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Fundamento del Cristianismo
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Libro electrónico150 páginas2 horas

Fundamento del Cristianismo

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En "Fundamento del Cristiano," el renombrado predicador Charles Spurgeon nos lleva a una profunda exploración de uno de los pilares fundamentales de la fe cristiana: la encarnación de Cristo. Con su característico fervor y claridad, Spurgeon desentraña el misterio y la majestuosidad de cómo Dios mismo se hizo hombre en Jesucristo.

A lo largo de las páginas de esta obra atemporal, Spurgeon nos invita a reflexionar sobre el impacto transformador de la encarnación en nuestras vidas. Nos recuerda que en el nacimiento de Jesús, encontramos no solo la promesa cumplida, sino también la esperanza para un mundo necesitado de redención y gracia.

A través de ejemplos elocuentes y pasajes bíblicos conmovedores, Spurgeon revela cómo la encarnación no solo es un evento histórico, sino un regalo divino que sigue tocando los corazones y las almas de aquellos que lo reciben con fe.

"Fundamento del Cristiano" es una obra esencial que nos insta a contemplar el asombroso amor de Dios manifestado en la venida de su Hijo a la Tierra. Un libro que ilumina nuestras mentes, fortalece nuestra fe y nos inspira a vivir vidas fundamentadas en la gracia y la verdad de Cristo. Charles Spurgeon nos guía en un viaje espiritual que nos lleva al corazón mismo del cristianismo: la encarnación de nuestro Salvador.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 sept 2023
ISBN9798223009986
Fundamento del Cristianismo

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    Fundamento del Cristianismo - Charles H. Spurgeon

