Cocina cubana tradicional
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Gilberto Smith Duquesne
Gilberto Smith Duquensne, Matanzas (1920). Miembro titular de la afamada Academia Culinaria de Francia; presidente de honor vitalicio de la Federación de Asociaciones Culinarias de Cuba; medalla de oro de la Asociación Culinaria de Japón; medalla de la República Helénica; miembro de honor de varias Asociaciones Culinarias de España, Italia, Sudáfrica, Canadá, Japón, Estados Unidos, Perú, Alemania, Polonia…; seleccionado el Chef del Milenio en el Mega-evento Lima 2000; Distinción Catalina de Médecis de la ciudad de Florencia, en Italia; doctor honoris causa de la Universidad de Poznam, de Polonia. Fernando Fornet Piña, Holguín (1939). Ingeniero, licenciado en Ciencias Sociales. En los últimos años se ha consagrado al estudio del arte y las tradiciones culinarias de la cocina cubana. Autor, también, de los libros Rey langosta, Chef Smith. De Itabo a Florencia, Arte culinario chino en Cuba, Recetas americanas, Recetas con productos del mar y Recetas de postres.
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Cocina cubana tradicional - Gilberto Smith Duquesne
Edición: Lic. María Luisa Acosta Hernández
Diseño interior y cubierta: Randy de Haz Martínez
Realización: Caridad Castaño Jorge
Corrección: Natacha Fajardo Álvarez
Emplane digitalizado: Randy de Haz Martínez
© Gilberto Smith Duquesne y Fernando Fornet Piña, 2005
© Sobre la presente edición:
Editorial Científico-Técnica, 2014
ISBN 959-05-0776-2
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
EDITORIAL CIENTÍFICO-TÉCNICA
Calle 14 #4104, entre 41 y 43, Playa
Ciudad de La Habana, Cuba
E-mail: nuevomil@cubarte.cult.cu
Índice de contenido
Presentación
Equivalencias
Aperitivos
Chicharrones
Chicharritas o mariquitas
Croquetas de carne
Croquetas de pescado
Frituras de seso
Frituras de maíz tierno
Frituras de malanga
Frituras de frijoles caritas
Frituras de bacalao
Frituras de garbanzo
Frituras de yuca con queso
Empanadas o empanadillas
Chiviricos
Pastel de masa real
Papas rellenas
Jaiba rellena a la antigua
Masas de cerdo de Tacamara
Butifarras del congo
Ensaladas
Ensalada de aguacate
Ensalada de tomate
Ensalada de pepino
Ensalada de lechuga
Ensalada de apio
Ensalada de col
Ensalada de berro
Ensalada de zanahoria rallada
Ensalada mixta
Ensalada de frijoles
Ensalada de quimbombó
Ensalada de pimiento
Ensalada de calabaza
Ensalada de pollo
Ensalada de zanahoria y papa
Ensalada de remolacha
Ensalada de naranja y toronja
Guacamole
Sopas y potajes
Ajiaco
Jigote
Sopa de plátano
Sopa de sustancia con fideos
Sopa de tomate
Sopa de pescado
Sopa de ajo
Sopa a la juliana
Sopa a la habanera
Sopa de pollo a la criolla
Sopa de vigilia
Sopa cubana
Caldo criollo
Sopa oriental
Sopa de cebolla
Caldo gallego
Potaje de frijoles negros
Potaje de frijoles colorados
Potaje de judías
Cocido de garbanzo
Munyeta de judías
Potaje de chícharos
Puré San Germán
Sopa de camarones
Viandas y vegetales
Plátano verde frito
Plátano maduro frito
Plátano entero hervido
Fufú
Bacán
Plátano al horno
Plátano maduro relleno
Chayote hervido
Chayote al horno
Quimbombó a la habanera
Calabaza camagüeyana
Pimientos verdes rellenos
Berenjena rellena
Aguacate relleno
Yuca frita
Piña frita
Tambor de papa
Papas fritas
Boniato frito
Boniato con leche
Pastel de maíz
Albóndigas de maíz
Harina de maíz cocida
Maíz gnocchi
Maíz hervido
Harina de maíz con cangrejo
Tamal en cazuela
Tamal en hojas
Maíz pozol
Casabe
Huevos
Huevos escalfados
Huevos rellenos
Tortilla de papa y cebolla
Huevo frito
Tortilla de aguacate
Huevos a la habanera
Revoltillo criollo
Arroces
Congrí
Moros y cristianos
Arroz con pollo a la Chorrera
Arroz con pollo a la cubana
Arroz con pescado
Arroz con carne de cerdo
Arroz con maíz tierno
Arroz blanco
Pescados y otros productos del mar
Pargo a la salsa de aguacate
Pescado tipo estofado
Bacalao con papa
Aporreado de bacalao con boniato
Tortuga a la matancera
Almejas a la cubana
Ostión
Escabeche
Pescado frito
Ruedas de pescado fritas
Minuta de pescado
Filetes de tilapia empanados
Pargo asado
Pescado marinado en crema suprema
Aporreado de pescado
Bacalao a la vizcaína
Pescado salsa perro
Carnes
Albóndigas de ternera
Picadillo a la habanera
Ropa vieja
El aplatanamiento
de una receta puede resultar una cosa nueva, tal y como sucede con la ropa vieja. De acuerdo con la receta original, este plato se prepara con la carne de un guiso anterior; criterio este que en Cuba es aceptado a medias, ya que este otro modo de elaborarla admite, sin reserva, que sea con carne fresca.
