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La sombra de la superstición: Suspense, la travesía (Spanish Edition)
La sombra de la superstición: Suspense, la travesía (Spanish Edition)
La sombra de la superstición: Suspense, la travesía (Spanish Edition)
Libro electrónico147 páginas2 horas

La sombra de la superstición: Suspense, la travesía (Spanish Edition)

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Información de este libro electrónico

Una siniestra broma, la cual culminaría triunfante en una gran fiesta de cumpleaños, termina en tragedia. A consecuencia de esto, la autora intelectual, y que era la festejada, fallece y sus cenizas son puestas en el lugar más especial de la casa debajo de un magnífico cuadro de la misma.
La celebración es llevada a cabo porque así lo ordenó: no se suspendería incluso si muriera.
Al festejo asiste Xassena y una amiga, las invita un amigo en común de ella y del ahora nuevo viudo. Ellas sienten escalofrío cuando descubren que la fiesta es en honor a una muerta. Para la linda invitada, lo único interesante es conocer a Josarian, el supuesto viudo. Es todo un misterio aun para los allegados de la familia la verdadera relación que existía entre la difunta y él.
Poco Después, Xassena ciega de amor, acepta casarse con él haciendo caso omiso a toda recomendación que le dieron acerca de la superstición de tener las cenizas de la difunta en la casa.
Desde el momento de su salida de la iglesia empezará a notar hechos extraños que los atañe a dicha creencia y poco a poco la ira envolviendo hasta tocar fondo haciéndole infeliz la vida en su nuevo matrimonio por vivir bajo "la sombra de la superstición".

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 ago 2014
ISBN9781310669231
La sombra de la superstición: Suspense, la travesía (Spanish Edition)

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    La sombra de la superstición - Ezequiel Santillán

    PREFACIO

    Ella nunca había sentido en carne propia el miedo de la superstición. No había tenido antes tal sentimiento y ni se imaginó que sería envuelta por esta precisamente cuando unía su vida en matrimonio con el hombre que amaba. Ella pensaba que su felicidad sería completa, pero en realidad se avecinaba todo lo contrario.

    La vida da muchas vueltas y se cumplía en la suya. Después de no atender las creencias que se decían a su alrededor, empezaría poco a poco a hacerlo hasta tocar fondo y desde ahí resurgir y volver a recuperarse.

    Sabía que de haber echo caso nada de eso le hubiera pasado, mas el tiempo no puede darse marcha atrás, y aunque quizás saliera avante de ese reto que se le presentaba, le quedaría un sinsabor de lo que pasó en ese lapso de su existencia.

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    *****

    "La superstición llegó a mi casa, tocó a la puerta

    y se quedó a vivir conmigo"

    *****

    LA SOMBRA DE LA SUPERSTICION

    *****

    8

    EL OTRO CUADRO

    Es cierto que a veces hay cosas en la vida que se nos quedan muy grabadas y permanece con nosotros por el resto de nuestras vidas. Ni aun el paso del tiempo se puede encargar de borrarlas. Deja honda huella que nos marca para siempre, y, aunque aparentemos lo contrario y nos engañemos a nosotros mismo y a los que nos rodea; la verdad es otra muy distinta a la que pregonamos. Eso mismo le pasaba a Josarian, se había casado para aparentar ante la sociedad lo perfecto que era su vida laboral y sentimental, pero a ratos, el recuerdo de Ferenielle, llegaba con tal intensidad que ni él mismo sabía por qué era así. Intentaba dejarla en el pasado y seguir, tenía toda una vida por delante con su nueva esposa, Xassena; deberían cimentar esa relación para formar el hogar en un ambiente armonioso y llenar el vacío con la llegada de los hijos. Sin embargo iba todo en sentido contrario, el ambiente, lejos de ser armonioso, se había tornado hostil. Era un círculo vicioso, luchaban para sobrellevar su relación, pero siempre volvían a caer en lo mismo: LA SOMBRA DE LAS CENIZAS los separaba. Esa vez no fue la excepción. Le había llegado con intensidad el recuerdo de la vez que cremaron el cuerpo de Ferenielle. Josarian sentía mucho aún que hubiera muerto tan joven; pero por otro lado, lo consolaba el recuerdo de Xassena. Ni uno ni otro recuerdo quería ceder, ambos eran igual de fuertes. Él permanecía en medio de los dos sin saber hacia cual lado debería inclinarse.

