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Nuestro amor. Una historia de la vida real
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Libro electrónico150 páginas2 horas

Nuestro amor. Una historia de la vida real

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Un libro de relatos centrados en el desarrollo de ese sentimiento tan especial que une a las personas y las lleva a lograr una vida larga, hermosa y llena de afecto y cariño en nuestro mundo familiar, llamado AMOR. El autor espera que el lector encuentre en este relato ese acicate que lo haga cometer esas locuras de amor que todos, de alguna manera, hemos realizado y lo guié hasta alcanzar la plenitud del amor.

IdiomaEspañol
EditorialCreaLibros
Fecha de lanzamiento20 mar 2017
ISBN9786124696435
Nuestro amor. Una historia de la vida real

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    Nuestro amor. Una historia de la vida real - Jorge Suárez Sandoval

    NUESTRO AMOR

    ornamento

    Un día que estábamos conversando en una alegre reunión familiar, mi esposa, con su carácter festivo era el centro de atención. Fue entonces cuando mi primo Noé Quintanilla (QEPD) me preguntó de repente:

    - Primo Jorge, ¿Cómo te enamoraste de la prima Judith?

    Estábamos en la casa de un familiar en Ciudad de Dios, San Juan de Miraflores, Lima, y la pregunta me cogió desprevenido. En la reunión habían muchos familiares y amistades y conversábamos de muchos temas generales: la política, el fútbol, la cerveza, recuerdos de familia, y allí saltó Noé con su pregunta increíble.

    Noé era mi primo favorito, era de mi edad y teníamos afinidad de gustos por el ejercicio y era un buen compañero de aventuras aunque él nunca fue militar.

    Cuando salí del servicio militar fui a vivir a Ciudad de Dios y pudimos vernos muy seguido con Noé, mientras aun no conseguíamos trabajo, y subíamos al cerro hasta la cruz de fierro instalado en la cima, de un solo tirón; lo hacíamos casi a diario. Nos encantaba hacer cosas de comandos y saltábamos del techo de su casa a la arena circundante.

    Pasaron los años y dejamos de vernos, fui a Iquitos donde estudié Ingeniería Química y él comenzó a trabajar en una imprenta, y tiempo después nos volvimos a ver, como era de esperarse, en Ciudad de Dios y ambos con nuestras respectivas familias. Y en medio de la alegría por volvernos a ver y encontrarnos ambos con familia y la algarabía general, él encontró oportunidad para esta pregunta:

    - Primo Jorge ¿Cómo te enamoraste de la prima Judith?

    Mucho se ha hablado acerca del amor pero hasta que no lo sientas no sabes los que es ni tampoco cómo es que te llegas a enamorar sino cuando ya estás perdidamente enamorado.

    ¿Cómo es que me enamoré?

    Curiosa pregunta, me enamoré, nos casamos y tuvimos 3 hijas encantadoras pero nunca me había puesto a pensar en cómo me enamoré.

    Miré a mi amada y de pronto vinieron a mi memoria todos los recuerdos, hermosos recuerdos, de aquel entonces y esto es lo que conté.

    Corría el año de 1965 y el 24 de mayo conocí a la joven hermana del Presidente de la Federación de Estudiantes de la UNAP (Universidad Nacional de la Amazonía Peruana de Iquitos), Javier Alva Rivera, a quien cariñosamente todos le llamaban Javicho y, claro, la hermana de Javicho es La Javicha.

    Por los líos en la universidad la Federación sacaba volantes informativos y yo como novato estudiante revolucionario los repartía en la ciudad. Para ello iba a la casa del Presidente de la Federación, cercana a la universidad, a recogerlos y quien me atendía cada vez que llegaba a su casa era esa simpática jovencita de sonrisa muy franca y cordial y muy atenta. Me daba gusto ir a esa casa solamente por saludarla. Su voz me sabía a música celestial como sólo los ángeles pueden tener.

    Por las noches nos reuníamos en la puerta de su casa toda la juventud revolucionaria para debatir las ocurrencias del momento sentados en la vereda y, ahora que lo pienso, la joven siempre encontraba la manera de sentarnos, solos, un poco más allá.

    Después, cuando ya no había líos universitarios, seguía visitándola y conversábamos horas: le contaba de las películas que había visto y los libros que había leído y nunca había encontrado una interlocutora más atenta y entusiasmada como ella. Era un placer visitarla y me sentía muy a gusto con su agradable amistad. La tenía como mi mejor amiga.

    María Judith Alva Rivera, joven Normalista, era Profesora en el CE de Mujeres Nº 172 de la primera cuadra de la calle Napo, era, también, muy espigada y, a mi modo de ver, muy flaca.

    No me había dado cuenta cuán asiduo me había vuelto a esa casa, y que muchos ya se habían fijado en ello hasta que Guayaba, compañero de estudios y muy amigo mío, me soltó la pregunta fundamental:

    - Y Jorge ¿Qué tal vas con La Javicha?

    No entendía la pregunta y no sabía qué responder, cuando la luz se abrió paso muy pesadamente en mi cerebro y sólo alcancé a responder.

    - No hombre, es muy flaca.

    - Pero tiene sus cositas - acotó él.

    Las siguientes horas estuvo dando vueltas en mi cabeza el concepto tiene sus cositas, de manera que cuando la volví a ver, al día siguiente, me fijé y sí, era cierto, tenía sus cositas y no las había visto porque estaba cegado por su extraordinaria simpatía que me hacía sentir muy bien.