Carne mechada
Bistec cubano
La carne cortada en lonjas para asar o freír se denomina bistec. La manera de preparar un bistec al estilo cubano le impone un gusto peculiar que lo identifica en cualquier parte.
Carne con papa
Salpicón
Plato frío
Vaca frita
Aporreado de tasajo a la antigua
Gallina de Guinea con casabe
Pollo a la jardinera
Pollo a la cubana
Fricasé de pollo
El fricasé de pollo en la cocina cubana es algo tan sensible al gusto popular que, incluso, sin la participación de algunos ingredientes incluidos en esta receta es de indudable aceptación.
Mollejas de pollo
Pollo ahumado a la criolla
Pollo en caldero
Hacia el principio del siglo xix, las familias santiagueras frecuentaban, huyendo del calor de la ciudad, el lugar conocido como Puerto Boniato, una de las montañas que bordean el valle de Santiago de Cuba. Existían en esa región establecimientos que elaboraban platos que se cocinaban en calderos. Este es uno de esos, de aliño fuerte y cargado de ajos.
Chilindrón de carnero
Carne fría
Cerdo asado
Carne de cerdo frita
Morcilla blanca
Butifarras sencillas
Gandinga
Montería camagüeyana
Salsas
Salsa cubana
Salsa de tomate a la cubana
Salsa de ajo para ostiones
Salsa criolla de ajo
Salsa valle de Viñales
Salsa criolla de plátano
Refrescos y batidos
Batido de frutas
Piña fría
Champola de guanábana o de anón
Horchata de ajonjolí
Agua de coco
Refresco de tamarindo
Refresco de mamoncillo
Prú oriental
Postres
Cascos de guayaba
Boniatillo
Pastel de boniato
Pudín de boniato
Majarete criollo
Harina de maíz en dulce
Pudín de mamey
Yemas dobles
Huevos reales
Yemitas acarameladas
Yemitas
Dulce de leche
Arroz con leche
Natilla
Torrejas
Coquimol
Cafiroleta
Coquito quemado
Buñuelos de yuca
Torticas de Morón
Pudín de pan
Besos
Turrón de maní
Flan de coco
Matahambre
Pudín de calabaza
Melcocha
Malarrabia
Atol de sagú
Alegría de maní
Manjar cubano
Manjar blanco
Ensalada de frutas
Coco glacé
Creaciones del maestro Gilberto Smith
Consomé de tortuga
Picadillo a la criolla
Pavo relleno de nuestra América
Pierna de cerdo Guacanayabo
Liebre de mi rancho
Pollo suprema a lo Smith
Pato Siglo de las Luces
Tortilla interventora del chef
Tortilla de frutas al ron
Pata, panza y tripa campeón
Enchilado de camarones Isla Grande
Camarones Tropicana
Langosta kayac
Langosta Varadero
Señorita piña
Calidoscopio
Papaya ardiente
Glosario de términos
Bibliografía consultada
Presentación
Cuando Cristóbal Colón pisó tierra americana en Cuba, en 1492, el hombre del Viejo Mundo comenzó a conocer productos que enriquecieron, en grado sumo, la cultura culinaria y, desde ese preciso momento, se inició un proceso de proyección de la cocina universal, que sería definitivamente otra a partir de entonces. Muchos tesoros de su flora y su fauna mostró la América nueva a la cultura de los conquistadores; algunos de esos tesoros fueron encontrados, exactamente, en Cuba: maíz, boniato, yuca, calabaza, ají, maní; animales como jutía, manatí, manjuarí; frutas como guayaba, piña, anón, hicacos, mamey...; otras conquistas americanas mostrarían un rosario de otros frutos que potenciarían de manera espectacular la cocina mundial. De esa forma, los tesoros americanos en forma de oro, especias y joyas deslumbrantes, primer motivo que impulsó el viaje de conquista, se fueron convirtiendo en otros tal vez más importantes y que tendrían efectos capaces de mitigar las hambrunas de la empobrecida Europa, como ocurrió con la papa; imperar en la economía y las políticas interiores y exteriores de poderosos estados, como sucedió con el tabaco; convertirse en novedosas fuentes de exquisitos productos culinarios y crear ramas enteras como el caso del cacao; someter cocinas nacionales de países que ni siquiera soñaron con la idea de tenerlas presentes, con productos considerados autóctonos, erróneamente, como el tomate; y así otros muchos de indudable influencia como el maíz, el aguacate, el boniato, los frijoles, el ají o pimiento...
