El Militante Y La Luna Llena: Buscando Los Sentimientos

Por Carlos Jorge Galindo

Constantino Jos Indalecio Garca Tapias, conocido por todos como Jos, el militante, senta una inmensa fascinacin, un gran encantamiento, una enorme atraccin y una exorbitante alucinacin por la luna llena. Bajo la direccin invisible, misteriosa y escondida de Mara haba llegado a entender, desentraar, descifrar, interpretar y comprender la relacin existente entre la luna llena y l, pero no saba cmo solucionar su problema, que haba dejado de ser un enigma para convertirse en una realidad que tena que afrontar y resolver. En un encuentro casual conoci a Eulogio, el yatiri del Titicaca, que le indic el camino que deba seguir para encontrar la solucin al misterio que le amargaba. Jos sigui las instrucciones del yatiri y viaj hasta el lago Titicaca para visitar la Copacabana, la isla del Sol y la isla de la Luna, donde entr en conexin con l mismo y descubri la afectividad, el aprecio, el apego, la simpata y la amistad. Sus pensamientos reaccionaron a los estmulos naturales que recibi en el entorno del Titicaca y el resultado fue que su forma de pensar y de sentir cambiaron. Con intensa claridad y vehemente exactitud lleg a la conclusin de que su espritu, y no su cuerpo, deba dirigir su vida.

• Idioma: Español
• Editorial: Palibrio
• Fecha de lanzamiento: 27 feb 2017
• ISBN: 9781506519180

Carlos Jorge Galindo

Carlos Jorge Ismael Galindo Tardío, nacido en Cochabamba, Bolivia en 1951, estudió derecho y economía en la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier en Sucre, Bolivia pero no pudo concluir sus estudios debido a que la universidad fue clausurada por varios años. Obtuvo su maestría en economía de la City University of New York. Trabajó en comercio internacional por cuarenta y cuatro años y al jubilarse decidió escribir novelas. “El militante y la luna llena” es su primera novela que está compuesta por cinco tomos, “El enigma develado” es la primera de la serie.

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Copyright © 2017 por Carlos Jorge Galindo.

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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

Fecha de revisión: 27/02/2017

Palibrio

1663 Liberty Drive

Suite 200

Bloomington, IN 47403

752560

ÍNDICE

I El encuentro con el yatiri

II El peregrino decidido

III El lago sagrado

IV La diosa de la fertilidad

V La pequeña mariposa

VI Del mirador al observatorio

VII El balsero del Titicaca

VIII Las sirenas del lago

IX La isla del Sol

X La isla de la Luna

XI Los sentimientos revelados

XII José apaciguado, el militante agitado

I

El encuentro con el yatiri

En el majestuoso conjunto de la creación,

nada hay que me conmueva tan hondamente,

que acaricie mi espíritu

y dé vuelo desusado a mi fantasía

como la luz apacible y desmayada de la Luna.

Gustavo Adolfo Bécquer

C ONSTANTINO JOSÉ INDALECIO García Tapias, conocido por todos como José, había pasado dos días y dos noches en la biblioteca de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Bioquímicas de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, Bolivia, para intentar descubrir por qué la luna llena tiene una gran capacidad para seducir a las mujeres, para que se entreguen a los placeres sexuales y para que disfruten de la unión carnal de la misma forma que él lo hace.

Bajo la dirección invisible, misteriosa y escondida de María había llegado a entender, desentrañar, descifrar, interpretar y comprender la «Fórmula del sexo, pero NO del amor». José tenía un cuaderno con instrucciones precisas de cómo debía encontrar las señales y los indicios que le ayudarían a entender la relación existente entre la luna llena y él. La misteriosa María había vaticinado, presagiado y anunciado que si José no estudiaba en profundidad y completa atención e investigaba en gran detalle el problema que tenía, continuaría infeliz durante el resto de su vida, en la que dependería de la complacencia física y dejaría de lado la satisfacción sentimental.

