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Los encantos acambarenses y sus moradas: Un estudio de la tradición oral desde la antropología simbólica
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Los encantos acambarenses y sus moradas: Un estudio de la tradición oral desde la antropología simbólica
Libro electrónico416 páginas5 horas

Los encantos acambarenses y sus moradas: Un estudio de la tradición oral desde la antropología simbólica

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Preservada durante siglos en la memoria de sus habitantes, la tradición oral de Acámbaro, Guanajuato, ha fungido como medio intangible a través del cual se ha transmitido, de una generación a otra, valiosos elementos culturales que conforman parte importante de su identidad social y comunitaria; esta obra se aboca al estudio de este rico y complejo
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 dic 2019
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    Los encantos acambarenses y sus moradas - Carlos Vázquez Olvera

    amistad.

    AGRADECIMIENTOS

    Este libro fue escrito originalmente para presentarse como tesis doctoral, por eso mi primer agradecimiento es a Marie-Odile Marion, coordinadora académica del Doctorado en Antropología Simbólica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH): su interés en mis materiales me llevó a formar parte de la generación 1998-2000. A ella la recuerdo por su lucha y tesón por la vida. En paz descanse.

    Hago extensivo mi agradecimiento a nuestros maestros los doctores Patricia Fournier y Stanislaw Iwaniszewsky, que a la muerte de la doctora Marion se encargaron de mi grupo hasta concluir el posgrado; a Ángela Ochoa y a Lourdes Báez, mis compañeras de generación, con quienes dialogué y compartí información, así como por nuestra actual amistad; a mis otros compañeros por esta aventura compartida.

    Para tener una visión amplia de las investigaciones que se realizaban sobre este tema fui aceptado en seminarios y clases con los investigadores Alfredo López Austin y Guilhem Olivier de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Julieta Haidar de la ENAH. Reitero a ellos mi agradecimiento por abrirme los ojos a este campo de investigación nuevo para mí y por sus aportes al proyecto de tesis, lo mismo que a mis sinodales las doctoras Hilda Iparraguirre, Alicia Bazarte, Ana Saloma, Elsa Muñiz y, particularmente, Patricia Torres, cuyos comentarios enriquecieron mi trabajo, al igual que los del doctor Jorge Tirzo.

    La antropóloga Beatriz Moreno me apoyó en la paleografía de algunos documentos encontrados en el Archivo General de la Nación (AGN) sobre hacendados y la hacienda de San Cristóbal. En el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) la atención de la licenciada Cecilia Aldana Calva fue clave para localizar y aprender a procesar los mapas digitalizados que localizamos.

    En mis constantes visitas a Acámbaro fui hospedado en las casas de las familias Vázquez Martínez, Vázquez Núñez y Olvera Souza. Hago explícito mi reconocimiento hacia ellos por su apoyo. Un agradecimiento también para los acambarenses Otoniel Guerrero y Juan Silva, con quienes en diversas ocasiones pude comentar los avances de mi trabajo; para la doctora María Guevara Sanginés, directora del Archivo General del Estado de Guanajuato, por la enriquecedora y estimulante reunión sobre el desarrollo de mi investigación; para el doctor Eduardo Merlo y su esposa Quetzalina Sánchez, por darme la información sobre el Ángelus y el Alabado que expongo en el segundo capítulo. Me respaldó mi colega y amigo Miguel Ángel Correa, con quien he compartido el interés por el tema, en el levantamiento de datos e imágenes de una temporada en campo para la fiesta de San Isidro Labrador.

    Gracias a mis amigos el arqueólogo Francisco Rivas y la historiadora del arte Margarita García, quienes me orientaron para ver de manera diferente los relieves de la Fuente de El Águila; a la diversidad de colaboradores con quienes conversé y me transmitieron la herencia cultural acambarense, en especial a Teresa Núñez, don Andrés Jurado, don Epifanio Vera y Esperanza Vera, a esta última por el entusiasmo en mi proyecto y la oportunidad que me brindó para conocer a su abuelo, y a Félix García por su interesada participación en mi tesis.

