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Cuentos de mi blog IV
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Libro electrónico227 páginas3 horas

Cuentos de mi blog IV

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Este breve libro marca, de una vez, el fin de la etapa literaria de Historias Cortas para dar paso a la creación de textos mayores. Conforme hemos establecido, las historias de este libro se publicarán en mi Página Web Historias para Contarlas, como siempre, los días martes y jueves de cada semana. Nuestros lectores ávidos de nuevas historias estarán de plácemes pues si en este volumen terminamos una manera de decirlas, ingresamos a una nueva etapa en mi producción literaria que igualmente los va a satisfacer.

IdiomaEspañol
EditorialCreaLibros
Fecha de lanzamiento18 oct 2021
ISBN9786124869518
Cuentos de mi blog IV

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    Cuentos de mi blog IV - Jorge Suárez Sandoval

    CAPÍTULO I

    CUENTOS DE MEMORIA

    EL AYAHUASQUERO

    En una zona alejada del centro de la ciudad, en medio monte, está la maloca del curandero o ayahuasquero.

    El ayahuasca es una planta tipo enredadera de sogas largas, precisamente su nombre proviene de dos vocablos de origen quechua: aya = muerto, y, huasca = soga. Es decir "la soga del muerto". Quizás debemos entender que muerto se refiere al espíritu o al alma.

    Combinado con otra planta en un cocimiento prolongado da lugar a un bebedizo de efectos alucinógenos. Depende de la cantidad administrada para que se produzca una mareación suave o una muy intensa. Dicen que quienes se van a burlar del brujo y sus icaradas son los más perjudicados pues les dan la dosis más fuerte.

    La maloca es una choza de palos con techo de palma, rodeado de un surco de un metro de profundidad por donde circula agua. Este surco tiene por finalidad evitar la presencia de espíritus malvados que pueden entorpecer la sesión.

    Las personas acuden por tres razones: para beber el ayahuasca con la intención de averiguar algo que les ha ocurrido, para consultar por una enfermedad, y, finalmente, solamente por curiosidad para saber qué es lo que se puede esperar de esta sesión.

    Nuestros amigos Carmen Amaya, Alex Ruiz y Alicia Amaya asistían con frecuencia, por lo que estaban familiarizados. Con ellos iba una chica, María, que vivía con ellos. Fue Alicia quien insistió para llevar a mi esposa embarazada con casi tres meses de hiperémesis gravídica. Maria Judith no podía tomar ningún alimento, ni siquiera podía tomar agua. Todo lo vomitaba.

    Un esposo preocupado por la salud de su amada es capaz de agarrarse de un clavo ardiendo para ayudarla. De manera que acepté ir donde el ayahuasquero llevando a Judith para que la cure.

    Luego del rito inicial, viene la tomada. El brujo llama a quienes van a tomar, se ponen en fila y les va dando a cada uno un recipiente pequeño con el ayahuasca que deben tomarlo allí mismo. María y Alex tomaron. Luego de beberlo se retiran cada uno a un rincón donde pasan su mareación. Cada uno cuenta después lo que vieron en respuesta a sus inquietudes. En verdad son alucinaciones.

    Luego llega la etapa de la curación. Pero el brujo no tenía ni idea de que exista la hiperémesis gravídica que le impide a la mujer embarazada tomar alimentos, de manera que no tenía ningún remedio para nuestro caso.

    Todos los asistentes deben llevar un frasco de Agua de Florida y de rato en rato el brujo dice durante el rito:

    Pásense.

    Es decir, que se apliquen el Agua de Florida por los brazos y la cara. El Agua de Florida es la versión americana del Eau de Cologne francés. Es decir es un agua perfumada que en toda casa de Iquitos siempre había un frasco, muy útil en caso de mareos y vómitos. Pero, en este caso la indicación era para protegernos de los malos espíritus.

    Al mismo tiempo, la mujer del brujo se pasea por el exterior de la maloca fumando su ciricaipe (cigarro original de la Selva, puro tabaco y hecho a mano). De vez en cuando sopla el humo a una luciérnaga que pasaba por ahí y la pisa, diciendo que ha hecho huir al demonio.

