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La sombra de la superstición: Suspense, lo incierto (Spanish Edition)
La sombra de la superstición: Suspense, lo incierto (Spanish Edition)
La sombra de la superstición: Suspense, lo incierto (Spanish Edition)
Libro electrónico134 páginas2 horas

La sombra de la superstición: Suspense, lo incierto (Spanish Edition)

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Una siniestra broma, la cual culminaría triunfante en una gran fiesta de cumpleaños, termina en tragedia. A consecuencia de esto, la autora intelectual, y que era la festejada, fallece y sus cenizas son puestas en el lugar más especial de la casa debajo de un magnífico cuadro de la misma.
La celebración es llevada a cabo porque así lo ordenó: no se suspendería incluso si muriera.
Al festejo asiste Xassena y una amiga, las invita un amigo en común de ella y del ahora nuevo viudo. Ellas sienten escalofrío cuando descubren que la fiesta es en honor a una muerta. Para la linda invitada, lo único interesante es conocer a Josarian, el supuesto viudo. Es todo un misterio aun para los allegados de la familia la verdadera relación que existía entre la difunta y él.
Poco Después, Xassena ciega de amor, acepta casarse con él haciendo caso omiso a toda recomendación que le dieron acerca de la superstición de tener las cenizas de la difunta en la casa.
Desde el momento de su salida de la iglesia empezará a notar hechos extraños que los atañe a dicha creencia y poco a poco la ira envolviendo hasta tocar fondo haciéndole infeliz la vida en su nuevo matrimonio por vivir bajo "la sombra de la superstición".

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 ago 2014
ISBN9781310774980
La sombra de la superstición: Suspense, lo incierto (Spanish Edition)

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    La sombra de la superstición - Ezequiel Santillán

    PREFACIO

    Ella nunca había sentido en carne propia el miedo de la superstición. No había tenido antes tal sentimiento y ni se imaginó que sería envuelta por esta precisamente cuando unía su vida en matrimonio con el hombre que amaba. Ella pensaba que su felicidad sería completa, pero en realidad se avecinaba todo lo contrario.

    La vida da muchas vueltas y se cumplía en la suya. Después de no atender las creencias que se decían a su alrededor, empezaría poco a poco a hacerlo hasta tocar fondo y desde ahí resurgir y volver a recuperarse.

    Sabía que de haber echo caso nada de eso le hubiera pasado, mas el tiempo no puede darse marcha atrás, y aunque quizás saliera avante de ese reto que se le presentaba, le quedaría un sinsabor de lo que pasó en ese lapso de su existencia.

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    *****

    "La superstición llegó a mi casa, tocó a la puerta

    y se quedó a vivir conmigo"

    *****

    LA SOMBRA DE LA SUPERSTICION

    *****

    15

    DESPERTAR

    Después de que leyera la nota, Xassena corrió desesperada hacia los escalones ante todas las murmuraciones que se habían suscitado. Todas las miradas estaban puestas en ella y Josarian, bueno, al menos se dividían y no todas eran para uno solo.

    —Xassena, Xassena, ¿A dónde vas? —le hablaba él desesperado, pero no le hizo caso, siguió corriendo y subió.

    Un Malaou reponiéndose de la sorpresa pedía a la orquesta que empezara a tocar.

    —En unos momentos más se dispondrán a servir la cena, anunció.

    Una Yaníndore sorprendida de ver nuevamente las cenizas de Ferenielle en su lugar, volteó a ver a su padre, quien le veía burlón.

    —Fuiste tú ¿verdad? Hurgaste en mis cosas —reclamó.

    Él no dijo nada se limitó a sonreír y a levantar la mano para saludarla.

    —¿Qué es lo que está pasando? ¿Quién son esas personas de los cuadros? Y los cofres, que supongo son las cenizas de alguien, ¿quiénes son? —preguntaba insistentemente Nora a Ángela.

    —Todo ha sido una confusión, no te preocupes al rato regresa Xassena no sé a qué habrá subido —le decía su hermana tratando de minimizar los acontecimientos.