Resonaban en la mente de José varias de las palabras que María le había dicho o había dejado escritas en el cuaderno que pasó a llamar «Guía del olfato y del sexo». Las que más se grabaron en su cabeza fueron las que dijo, de forma clara y directa, después de permanecer meditando durante varios minutos en la postura mudrasana de yoga:

—Recuerda que la Luna no siempre brilla en el firmamento; también muere y vuelve a nacer. Debes entender que el acto de la reproducción lo hacen los animales y hasta las plantas; los hombres y las mujeres hacemos el sexo como una forma de satisfacción corporal, pero el amor es un sentimiento del que pocos humanos podemos disfrutar.

A José le parecía inaceptable e inadmisible y hasta absurdo que una mujer lo dejara en el estado en que se encontraba sin tocarlo. Recordó que hubo varias mujeres que lo agotaron en el sexo, pero jamás pensó que alguna de ellas tuviera el poder de moderar su ímpetu sexual de forma intelectual. María había hecho que descubriera su problema usando su propio esfuerzo, la correspondiente reflexión y el concerniente razonamiento. De este modo, había podido interpretar la «Fórmula del sexo, pero NO del amor», interpretación que era la llave para ayudarle a encontrar una solución definitiva al enigma que le acosaba.

Deseaba saber el motivo por el que no le había sido posible seducir a María y la explicación a la que llegó fue que la Luna no estaba en su fase llena las veces en que permanecieron juntos. Pensaba que si hubiera sido una noche de luna llena cuando María estuvo a su lado, le hubiera sido posible conquistarla, someterla, seducirla y copular con ella. Y estaba seguro de que en un próximo encuentro con su eventual consejera intelectual y espiritual, en noche de luna llena, se sometería, se doblegaría y se entregaría a sus deseos sexuales y disfrutaría de la unión carnal de la misma forma que él lo hacía.

María no solamente consiguió controlar, sofocar y dominar el ímpetu, el brío y la fogosidad sexual de José, sino que le instigó psíquicamente, le desafió intelectualmente y le aconsejó espiritualmente. A él le dolió profundamente, se puso pensativo y hasta quedó enojado cuando leyó las palabras que María había escrito en el papel que encontró sobre la mesa de estudio en la biblioteca de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, que decían:

«Eres una persona ególatra, soberbia, narcisista y petulante. También eres creído, presuntuoso y vanidoso. En pocas palabras, solo te interesa tu propia persona. No entiendo cómo quieres aparentar ser socialista: eres el verdadero egocéntrico».

José salió del edificio central de la universidad completamente cansado, extenuado y desanimado. Tenía agotamiento físico, cansancio mental, debilidad corporal, falta de sueño y desnutrición general. Ignoró el saludo de varios amigos que estaban en la puerta de la universidad y continuó caminando, casi como un sonámbulo, queriendo encontrar un camino que lo llevara a un lugar que él mismo no sabía dónde estaba. La imagen de un lago, cuyas aguas tenían un color azul intenso, que José vio al cerrar con fuerza los ojos para protegerlos de la luz del Sol, y también para calmar su cansancio, superar la conmoción, vencer la emoción, dominar la agitación y contener el desconcierto en que se encontraba, se convirtió en algo místico, espiritual e idealista que al mismo tiempo que satisfacía el placer de sus sentidos le provocaba una inmensa angustia, una intranquilidad indefinida y una incertidumbre imprecisa.

Caminaba por las calles de El Prado, en la ciudad de La Paz, como si estuviera en un laberinto cuya salida le era muy difícil encontrar. El hambre que tenía, después de pasar dos días y dos noches comiendo tan solo habas tostadas y masticando coca, le llevó instintivamente al mercado Camacho, donde había muchos puestos que vendían desayunos desde primeras horas de la madrugada. El mercado Camacho siempre estaba lleno de comerciantes en tránsito, visitantes de todas las condiciones, estudiantes borrachos y amas de casa comprando los ingredientes de las comidas que prepararían para sus familias. También había albañiles, carpinteros, mecánicos y sobre todo viajeros, que antes de continuar su trayecto deseaban alimentarse pagando precios al alcance de sus posibilidades financieras.

En la entrada del mercado Camacho encontró una familia que estaba sentada en las gradas de acceso. El poncho