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La sombra de la superstición: Suspense, el clímax (Spanish Edition)
La sombra de la superstición: Suspense, el clímax (Spanish Edition)
La sombra de la superstición: Suspense, el clímax (Spanish Edition)
Libro electrónico114 páginas1 hora

La sombra de la superstición: Suspense, el clímax (Spanish Edition)

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Información de este libro electrónico

Una siniestra broma, la cual culminaría triunfante en una gran fiesta de cumpleaños, termina en tragedia. A consecuencia de esto, la autora intelectual, y que era la festejada, fallece y sus cenizas son puestas en el lugar más especial de la casa debajo de un magnífico cuadro de la misma.
La celebración es llevada a cabo porque así lo ordenó: no se suspendería incluso si muriera.
Al festejo asiste Xassena y una amiga, las invita un amigo en común de ella y del ahora nuevo viudo. Ellas sienten escalofrío cuando descubren que la fiesta es en honor a una muerta. Para la linda invitada, lo único interesante es conocer a Josarian, el supuesto viudo. Es todo un misterio aun para los allegados de la familia la verdadera relación que existía entre la difunta y él.
Poco Después, Xassena ciega de amor, acepta casarse con él haciendo caso omiso a toda recomendación que le dieron acerca de la superstición de tener las cenizas de la difunta en la casa.
Desde el momento de su salida de la iglesia empezará a notar hechos extraños que los atañe a dicha creencia y poco a poco la ira envolviendo hasta tocar fondo haciéndole infeliz la vida en su nuevo matrimonio por vivir bajo "la sombra de la superstición".

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 ago 2014
ISBN9781311729279
La sombra de la superstición: Suspense, el clímax (Spanish Edition)

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  • Calificación: 2 de 5 estrellas
    2/5
    En realidad le doy dos estrellas no por que no me haya gustado el sino porque observo que está incompleto,como se puede visualizar en la portada dónde están las descripciones del mismo dice tener 135 y algo de páginas si no me equivoco y cuando lo estoy leyendo solo me permite 35 páginas es muy incomodo me quedé con el deseo de seguir explorando...

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La sombra de la superstición - Ezequiel Santillán

PREFACIO

Ella nunca había sentido en carne propia el miedo de la superstición. No había tenido antes tal sentimiento y ni se imaginó que sería envuelta por esta precisamente cuando unía su vida en matrimonio con el hombre que amaba. Ella pensaba que su felicidad sería completa, pero en realidad se avecinaba todo lo contrario.

La vida da muchas vueltas y se cumplía en la suya. Después de no atender las creencias que se decían a su alrededor, empezaría poco a poco a hacerlo hasta tocar fondo y desde ahí resurgir y volver a recuperarse.

Sabía que de haber echo caso nada de eso le hubiera pasado, mas el tiempo no puede darse marcha atrás, y aunque quizás saliera avante de ese reto que se le presentaba, le quedaría un sinsabor de lo que pasó en ese lapso de su existencia.

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*****

"La superstición llegó a mi casa, tocó a la puerta

y se quedó a vivir conmigo"

*****

LA SOMBRA DE LA SUPERSTICION

EL CLÍMAX…CONTINUACIÓN

*****

22

VENCIENDO MIEDOS

La idea de que seguramente morirían los dos se le había metido en la cabeza a Xassena. Los sueños que había tenido no le dejaban lugar a dudas. Solo sería cuestión de esperar para ver si se llegaban a ser realidad. El primero, en el cual se veía caminar por entre las tumbas hasta que llegaba a una, pensaba que no podía ser de Josarian, puesto que de fallecer no creía que se enterrara en otra parte que no fuera la cripta. No le quedaba muy claro todo aquéllo. El segundo, pues, podría ser realidad, no sabía en qué parte sería, pero lo que estaba segura era que sucedería, según el sueño le parecía que sería enterrada viva.

Xassena después pensaba que debería de dejar de ponerle tanta atención a lo propio, evitando así que siguieran presentándosele problemas por retener hasta esos momentos todo el asunto referente a su casamiento con Josarian. Dejaría pasar de largo el misterio de Ferenielle y Paseviro. Tal y como lo había hecho Aubrey cuando la vio despojándose y dejando en el lugar inicial su preocupación.

En el televisor escuchaba como si estuviera muy lejos lo que decía.

—…el hecho fue en verdad sangriento —decía el reportero teniendo como escenario la entrada de un panteón, y mostraban las imágenes de los paramédicos cargando a alguien en una camilla completamente cubierto por una sábana blanca.

Xassena seguía sumida en sus pensamientos, pensando que no sería fácil como le había resultado a Aubrey despojarse de la idea de que era algo sobrenatural lo que vio el día de la fiesta. A veces las apariencias engañan. Tendría que poder hacerlo.

—El nombre de la persona asesinada es Renato Velasco, y era el velador de este panteón.

Cuando el locutor mencionaba el nombre de la víctima fue cuando atrajo la atención de, hasta ese entonces, distraída espectadora, ya que estaba segura era del Renato que conocía.

—Veamos que dice el reporte de boca del propio oficial de policía —dijo el reportero, que se veía que era un hombre como de unos 30 años, pelo muy negro y su nariz afilada. Se le acercaba a uno de los oficiales de policía que se encontraba en el área buscando por pistas—. ¿Qué han encontrado oficial?

