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Strange Neighbor Tempestad
Strange Neighbor Tempestad
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Libro electrónico250 páginas3 horas

Strange Neighbor Tempestad

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Información de este libro electrónico

Un pueblo, un bosque, una cabaña, un río... La máxima expresión de la tranquilidad, profanada el día de San Juan de 2022.

Una familia nueva se mudó a la ciudad y parecía que todos ellos tramaban algo. Empezaron a ocurrir asesinatos, desapariciones, sucesos extraños... Y todo apuntaba a que ellos eran los culpables. Su vecina no pudo resistir la curiosidad de acercarse al chico de la familia para descubrir sus oscuros secretos. Misterios macabros de los que nadie se salvaba, todo el mundo que ella conocía tenía las manos manchadas de sangre, incluso ella misma. Cada vez, más problemas se abrían paso. ¿Cómo harán para salir con vida y que todo acabe?

Muerte, traición, rencor, torturas, misterio, investigación, acción, inteligencia, habilidad, amistad, confianza, lealtad, vida, ayuda, romance... ¿Estás preparado?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 mar 2024
ISBN9788410682573
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    Strange Neighbor Tempestad - María Cervantes Rodríguez

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © María Cervantes Rodríguez

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de cubierta: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1068-257-3

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    A mi tía Montse, a quien amaré toda mi vida. Gracias por todo tu cariño y amor y por creer siempre en mí. Siempre vas a estar conmigo, en mi corazón.

    Strange Neighbor

    Tempestad

    Parte 1

    Advertencia

    Esta historia es totalmente ficticia, no está basada en ningún hecho real y promueve una conducta destructiva que no debe ser imitada por nadie y, mucho menos, crear algún tipo de paradoja sobre la realidad. Lo único que hay real son los nombres de los personajes, no hay ningún hecho verídico en esta historia, ningún suceso macabro de esta historia tiene reflejo en la vida real.

    No es una lectura recomendable para personas sensibles a imágenes mentales desagradables pertenecientes al género gore, ni para personas que sean propensas a una fácil manipulación mental sobre la visión de la realidad.

    Inspiración

    La musa de esta historia (fantasía pura, no está basada en ningún hecho real) ha sido la imaginación más oscura, siniestra y retorcida que podemos llegar a dar vueltas en algún momento de nuestra vida. Esta historia es fruto de la dubitación de una única pregunta, ¿y si las personas que creemos conocer nos ocultan algo oscuro a sus espaldas y que si sale a la luz provocaría el cambio total de nuestra imagen de esa persona? Esta pregunta vino a mí en el momento en el que descubrí el secreto de una persona cercana a mí; esta pregunta exageró enormemente en el mundo de la fantasía creando esta historia, con un vecino como uno de los personajes principales, esto se debe a que los vecinos son las personas que más nos pueden llegar a sorprender, son las personas con las que convivimos pared con pared, en la mayoría de los casos, y cada día descubres algo nuevo sobre ellos. No tacho a los vecinos de asesinos ni de psicópatas, ni mucho menos; esta historia da a entender que hasta la persona que mejor creíamos conocer puede llegar a tener un lado oscuro, que desconocíamos.

    A veces, el principio comienza por el final

    Quizás no estaba bien y, quizás, solo quizás, no debería haber sucedido nada de esto, pero sucedió.

    Era un día frío, que parecía de invierno, aunque no lo fuera y que en lo único que piensas es en estar en la cama con todas las mantas posibles encima, y haciendo cualquier cosa que no requiera mucho esfuerzo. Y así era como estaban en el sofá los padres de Sabrina y Javier. Sentados y pegados en el sofá de su salón mientras veían una película de comedia a la vez que se escuchaba una ligera llovizna en el exterior, lo que hacía que aún quisieran más estar haciendo ese plan. Pero no paraban de escucharse al final de la casa, en el lugar donde se encontraban las habitaciones, los gritos de sus hijos que, cómo no, discutían más que jugaban y hoy era uno de esos días en los que, posiblemente, acabasen tirándose de los pelos o mordiéndose.

    —¡Que me lo devuelvas! ¡Es mío! —gritaba el pequeño Javier.

    —¡Dame mi plastilina si lo quieres! —contestó Sabrina.

