Parece inevitable que cada cierto tiempo se publique algún estudio que trata de ofrecer una explicación científica de determinados fenómenos sobrenaturales descritos en la Biblia. Son muy numerosos los trabajos, más o menos serios, que aportan supuestas evidencias científicas para tratar de comprender cómo pudieron haber sucedido episodios extraordinarios como el diluvio universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra, las diez plagas de Egipto, la división del mar Rojo, la aparición del maná en el desierto o la caída de las murallas de Jericó, entre muchos otros. Empezaremos comentando uno de ellos, que analiza el tema de las plagas de Egipto descritas en Éxodo 7, 12. Sus autores son Joel Ehrenkranz, profesor emérito del Consorcio de Florida para el control de infecciones, y Deborah Sampson, profesora de la Universidad de Míchigan, y el resultado de su investigación fue publicado en la prestigiosa revista Yale Journal of Biology and Medicine. Sus conclusiones son contundentes, ya que afirman haber descubierto qué fenómeno se esconde tras la leyenda de las plagas.
El Niño y las plagas
En su artículo, Ehrenkranz y Sampson parten de complejos modelos paleocli- máticos que, teóricamente, les permiten conocer de manera más o menos precisa cuáles debieron de ser las condiciones ambientales en Egipto alrededor del siglo xiii a. C., cuando, supuestamente, tuvo lugar el