Por Hilde Lynn Helphenstein, artista y curadora que vive en Nueva York y Los Ángeles.
Los Ángeles, 2016
Conocí a Avery Wheless en el 2016. Le había dicho a un amigo que necesitaba de alguien ‘bueno’ para que supervisara mi galería mientras iba a la ciudad de Nueva York. Inmediatamente me recomendó a una compañera que en ese entonces era “galerista de día y una impresionante artista de noche”. Recuerdo que cuando la conocí tenía ese brillo dentro de ella. Me conquistó y casi de inmediato confié por completo en ella, con su amplia sonrisa y ojos color esmeralda. Avery también es muy hermosa. ¿No lo mencioné? Las criaturas así de hermosas usualmente son famosas por su neurótica obsesión con ellas mismas, pero Avery no. Recuerdo muy bien haber pensado que parecía una muñeca con un rostro fresco usando un sofisticado color negro con muchos pliegues. Cuando iba de salida de nuestra primera reunión, mencionó que también era pintora y me mostró una pieza de un campo de golf miniatura color rosa con seis niñas alrededor, riendo y jugando.