    Jorge Barreyro contó que, como era un gracioso, sus chistes no fueron del agrado del brujo y le dio una dosis fuerte. Lo prudente es, luego de tomar, arrimarse a la cerca y esperar que pase la mareación. Pero él no hizo caso, cogió su Jeep y se fue. Al llegar a San Juan tuvo un acceso violento y estrelló su carro. Por eso no quiso ir más donde el ayahuasquero por la mala experiencia.

    Cuando hizo crisis, internamos a Judith en el Hospital Iquitos donde la tenían con suero día y noche. Justo al llegar al día 91 de gestación, se sentó en la cama y dijo las palabras más alucinantes de la historia:

    Tengo hambre.

    Corrí a buscar afuera del hospital para comprar algo de comer pues había estado tres meses sin probar bocado. A partir de ahí fue un embarazo completamente normal, tan normal que dio a luz mellizas.

    MAL ENAMORADO

    La familia de mi esposa fue siempre muy peculiar. El padre Noé Alva Vargas era oriundo de Cajamarca, se desconoce de qué lugar exacto, nunca hablaba sobre sus orígenes pero mi esposa me dijo que una vez había dicho que fue por su madrastra que salió de su tierra.

    Don Noé fue al Oriente y se enroló en el Ejército. Tomó parte en el Combate Naval de La Pedrera contra Colombia en 1911y luego de darse de baja se asentó en la ciudad de Requena, Provincia de Requena, departamento de Loreto, donde se unió a doña Natividad Rivera Pérez, natural de esa ciudad.

    Su amplio conocimiento en temas agropecuarios hacía pensar que había vivido en una granja y fue en el Ejército donde aprendió a cazar y pescar. Era muy hábil tejedor de tarrafas (redes personales para pescar, de cinco metros de diámetro).

    Sus hijos fueron Dolores, María Florentina, Martha, Javier Domingo, Noé Segundo y Maria Judith, mi amada esposa. Es por esto que a Judith desde que nació toda su familia le llamó Bebe, pues era la última.

    Dolores fue Contadora Mercantil habiendo estudiado en el Instituto Nacional de Comercio de Iquitos. Flora y Martha fueron Normalistas Rurales de la Escuela Normal Rural de Requena, aunque después regularizaron su categoría a Normalista. Javier fue Ingeniero Agrónomo graduado en la Primera Promoción de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), Noé fue Cirujano Dentista graduado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Judith es Normalista egresada de la Escuela Normal de Iquitos y Profesora de Artes Plásticas egresada de la Escuela Regional de Bellas Artes de Iquitos.

    Pero Javier tuvo una vida muy agitada: en Lima estudió Contabilidad Mercantil, pero al regresar a Requena trabajó de Profesor. Nuestro compañero de estudios Teddy Bendayán Díaz contó en una ocasión que El Viejo fue su maestro en Requena. "Me daba reglazos" – manifestó. El viejo era el apelativo que los compañeros de la UNAP le dedicaron a Javier, quien fue el Primer Presidente de la FEUNAP.

    En Requena adquirió un bote y se dedicó a hacer cabotaje, negocios y transporte de mercadería por el río Ucayali. En esa época fue el enamorado de Hilda.

    Por eso su hermana mayor Flora decía que Javier fue un mal enamorado. Apenas atracaba en Requena cargaba sobre sus hombros racimos de plátano, carne de monte, cecina, chorizo, aguaje, chambira, es decir todo lo que podía, para regalar a su enamorada.

    Quería estar todo el tiempo con la enamorada y todo le iba muy bien. Tan bien que pensó que su negocio era muy pequeño por el tamaño de su bote y luego de conversar con su padre decidió vender su bote y mandar a hacer uno más grande puesto que el negocio daba para más.

    Pero un bote grande no se hace en unos pocos días. Tardaron tres meses en terminarlo, siendo la mayor dificultad contar con un motor de centro capaz de moverlo. Tenían que hacerlo traer de Liverpool, Inglaterra.

    Pero, mientras, no había ingresos, no había regalos y el amor se terminó. Al parecer la mamá de la enamorada la hizo desistir del compromiso, según Flora porque ya no le veía cargado de regalos.

    Luego de trabajar un tiempo con su bote grande lo vendió. Vendieron todo, las chacras, los cedrales, la destiladora de aguardiente, la casa, y se trasladaron a vivir en Iquitos donde ya estaban afincados Dolores con Judith, Martha con su esposo, Flora con su esposo. Noé falleció en la tragedia del estadio nacional en 1964.

