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El Acervo Genético
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Libro electrónico212 páginas2 horas

El Acervo Genético

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Noah Fletcher de dieciséis años tiene muchas cosas en la cabeza. Es gay, y su mejor amigo lo odia por eso. Al igual que el resto de su preparatoria. Lo que no saben es que él tiene la habilidad de hablar y entender a todos los animales de la Tierra.

A pesar del completo apoyo de su mamá y de sus amigos animales, no puede evitar sentirse solitario hasta que la popular porrista, Candy Bloom, lo defiende públicamente. Está feliz de tenerla de su lado, pero hay algo extraño en Candy. Ella parece saber más de lo que debería. De alguna forma, ella sabe de su poder secreto y le advierte de lo que está por venir…una invasión alienígena.  

La pregunta es, ¿cómo van a detenerla? ¿Y quién más se les unirá en la misión? 

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento7 abr 2018
ISBN9781507189122
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    El Acervo Genético - Benjamin Shepherd Quiñones

    Capítulo Uno

    Éste era el momento.

    Estaba harto de sentirse atrapado. Desde que tenía trece, se sentía como si hubiera sido arrojado a un hoyo rodeado de estacas que se estrechaban gradualmente, como algo salido de una película de Indiana Jones. Sí, obtuvo algo de margen de maniobra una vez que tuvo el valor para decirle a su mamá. Ella continuó amándolo a pesar de todo, pero aún no era suficiente. Tenía dieciséis ahora, casi diecisiete, y decidió que era tiempo de hacer contacto con otra de esas estacas a fin de poder escalar hacia afuera. Era hora de tomar otro riesgo. Necesitaba aire. No podía mantenerlo adentro por más tiempo del que ya lo había hecho.

    Soy gay.

    Había querido decirlo por un tiempo. Se lo había dicho a sí mismo con frecuencia, pero nunca a otro chico—hasta ahora. Le dijo a su mejor amigo, Chris, quien era tan atlético como ningún otro, con centelleante cabello rojo del que sus iguales aún se burlaban de él. El cabello lo hacía raro, único.

    No Noah, sin embargo. Él también era único, no que nadie supiera en ese entonces qué tan único. Ellos habían sido amigos por siempre. Vivían uno al lado del otro, tan cerca que una vez trataron de deslizar una escalera entre las ventanas de sus dormitorios que quedaban paralelas entre sí, y caminaban juntos a la escuela y a la práctica de fútbol, tan cercanos como hermanos.

    "¿Tú eres qué?" Chris preguntó frunciendo el ceño, su cerebro claramente tratando de registrar lo que Noah había dicho justo ahora.

    Eran simples palabras, pero aparentemente, las estaba transformando en algo complejo, traduciéndolas en algo que no podía entender.

    Noah sintió como si hubiera una frenética ave atrapada debajo de sus costillas, su corazón martilleando en su pecho. Cada impulso le decía que se retractara ahora. ¡Aborta, aborta! Pero no escuchó. El barco de oportunidad estaba por zarpar y no podía perderlo. Ahora era la oportunidad perfecta; estaban solos en el sótano y su mamá aún estaba fuera de la casa consiguiendo comestibles.

    Yo, uh, ¿necesitas un aparato auditivo? Noah ofreció una sonrisa, un hoyuelo formándose en ambas mejillas mientras trataba de aligerar la tensión y solo poder sobrellevar su propia ansiedad.

    Confianza es la clave, se recordó a sí mismo, aun si esta simple confesión tenía el potencial de construir o romper su relación. Tragó el nudo de nerviosismo en su garganta antes de clarificar, "Yo. Soy. Gay. Me gustan los chicos. Me gustas..." Se inclinó un poco más cerca mientras Chris se mantenía tan tieso como una tabla; éste era el momento de la verdad. Podría ir en cualquier dirección, buena o mala. ¿Cuál sería?

    Mala. Muy, muy mala.

    Chris bien podría haberse convertido en una feroz bestia con ardientes ojos rojos y atacarlo justo en ese momento.

    ¡Whoa tío, eso es asqueroso! Saltó del sillón y lo miró con repugnancia.

    "¿Es por eso que me llamaste aquí? Pensé que estabas teniendo problemas de chica. Solo mantente malditamente lejos de mí y quédate ahí." Con eso, Chris giró sobre sus talones y subió corriendo las escaleras.