    fundamento del cristianismo

    por

    Charles Spurgeon, 1834-1892

    Contents

    EL CANTO DE LOS ÁNGELES, SU NOTA INICIAL

    EL CANTO DE LOS ÁNGELES, LA ESTROFA AÑADIDA

    EL CANTO DE LOS ÁNGELES, SU NOTA FINAL

    EL NOMBRE DE JESÚS, DADO POR DIOS

    EL NOMBRE DE JESÚS, APRECIADO POR SU PUEBLO

    EL NOMBRE DE JESÚS, COMÚN, PERO ÚNICO

    EL NOMBRE DE JESÚS INDICA SU OBRA

    LA ENCARNACIÓN DE CRISTO, EN EL MOMENTO OPORTUNO

    LA ENCARNACIÓN DE CRISTO, UNA TREGUA AL MIEDO

    LA ENCARNACIÓN DE CRISTO, GOZOSA Y PERSONAL

    LA ENCARNACIÓN DE CRISTO, MARAVILLA DE LOS ÁNGELES

    LA ENCARNACIÓN DE CRISTO, MARAVILLA DE LOS MORTALES

    EMMANUEL, DIOS CON NOSOTROS

    DIOS CON NOSOTROS, CONDESCENDENCIA SIN IGUAL

    "DIOS CON NOSOTROS, EL MISTERIO DE LOS MISTERIOS

    "DIOS CON NOSOTROS, SALVANDO EL GRAN ABISMO

    DIOS CON NOSOTROS EN TODAS LAS CONDICIONES

    EL DIOS-HOMBRE, CRISTO JESÚS

    EL DIOS-HOMBRE, UN MILAGRO DE PODER Y AMOR

    TODA LA PLENITUD EN EL DIOS-HOMBRE

    CRISTO ENCARNADO, SU CONOCIMIENTO DEL PECADO

    CRISTO ENCARNADO, LA ÚNICA ESPERANZA DEL PECADOR

    CRISTO ENCARNADO, PRENDA DE LIBERACIÓN

    LA ENCARNACIÓN, CORAZÓN DEL EVANGELIO

    LA ENCARNACIÓN Y NUESTRA FILIACIÓN

    LA ENCARNACIÓN, SU GLORIA

    LOS REYES MAGOS Y LA ENCARNACIÓN

    LOS REYES MAGOS, LO QUE NOS ENSEÑAN

    LA ENCARNACIÓN, CAUSA DE ANGUSTIA

    LA ENCARNACIÓN, TAMBIÉN FUENTE DE ALEGRÍA

    LA ENCARNACIÓN, SEGÚN LA PROFECÍA

    LA POBREZA DE CRISTO, NUESTRA RIQUEZA

    EL CUERPO DE CRISTO DIVINAMENTE PREPARADO

    JESUCRISTO, SU PROPIO HERALDO

    JESUCRISTO, LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD

    LA PLENITUD DE CRISTO RECIBIDA POR SU PUEBLO

    ESPACIO PARA CRISTO JESÚS

    LAS DOS APARICIONES DE CRISTO

    EL CANTO DE LOS ÁNGELES, SU NOTA INICIAL

    G LORIA a Dios en las alturas. La lección instructiva que debemos aprender de esta nota inicial del canto de los ángeles es que la salvación es la mayor gloria de Dios. Él es glorificado en cada gota de rocío que centellea bajo el sol de la mañana. Él es glorificado en cada flor del bosque que florece en el bosquecillo, aunque haya nacido para sonrojarse sin ser vista por el hombre, y pueda parecer que desperdicia su dulzura en el aire del bosque. Dios es glorificado en cada pájaro que gorjea en los árboles, y en cada cordero que salta en los prados. ¿Acaso no lo alaban los peces del mar? Desde el diminuto pececillo hasta el enorme leviatán, ¿no alaban y magnifican Su gran Nombre todas las criaturas que nadan en las aguas? ¿No lo ensalzan todas las cosas creadas? ¿Hay algo bajo el cielo, excepto el hombre, que no glorifique a Dios? ¿No lo exaltan las estrellas cuando escriben Su Nombre en letras de oro sobre el azul del cielo? ¿No lo adoran los relámpagos cuando lanzan Su resplandor en flechas de luz que atraviesan las tinieblas de medianoche? ¿No Le ensalzan los truenos cuando redoblan como tambores en la marcha del Dios de los ejércitos? ¿No lo exaltan todas las cosas que Él ha hecho, desde la más pequeña hasta la más grande?

    Pero canta, canta, oh universo, hasta que te hayas agotado, aunque no puedas entonar un himno tan dulce como el canto de la Encarnación. Aunque la Creación sea un majestuoso órgano de alabanza, no puede alcanzar el compás del cántico de oro: la Encarnación. Hay más melodía en Jesús en el pesebre que en todo el sublime oratorio de la Creación. Hay más grandeza en el canto que anuncia el nacimiento del Niño de Belén que en mundos y mundos rodando en silenciosa grandeza en torno al trono del Altísimo.

    Detente un momento, lector, y considera esta gran verdad. Observa cómo se magnifican aquí todos y cada uno de los atributos divinos. He aquí cuánta sabiduría. El Eterno se hace hombre para que Dios sea justo y, sin embargo, sea el Justificador del que cree en Jesús. Qué poder hay también aquí, pues ¿dónde es tan grande el poder como cuando se oculta a sí mismo? ¡Qué poder, que Dios se desvista por un tiempo y se haga hombre! Mirad también qué amor se nos revela así, cuando Jesús se hace hombre; ¡y qué fidelidad! ¡Cuántas promesas y profecías se cumplen en este día! ¡Cuántas obligaciones solemnes se cumplen en esta hora! Dime un solo atributo de Dios que, según tú, no se manifieste en Jesús; y tu ignorancia será para mí la razón de que no lo hayas visto así. Todo Dios está glorificado en Cristo; y aunque alguna parte del Nombre de Dios está escrita en el universo material, se lee mejor en Aquel que era el Hijo del hombre, y también el Hijo de Dios.

    EL CANTO DE LOS ÁNGELES, LA ESTROFA AÑADIDA

    G LORIA a Dios en las alturas era un viejo, viejo cántico de los ángeles; habían cantado esa melodía antes de la fundación del mundo. Pero, ahora, cantaban como si fuera un cántico nuevo ante el trono de Dios, y a oídos de los hombres mortales, pues añadían esta estrofa: y en la tierra paz.

    No cantaban así en el Jardín del Edén. Allí había paz, pero parecía ser algo natural y que apenas necesitaban mencionar en su canto. Allí no sólo había paz, sino también gloria para Dios. Pero el hombre había caído, y desde el día en que el Señor Dios lo expulsó del Edén, y puso a los querubines con una espada encendida que se volvía en todas direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida, no había habido paz en la tierra, salvo en los pechos de los creyentes, que habían obtenido la paz del corazón y de la conciencia incluso de la promesa de la Encarnación de Cristo.

