
12 minutos
Publicado:
20 feb 2023
Formato:
Episodio de podcast
Descripción
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE09 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (Latanace) para MTVRX Producciones - Sexo después de los Premios Ondas
No soy yo de ligar por RRSS por aquello de que, siendo “la del sexo”, imaginen lo que brota a mi alrededor. Pero aquel tipo me fascinó con sus tuits. Tengo que reconocer que sabía de él. Se lo había tirado una amiga mía y dejó de serlo cuando hubo que demostrarlo. El caso es que empecé a fijarme en lo que escribía y, por supuesto, empecé a contestarle.
Estaba en una cena por un Premio Ondas a otro periodista al que quiero mucho cuando el músico empezó a mandarme mensajes. Era bueno, muy bueno. Tenía una verborrea digna de mención y, antes de los postres, ya habíamos dicho lo que íbamos a hacer en cuanto nos viéramos. Vivía a cinco manzanas de donde era la cena, así que tardé diez minutos en llegar hasta su puerta.
Lo conocía. Había ido a conciertos suyos en mis primeros años de periodista. Era el guitarrista de uno de esos grupos que era difícil de clasificar y que algún experto se empeñó en llamar Nu-Metal. A mí me parecían cuatro macarras encima del escenario con los que me lo pasaba muy bien. Y él, era el de la barba de perilla y la gorra.
Al abrir me sorprendí. No lo recordaba tan bajito; cosas que consiguen los escenarios, que siempre los ves desde abajo.
Guapo. Calvo. Y con las manos grandes.
Suficiente.
Pasamos al salón. Un inmenso sofá en el que, sencillamente, me tumbé. Yo llevaba falda corta, como casi siempre, así que fue fácil que empezara por mis piernas, que empezó a acariciar, primero con un solo dedo, después con la mano entera. No tardó ni veinte minutos en juguetear con la gomilla de la braga. Rozándola. Deslizando los dedos hasta dentro. Dejando que la conversación fuera por los derroteros que fuera, pero empeñado en que yo disfrutara con la charla. Cuando me tocó, lo hizo con maestría. Apoyando la mano entera para cubrir la vulva, deslizando los dedos dentro para que yo me humedeciera. Sorteando el clítoris, al principio, enervándolo después. Nos besamos al mismo tiempo que metió los dedos…¡y comenzó el espectáculo! Guitarrista que se tiraba una que decía “Folla divino”. A esas alturas y sin haberlo hecho, no me cabía la menor duda.
Olía especialmente bien. A esos aromas que me gustan a mí: secos, contundentes, amaderados. Y su calva relucía. Ni un milímetro de pelo; tenía un cráneo precioso, perfectamente redondo y proporcionado que hacía que sus ojos parecieran aún más grandes. Ojos que se clavaban y me desnudaban.
Abrí su bragueta mirándole a esos ojos para perderme en ellos y saber si le gustaba lo que hacía. Tenía una polla preciosa. Recortado el vello, dura, no excesivamente grande pero lo suficiente para que me la imaginara, bendita, bien dentro. Se la chupé despacito, muuuuy despacito. Haciendo hincapié en que me cupiera entera, lamiéndola por la parte de atrás, rodeándola con la lengua, desde los huevos, acariciando el capullo, apretando y bajando. Con una mano sostenía la verga y con la otra jugaba con los huevos que terminé lamiendo y comiendo de ganas que me dieron. Haciendo que mis manos no dejaran de trajinar. Will Downing sonaba en toda la casa, era fácil dejarse llevar con ambos al compás.
Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
No soy yo de ligar por RRSS por aquello de que, siendo “la del sexo”, imaginen lo que brota a mi alrededor. Pero aquel tipo me fascinó con sus tuits. Tengo que reconocer que sabía de él. Se lo había tirado una amiga mía y dejó de serlo cuando hubo que demostrarlo. El caso es que empecé a fijarme en lo que escribía y, por supuesto, empecé a contestarle.
Estaba en una cena por un Premio Ondas a otro periodista al que quiero mucho cuando el músico empezó a mandarme mensajes. Era bueno, muy bueno. Tenía una verborrea digna de mención y, antes de los postres, ya habíamos dicho lo que íbamos a hacer en cuanto nos viéramos. Vivía a cinco manzanas de donde era la cena, así que tardé diez minutos en llegar hasta su puerta.
Lo conocía. Había ido a conciertos suyos en mis primeros años de periodista. Era el guitarrista de uno de esos grupos que era difícil de clasificar y que algún experto se empeñó en llamar Nu-Metal. A mí me parecían cuatro macarras encima del escenario con los que me lo pasaba muy bien. Y él, era el de la barba de perilla y la gorra.
Al abrir me sorprendí. No lo recordaba tan bajito; cosas que consiguen los escenarios, que siempre los ves desde abajo.
Guapo. Calvo. Y con las manos grandes.
Suficiente.
Pasamos al salón. Un inmenso sofá en el que, sencillamente, me tumbé. Yo llevaba falda corta, como casi siempre, así que fue fácil que empezara por mis piernas, que empezó a acariciar, primero con un solo dedo, después con la mano entera. No tardó ni veinte minutos en juguetear con la gomilla de la braga. Rozándola. Deslizando los dedos hasta dentro. Dejando que la conversación fuera por los derroteros que fuera, pero empeñado en que yo disfrutara con la charla. Cuando me tocó, lo hizo con maestría. Apoyando la mano entera para cubrir la vulva, deslizando los dedos dentro para que yo me humedeciera. Sorteando el clítoris, al principio, enervándolo después. Nos besamos al mismo tiempo que metió los dedos…¡y comenzó el espectáculo! Guitarrista que se tiraba una que decía “Folla divino”. A esas alturas y sin haberlo hecho, no me cabía la menor duda.
Olía especialmente bien. A esos aromas que me gustan a mí: secos, contundentes, amaderados. Y su calva relucía. Ni un milímetro de pelo; tenía un cráneo precioso, perfectamente redondo y proporcionado que hacía que sus ojos parecieran aún más grandes. Ojos que se clavaban y me desnudaban.
Abrí su bragueta mirándole a esos ojos para perderme en ellos y saber si le gustaba lo que hacía. Tenía una polla preciosa. Recortado el vello, dura, no excesivamente grande pero lo suficiente para que me la imaginara, bendita, bien dentro. Se la chupé despacito, muuuuy despacito. Haciendo hincapié en que me cupiera entera, lamiéndola por la parte de atrás, rodeándola con la lengua, desde los huevos, acariciando el capullo, apretando y bajando. Con una mano sostenía la verga y con la otra jugaba con los huevos que terminé lamiendo y comiendo de ganas que me dieron. Haciendo que mis manos no dejaran de trajinar. Will Downing sonaba en toda la casa, era fácil dejarse llevar con ambos al compás.
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Publicado:
20 feb 2023
Formato:
Episodio de podcast
Títulos en esta serie (37)
T01XE07 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (Latanace) para MTVRX Producciones -Me lo hizo en volandas - Episodio exclusivo para mecenas de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace)