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Cocina cubana tradicional
Cocina cubana tradicional
Cocina cubana tradicional
Libro electrónico309 páginas2 horas

Cocina cubana tradicional

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Cocina cubana tradicional contiene especialidades escogidas de la cocina criolla: aperitivos, ensaladas, sopas y potajes, viandas y vegetales, huevos, arroces, pescados y otros productos del mar, carnes, salsas, refrescos y batidos, postres y una muestra de cocina estilizada para una ocasión especial o de salón, recreada por la sapiencia del destac
IdiomaEspañol
EditorialNuevo Milenio
Fecha de lanzamiento24 jul 2019
Cocina cubana tradicional
Autor

Gilberto Smith Duquesne

Gilberto Smith Duquensne, Matanzas (1920). Miembro titular de la afamada Academia Culinaria de Francia; presidente de honor vitalicio de la Federación de Asociaciones Culinarias de Cuba; medalla de oro de la Asociación Culinaria de Japón; medalla de la República Helénica; miembro de honor de varias Asociaciones Culinarias de España, Italia, Sudáfrica, Canadá, Japón, Estados Unidos, Perú, Alemania, Polonia…; seleccionado el Chef del Milenio en el Mega-evento Lima 2000; Distinción Catalina de Médecis de la ciudad de Florencia, en Italia; doctor honoris causa de la Universidad de Poznam, de Polonia. Fernando Fornet Piña, Holguín (1939). Ingeniero, licenciado en Ciencias Sociales. En los últimos años se ha consagrado al estudio del arte y las tradiciones culinarias de la cocina cubana. Autor, también, de los libros Rey langosta, Chef Smith. De Itabo a Florencia, Arte culinario chino en Cuba, Recetas americanas, Recetas con productos del mar y Recetas de postres.

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    Cocina cubana tradicional - Gilberto Smith Duquesne

    Edición: Lic. María Luisa Acosta Hernández

    Diseño interior y cubierta: Randy de Haz Martínez

    Realización: Caridad Castaño Jorge

    Corrección: Natacha Fajardo Álvarez

    Emplane digitalizado: Randy de Haz Martínez

    © Gilberto Smith Duquesne y Fernando Fornet Piña, 2005

    © Sobre la presente edición:

    Editorial Científico-Técnica, 2014

    ISBN 959-05-0776-2

    INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

    EDITORIAL CIENTÍFICO-TÉCNICA

    Calle 14 #4104, entre 41 y 43, Playa

    Ciudad de La Habana, Cuba

    E-mail: nuevomil@cubarte.cult.cu

    Índice de contenido

    Presentación

    Equivalencias

    Aperitivos

    Chicharrones

    Chicharritas o mariquitas

    Croquetas de carne

    Croquetas de pescado

    Frituras de seso

    Frituras de maíz tierno

    Frituras de malanga

    Frituras de frijoles caritas

    Frituras de bacalao

    Frituras de garbanzo

    Frituras de yuca con queso

    Empanadas o empanadillas

    Chiviricos

    Pastel de masa real

    Papas rellenas

    Jaiba rellena a la antigua

    Masas de cerdo de Tacamara

    Butifarras del congo

    Ensaladas

    Ensalada de aguacate

    Ensalada de tomate

    Ensalada de pepino

    Ensalada de lechuga

    Ensalada de apio

    Ensalada de col

    Ensalada de berro

    Ensalada de zanahoria rallada

    Ensalada mixta

    Ensalada de frijoles

    Ensalada de quimbombó

    Ensalada de pimiento

    Ensalada de calabaza

    Ensalada de pollo

    Ensalada de zanahoria y papa

    Ensalada de remolacha

    Ensalada de naranja y toronja

    Guacamole

    Sopas y potajes

    Ajiaco

    Jigote

    Sopa de plátano

    Sopa de sustancia con fideos

    Sopa de tomate

    Sopa de pescado

    Sopa de ajo

    Sopa a la juliana

    Sopa a la habanera

    Sopa de pollo a la criolla

    Sopa de vigilia

    Sopa cubana

    Caldo criollo

    Sopa oriental

    Sopa de cebolla

    Caldo gallego

    Potaje de frijoles negros

    Potaje de frijoles colorados

    Potaje de judías

    Cocido de garbanzo

    Munyeta de judías

    Potaje de chícharos

    Puré San Germán

    Sopa de camarones

    Viandas y vegetales

    Plátano verde frito

    Plátano maduro frito

    Plátano entero hervido

    Fufú

    Bacán

    Plátano al horno

    Plátano maduro relleno

    Chayote hervido

    Chayote al horno

    Quimbombó a la habanera

    Calabaza camagüeyana

    Pimientos verdes rellenos

    Berenjena rellena

    Aguacate relleno

    Yuca frita

    Piña frita

    Tambor de papa

    Papas fritas

    Boniato frito

    Boniato con leche

    Pastel de maíz

    Albóndigas de maíz

    Harina de maíz cocida

    Maíz gnocchi

    Maíz hervido

    Harina de maíz con cangrejo

    Tamal en cazuela

    Tamal en hojas

    Maíz pozol

    Casabe

    Huevos

    Huevos escalfados

    Huevos rellenos

    Tortilla de papa y cebolla

    Huevo frito

    Tortilla de aguacate

    Huevos a la habanera

    Revoltillo criollo

    Arroces

    Congrí

    Moros y cristianos

    Arroz con pollo a la Chorrera

    Arroz con pollo a la cubana

    Arroz con pescado

    Arroz con carne de cerdo

    Arroz con maíz tierno

    Arroz blanco

    Pescados y otros productos del mar

    Pargo a la salsa de aguacate

    Pescado tipo estofado

    Bacalao con papa

    Aporreado de bacalao con boniato

    Tortuga a la matancera

    Almejas a la cubana

    Ostión

    Escabeche

    Pescado frito

    Ruedas de pescado fritas

    Minuta de pescado

    Filetes de tilapia empanados

    Pargo asado

    Pescado marinado en crema suprema

    Aporreado de pescado

    Bacalao a la vizcaína

    Pescado salsa perro

    Carnes

    Albóndigas de ternera

    Picadillo a la habanera

    Ropa vieja

    El aplatanamiento de una receta puede resultar una cosa nueva, tal y como sucede con la ropa vieja. De acuerdo con la receta original, este plato se prepara con la carne de un guiso anterior; criterio este que en Cuba es aceptado a medias, ya que este otro modo de elaborarla admite, sin reserva, que sea con carne fresca.

    Carne mechada

    Bistec cubano

    La carne cortada en lonjas para asar o freír se denomina bistec. La manera de preparar un bistec al estilo cubano le impone un gusto peculiar que lo identifica en cualquier parte.

    Carne con papa

    Salpicón

    Plato frío

    Vaca frita

    Aporreado de tasajo a la antigua

    Gallina de Guinea con casabe

    Pollo a la jardinera

    Pollo a la cubana

    Fricasé de pollo

    El fricasé de pollo en la cocina cubana es algo tan sensible al gusto popular que, incluso, sin la participación de algunos ingredientes incluidos en esta receta es de indudable aceptación.

    Mollejas de pollo

    Pollo ahumado a la criolla

    Pollo en caldero

    Hacia el principio del siglo xix, las familias santiagueras frecuentaban, huyendo del calor de la ciudad, el lugar conocido como Puerto Boniato, una de las montañas que bordean el valle de Santiago de Cuba. Existían en esa región establecimientos que elaboraban platos que se cocinaban en calderos. Este es uno de esos, de aliño fuerte y cargado de ajos.