    Después de esa frase los gritos de los niños cesaron, por lo que sus padres pensaron que ya habían llegado a un acuerdo. Sin embargo, nada más lejos de eso. Lo que había sucedido era que Javier había amordazado con un calcetín y atado con lacitos a su hermana, para poder continuar con las maldades hacia ella, que lloraba desconsoladamente. Él se fue al baño, se puso un taburete a los pies, y se subió para echar agua en el bote de plastilina, después cogió el cepillo de dientes de su hermana y empezó a moverlo todo como si fuera una pócima mágica, hasta que todo se mezcló por completo, quedando inutilizable la plastilina. «¿Esta caca era lo que querías?», le dijo mientras la liberaba. Ella no dijo nada, solo se fue corriendo y llorando a jugar fuera con la casa de madera que les había construido su padre hacía ya unos años atrás.

    Sabrina se encontraba tranquilamente jugando en la casa, cuando recordó lo mucho que la gustaba jugar con otros niños, y pensó en volver a casa con su hermano, hasta que vio algo. Vio que habían llegado unos vecinos nuevos a la casa de al lado de la suya, al menos eso se suponía porque hasta el momento nunca la había visto habitada (aunque también ella misma sabía que podía perfectamente haberse mudado alguien hacía años y no haberse dado cuenta porque apenas la miraba, la daba un miedo irracional), lo único que le confirmó que eran vecinos nuevos era la presencia de dos niños, uno mayor que ella y el otro de su edad o aproximada. Quiso ir con ellos, pero se recató un poco en la hazaña en el momento en el que se dio cuenta de que se dirigían al bosque, ¿qué iban a hacer en ese lugar tan tenebroso y donde suceden todas las cosas malas a los niños en los cuentos? Aun así, después de pensárselo un par de minutos, decidió ir tras la pista de los dos niños.

    Estuvo un rato andando, se rajó su precioso vestido violeta de lunares que asomaba debajo de su abriguito blanco, y se hizo un par de heridas más en las manos y la cara por las pequeñas ramas de arbustos que estaban a su altura. Aunque solo fueran cinco minutos andando sola por el bosque, se le hizo eterno, se pensaba que iba a morir, o algo mucho peor, que un lobo la intentaría engañar para comérsela, o que una bruja anciana la intentaría ofrecer chuches en su casa para hacerla sopa… Miraba mucho a su alrededor en búsqueda de algún tipo de señal que la indicara que cualquiera de esos pensamientos pudiera hacerse realidad, pero ninguno de ellos se llevó a cabo, lo que en cierta parte la preocupó y no sabía por qué, solo podía suponer que si algo malo no había sucedido era porque algo mucho peor podía pasar, y ella no quería eso, ni mucho menos, lo único que la pobre Sabrina quería era jugar con alguien que no destrozara su preciada plastilina.

    Cuando al final llegó con los niños, algo en su interior le decía que no fuera directamente con ellos porque no eran buenos y que se escondiese, así que eso hizo. Ellos se encontraban a la orilla del río Rocoso hablando de Dios sabe qué mientras Sabrina obedecía su sexto sentido y les observaba desde una distancia prudencial detrás de una roca.

    Unos escasos minutos pasaron hasta que por fin logró descubrir lo que estaban haciendo, y no lo entendía muy bien. El niño de pelo negro lloraba, lloraba desconsoladamente y sin decir palabra al igual que ella un rato atrás, sin embargo, la diferencia con el niño mayor era enorme. Este se mostraba muy seguro de sí mismo y podía ver que estaba dándole indicaciones al otro de algo que debía de hacer, ¿y qué era ese algo? Era cómo cazar ranas, el mayor había cazado una rana, la había destripado y estaba jugando con ella como si fuera una muñeca, ¿eso era lo que hacían antes entonces? Poco a poco pudo ver cómo el rostro del chico mayor iba variando y se estaba convirtiendo en enfado con el pequeño, quería que le imitara a toda costa y este no quería, solo lloraba y decía que no con la cabeza mientras le agitaba desde los brazos haciendo que llorara aún más. Sabrina lo único que sabía era que ella tampoco podría imitar esa conducta tan agresiva.

    Antes de que ella pudiera decidirse entre ir a hablar o jugar con ellos, el mayor la vio y fue violentamente hacia ella.

    Desde que ese chico se acercó totalmente a ella, se volvieron todos sus recuerdos borrosos. Lo último de lo que tiene consciencia es de que cuando llegó hacia ella, la agarró de la cabeza y se la golpeó contra la piedra mientras el otro chico intentaba impedírselo al mayor, en vano. Aunque pudo ver algo más, pudo verlos patalear, pudo verlos llorar, pudo verlos en el aire, gritando, porque unos hombres vestidos de azul marino y encapuchados se los estaban llevando. «¿Qué está pasando?», fue lo último que pudo pensar antes de desmayarse

    Al día siguiente, o quizás a los dos días o a la semana, se despertó, y estaba en su cama. ¿Había sido todo un sueño? Además de que tocó su cabeza en búsqueda de algún tipo de lesión y no notó nada excepto el dolor tan fuerte que pudo sentir al palpar la zona. A pesar de que todo apuntaba a que había sido una pesadilla, no se lo creía del todo, sentía la fuerte sensación de que había sido real, pero cuando miró desde su casa a la casa de al lado (como muy pocas veces por el gran pavor que le tenía) pudo ver que, efectivamente, no había ningún tipo de señal de haber sido habitada nunca, pero, ¿por qué ella lo sintió tan real?