    Entretanto Xassena se dirigía a su Recámara y buscaba desesperada la llave del cuarto donde había escondido las cosas que había recibido, hasta que las encontró en una cajita que tenía en el peinador donde guardaba las joyas. Las tomó con gran fuerza y rapidez y se fue como un rayo a abrir las habitaciones, a la cual entró aventando la puerta y movió la cama. Descubrió que no estaba la bolsa donde la había dejado. Ella hizo esto porque pensó que bien podría tratarse de otras cosas las que estaban en la fiesta a la vista de todos. Acto seguido, salió de la pieza y no cerró, que caso tenía ya si lo que guardaba celosamente, ahora parecía como si estuviera en un museo en exhibición. Tampoco se molestó en volver a dejar la cama como estaba, era lo de menos como quedara.

    Por un momento, Xassena pensó en llegar hasta los invitados y gritarles preguntándoles quién de ellos había sido, pero decidió no darles gusto, volvería a la fiesta y se desenvolvería como si nada, con naturalidad.

    Antes de bajar las escaleras, se limpió sus ojos con un pañuelo, tomó aire y bajó con paso firme cada escalón con la mirada muy en alto y la recorría por todo el escenario, veía sin ver para no sentir nervios. Y cuando hubo terminado de bajar dijo:

    —Espero que todos se estén diviertiendo, si se les ofrece algo no duden en pedirlo.

    —No sabíamos eso, Xassie, que tu esposo conservara las cenizas de su esposa fallecida o lo que fuera, y menos que tú decidieras hacer lo mismo con las de un novio. Lo más raro es que hasta juntos los tengan, nunca había oído ni visto tal cosa —le dijo una de las compañeras de la universidad y las que la acompañaban se veían entre sí sorprendidas.

    —Por favor pasen a tomar de la variedad de bocadillos que se ofrecen.

    Xassena les ofreció una sonrisa forzada y lo único que atinó fue irse a refugiar con su amiga Nancy, ni imaginar de ir al lado de Josarian, le veía desconcertado tratando de disimular al máximo su turbación platicando con algunas de las personas que él había invitado. Ni tampoco en pensar probar bocado, lo ocurrido le había quitado de tajo todos los requerimientos del cuerpo, más no así la mayoría de los sentimientos indeseados.

    —Jamás pensé que tú también hicieras lo mismo que Josarian y menos que todo fuera de común acuerdo. ¿Le tenías tanto amor a ese tal Paseviro?

    —Yo no tengo nada que ver en eso, Nancy y estoy segura que él tampoco.

    —Entonces ustedes no hicieron eso —dijo apuntando hacia los cuadros.

    —Por supuesto que no, pero tampoco sé que mente perversa fue.

    —Por lo pronto ya quedaron como raros ante todos, la verdad; no me imagino en tu lugar.

    —Pues ya te veré cuando Malaou haga lo mismo con Sara—dijo Xassena señalando el espectáculo de las fotos—. No te has puesto a pensar que le puede dar la idea de hacerlo.

    —Mejor ven, vamos a sentarnos a nuestros lugares para cenar.

    Las dos se dirigieron cerca de los sitios donde estaban sus hombres; Xassena al lado de Josarian, y Nancy, a lado de Malaou. Xassena volteó a ver de reojo a su marido y ya le veía algo relajado.

    Pasaron ofreciendo copas de vino y comida. Aunque se veía delicioso, ni por eso se le despertó el apetito a Xassena. En lugar de eso alzaba su cabeza para ver si veía por algún lado a Carintia y no estaba por ningún lado. Le hizo una seña a Niembri para que fuera hacia ella.

    —¿Dónde está Carintia? Que no la veo por ningún lado.

    —Tuvo que salir de improviso, señora. Le dije que le avisara a usted, ¿No le aviso?

    —Esta bien, no hay problema.

    Todos reían y hablaban amenamente, menos 2 personas que estaban sentados juntos: Yaníndore y René. Este último pensaba que su novia no iría a la fiesta, por esa razón se había decidido a ir. Incluso cuando la vio al llegar se iba a retirar, pero Yaníndore no lo permitió, no quería quedarse sola.

