Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay
El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay
El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay
Libro electrónico159 páginas2 horas

El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Este volumen incluye los siguientes relatos eróticos de temática gay del escritor Marcos Sanz:

Cuando ya no te esperaba
Luis es un hombre de 36 años que vive secretamente enamorado de Sergio, su mejor amigo hetero. Un día, con la tontería, hacen una apuesta. Sergio afirma que los hombres no le ponen lo más mínimo y Luis le dice que es capaz de ponerlo a tono sin tocarle nada más que el pecho. Lo que empieza siendo un casi inocente juego se acaba convirtiendo en una montaña rusa de sensaciones, placer, infidelidades y mucho morbo. La vida de los dos cambiará de un modo radical y descubrirán cosas que jamás se hubieran imaginado, de sí mismos y del otro. Un relato tan excitante como emocionalmente demoledor.

El fin del mundo conocido
Armand sale de la criogenización e inmediatamente es raptado por un grupo de mujeres que necesitan su esperma. De regreso a casa descubre que el mundo ya no es como lo recuerda, los parques públicos donde antes jugaban los niños son ahora sitios de cruising donde los hombres tienen sexo a todas horas, a plena luz del día. Tendrá que esperar a llegar a casa para que su hermano Jules le revele lo que ha ocurrido en el mundo en su ausencia...

Ruleta cerdaca
Un grupo de hombres se reúnen en casa de uno de ellos para hacer lo que les salga en una ruleta un tanto especial. No esperes nada más que sexo de este relato.

A ciegas
Un hombre lleva más de cinco años acostándose en una caravana con un tío al que jamás ha visto la cara ni escuchado la voz. Para poder seguir con él es imprescindible que lo sigan haciendo a ciegas, porque su amante no quiere revelarle su identidad. Pero esta noche la verdad saldrá a la luz.

El p... amo
Jaime es un universitario de 21 años al que le mola que le cerdeen y que lo humillen. Tiene planeado ligarse a Jorge, su profe de educación física, para que le meta caña pero a su profe parece que no le van mucho los rollos que Jaime propone. Aunque, si no se andan con ojo, puede que cambien las tornas y Jaime acabe descubriendo... que ha creado un monstruo.

Fue una noche después de un concierto
Dos chavales con novia. Van los cuatro de concierto, lo pasan bien. A las doce tienen que dejar a una de las chicas en casa y la otra se queda a dormir con su amiga. Los chicos se quedan solos y se van a beber y a fumar a la playa. Lo que pasa después... Quizá te haya ocurrido a ti.

El amor de mi vida empieza por M
Héctor, un chico hetero, va a una pitonisa para hacerle una consulta sobre negocios pero la tirada revela que el amor de su vida está a punto de aparecer y que su nombre empezará por M... ¡Anda, como el autor de estos relatos!

Nota biográfica: Marcos Sanz es un escritor (y un tío guapo y bastante bear) de relatos eróticos de temática gay. Si estás buscando leer relatos eróticos gays para hombres escritos por un hombre, has llegado al lugar indicado.

IdiomaEspañol
EditorialPROMeBOOK
Fecha de lanzamiento23 may 2016
ISBN9781311909213
El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay

Relacionado con El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay

Libros electrónicos relacionados

Ficción gay para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El amor de mi vida empieza por M, Y otros relatos eróticos de temática gay - Marcos Sanz

    Nota del autor

    Todos los personajes representados en esta obra de ficción son mayores de 18 años.

    Cuando ya no te esperaba

    Capítulo I

    No sé muy bien cómo comenzar este relato. Supongo que lo mejor será aclarar que es una historia verídica; que, evidentemente, he cambiado los nombres y maquillado los detalles y que me juego una relación de ocho años con mi pareja y algunas cosas más. Pero creo que merece la pena contarlo, aunque sólo sea para dejar constancia de que, a veces, los sueños se cumplen. Para bien o para mal y cuando menos te lo esperas.

    Me llamo Luis, tengo 36 años y llevo casi catorce enamorado de Sergio, mi mejor amigo. Nos conocimos en el Pappy Dog, una discoteca gay, en agosto del noventa y cuatro. Era un amigo de un amigo, pero Sergio era hetero, y había acabado en el Pappy porque sus amigos gays habían hecho el sacrificio de ir con él primero a Tretas, una disco a la antigua usanza, a ver si se ligaba por fin a una tía, que el chaval acababa de cumplir los diecinueve y aún no se había estrenado. Pero se había quedado acojonado en la barra, dando sorbitos al cubata, y no había sido capaz de entrarle a ninguna.

    Y ya en el Pappy lo tenía un poco más chungo. Para acabar de fastidiarle la noche, sus colegas se perdieron en el cuarto oscuro y Sergio se quedó más solo que la una en un rincón de la barra menos frecuentada, viendo a un montón de tíos cachas bailando empastillados y cruzando una esperanzada mirada de vez en cuando con alguna lesbiana que pasaba por ahí en dirección a la pista de baile.