    Si me conocieras tan bien como dices, ¿me creerías?

    —¿¡Estás mal o qué te pasa!? —le gritó Javier.

    Hacía mucho tiempo que no discutían, o que tan si quiera se levantaban la voz. Todo lo que discutían de niños había desaparecido y ese era el primer día de instituto, y lo último que Sabrina se esperaba era discutir con su hermano, pero así parecía que iba a ser.

    Ya habían pasado años desde lo que le causaba tantas pesadillas a Sabrina. No lograba entender nada de esas pesadillas, había pensado hasta que eran algún tipo de premoniciones porque en la mayoría se veía a ella de mayor y con chicos, siempre muchos chicos y con alguna que otra chica que siempre acababan por ser malas o acababan muertas de las peores formas y más sangrientas posibles. Se había visto hasta a ella misma matando a gente, y cómo su hermano resultaba también ser malvado. Incluso había pasado más de una semana durmiendo en el sofá por miedo porque, en sus pesadillas, la casa de al lado, y que se veía desde su cuarto, estaba habitada, y no solo eso, sino que una de las personas que vivirían ahí sería un chico de la edad de ella y que podría verle desde su cuarto.

    —No, no estoy mal, sabes que me pasa todos los años en la primera semana de septiembre.

    —Ya lo sé —dijo nervioso, intentando controlarse—, pero que ahora me digas que eres vidente es pasarse.

    —No te estoy diciendo eso, es que no entiendo nada de lo que sueño…

    —No le des importancia, de verdad —dijo ya tranquilo e intentando consolarla—. Son pesadillas y ya está.

    —Es que no sé de dónde salió mi cicatriz entonces…

    Siempre le habían dicho que esa cicatriz se la había hecho, cuando apenas sabía andar, con la esquina de un mueble del salón, pero eso nunca se lo creía totalmente. Ella era consciente de que había algo ahí detrás, no sabía por qué, pero estaba realmente segura. Además de que cada vez que terminaba una pesadilla ocasionada con el día de la rana muerta y los dos chicos, le dolía al despertarse, al principio se pensaba que era algo físico por la rotura de la piel, pero se dio cuenta de que solo le pasaba con las pesadillas y premoniciones relacionadas con algo de eso, además de que esos sueños solo sucedían en unas fechas muy concretas del año, la última semana de agosto, la primera de septiembre, y la mitad de la segunda, por lo que se imaginaba que el suceso que había tenido lugar cuando era pequeña, si era real, había sucedido en esas fechas y que, por ello, las soñaba en esas únicas semanas. No sería la primera vez que ella intentaba inducirse al sueño para ver qué sucedía, y nunca le funcionaba, por lo que con más razón suponía que algo detrás de todo eso, y de lo que aún no se había enterado, había ocurrido, y más cuando era un tema prácticamente tabú en su vida.

    ***

    Era su primer día de instituto, y después de esa intensa y acalorada conversación, fueron rumbo a las clases. Javier, cómo no, parecía que siempre hubiera sido estudiante de aquel lugar, podía con la situación, él pisaba la situación, a diferencia de Sabrina, que era la situación la que la pisaba a ella. «No debería haber venido», ese era su pensamiento más recurrente. Intentaba pensar en las palabras que le había estado repitiendo su hermano durante todo el verano, y que se basaban en que, si tú te mostrabas seguro ante una situación o ante las personas, aunque no fuera verdad, se pensarían que no pueden hacer nada para hundirte porque siendo tú mismo y aun estando solo puedes ser fuerte, ¿o quizás no era así? Ya no sabía bien, y Javier lo notaba, pero intentaba mostrar seguridad por los dos, aunque fuera algo complicado.

    Él tuvo que marcharse a su clase, y entró en ella con saludos con sus amigos como si fuera el más chulo de todos ellos. «Ojalá mostrarme así de confiada», pensaba ella. Así que cogió aire y continuó hasta el final del pasillo, donde estaba su clase. Entró y en el sitio que vio más alejado y solitario de toda la clase, ahí se sentó. Quería que, si alguien estaba interesado en conocerla, fuera a ella, no quería estar detrás de las personas para conseguir amigos y que, mucho menos, la vieran como la típica persona que va con quien sea por no estar sola. Los minutos pasaron, ya había sonado la campana de inicio de las clases y ella aún seguía en el mismo ambiente solitario hasta que vio cómo un grupito de tres personas entraba entre risas en la clase y, para la sorpresa de ella, se sentaron en su burbuja de soledad temporal.

