EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER
Kiko Veneno casi no necesita ni el apellido en su presentación, aunque, en realidad, ni se llama Kiko ni se apellida Veneno. José María López Sanfeliu, nacido en Figueras en 1952 y gaditano de adopción, fue apodado Kiko en la universidad y heredó Veneno del grupo que fundó con Raimundo y Rafael Amador en 1977. Desde entonces han llovido un buen puñado de discos y canciones inolvidables, también algunos himnos, pero Kiko sigue con hambre. La suya va más allá de las tostadas que se ha desayunado –con pan integral, aceite de oliva y fruta–. Su hambre tiene que ver con la curiosidad, la empatía, el deseo, la solidaridad, el conocimiento. De modo que, mientras resuenan los compases flamencos de la canción que dará título a su próximo álbum, Hambre, dan ganas de hablar de comida.
Pongo la cafetera mientras me afeito / El café se quema y mi cabeza / también se quema de tanto pensar (Cuando me levanto, La familia pollo, 2000)
Kiko ha empezado su día con pan casero y aceite de oliva, siempre ecológico, matiza –“porque no me fío de los aceites que no lo son”–, y lo subraya lamentando que en Andalucía una buena parte de la industria del olivar agroindustrializada contamine los suelos. Kiko no se anda con medias tintas y su discurso nunca es banal. Comprometido y contumaz, se cuestiona casi todo lo que le rodea, ávido de respuestas, sin artificios ni autocensura. “Me gustan mucho los sabores naturales, y procuro llevar
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