    Ese día después de clases Xassena había acompañado a Nancy a su trabajo. Quería supervisar ella misma que estuviera realizando correctamente las actividades como debería de ser. Era una especie como de entrenamiento. Adiestrándola para que efectuara eficazmente el trabajo.

    En un momento en que Nancy fue por unas copias, Malaou la cuestionó por el hecho embarazoso que había protagonizado; ella, en vivo, y a todo color, y Ferenielle, de manera ausente físicamente, pero descomunalmente presente con su legado. Xassena, por razones obvias, se había negado a hablar con Malaou sobre los motivos que tuvo para hacer lo que hizo. Ya una vez habían tenido una plática sobre fantasmas y Malaou se había mostrado incrédulo ante tales cosas. No podía salirle con un desde la tumba Ferenielle está peleando conmigo por el amor de Josarian. Le pidió que hablara con él mismo al respecto para que lo convenciera que no era para tanto; al final de cuentas, no había ni siquiera logrado llevar acabo tal cosa.

    Después era Malaou el que se ocupó con una llamada que había recibido y fue el momento en que Xassena le platicó a Nancy lo que estaba sucediendo entre Nelly y Josarian.

    —…Y desde ese día en que mi tía le sugirió que lo entretuviera para llevar acabo la sesión de espiritismo, ya han sido varias las veces que han salido juntos.

    —¡Cómo puede Nelly hacer tal cosa si es tu hermana! Deberías de enfrentarla y cuestionarle qué es lo que sucede entre ellos. Pedirle que hable con la verdad.

    —¡No la conoces! ¡Es imposible! Se burlara de mí y de mi…, según ella, miedo que tendré de que me lo quite. Es mi hermana, pero tiene un carácter muy difícil.

    Nancy le insistió en que debería de enfrentarla. Pero por lo que le dijo su amiga sabía que no iba a hacer así. No entendía la actitud de Nelly, si Xassena fuera su hermana, la adoraría.

    Cuando Xassena se había despedido de Nancy y Malaou, y salía ya de las oficinas, se encontró con René en la entrada. Era lo último que deseaba. No quería echarle más leña al fuego a su, ya de por si, deteriorada relación entre ella y su querido esposo. No pasó desapercibida para Xassena la manera que la miraba ahora René, muy distinta a otras veces; además de aquel trato tan especial que recibía de parte de él. Eso hacía que Xassena se ruborizara como una chiquilla y sintiera pena de eso; pero también le gustaba, se sentía tan bien estar a su lado y que la hiciera sentir que estaba viva; aparte, el saber que era, al menos para alguien del sexo opuesto, importante que estuviera a su lado. Le alimentaba su alma y la hacía sentir bien consigo misma y el deseo a la vida. Sintió lo cálido de su mano al contacto con ella cuando la saludó. Le pareció eterno aquel momento y pensó por un instante que jamás se la soltaría. Se habían quedado viéndose uno al otro como hechizados, no había lugar para otro tipo de movimiento.

    —No esperaba verte aquí, Xassena

    —Ni yo tampoco —dijo Xassena retirando suavemente su mano de la de él.

    —Venía a saludar a Nancy.

    —Yo también vine a eso. Está muy bien en su nuevo trabajo.

    —Luces muy hermosa hoy, Xassena.

    —René…No empieces. Recuerda que soy una mujer casada.

    —Lo sé, pero, ¿qué quieres que yo haga? Esto es más fuerte que yo. Confieso que no he dejado de pensar en Yaníndore, pero ahora, cuando pienso en ella, tu rostro se interpone al suyo. No quiero hacerle esto a Yaníndore, pero, ¿qué puedo hacer? Ni siquiera he podido estudiar a gusto, haga lo que haga; tú estás presente —dijo tomándole su mano nuevamente.

    Xassena la retiró otra vez, pero ahora con un movimiento rápido. Se dio la media vuelta y se fue huyendo de ahí con paso acelerado.

    —¡Xassena, no te vayas! ¡Xassena! —René la llamaba, pero ella no hizo caso a su llamado, siguió su camino. Le hizo la parada a un taxi y se subió corriendo.