    A mi amiga Teresa Pacho, con quien inicié mi vida profesional en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)-Iztapalapa y a quien reencontré muchos años después en la ENAH. Ella asumió la responsabilidad de la revisión de estilo de mi texto. A los dictaminadores, por sus valiosas observaciones que enriquecieron mi trabajo. A mi padre Octavio Vázquez Sámano, acambarense interesado en la cultura de su lugar de origen con quien mantuve constante diálogo y motivación.

    A mi tía Esperanza Sámano Serrato, quien me confió algunas fotografías de la familia resguardadas con mucho cariño. A la señora Rosa María Martínez Quezada, por facilitarme su colección fotográfica. Y mi eterno agradecimiento a mi directora de tesis la doctora Patricia Fournier, por su interés y estímulo para concluirla.

    INTRODUCCIÓN

    Empecé a trabajar el tema sobre aparecidos o espantos en 1996, cuando un grupo de amigos y colegas decidimos armar un proyecto de investigación que diera como resultado la publicación de un libro (Vergara, 1997). A partir de entonces y durante mis estudios de doctorado en Antropología Simbólica realicé diversas prácticas de campo en Acámbaro, Guanajuato, y recopilé y acumulé relatos sobre el tema. En ese momento, al estudiar la tradición oral por primera vez analicé la estructura de los elementos que conformaban los relatos, para conocer su origen y repetición en ambientes familiares o amistosos que sirven para transmitirlos y aprender esos elementos culturales. Observé que en el entramado de los relatos se describían elementos topográficos y arquitectónicos que remiten a los elementos tradicionales mesoamericanos, entre los que se encuentran los cerros del Chivo y del Toro, que en sus cuevas resguardan riquezas y se refieren a los testimonios arqueológicos; también existen haciendas, el Puente de Piedra e iglesias, entre otros monumentos virreinales. Por otro lado, los acambarenses que llevan a cabo la serie de acciones en los relatos viven en interacción con seres extrahumanos que habitan esos espacios y los recorren en la superficie y por caminos infraterrestres. El personaje que con mayor frecuencia se recuerda es La Condesa, y le siguen otros relacionados con ella: El Toro, El Jinete Negro y La Serpiente. El auditorio al que se le transmite este patrimonio cultural emanado de la tradición oral se conservó durante siglos en la memoria de la población y se hereda a cada generación.

    Durante el trabajo de campo advertí que en la mayoría de los escenarios referidos por los narradores en la actualidad se efectúan ritos durante el periodo del año más seco y a inicios del ciclo agrícola para pedir un buen temporal, preparar las semillas para librarlas de las plagas, que se fertilicen y reproduzcan. Los campesinos y rancheros bendicen los tractores e implementos agrícolas para realizar las tareas del campo. Las fiestas importantes en el medio campesino mestizo de Acámbaro son el 2 de febrero, Día de La Candelaria, de marzo a junio la Santa Cruz y el 15 de mayo San Isidro Labrador. Otra fiesta relevante desaparecida es la Misa de las Espigas, que se celebraba en el Cerro del Chivo en los años que escaseaba el agua. De modo que este libro analiza diversos relatos recopilados sobre los encantos y su vinculación con los rituales propiciatorios observados durante el trabajo etnográfico. Para comprender la cultura y su dinamismo se siguieron las adaptaciones a las manifestaciones y a los cambios sociales. Desde la perspectiva de los campesinos, identificar aquellos símbolos relacionados con la fertilidad de las tierras y los propietarios o dueños de éstas y, por tanto, dueños de las riquezas que producen. Dentro de este espacio cargado de semiosis fue que se estudiaron los sistemas que la producen.