En primer lugar, el entorno social y geográfico de la Cuba de aquella época hizo su aporte a la nueva cultura culinaria. Se elaboraban y consumían, por los aborígenes: casabe, frutas y viandas, como calabaza, boniato, yuca, maíz... (asadas, hervidas, tostadas...), aves, quelonios, peces... Por vez primera, en la precariedad de sus abastecimientos traídos desde la península, el hombre europeo se vio obligado a aprovechar, circunstancialmente, productos autóctonos; por lo que es innegable el hecho histórico de la sustitución que hizo el casabe, torta de la ralladura de la yuca y alimento de los indios aborígenes, producto de la difícil descomposición que mantiene sus cualidades sin corromperse por más de un año, por el pan confeccionado con harina de trigo y que se descompone en mucho menor tiempo. Así, la humilde y nativa torta de casabe se convirtió en el recurso por excelencia para la manutención en las operaciones de conquista americana y en las largas travesías oceánicas que debían hacer los navegantes. Evidentemente, a este sencillo producto no se le ha hecho todo el honor que merece. El casabe fue hasta épocas relativamente cercanas del siglo xix y aún en parte del siglo xx, un asiduo elemento de la cocina tradicional cubana a lo largo y ancho de todo el país; hoy, el hábito de su consumo se circunscribe a zonas específicas de la región oriental de la Isla que lo mantienen no solo como una reliquia histórica, sino también como parte de su dieta cotidiana.
La cocina nacional comenzó un largo proceso de formación que se basó no solo en los productos del entorno; el aporte mayor se materializó a través de España como país colonizador. Distintos tipos de ganado: vacuno, porcino, equino, caprino; aves de corral domesticadas; trigo, aceite, vinos; algunas hortalizas y el arroz; comenzaron a formar, junto con la ya citada influencia del entorno y los restos de cierto influjo indígena, la incipiente cocina del país.
Muy temprano, el continente africano aportó nuevos ingredientes a la mezcla, sobre todo a través del comercio de esclavos arrebatados de ese territorio. Algunos productos y costumbres alimenticios africanos se enraizaron: el consumo en amplia escala del plátano, la malanga, el quimbombó y el ñame fue y es aún una práctica común de la mesa cubana, sobre todo de los dos primeros. Los esclavos eran simples instrumentos de trabajo y como seres vivos debían reponer sus energías para realizar las agotadoras tareas a las que estaban sometidos; por esta razón, los dueños de esclavos procuraban alimentos que fueran baratos y que, paralelamente, les proporcionaran los elementos que necesitaban para su dieta; así se institucionalizó la importación de mercancías como el bacalao y el tasajo, productos salados para mantener sus cualidades por largo tiempo en condiciones de extrema agresividad de un medio climático tropical y una higiene nada exigente.
La dieta de los esclavos, constituida fundamentalmente durante mucho tiempo por bacalao, tasajo, tubérculos producidos en conucos propios y atendidos, por lo general, por los mismos esclavos, arroz importado, harina de maíz y frutas nacionales, se estableció entre los gustos. La realidad social se hizo sentir desde los primeros tiempos; la cocina criolla pasó a las manos de los esclavos y, evidentemente, su manera de preparar los alimentos e incluso esos propios alimentos se arraigaron en las complacencias de los amos y se establecieron las maneras con respecto a lo que se iba formando como cocina criolla. Aparecieron mixturas como el ajiaco, de cuna aborigen, pero ya con la incorporación de productos de los dominadores y las inevitables influencias de productos y prácticas aportados por los esclavos traídos del continente africano, y a los cuales los amos les habían encomendado sus cocinas. La base de las preparaciones era de la cocina española, exuberante y propia de climas templados, la que unida a las influencias citadas hacía de las comidas un verdadero reto a las condiciones tropicales del país.
La cocina propia había pasado ya de la etapa simple y natural de los hombres autóctonos, hacia una nueva escala matizada por la conjunción de sus tres pilares fundamentales, es decir, el entorno, la cocina española y la influencia africana. Los sabores de los alimentos preparados eran evidentemente más intensos.
Las primeras villas fundadas a principios del siglo xvi se desarrollaban lentamente y solo de manera aislada se establecían poblados cercanos a estas, por la despoblación generalizada que sufría el país. Eran, ampliamente, criados los caballos, cerdos y el ganado vacuno; de este último se exportaba, de modo legal, una cantidad en forma de carne salada y cueros, y otra iba al tráfico de contrabando en las costas, burlando el riguroso sistema impuesto por la Corona. Muchos otros productos agrícolas y de ganado menor, se cultivaban o criaban solo para el autoconsumo. Extensísimas tierras muy fértiles permanecieron ociosas por siglos, a causa del despoblamiento y de la política de monopolio. De hecho, el autoconsumo, aunque ocupaba un área pequeña de tierra cultivable, producía una cantidad apreciable de productos que facilitaban la alimentación. El maíz y la yuca predominaban; las carnes de cerdo y de vacunos eran abundantes.
Las escasas poblaciones estaban muy aisladas y era difícil la comunicación entre ellas, por la espesura de los bosques y lo intrincado de los caminos. La Habana era una excepción por su estratégica posición geográfica, y su ancha y excelente bahía que permitía a las naves procedentes de todos los puertos americanos, concentrarse en su rada para partir desde aquí en