    Chilindrón de carnero

    Carne fría

    Cerdo asado

    Carne de cerdo frita

    Morcilla blanca

    Butifarras sencillas

    Gandinga

    Montería camagüeyana

    Salsas

    Salsa cubana

    Salsa de tomate a la cubana

    Salsa de ajo para ostiones

    Salsa criolla de ajo

    Salsa valle de Viñales

    Salsa criolla de plátano

    Refrescos y batidos

    Batido de frutas

    Piña fría

    Champola de guanábana o de anón

    Horchata de ajonjolí

    Agua de coco

    Refresco de tamarindo

    Refresco de mamoncillo

    Prú oriental

    Postres

    Cascos de guayaba

    Boniatillo

    Pastel de boniato

    Pudín de boniato

    Majarete criollo

    Harina de maíz en dulce

    Pudín de mamey

    Yemas dobles

    Huevos reales

    Yemitas acarameladas

    Yemitas

    Dulce de leche

    Arroz con leche

    Natilla

    Torrejas

    Coquimol

    Cafiroleta

    Coquito quemado

    Buñuelos de yuca

    Torticas de Morón

    Pudín de pan

    Besos

    Turrón de maní

    Flan de coco

    Matahambre

    Pudín de calabaza

    Melcocha

    Malarrabia

    Atol de sagú

    Alegría de maní

    Manjar cubano

    Manjar blanco

    Ensalada de frutas

    Coco glacé

    Creaciones del maestro Gilberto Smith

    Consomé de tortuga

    Picadillo a la criolla

    Pavo relleno de nuestra América

    Pierna de cerdo Guacanayabo

    Liebre de mi rancho

    Pollo suprema a lo Smith

    Pato Siglo de las Luces

    Tortilla interventora del chef

    Tortilla de frutas al ron

    Pata, panza y tripa campeón

    Enchilado de camarones Isla Grande

    Camarones Tropicana

    Langosta kayac

    Langosta Varadero

    Señorita piña

    Calidoscopio

    Papaya ardiente

    Glosario de términos

    Bibliografía consultada

    Presentación

    Cuando Cristóbal Colón pisó tierra americana en Cuba, en 1492, el hombre del Viejo Mundo comenzó a conocer productos que enriquecieron, en grado sumo, la cultura culinaria y, desde ese preciso momento, se inició un proceso de proyección de la cocina universal, que sería definitivamente otra a partir de entonces. Muchos tesoros de su flora y su fauna mostró la América nueva a la cultura de los conquistadores; algunos de esos tesoros fueron encontrados, exactamente, en Cuba: maíz, boniato, yuca, calabaza, ají, maní; animales como jutía, manatí, manjuarí; frutas como guayaba, piña, anón, hicacos, mamey...; otras conquistas americanas mostrarían un rosario de otros frutos que potenciarían de manera espectacular la cocina mundial. De esa forma, los tesoros americanos en forma de oro, especias y joyas deslumbrantes, primer motivo que impulsó el viaje de conquista, se fueron convirtiendo en otros tal vez más importantes y que tendrían efectos capaces de mitigar las hambrunas de la empobrecida Europa, como ocurrió con la papa; imperar en la economía y las políticas interiores y exteriores de poderosos estados, como sucedió con el tabaco; convertirse en novedosas fuentes de exquisitos productos culinarios y crear ramas enteras como el caso del cacao; someter cocinas nacionales de países que ni siquiera soñaron con la idea de tenerlas presentes, con productos considerados autóctonos, erróneamente, como el tomate; y así otros muchos de indudable influencia como el maíz, el aguacate, el boniato, los frijoles, el ají o pimiento...

       En primer lugar, el entorno social y geográfico de la Cuba de aquella época hizo su aporte a la nueva cultura culinaria. Se elaboraban y consumían, por los aborígenes: casabe, frutas y viandas, como calabaza, boniato, yuca, maíz... (asadas, hervidas, tostadas...), aves, quelonios, peces... Por vez primera, en la precariedad de sus abastecimientos traídos desde la península, el hombre europeo se vio obligado a aprovechar, circunstancialmente, productos autóctonos; por lo que es innegable el hecho histórico de la sustitución que hizo el casabe, torta de la ralladura de la yuca y alimento de los indios aborígenes, producto de la difícil descomposición que mantiene sus cualidades sin corromperse por más de un año, por el pan confeccionado con harina de trigo y que se descompone en mucho menor tiempo. Así, la humilde y nativa torta de casabe se convirtió en el recurso por excelencia para la manutención en las operaciones de conquista americana y en las largas travesías oceánicas que debían hacer los navegantes. Evidentemente, a este sencillo producto no se le ha hecho todo el honor que merece. El casabe fue hasta épocas relativamente cercanas del siglo xix y aún en parte del siglo xx, un asiduo elemento de la cocina tradicional cubana a lo largo y ancho de todo el país; hoy, el hábito de su consumo se circunscribe a zonas específicas de la región oriental de la Isla que lo mantienen no solo como una reliquia histórica, sino también como parte de su dieta cotidiana.