    Su noche fue un desastre hasta que me crucé en los baños con nuestro amigo común, que se alegró mucho de verme, me llevó a rastras escaleras arriba y me sentó junto a Sergio, nos presentó, me pidió que se lo cuidara, y se largó corriendo a comer pollas. A mí no me importó cuidárselo porque el chico era un encanto y era enorme, un tiarrón del norte que aparentaba 25 aunque tuviera 19, y guapo de cojones. Bueno, es un decir, ya sabes. Yo no se los vi. Más quisiera.

    La cosa es que nos caímos bien, nos pusimos a charlar y a beber y descubrí que vivía a dos pasos de mi apartamento.

    En un momento de la noche me preguntó que dónde se habían metido sus amigos.

    –En el cuarto oscuro –contesté.

    Me miró, sin comprender.

    –¿Y eso que es? ¿El baño? ¿Tan sucio está?

    De aquella, casi nadie tenía internet (vamos, si es que existía), ni había series de televisión tan explícitas, así que los heteros no estaban tan enterados de lo que se mueve en el ambiente como hoy día. Así que le expliqué lo que era el cuarto oscuro y se le quedaron los ojos del tamaño de dos sandías.

    –¿Y los tíos bajan allí y se ponen a follar?

    –O a mamar polla.

    –¿Y no hay luz?

    –De vez en cuando algún mechero.

    –Joder. En las discotecas normales no hay de eso.

    Pasé de decirle que no las llamara discotecas normales, como si el Pappy no pudiera ser considerado normal por estar lleno de maricones. Ya había decidido que iba a ser uno de mis mejores amigos y como pensaba verlo a menudo ya tendría tiempo de educarle. Lo que sí hice fue cogerle de la mano y decirle, mientras bajábamos las escaleras:

    –Ven, que te lo enseño.

    –Chachi. Pero si alguien me toca, gritaré.

    –Vale. Y yo te sacaré corriendo.

    Entramos despacito en el cuarto oscuro. Encontramos el primer pasillo forrado de hombres, que nos miraron atentamente a la luz azulada que llegaba desde los baños mientras pasábamos por delante de ellos haciendo el trenecito, porque Sergio se había pegado a mi culo como con cola. La verdad es que era complicado avanzar así, pero el nene estaba asustado. Avanzamos un poco más y pronto quedamos totalmente a oscuras.

    –¿Te molesta que vaya tan pegado? Casi te estoy dando por culo –me dijo al oído.

    Me recorrió un escalofrío placentero.

    –No, por Dios. Si me estás poniendo como una moto. No se me ocurriría quejarme.

    –Es broma ¿no?

    –En absoluto. Pero no te preocupes. No me duele.

    –Si no te duele es que no estarás tan caliente.

    –Toca y compruébalo.

    –Y una mierda.

    –Vale, vale.

    Lo dicho, un hetero redomado. Seguimos avanzando en la oscuridad hasta que le solté las manos, que de todas formas había entrelazado sobre mi ombligo, con lo que no iba a dejar que me fuera a ninguna parte.

    –¿Qué haces? –preguntó, muerto de pánico.

    –Tantear en busca de la pared. No querrás que me salte los piños.

    –No, claro.

    Entonces lo oímos. A la derecha. Un chupeteo con mucha saliva. Alguien que se relamía.

    –A alguien le están haciendo una buena mamada –me susurró Sergio, con un deje histérico.

    –Yo creo que le están comiendo el culo –opiné.

    Para mi sorpresa, el propio Sergio se sacó un mechero del bolsillo y puso luz en aquel asunto.

    Por un momento vislumbré a cerca de treinta hombres dándose placer de diversas formas y con herramientas de distintos tamaños.

    –Joder, cómo está esto hoy –murmuré.

    Alguien golpeó con mala leche a Sergio y el mechero se le fue de las manos.

    –No lo recojas –me pidió, de nuevo rodeados de oscuridad.

    –No pensaba hacerlo –contesté.

    –¡Como se las gastan!

    –¿Te duele?

    –No, qué va.

    –Es que por algo se llama cuarto oscuro, idiota –le recriminé, con cariño. –Por cierto...

    –Una mamada –respondió. –Tenía yo razón.

    Seguimos adentrándonos en la oscuridad por otros diez minutos. En determinado momento un flop, flop, flop frenético nos indicó que a uno se lo estaban follando a base de bien a unos centímetros de donde estábamos. Esperé impaciente a sentir algún movimiento en la entrepierna de Sergio, que seguía pegada a mi trasero, pero nada se movió allá abajo.

    Cuando al fin salimos, le apliqué el tercer grado.

    –¿Qué tal?