    En Iquitos fue donde Javier vio la oportunidad de volver a sus raíces, había nacido y crecido en la chacra (hacienda), por lo tanto decidió estudiar Agronomía en la universidad que comenzaba a nacer. Las clases se iniciaron en el local de la Gran Unidad Escolar Mariscal Oscar R. Benavides, al año siguiente se pasaron a un local prestado por la Quinta Región Militar del Ejército en el Malecón Tarapacá, mientras se construía el local propio en la Plazuela Serafín Filomeno, donde está ahora.

    Hilda también se había trasladado a Iquitos y trabajaba de Maestra. Su mamá había fallecido y se dedicó entonces a asediar a Javier, pero él no mostraba ningún interés. Y ella insistía sin desmayo, todo el tiempo iba a visitar a doña Natividad para que le informe sobre Javier que estaba trabajando como Director del Instituto Agropecuario de Caballo Cocha.

    Muchos años duró este romance atípico: ella buscándolo y él no mostrando ningún interés, se le había ido toda la inquietud.

    Así fue hasta que en 1981, residíamos desde 1975 en Lima, recibimos el parte matrimonial. En ese tiempo se iba a realizar la boda del Príncipe Carlos y Lady Diana, la cual fue denominada La Boda del Siglo, por lo que Judith inventó para su hermano la Boda del Medio Siglo, una broma porque ambos contrayentes cumplían en esa fecha 50 años de edad.

    Cuando Flora dijo de Javier que era mal enamorado pensé en mí pues también vivía apegado a Judith y aún lo estoy. Quizás también habrá dicho de mí que soy mal enamorado, pero me sentía feliz cuando estaba junto a ella, tal y cómo me siento ahora que ella ya no lo sabe. El Mal de Alzheimer te quita todos tus más hermosos recuerdos.

    VETE HIJO MÍO

    Estábamos en Lima disfrutando de nuestra Luna de Miel extendida porque estaba realizando Prácticas Preprofesionales en la Fábrica de aceite Copsa y, además, mi esposa es Maestra; y ya se sabe que en aquellos tiempos los Maestros de Primaria tenían tres meses de vacaciones, de enero a marzo.

    Mi cuñada Flora residía en la novísima urbanización Vista Alegre. Tenía una empleada que trajimos de Iquitos, quien, para variar, tenía un hijo pequeño que ya estaba en edad de aprender a andar.

    Flora nos dijo que su madrina Encarnación vivía en el distrito de Villa María del Triunfo y ella le había dicho que tenían en su casa un andador que no lo usaban y le podía regalar. Nos encargó traerlo para que la muchacha pueda trabajar más tranquila sin tener que estar cargando todo el tiempo a su llullo (modismo amazónico para denominar a un niño pequeño).

    Fuimos a visitar a la madrina. Es común en nuestra selva amazónica llamar madrina a la madrina de alguno de los miembros de la familia, todos la llamamos así.

    La madrina Encarnación nos recibió encantada y nos contó la reciente pérdida de su huinsho (modismo de nuestra tierra para señalar al último hijo) de 15 años de edad.

    Nos contaba emocionada mientras su esposo, un policía curtido, dejaba deslizar por su rostro gruesas lágrimas de dolor. Él lloraba en silencio pero ella estaba feliz y contenta.

    Nos dijo que su joven hijo comenzó a presentar los estigmas de Cristo, heridas en las manos y el costado que no cerraban, por lo cual fue internado en el Hospital de Policía que está ubicado en el distrito de Jesús María.

    Luego de un mes de internamiento su hijo le llamó emocionado a su madre:

    ¡Mamá, mamá, me viene a llevar! Me viene a llevar la Virgen María.

    Vete hijo mío – le dijo con voz fuerte la mamá – vete de este mundo cochino.

    Murió el adolescente en los brazos de su madre, al igual que Jesús. Es imposible comprender la alegría de una madre creyente y llena de fe porque su hijo iba de frente al Cielo. Es, también, imposible no emocionarse con esta historia narrada por la propia mamá y ver el arrobamiento y alegría con que lo decía.