    Las guerras se habían extendido hasta los confines de la tierra; los hombres se habían matado unos a otros, montones y montones. Hubo luchas interiores y luchas exteriores. La conciencia había luchado con el hombre, y Satanás lo había atormentado con pensamientos pecaminosos. No había habido paz en la tierra desde que Adán cayó.

    Pero ahora, cuando el Rey recién nacido hizo su aparición, los pañales con los que estaba envuelto eran la bandera blanca de la paz. Aquel pesebre fue el lugar donde se firmó el tratado por el que se pondría fin a la guerra entre la conciencia del hombre y sí mismo, y entre la conciencia del hombre y su Dios. Entonces sonó la trompeta del heraldo celestial y se hizo la proclamación real: Envaina tu espada, oh hombre, envaina tu espada, oh conciencia, porque Dios ha provisto un camino por el cual Él puede estar en paz con el hombre, y por el cual el hombre puede estar en paz con Dios, y también con su propia conciencia.

    El Evangelio de la gracia de Dios promete la paz a todo hombre que lo acepte; ¿dónde más se puede encontrar la paz, sino en el mensaje de Jesús? ¡Y qué paz! Es como un río, y su justicia es como las olas del mar. Es la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, la cual guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. Esta paz sagrada entre el alma perdonada y Dios el Perdonador, este maravilloso at-one-ment entre el pecador culpable y su justo Juez, esto fue de lo que los ángeles cantaron cuando dijeron: Paz en la tierra.

    EL CANTO DE LOS ÁNGELES, SU NOTA FINAL

    B UENA VOLUNTAD para con los hombres. Los hombres sabios han pensado, por lo que han visto en la Creación, que Dios tenía mucha buena voluntad para con los hombres, pues de lo contrario Sus obras nunca habrían sido tan construidas como lo son para su consuelo; sin embargo, nunca oí de ningún hombre que estuviera dispuesto a arriesgar la salvación de su alma sobre una esperanza tan débil como esa. Pero no sólo he oído de miles, sino que conozco a miles, que están completamente seguros de que Dios tiene buena voluntad para con los hombres; y si les preguntas la razón de su confianza, te darán una respuesta completa y satisfactoria. Dirán: Dios tiene buena voluntad para con los hombres, porque dio a Su Hijo para que muriera por ellos. No puede haber mayor prueba de bondad entre el Creador y Sus súbditos que cuando el Creador da a Su Hijo unigénito y bien amado para que muera en lugar y en lugar de los pecadores culpables.

    Aunque la primera nota del canto de los ángeles es semejante a Dios, y aunque la segunda nota es pacífica, esta tercera nota es la que más me conmueve. Algunos parecen pensar en Dios como si fuera un ser austero que odia a toda la humanidad. Otros lo imaginan como una mera abstracción que no se interesa por nuestros asuntos. Pero este mensaje angélico nos asegura que Dios tiene buena voluntad para con los hombres.

    Ya sabes lo que significa buena voluntad. Pues bien, todo lo que significa, y más, lo tiene Dios para con vosotros, hijos e hijas de Adán. Pobre pecador, has quebrantado Sus leyes; estás medio temeroso de acercarte al trono de Su misericordia, no sea que te desdeñe; escucha esto, y consuélate: Dios tiene buena voluntad para con los hombres, una voluntad tan buena que ha dicho, y lo ha dicho también con un juramento: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío; sino que el impío se convierta de su camino y viva; tan buena voluntad, además, que incluso ha condescendido a decir: Venid ahora y razonemos juntos, dice el Señor: Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Y si dices: Señor, ¿cómo sabré que tienes esta buena voluntad para conmigo?, Él señala el pesebre y dice: "Pecador, si no hubiera tenido buena voluntad para contigo, ¿me habría separado de mi Hijo amado? Si no hubiera tenido buena voluntad para con el género humano, ¿habría entregado a mi Hijo para que fuera uno de ellos, a fin de que, al hacerlo, redimiera de la muerte a cuantos creyeran en Él?

    Vosotros que dudáis del amor de Dios a los hombres culpables, mirad a ese glorioso círculo de ángeles; ved el resplandor de la gloria

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