    –Muy curioso.

    –No te has puesto cachondo.

    –¿Debería haberlo hecho?

    –A tu edad la simple mención del sexo me ponía cardiaco.

    –Solo me llevas tres años. Y no me van los tíos. No me ponen.

    –Pero había gente ahí dentro comiendo vergas.

    –Pero eran tíos.

    –Pero podría ser tu polla.

    –Pero no es lo mismo.

    –Pero...

    Y me dejó que siguiera poniendo peros el resto de la noche aunque ya no me discutió más. Supongo que Sergio ya había decidido que yo sería uno de sus mejores amigos y que ya tendría tiempo de educarme hasta que comprendiera que a los heteros no se las pone dura el sexo entre hombres.

    Pasaron los días y me enamoré perdidamente de Sergio. Pasaron las semanas y se lo dije. Pasaron los meses y nuestra relación se afianzó mucho más. Él me daba todo el amor que yo necesitaba, los abrazos, el cariño y el contacto. Todo, excepto sexo. A veces hasta dormíamos juntos cuando llegábamos de borrachera, aunque nunca pasó nada, porque aunque me moría por besarlo no iba a hacer nada que pudiera estropear lo que no teníamos. Y así fui feliz durante dos años, hasta que Sergio conoció a Marta. Y se casaron. Y yo me busqué la felicidad con un hombre menos hetero.

    Mantuvimos la amistad hasta el punto de que Marcos, (mi novio, hoy mi marido), Sergio, su mujer y un servidor quedábamos para cenar dos o tres veces al mes, pasábamos juntos el fin de año, organizábamos acampadas, fiestas, partidas de cartas y algún viaje y, más recientemente, nos reuníamos en fin de semana para ver las primeras temporadas de Perdidos de unas sentadas.

    No me avergüenza decir que durante este tiempo he seguido secretamente enamorado de él, ni que, con el paso del tiempo, el contacto con Sergio (abrazos, besos de cortesía y apretones de manos) ha adquirido para mí un sentido mucho más sexual. Sergio me la pone dura, hoy más que nunca, y confieso que me he hecho más de un pajote en su cuarto de baño cogiendo sus calzoncillos de la cesta de la ropa sucia y aspirando el olor de su polla.

    Pues bien. Hace cosa de dos meses, Sergio me llamó al móvil. Parecía intranquilo.

    –¿Os habéis peleado? –pregunté. Sergio y Marta no suelen hacerlo, lo de pelearse, digo, pero cuando se ponen hacen bastante ruido y acaba pagándolo el dvd, que suele salir disparado por el balcón. Siempre son aparatos de dvd del Alpaisaje. Por algún motivo el enfado no les lleva nunca a estampar el decodificador del Visión Plus.

    –No. No es eso. ¿Puedes venir?

    –Por supuesto.

    Era un jueves por la tarde, yo acabo pronto en el curro y Marcos llega a la nueve. Tenía algo así como dos horas y media para dedicar a Sergio.

    Llegué a su casa, llamé al timbre y me abrió la puerta descamisado, descalzo y con unos pantalones piratas blancos y holgados. En cuanto lo vi, la boca se me hizo agua y el coño un charco, como dice cierta amiga.

    –Pasa –Para mi desgracia no me dio el acostumbrado abrazo de bienvenida.

    Lo seguí hasta el sillón de su salón, donde se sentó, alicaído.

    –¿Qué ha pasado? –pregunté, empezando a preocuparme.

    –Que ya no puedo más. Que como esto siga así, la dejo.

    Pues la cosa sí tenía que ver con Marta.

    –¿La historia de siempre? –pregunté. Y él asintió con la cabeza, poniendo ojitos de cordero degollado.

    Y es que después de más de diez años de casados, Marta seguía sin estar dispuesta a comerle la polla.

    –No pone ningún reparo a que yo se lo coma todo, pero ella no quiere ni catarla. Ni olerla. ¡No me deja ni que me corra en sus tetas!

    Me conocía perfectamente la cantinela. Marta tenía una extraña fobia al semen. Le daba arcadas verlo, así que arriesgarse a que se lo descargaran en la lengua...

    –No puedo más. Estoy hasta los huevos.

    –Hombre. No te puedes replantear tu relación con Marta por algo tan trivial como que no te coma la polla, Sergio.

    –Claro, qué fácil es decirlo. Cómo a ti sí que te la comen...

    –Si fuera que no te dejara hacer nada, mira. Pero follar, follas.

    –Pero yo quiero que me haga una puta mamada. Y luego otras dos mil, por el retraso acumulado.

    –¿Y qué dice ella?

    –Que me vaya a cascármela.

    –¿Nunca has pensado en ponerle los cuernos?

    –¿Y tú? ¿No has pensado en ponérselos a Marcos? Pues lo mismo. No es

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1