    ¿Qué demonios, hombre? ¡Vamos, sigo siendo yo! Noah persiguió a su mejor amigo, uno que realmente no quería perder. ¿Por qué está tomando esto tan mal? Noah no era nada diferente ahora de lo que era ayer. ¿Cómo podía tirar todo a la basura? ¿Todo por lo que habían pasado juntos? ¿Cuánto tiempo habían sido amigos? Ellos deberían supuestamente cubrirse las espaldas, no importa qué.

    "Dije retrocede."

    Sus palabras sonaron tan finales que causaron algún tipo de perturbación en el universo. Una translúcida energía amarilla ondulante se extendió por el cuarto mientras Noah subía corriendo las escaleras. En un instante, todas las formas de electricidad se apagaron—su sistema nervioso incluido. Todo se oscureció.

    ***

    Noah despertó teniendo calor mientras los rayos de sol golpeaban con fuerza su cuerpo tendido. Luz penetraba sus ojos castaños y, una vez más, sus párpados se abrieron parpadeando. La primera cosa que vio fue verde, su cara presionada contra lo que se sentía como pasto. Había tallos de maíz, muchos tallos de maíz saliendo de todas direcciones. Levantó su cabeza del suelo e hizo una mueca de dolor cuando sintió un inusual dolor en la parte trasera de su cabeza. En todos lados, realmente. También sintió brisa en lugares que no debería y dio chillido de miedo cuando se dio cuenta de que estaba desnudo.

    Cielo santo. Noah colocó sus manos sobre sus partes privadas. ¿Qué demonios está pasando? ¿Dónde estoy? 

    En un esfuerzo para averiguarlo, se puso de pie, pero no ayudó mucho. Los tallos se elevaban muy por encima de su cabeza, bloqueando por completo su vista.

    No podía saberlo con certeza, pero esperaba que estuviera en el mismo maizal gigantesco en el corazón del pueblo, en el cual daba vueltas corriendo por práctica de fútbol.

    Se estiró por su celular para llamar por ayuda y entró en pánico. No ropa, no bolsillo, no celular. Podría gritar por ayuda, pero la última cosa que quería era llamar la atención. Ser descubierto en esta condición acabaría con la vida como la conocía. Si alguien de la escuela lo veía, él sería considerado como mínimo un exhibicionista y le harían burla por el resto de su vida escolar. De ninguna manera.

    Necesitaba ropa, y temiendo hiperventilación, colocó ambas manos sobre su corto cabello oscuro y trató de calmar su acelerado corazón. Él podía resolver esto por sí mismo. Él era listo.

    ¿De verdad? ¿A quién quería engañar? Después de dos miserables minutos de deambular alrededor del maizal, se sintió atrapado de nuevo, solo que esta vez por una sobrecarga de vegetación.

    No había una explicación factible para nada de esto. La última cosa que recordaba después de salir del closet para Chris, lo que realmente preferiría olvidar, fue un destello amarillo de luz. Era como si estuviera en una bizarra dimensión desconocida.

    Se volvía más paranoico con cada segundo, pensando que un loco maniático con una horca o un niño demoniaco estaba a punto de saltar desde detrás de suculentas filas de tallos de maíz y matarlo. No vuelvo a ver otra película de terror. Esto es simplemente muy extraño.

    Captó sonidos de movimiento en la distancia y se detuvo en seco, alerta, escuchando. Lo que sea que fuera, parecía estar viniendo hacia él. Se congeló en el lugar, mentalmente debatiéndose si debería arriesgarse a dar su posición al moverse o quedarse quieto con la esperanza de no ser visto.

    Debería haberse movido.

    ¡Ahhhh! gritó de terror cuando alguien de pronto zigzagueó hacia él, agarrándolo del cuello con tanta fuerza que lo puso contra el suelo. Era Chris. ¿Y adivina qué? Estaba desnudo también.

    ¿Qué me hiciste, marica? gritó Chris, tan lleno de rabia que ni siquiera le importó que estaba encima de Noah.

    "Yo no hice nada." 

    "Primero tú estás tratando de besarte conmigo y lo siguiente que sé estoy varado en medio de la nada, desnudo. Y—¡yuck!" Chris se dio cuenta de que estaba en contacto con su amigo formal en maneras en las que él estaba en contra; en maneras que Noah probablemente disfrutaba. Saltó sobre sus pies como un gimnasta en un trampolín, pero no antes de balancear su puño directo a su cara. Conectó directo con la mandíbula de Noah, solo agregándolo al dolor de cuerpo que estaba experimentando.