    Ya dije que el papá lloraba en silencio, pero al terminar de contarlo su mujer, ya no pudo permanecer en silencio y sollozó. Nos abrazamos los cuatro y, como dije, estábamos emocionados y lloramos los nuevos esposos. Llorábamos los tres y nos alegramos por la alegría de la madrina Encarnación.

    Esta es una historia increíble y verídica. Nunca antes y nunca después hemos visto algo parecido pues la muerte siempre llama al dolor.

    EL CABO SUÁREZ PUEDE SALTAR

    Se iban a realizar las Olimpiadas Militares y a último momento se pusieron a buscar atletas durante la formación en el cuartel ¿quién puede correr? ¿Quién puede saltar salto largo? ¿Quién puede saltar salto alto?, y así.

    Se me ocurrió murmurar que yo había saltado en el colegio un metro treintaicinco, no habré hablado tan bajito que el sargento dijo a voz en cuello:

    —Mi Mayor, aquí el cabo Suárez puede saltar.

    —Cabo Suárez, al frente.

    —Presente mi Mayor.

    De inmediato nos hicieron subir al camión y partimos rumbo al cuartel BI 19 (Batallón de Infantería nº 19), donde estaba la Escuela de Comandos y tenía entonces todas las instalaciones para desarrollar la Olimpiada. Dentro de mí decía ¿Por qué se me ocurriría hablar? Ya hacía dos años que había dejado el colegio y mi mejor marca era ampliamente superada por algunos compañeros que sí se dedicaban al salto alto.

    Estábamos un cabo en salto largo, yo en salto alto, el alférez Rivas en 100 metros planos y otro alférez en mil seiscientos metros.

    Escuché al mayor conversar con el Alférez Rivas:

    Si va usted a hacer más de 12 segundos mejor corro yo.

    No mi Mayor, voy a hacer menos de 12 segundos.

    El Alférez Rivas llegó último. Pero el otro alférez ganó lejos la competencia de Mil seiscientos metros, pese a su corta estatura y a que era oficial de Intendencia (No hacía servicio en el cuartel, es decir, no practicaba deportes). El cabo de salto largo batió record con seis metros, único en la competencia.

    El problema fue conmigo. Es cierto que en el colegio practicábamos todos los deportes y teníamos calificaciones en todos ellos, pero yo destaque nítidamente en el Equipo de Gimnasia en aparatos. Salto alto lo hice muy a mi estilo, palomita. Y 1.35 era un salto meritorio aunque modesto, pero ahora querían que compita con saltadores profesionales, sobre todo que vienen preparándose intensamente durante meses, no como nosotros, simplemente nos señalaron y nos subieron al camión y aquí estamos.

    Nunca me preocupé en desarrollar un estilo de salto pues solamente cumplía tratando de aprobar. Nunca jugué fútbol ni basquetbol, ni tampoco sobresalí en bala, disco o jabalina. Solamente me dedicaba a la gimnasia en Aparatos (taburete, barra y barras paralelas) y en ello si era muy bueno, el mejor.

    Llegado mi turno pasé el metro cincuenta pero no fue aceptado. Decían que las normas internacionales no permiten que primero pase la parte superior del cuerpo y yo solamente sabía saltar de palomita, al pasar el listón me daba una volantinada en la arena.

    Los oficiales de todas las unidades vinieron a explicarme cómo saltar, pero no puedes adoptar una modalidad que nunca has usado, no sabía hacer el salto de tijera, o el fosbury únicamente sabía lanzarme de palomita: las tres veces pasé el metro cincuenta, un record para mí, pero las tres veces fui rechazado y al final, eliminado.

    Hoy en día, si ven los Juegos Olímpicos podrán observar que los mejores saltadores del mundo pasan primero la cabeza, tal y como yo lo hacía pero no valió en nuestra olimpiada. Veo con pena que las cosas han cambiado en la actualidad, pero en 1962 fue un verdadero desafío.

    NUEVE MESES EN MI VIENTRE

    Mi encantadora amiga Salvith Karen Meléndez Ruiz publicó en su muro, hace algún tiempo, una imagen que contiene un meme:

    9 meses en mi vientre,

    12 horas de parto,

    100 noches sin dormir…

    y se parece a su papá.

    Es en realidad el meme

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