    Los tres se presentaron simpáticos, uno de ellos era una chica llamada Paz, la que se sentó al lado de Sabrina, y los otros dos eran dos chicos, Aitor y Miguel. Se sintió muy cómoda con ellos, como casi nunca antes con ninguno, además de que sentía una conexión especial de amistad con Paz, pero claro, no iba a decirlo, apenas habían hablado durante las tres primeras clases. Sin embargo, lo que ella no se esperaba era que en las tres últimas clases iban a llegar más personas, y que se sentarían cerca, dos de ellas eran Ángela y Tess, dos chicas que parecían casi nacidas en los ochenta, habían nacido para el rock, eso le encantó, no solo su estilo, sino lo valientes y decididas que parecían, le dio la sensación de que ellas eran además, las personas más leales que había conocido en su vida

    Ese primer día de clase, que empezó como algo horrible, terminó por ser uno de los mejores días que había tenido en su vida. Los dos chicos en sus mente los había descrito como que eran un amor, jamás había visto a dos chicos ser tan sanos y tan poco estúpidos como los que había conocido hasta el momento, además de ser muy divertidos, sabía que en ellos la palabra «payasada» podría ser la clave de su ser, y eso le encantaba, a pesar de esto vio algo oscuro en Miguel, lo que no sabía era si podía ser cierta timidez o algo más allá, porque en Aitor solo vio la claridad, y no solo por su cabello rubio, sino en el brillo que se le formaba en los ojos tanto al hablar como al escuchar a los demás. En cuanto a ellas, Paz parecía entre un ángel y una barbie, no por sus características físicas porque correspondían a una castellana normal, sino por su ropa combinada de colores blanco y rosa, además de que le había parecido una persona buena y sin maldad (aparentemente), Ángela correspondía a la encarnación de un demonio rockero, vestida de rojo y negro sin llegar a ser emo, claro, y Tess combinaba el azul celeste en escasas zonas de su ropa pero estratégicas para llamar la atención, junto al negro, entre las dos parecían el cielo y el infierno en una perfecta armonía y, sobre todo, unión sana, no era tóxica, parecía.

    A pesar de que cada uno era totalmente diferente al que tenía al lado, habían encajado todos a la perfección y Sabrina se sentía complacida por ello, hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien rodeada de gente, sobre todo en las semanas que la correspondían a esos sueños. Se pensaba que en cualquier momento aleatorio de su día podía volver a hacerle daño alguien, o simplemente, que uno de esos dos chicos con los que soñaba fueran reales y volvieran a hacerle una cicatriz en la frente que trataba de tapar con su pelo porque pretendía olvidar todo aquello…

    Esto era lo que yo buscaba, creo

    El primer año de instituto pasó con éxito. Javier fue expulsado tres veces y Sabrina consiguió sacar en todas las asignaturas más de un ocho. La diferencia en cuanto a las vivencias del primer año de instituto eran bastante contrarias, todo lo que a él le regañaban por su mal comportamiento, a ella la felicitaban por su excelencia, aun así discutieron con varias personas por los típicos tópicos tanto recibidos por parte de gente hacia ella como hacia él. «Deberías estudiar más como Sabrina, ¿has visto lo que ella puede hacer y tú no?», en cuanto a él. «Eres una sosa, ¿por qué no intentas divertirte como Javier?», hacia ella. Entre ellos no discutieron ni una sola vez por esta razón, pero con esas personas sí, no les gustaba ser comparados con su respectivo hermano, ellos eran conscientes de que, claramente, por mellizos que fueran, cada uno era especial por una cosa, y no pretendían imitar la conducta del otro, pero la gente parecía que sí que quería que fueran iguales, y aunque lo más maduro por parte de ellos hubiera sido ignorar esos comentarios, apenas eran unos niños en su primer año de instituto y no iban a quedarse callados. Hasta tal punto que el único problema en el que se metió Sabrina fue por romperle la nariz a una chica de un puñetazo por insultarla y calentarla con ese tema.

    ***

    El verano fue tranquilo, con las respectivas vacaciones al mismo lugar que todos los años. Sin embargo, a la vuelta de esas vacaciones, y justo el día de antes de la última semana de vacaciones, no pudo evitar pensar en sus

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