    Lo juro. No hice nada. Estoy tan confundido como tú lo estás. Noah habló con honestidad mientras sostenía su dolorida mandíbula, aunque tenía dificultad de alejar su mirada de la desnuda, región baja de Chris, un lugar que jamás había visto antes pero siempre se había imaginado. Realmente no debió hacerlo.

    Vas a pagar por esto, Noah. Recuerda mis palabras. No se podía haber escuchado más serio. Luego huyó, desapareciendo dentro de las hileras de maíz.

    ***

    Noah no pensó que seguir a Chris fuera una buena idea, pero eventualmente se encaminó, guiado por el sonido de los carros que pasaban. Aún no estaba fuera de los bosques, aunque, por así decirlo, porque ante el yacía el pueblo entero de Middleton, su tormenta personal. Se preguntaba como lo logró Chris.

    Mierda, mierda, mierda. Noah removió algunos tallos y nerviosamente asomó su cabeza fuera del maizal. No podía hacer esto, pero tenía que hacerlo. ¿Qué otra alternativa tenía? ¿Por qué no podía ser más musculoso?

    Conteniendo su aliento, se preparó a sí mismo como si fuera a caminar a través de una pared de fuego.

    ¡Ya, ya, ya!

    Y salió disparado, rompiendo en una rápida caminata con sus manos ahuecando alrededor de su paquete que de otra forma estaría rebotando alrededor para la vista de todos. Personas lo veían y miraban fijamente. Hasta gritaban, pero él siguió andando, sin decir una palabra y pretendiendo que no podían verlo si se movía rápido. ¿Qué había que decir, de todas formas?

    ¿Perdónenme por estar desnudo? Ni siquiera era su culpa. No tenía razón para cometer esta aparente injusticia. Un camión escolar pasó por ahí y niños sacaban sus cabezas fuera de las ventanas, señalando y riéndose.

    Noah no tomaba el camión escolar. Vivía justo en el pueblo, ni siquiera a media milla de distancia.

    La caminata a su casa hoy se sentía más lejos de lo usual, años más lejos. Todo lo que podía pensar era lo mucho que odiaba exponerse a sí mismo al mundo. Como si todos lo estuvieran juzgando ahora que podían verlo por lo que realmente era, ya no cubierto. Con razón la gente usaba ropa.

    Cuando su casa finalmente quedo a la vista, un choque de adrenalina lo recorrió. ¡Casi ahí! Casa, donde era seguro, dependiendo de cómo reaccionara su madre. Solo podía imaginar lo que pensaría. Corrió subiendo los escalones y golpeó la puerta con un puño tenso, alternativamente tocando el timbre. Sus mejillas ardiendo como el sol mientras miraba hacia arriba en vergüenza.

    ¡Gracias a dios estás en casa! ¿Dónde está tu ropa? preguntó, jalándolo hacia adentro. ¿Dónde has estado? No viniste a casa anoche, y si la mamá de Chris no hubiera dicho que creía que estaba contigo yo hubiera llamado a la policía. Hablé con Evelyn de nuevo esta mañana, y ella dijo que Chris bajó de su cuarto actuando como si nada hubiera pasado. Lo miró de abajo para arriba con los ojos entrecerrados. No estabas teniendo sexo con él, ¿lo estabas? Espero que hayas usado protección.

    Los ojos de Noah se abrieron de par en par en sorpresa. Su mamá sabía que era gay, pero hablarlo con ella aun lo hacía sentirse incómodo y algo avergonzado.

    No, Mamá. No tuve sexo con él, dijo, eludiendo el contacto visual. Si tan solo... No sé lo que pasó. Yo...

    Titubeó, inseguro de qué decir. Oh, fui secuestrado. Raptado. Mi mejor amigo me dio una paliza. Todo sonaba muy mal, y no quería hacer que su mamá se preocupara más de lo que ya lo estaba, especialmente cuando él no tenía nada claro.

    Creo que estaba caminando dormido.

    Sonaba moderadamente realista. ¿Tal vez hasta era verdad? Podría explicar los misteriosos dolores que había estado experimentando. Por supuesto, eso no explicaba porque un Chris desnudo estaba ahí también. ¿Habían estado ambos caminando dormidos y decidieron quitarse la ropa?