       La cocina nacional comenzó un largo proceso de formación que se basó no solo en los productos del entorno; el aporte mayor se materializó a través de España como país colonizador. Distintos tipos de ganado: vacuno, porcino, equino, caprino; aves de corral domesticadas; trigo, aceite, vinos; algunas hortalizas y el arroz; comenzaron a formar, junto con la ya citada influencia del entorno y los restos de cierto influjo indígena, la incipiente cocina del país.

    Muy temprano, el continente africano aportó nuevos ingredientes a la mezcla, sobre todo a través del comercio de esclavos arrebatados de ese territorio. Algunos productos y costumbres alimenticios africanos se enraizaron: el consumo en amplia escala del plátano, la malanga, el quimbombó y el ñame fue y es aún una práctica común de la mesa cubana, sobre todo de los dos primeros. Los esclavos eran simples instrumentos de trabajo y como seres vivos debían reponer sus energías para realizar las agotadoras tareas a las que estaban sometidos; por esta razón, los dueños de esclavos procuraban alimentos que fueran baratos y que, paralelamente, les proporcionaran los elementos que necesitaban para su dieta; así se institucionalizó la importación de mercancías como el bacalao y el tasajo, productos salados para mantener sus cualidades por largo tiempo en condiciones de extrema agresividad de un medio climático tropical y una higiene nada exigente.

       La dieta de los esclavos, constituida fundamentalmente durante mucho tiempo por bacalao, tasajo, tubérculos producidos en conucos propios y atendidos, por lo general, por los mismos esclavos, arroz importado, harina de maíz y frutas nacionales, se estableció entre los gustos. La realidad social se hizo sentir desde los primeros tiempos; la cocina criolla pasó a las manos de los esclavos y, evidentemente, su manera de preparar los alimentos e incluso esos propios alimentos se arraigaron en las complacencias de los amos y se establecieron las maneras con respecto a lo que se iba formando como cocina criolla. Aparecieron mixturas como el ajiaco, de cuna aborigen, pero ya con la incorporación de productos de los dominadores y las inevitables influencias de productos y prácticas aportados por los esclavos traídos del continente africano, y a los cuales los amos les habían encomendado sus cocinas. La base de las preparaciones era de la cocina española, exuberante y propia de climas templados, la que unida a las influencias citadas hacía de las comidas un verdadero reto a las condiciones tropicales del país.

       La cocina propia había pasado ya de la etapa simple y natural de los hombres autóctonos, hacia una nueva escala matizada por la conjunción de sus tres pilares fundamentales, es decir, el entorno, la cocina española y la influencia africana. Los sabores de los alimentos preparados eran evidentemente más intensos.

       Las primeras villas fundadas a principios del siglo xvi se desarrollaban lentamente y solo de manera aislada se establecían poblados cercanos a estas, por la despoblación generalizada que sufría el país. Eran, ampliamente, criados los caballos, cerdos y el ganado vacuno; de este último se exportaba, de modo legal, una cantidad en forma de carne salada y cueros, y otra iba al tráfico de contrabando en las costas, burlando el riguroso sistema impuesto por la Corona. Muchos otros productos agrícolas y de ganado menor, se cultivaban o criaban solo para el autoconsumo. Extensísimas tierras muy fértiles permanecieron ociosas por siglos, a causa del despoblamiento y de la política de monopolio. De hecho, el autoconsumo, aunque ocupaba un área pequeña de tierra cultivable, producía una cantidad apreciable de productos que facilitaban la alimentación. El maíz y la yuca predominaban; las carnes de cerdo y de vacunos eran abundantes.

       Las escasas poblaciones estaban muy aisladas y era difícil la comunicación entre ellas, por la espesura de los bosques y lo intrincado de los caminos. La Habana era una excepción por su estratégica posición geográfica, y su ancha y excelente bahía que permitía a las naves procedentes de todos los puertos americanos, concentrarse en su rada para partir desde aquí en

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