    Xassena pasó toda la tarde con tía Ángela. Cuando se regresó a la residencia, no llegaba con ánimos de nada. Fue a la cocina por una suculenta manzana, ¿por qué se le había antojado?, se preguntaba. Luego cayó en cuenta por qué, debió ser, porque la asociaba con el amor prohibido, por una parte ella y René; y por otro, Josarian y Nelly. Dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, y ella lo hizo. Iba a ver a aquel lugar donde ahora caía en cuenta que había actuado imprudentemente. No podía retroceder en el tiempo y negarse a realizar ese acto que le había traído consecuencias negativas a su relación de pareja. Pero cuando estuvo en ese lugar, sus ojos no podían creer lo que veían. Por el estado en que había llegado a la casa no se había percatado de ello al momento de entrar. En la pared, en lugar de estar solo un cuadro, ahora había dos. El de Ferenielle y uno de ella. No le gustó lo que observó, pues su pose era muy parecida a la que tenía Ferenielle. Pareciera que había hecho rapport. Estaban en la misma sintonía. Como que daba la sensación de que Xassena se sentía igual a su antecesora. Llegó hace un rato, señora, le dijo Niembri. Xassena no se había dado cuenta de su llegada. Como vio que no le contestó nada siguió: El señor les dio instrucciones que lo pusieran en ese lugar; como Xassena siguió ignorándola, Niembri optó por retirarse. Xassena solo veía su cuadro y no se percataba que pasaba a su alrededor. Era importante para ella ser tratada igual a Ferenielle.

    Josarian llegó mas tarde a la casa. Ni siquiera cenó. Se fue directo al cuarto de huéspedes pues continuaba durmiendo ahí. Xassena no fue a buscarlo. Ni él a ella. Qué ni piense que voy a ir agradecerle lo del cuadro, dijo una Xassena orgullosa. Mientras Josarian le preguntaba a Niembri si la señora había visto el cuadro. Le dijo: No, no le dio importancia. Si no se le ofrece algo más, me retiro, señor. Niembri trataba de ayudarla. No entendía por qué últimamente ella había cambiado mucho, siendo que los primeros días la trataba de igual a igual. Comprendía los trastornos por los que estaba pasando, no era muy común la situación que estaba viviendo. Se detuvo un rato en la puerta del cuarto de Xassena. Pobrecita de la señora, dijo y luego se marchó.

    La visita del padre Modesto llegó. Niembri lo pasó y le trajo una taza de té. Pero cuando vio ambos cuadros y Xassena le explicó de quién era el de la izquierda…

    —Ella fue la primera esposa de Josarian que fue cremada y esas, —apuntó el cofre—, son sus cenizas —le dijo Xassena.

    Al padre entonces se le cayó la taza de las manos.

    —¿A qué juego macabro está jugando Josarian? ¿Cómo se le ocurre tener el cofre con las cenizas aquí? Y tú hija, ¿por qué lo has permitido? Deberías tener un poco de dignidad —le dijo el padre indignado por tal acción.

    —Por amor, padre —dijo Xassena claramente aquellas dos palabras tan profundas.

    El padre no dijo nada por unos segundos.

    —Hablaré con él —dijo muy seriamente.

    —Nada más le voy a pedir, padre, que no le cuenta nada de lo que le confíe —pidió Xassena.

    —No te preocupes, hija, no le diré nada. Pero si debemos de convencerlo de llevar a un lugar más apropiado el cofre; una cripta, por ejemplo, la cripta familiar o esparcir sus cenizas en un lugar preferido de ella.

    —Sé que tienen una cripta. Una vez…—prefirió callar lo de aquella vez—, me lo comentó Josarian. En cuanto a lo otro, trataré de averiguar discretamente el lugar preferido de ella.

    —Bueno, hija, me parece muy bien —dijo el padre levantándose de su asiento—. Y ya me voy no quiero quitarte más tu tiempo.

    —¿Tan pronto, padre? Pero si apenas acaba de llegar y no me quita mi tiempo.

    —Bueno, es que también tengo otras diligencias que hacer. No se te olvidé en lo que quedamos.

    —Claro que no, padre.

    —Te quedas con Dios, hija.

    El padre salió de la casa, pero no se fue. En el patio, saco un bolígrafo y un pedazo de papel de su franklin, y escribió una nota. Volvió a tocar la puerta y Niembri fue la que le abrió, quien se sorprendió de que fuera el sacerdote otra vez. Le dio la nota mientras le decía:

    —Le das esto al señor y por favor que Xassena no se entere.

    —Si,

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