ENTRE AMIGOS
No son las nueve de la mañana y hace un frío de sol plano. La biblioteca del palacio del Senado es un sueño; otro, el de escribir una novela, puede que sea uno de los más grandes, y nunca pensé que se cumpliría. Ana y yo, que venimos de desayunar huevos con beicon (ella) y tostadas con mantequilla y mermelada de frambuesa (yo), nos sentamos a una de las mesas, acodados. Rodeados de montones de libros, de estantes de hierro fundido con decoraciones neogóticas (pináculos, cresterías y arcos ojivales). Hablamos bajo. Nos da la risa. Ella quiere saber más de mi novela, y yo, contarle todo lo que han supuesto 18 meses atravesando mi mundo para contar la historia de Elvira, la protagonista de una mujer víctima de su tiempo, de una dictadura que le robó el derecho
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