    Estaba enamorado hasta la médula de los huesos y yo no me había enterado, y, al parecer, todos ya lo habían intuido.

    Desde entonces empecé a mirarla de otra forma, me había enamorado. Una noche la cogí de la mano y le hablé de mis sentimientos, quizás no eran ya fluidas mis palabras como cuando le hablaba de las películas o los libros, pero ella me entendía, creo yo, y comencé a enamorarla, fui correspondido y no paré hasta casarnos luego de cuatro años de amistad enamorada y aquí nos tienes primo Noé.

    Noé, junto con su señora y sus hijas, solamente sonreía, me figuro que esperaba una exposición docta acerca del matrimonio y una síntesis analítica sobre las motivaciones que nos conducen al altar, tal y como lo hacía siempre cuando hablábamos de cerveza, pues ya llevaba trabajando 25 años en una Cervecería.

    No sé si lo desilusioné, pues eso sería una pena, ya que lo que ocurrió en nuestra vida fue bastante simple como todo lo que ocurre en el amor.

    SI NO ME CREES PREGÚNTALE A ELLOS

    Cuando éramos enamorados iba cada noche a la casa de mi enamorada en el Jr. Nauta de Iquitos, donde también se reunía un grupo de estudiantes de la Universidad y conversábamos todos y luego ellos se retiraban y yo me quedaba a charlar con ella.

    Cierta noche llegué a su casa y no estaba ella ni ninguno de los compañeros, me senté en la vereda a esperar. Cuando regresaron, ella se acercó y me dijo que se habían ido a ver una exposición en la Plaza de Armas, y agregó:

    - Si no me crees, pregúntale a ellos.

    Le dije, y esto ha regido nuestra vida en familia:

    - Yo no necesito preguntar nada a nadie. Lo que tú me digas esa es la única verdad que yo tengo que saber.

    No me contestó y se quedó pensativa, me imagino, asimilando la terrible responsabilidad que acababa de echar sobre sus hombros.

    Porque así ha sido nuestra vida matrimonial de mutua confianza total y apoyo en todo lo que hemos emprendido en nuestras actividades.

    Cuando escuchas una frase se te graba en la memoria y siempre la recuerdas hasta que se interioriza en tu mente y tu corazón y entonces actúas de acuerdo con lo que significa esa frase que te ha impresionado.

    AMOR ES NUNCA TENER QUE PEDIR PERDÓN

    Por ese entonces hubo una película Historia de amor con Ali Macgraw y Ryan O’Neal, cuyo lema era Amor es nunca tener que pedir perdón.

    No vi nunca la película porque intuí que era muy dramática y trágica, que no me agrada nada, pero jamás olvidé ese lema que me sonó fabuloso y lo he tenido siempre presente Amor es nunca tener que pedir perdón.

    En realidad esta frase encierra todo un mundo de ideas y filosofías acerca del amor. Dice el padre Juan Cuña Calavia, Sacerdote de la Parroquia Santa María Magdalena y autor del libro Para Orar con los Salmos, que el amor va más allá del perdón: Si amas no puedes ofender entonces no tienes que pedir perdón ni tienes que perdonar. Es un gran compromiso moral, no se trata solamente de decirlo, sino de llevarlo a la práctica, día a día, todos los días de tu vida.

    San Agustín nos dice Ama y haz lo que quieras La libertad es absolutamente fundamental en el ser humano y está en el corazón del cristiano. Ama y haz lo que quieras, lo que en verdad quieras, no lo que dice tu capricho o la sinrazón. Lo que sea que hagas hazlo por amor. Si lo haces por amor puedes entonces hacer lo que quieras.

    Cuando amas no puedes ofender, por eso: Amor es nunca tener que pedir perdón.

    No sé si a alguno de ustedes le han preguntado por qué se casaron, pues me parece raro encontrar una razón para esa unión. Siempre he pensado que dos personas deciden unirse y formar un hogar y lo llevan a cabo pero no sé si en verdad pueda existir una razón para ello, fuera de las consideraciones filosóficas.

    ¿POR QUÉ TE CASASTE CON JUDITH?

    Esta vez fue mi hermano mayor, Raúl, quien preguntó. Nos encontrábamos en casa de nuestro sobrino Pedro Enrique, conversando alegremente, cuando Raúl, me hizo esta pregunta simple:

    - ¿Por qué te casaste con Judith?

    Ya teníamos muchos años de casados y jamás nadie me había preguntado el por qué de mi matrimonio.

    Muchas veces quieren saber donde la conociste, donde se casaron, de dónde son ustedes, etc., pero jamás ¿Por qué te casaste?

    Siempre había pensado que si necesitas un motivo para amar es porque no amas y, si bien al principio no me había dado cuenta, estaba enamorado, muy enamorado de ella.

    - Ella me dijo – fue la respuesta que le di.

    Fue la respuesta que di y mi hermano rompió a reír a carcajadas y no paraba de reír con gusto.

    Me figuro que él esperaba que yo me pondría a analizar el estado social de la época, el estado económico de los involucrados y su estado anímico; que me pondría a ponderar las facultades personales y profesionales de la novia; o quien sabe, la visión que tuve acerca de nuestro futuro cuando le pedí su mano. Quizás una exposición filosófica acerca de los que es el amor y los fundamentos del matrimonio.

    Pero la verdad es que nada de eso pasó y nos casamos porque Judith me dijo que nos casemos y eso fue lo que hizo reír a mi hermano. Curioso ¿no?

    También nos hemos regido por un concepto

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