    Su mamá entrecerró los ojos de nuevo, claramente no creyendo su historia y queriendo hacer tiempo para platicarlo a pesar del hecho de que tenía que ir a trabajar.

    Noah sabía que era poco probable, considerando que nunca había caminado dormido un día antes en su vida. ¿Por qué de repente empezar ahora? Ni nunca había llegado tarde a la escuela.

    Mierda. Recordó el camión escolar lleno de niños, cacareando, aullándole. Había una razón; ¡era lunes!

    Mamá, hablaré contigo luego. ¿Está bien? Tengo que irme. Noah subió disparado por las escaleras a su habitación y hurgó en sus cajones para sacar la primera playera, ropa interior y bermudas que pudiera encontrar. Poniéndoselos, junto con sus tenis, bajó las escaleras.

    Puedes tener mi tostada. Ella dijo antes de que pudiera poner un pie fuera de la puerta, su tono contundente. No se atrevió a discutir. El desayuno era la comida más importante del día. Ella se lo recordaba lo suficiente, cuidándolo tan vigilantemente como un halcón, tan protectora como una mamá oso.

    Se apresuró de vuelta a la cocina y se empinó el vaso de jugo de naranja que ella le había servido. No tenía tiempo para disfrutar de la frialdad azucarada que bajaba por su garganta mientras agarraba la tostada ya untada con mantequilla del plato de ella y la agitaba frente a ella. ¡Adiós!

    Capítulo Dos

    Aunque Noah no pudo llegar a clase a tiempo, el profesor lo dejó ir con una advertencia, y en su mayoría todo fue bien. Recibió unas miradas extrañas, pero no esperaba nada menos después de ser visto corriendo alrededor del pueblo desnudo.

    Chris evadiéndolo era también para ser esperado. Después del segundo periodo, sin embargo, la escuela se volvió un infierno.

    Era como si demonios se hubieran apoderado del cuerpo estudiantil cuando no estaba mirando, ni una sola buena alma quedaba en existencia.

    Chris mantuvo su promesa. Para vengarse de él, debió decirle a toda la escuela que Noah era gay, o al menos a sus amigos, quienes naturalmente se lo habrán dicho a sus amigos y así sucesivamente. Era como si lo hubiera difundido en el altavoz durante los anuncios matutinos.

    Para su mala suerte, Noah atendía a una pequeña escuela pública con tan solo unos cien niños en su clase.

    Por cuarto periodo, su casillero estaba lleno de notas de odio. Había sido llamado homo, maricón, afeminado, extravagante, raro... No podía caminar por los corredores sin oír a gente susurrando acerca de él. El hecho de que usaba una playera rosa no ayudaba a su caso. ¿Por qué tenía que caminar desnudo? ¿Y por qué tenía que escoger para usar hoy esa playera? La había obtenido originalmente para mostrar sus verdaderos colores, para ser más obvio, pero ahora que era obvio él se dio cuenta de que debería haber ido con la azul. Solamente ʻverdaderos hombresʼ podían usar rosa y salirse con la suya. Solía salirse con la suya. Ahora ya todo había terminado; estaba afuera del closet. Y apestaba.

    No importaba cuantas veces lo negara, nadie escuchaba. Cada vez que hacía esos intentos inútiles, sentía como sus adentros se agrietaban. Negarlo significaba negarse a sí mismo, y él pensaba que la gente cambiaria de parecer eventualmente, cuando ellos vieran que no era diferente de los demás. Con suerte.

    Ugh. No lo entendía. Había estado hasta arriba de la cadena alimenticia, generalmente. Él era un subalterno en el equipo de fútbol Varsity. No era mal parecido, excepto por una pequeña cantidad de granos en su cara que él juraba se formaban por el estrés diario de esconder quien era. Esperaba que ya desaparecieran, aunque no creía que se sintiera menos estresado. Tal vez aún más.

    Último, pero probablemente lo menos importante en términos de popularidad, obtenía buenas calificaciones, mayormente a la insistencia de su mamá. Al menos mostraba que tenía una meta en su vida y haciéndolo sentir mejor consigo mismo, más capaz. Las chicas creían que él era un patán, pero era solamente porque no quería—no podía—corresponder el interés de ellas, cada vez que se desvanecían sobre él.

    Ahora ellas sabían por qué. ¿Cómo

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