    Después, vino el baile. Varias parejas empezaron a bailar, pero no las suficientes para que la pista se llenara. Xassena y Josarian también bailaban. Yaníndore, casi se llevó a la fuerza a René a la pista para bailar. Él no le despegaba la vista a a la mujer de la otra pareja, era con ella con quien debería estar bailando, al menos eso era lo que quería.

    Xassena pedía que se acabara ya la fiesta. No soportaba tanto cuchicheo a su alrededor. En lugar de disfrutar de su cumpleaños, era todo lo contrario. Nunca esperó que su fiesta fuera igual de inesperada que la de Ferenielle. Pero al menos ella seguía viva, pero de qué servía, mejor le valiera estar muerta así no se daría cuenta de todo lo que pasaba haciéndole pasar un rato tan desagradable.

    Dentro de un tiempo más se le cumplía su deseo. Poco a poco se fueron yendo los invitados; les agradecemos por habernos invitados, la fiesta les quedo muy bien, les decían algo parecido todos.

    Tan pronto como se fueron los últimos, Xassena se fue de inmediato a su recámara, estaba rendida. Josarian se quedó todavía más tiempo en la planta baja.

    Ella Recordó el regalo de René y lo quiso abrir, pero no lo encontró por ninguna parte. Lo debió de haber tirado durante sus corre-corre para allá y luego para acá; y ahora, ¿qué le diría a René?

    Después de estar muy concurrido el lugar, en tan poco tiempo quedó todo en silencio, solo y oscuro.

    Xassena esperaba a Josarian, pero él seguía sin subir, por lo que abrió la puerta y le llamó; pero nadie le contestó. Estaba sola en la oscuridad de su cuarto, entonces corrió hacia la ventana para estar a la expectativa del porqué del silencio de la casa, podía ser a causa del enano y buscaba con su mirada hacia abajo para descubrir si andaba por ahí.

    Un rato después tal como lo temía, y como había estado checando constantemente por la ventana esperando verle; así sucedió. Tuvo a la vista la siniestra figura del hombre pequeño. Pero lejos de tener miedo esta vez decidió vencerlo y hablar con él.

    —¿Por qué me haces esto? ¿Yo qué te he hecho? ¡Dime! —demandó Xassena, pero no recibió respuesta verbal de la criatura siniestra.

    El enano no le habló, solo tomó una cartulina y la levantó para que Xassena la leyera, ya iba preparado para ello.

    En la cartulina se leía:

    Paseviro

    En letras grandes y rojas, quizás con sangre.

    En el rostro de Xassena se dibujó una expresión de sorpresa. Luego el enano dejó la cartulina en el suelo y levantó otra donde decía lo siguiente:

    Tú lo mataste

    El letrero tenía las mismas características del anterior.

    —No, yo no lo maté ¿Por qué no me hablas? ¿De qué te cuidas?

    El enano no contestó nada nuevamente, solamente volvió a levantar un tercer y último letrero donde Xassena pudo leer, y por lo cual se aterró, la siguiente frase:

    Fue él quien murió afuera de la iglesia.

    Y debajo decía,

    volveré

    El enano se marchó lentamente de ahí dejando sorprendida a Xassena con lo que se enteró esa noche. Ahora sabía que Paseviro era el hombre que había muerto atropellado cuando salía de la iglesia en el día de su boda con Josarian y estaba segura que iba a impedirla.

    Xassena se recostó en su cama, la estaba dominando el sueño, y aunque quería cuidarse de aquel abominable ser, pudo más el cansancio y cerró sus ojos.

    En un momento se sobresaltó y quiso ir hacer un chequeo a la ventana, lo hizo; pero solo para cerrarla debidamente, seguía sin entender por qué Josarian no había llegado aún, pero no tenía la intención de bajar para ir a verificar que estaba pasando con él. No aguantó más y el sueño la venció. Ahora, si el enano quisiera estaría a su disposición.

    En la madrugada, serían como las 3:00 de la mañana, Xassena tenía un despertar como nunca pensó tener. De pronto, empezó a sentir frío, como si estuviera

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