—No puedo hablar mucho solo diré algunos detalles —dijo el regordete hombre con cara redonda, y de piel blanca. Escupía, quizás de nervios, hacia un lado o por lo desagradable que le resultaba el lugar,

—Díganos para nuestros espectadores ¿qué cree que pasó aquí?

—Por la escena del crimen se presume que el que resulte responsable, que aún no determinamos quién pudo haber sido, primeramente atacó a la víctima en la mano, ya que esta tenía una herida que se la atravesó, quizás fue porque quiso defenderse con su arma de fuego que se encontró en el lugar.

—¿Logró dispararla?

—No, no se encontró ningún cartucho quemado. Y no lo alcanzó porque recibió la herida en la mano, dejándolo fuera de combate. Lo que aprovechó, quizás el victimario, para empujarlo y tirarlo al suelo, donde, presumiblemente, lo apuñaleó hasta el cansancio. Fue una carnicería, la verdad. Pobre hombre.

—¿Quién pudo haber sido?

—Ya le dije que no puedo dar detalles de las últimas pesquisas. Solo lo que se encontró en la escena del crimen, y nada más.

Xassena ya no escuchaba lo que decían. Ya había tomado el teléfono y le marcaba a René para saber si él ya estaba al tanto de lo ocurrido. No le contestó porque ya estaba en el lugar de los hechos, pero no lo habían dejado entrar.

—Déjenme entrar, es mi tío —gritaba desesperado.

Nada le valió lo que dijera. Le pidieron que se retirara, y que luego pasara con el médico forense que llevaría acabo la autopsia de ley para determinar las causas reales de su deceso, y después de eso hiciera los trámites para que le entregaran el cuerpo.

La ambulancia ya se había marchado. Desesperado golpeó con su puño sobre la pared del cementerio. Después, contra esta misma recargo su espalda tapándose su rostro con la mano izquierda, volteó hacia arriba, y luego se agachó apoyándose con ambas manos sobre sus rodillas.

Estaba como loco, y no era para menos, su único pariente en la ciudad ahora se encontraba muerto. Dejándolo nuevamente solo sin nadie más en esa gran jungla. Él y no la policía sabía perfectamente quién había sido el causante de la muerte de su tío: Gangarino.

René había visto el cadáver en la morgue y reconocido como su tío, dando los datos necesarios para comprobar lo que decía. Cuando destaparon la sábana para que le viera tuvo que hablar con su voz quebrada por el dolor que sintió al verle así.

—Si, es él. Mi tío Renato —dijo cuando lo vio, y se soltó en llanto. Lo tapó inmediatamente, no podía aguantar aquel espectáculo.

Posteriormente, los amigos de René estuvieron apoyándolo en todo momento en su departamento mientras que se hacían los preparativos necesarios para enviar el cuerpo a su ciudad natal que era Agua Prieta, Sonora. Todos le dieron palabras de aliento en esos momentos tan duros para él.

Damián, el ex de Nancy se había salido del departamento, pues sabía que asistirían Nancy y su nuevo amor, estaba seguro que no podría aguantar el verlos felices.

—Mi más sentido pésame, René —le dijo Xassena.

—Yo no te conozco mucho, pero cuenta conmigo en lo que necesites —dijo Malaou.

—Estamos contigo, Amigo. No entiendo quién pudo hacer semejante cosa —dijo Nancy y luego preguntó—. ¿Se sabe algo?

—No sé, se están llevando acabo las averiguaciones.

Los dos sabían, Xassena y René, que el culpable de eso había sido Gangarino, el enano siniestro. Solo se voltearon a ver uno con otro, pero no dijeron nada, sus miradas dijeron mucho más palabras que las que pudieran haber dicho con la misma boca.

De repente, se abría la puerta para dar entrada a la última persona que todos hubieran querido ver.

—¿Estás bien, René? —llegaba corriendo Yaníndore para consolarlo—. Recién me acabo de enterar y me vine de inmediato para estar contigo.

Incluso hasta Josarian se solidarizó con él después de lo que le había aconsejado. Le ayudó en todo lo que pudo, por eso, los gastos del traslado correrían por cuenta de él.

—Todo está arreglado. No habrá ningún problema para el traslado.

—Tú no debes encargarte de eso. Yo lo haré —protestaba Yaníndore, ella quería ser quien quedara bien con el muchacho para hacer que regresara con ella.

—No, Yaníndore. Josarian fue muy amable en ofrecerse apoyar en ese sentido. Yo no tengo dinero para pagar los gastos del traslado, por eso fue que acepté, pero en cuanto pueda se lo pagaré.

—No es necesario. De veras.

Pero la vida tenía que seguir. Renato desde antes ya se la pasaba en ese lugar, la única diferencia es que ya no los cuidaría él, ahora sería cuidado por alguien más.

Más tarde, Xassena decidía ir a visitar a Gibran para darle los últimos detalles de su avance de lo que había planeado en el caso de su hermano. Le diría que ya había quedado en irse a vivir con él nuevamente, y que lo haría al siguiente día; pero para su sorpresa ya no lo encontró en ese lugar. No tenía ni la más remota idea de a dónde se había ido. Buscó por la casa algún un recado, pero no encontró ninguno. Después de unos minutos de búsqueda, se fue hacia la sala y se dejaba caer en el mismo lugar que lo hiciera la chica del relato, dejando soltar un gran suspiro de desaliento y, apretando sus labios, estudió minuciosamente las posibilidades de lo que haría este hombre. Solo esperaba que no hubiera cometido el gran error de ir en busca de su

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