ÉXITO A FUEGO LENTO
De niños, mi madre hizo confeccionar una chaquetilla de cocinero para mí. En aquella época, cuando yo era pequeño, no era muy habitual que los niños pidieran una chaquetilla de cocinero. Por aquel entonces los chavales no se querían disfrazar de chefs ni querían ser chefs de mayores. En cambio, ahora sí. Y como no había chaquetillas de ese tamaño, mi madre la encargó hacer”. Estaba escrito en algún lado. Era inevitable que Joan Roca acabara entre fogones. “Somos la tercera generación de una familia dedicada a esto”, explica el chef de Girona. “Nuestros abuelos y nuestros padres ya cocinaban y atendían a la gente en el restaurante Can Roca. Ahora lo hacemos nosotros, por esa inercia pero también porque nos fuimos encontrando cómodos desde pequeños en una cocina”.
GASTRONOMÍA COMPROMETIDA
Definitivamente, el reconocimiento por la labor del cocinero ha cambiado mucho en estos últimos treinta o cuarenta años. En las últimas décadas, la mirada hacia la cocina se ha transformado radicalmente. “Es bonito vivir este momento”, admite uno de los mejores chefs del planeta. “Por fortuna, la sociedad mira nuestro mundo, el de los fogones, con cierta fascinación y admiración. Eso, al mismo tiempo, también nos comporta cierta responsabilidad. Tenemos que ser mucho más conscientes de ese papel que desarrollamos actualmente en la sociedad”.
Una responsabilidad que, para Joan Roca, conlleva poder contribuir a que este mundo sea un poco mejor, compromiso social que
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