    Los relatos y rituales tienen sentido en este espacio cultural delimitado por los elementos geográficos y arquitectónicos que enmarcan las actividades laborales agrícolas y ganaderas que dependen de la fertilidad de la tierra, como la agricultura y ganadería. Otro punto importante para comprender la cultura acambarense son las creencias religiosas que tienen interdependencia con otros factores y se manifiestan en la memoria colectiva que los dinamiza, da sentido y permiten la comunicación en este contexto a partir de su anclaje en hechos reales, como las formas de vida de los propietarios de la tierra. Fuera de él, carecen de semiosis. La diversidad de símbolos que integran los relatos y los rituales se actualizan en la memoria de los acambarenses y se resimbolizan los elementos imaginados de los cerros como contenedores de la riqueza transmitida a la hacienda de San Cristóbal, como un lugar de abundante producción y riqueza, manifiestas en la productividad agrícola y ganadera, y en la forma de vida de sus moradores. Bajo esta idea, las semillas son una riqueza resguardada en los cerros y cargada de propiedades reproductivas en la festividad de La Candelaria; al desprenderse de su vinculación a la tierra, el campesino convierte sus actividades agrícolas en comerciales, se transforman y actualizan los símbolos de semillas tradicionales, como maíz, frijol y calabaza, por dulces industrializados sobre los que colocan al Niño Dios durante la ceremonia para bendecir las semillas el 2 de febrero. Los productos industrializados se consumen en los hogares durante el resto del año o se mezclan con aquellos que se comercian en las pequeñas tiendas.

    En este contexto, algunos elementos pueden modificarse y modernizarse, como los antiguos caminos a las rancherías en carreteras, pero los encantos se manifiestan por igual. Los acambarenses ven a La Condesa ataviada con su indumentaria característica del siglo XVIII cuando transitan en sus camiones, camionetas o automóviles hacia sus comunidades o al caminar sobre esta vía. Las tierras a orillas del río Lerma, otrora parte de las propiedades de la hacienda de San Cristóbal, rodean hoy una central ferrocarrilera, por la que circulan en la actualidad mercancías que se intercambian a través del Tratado de Libre Comercio entre nuestro país, Estados Unidos y Canadá; y dentro de las que figuran automóviles transportados en modernos contenedores hacia ambos destinos.

    El área de estudio presenta una carga de semiosis. Colinda al norte con el río Lerma y los cerros del Chivo y Guadalupe; al sur con los cerros de La Cruz y El Cazo; al oriente con el Cerro del Toro; al occidente con la congregación de Los Morales y la prolongación del actual Dique Braniff. Sus tierras son fértiles y son regadas por el río Lerma y parte de la Laguna de Cuitzeo.

    Los pobladores de Acámbaro han vivido fundamentalmente de la agricultura y ganadería, hasta el declive nacional de estas actividades productivas. En la actualidad buscan opciones laborales en otras ciudades del país o en Estados Unidos. Sus ingresos dependen en una importante cantidad del envío de remesas por parte de los migrantes y de una importante actividad comercial que como cabecera del municipio se lleva a cabo en la zona urbana. Sin embargo­, una parte de la población aún depende de las actividades agrícolas, mantiene su vinculación a la tierra y realiza ceremonias y ritos propiciatorios dentro de este espacio semiótico delimitado para predecir y asegurar buenos ciclos de lluvia en beneficio de la fertilidad de sus tierras.

    Ubicación de Acámbaro. Google Earth.

    Para la sistematización, integración y análisis de este material fue fundamental su contextualización histórico-social; su formación llevó a una revisión bibliográfica y hemerográfica que mostró sólo cuatro libros publicados por acambarenses interesados por la historia de su tierra: Almanza (1999), Argueta (1998), Ferreira (s/f) y Ríos (1999), éstos son básicamente esfuerzos que compilaron datos y anécdotas de la historia local. Federico Macías (2007) es el primer académico de Acámbaro que es profesor de la Universidad de Guanajuato y cronista vitalicio del municipio desde 2004; su obra es una compilación de artículos de las etapas prehispánica, independentista y contemporánea. También hay dos tesis de estudios arqueológicos de los cerros del Toro y del Chivo (Gorenstein, 1985; Contreras, 1985) y algunos ensayos de El Colegio de Michoacán. En internet se encuentran dos artículos que ayudan a reconstruir el devenir histórico (Williams,1999; Macías, 2002).

    Pedro Rojas (1967) realizó un levantamiento de los contados monumentos arquitectónicos coloniales que se conservan, datos que me permitieron acercarme al estudio de la Fuente Taurina. Emma Yanes (1991) escribió sobre la historia del ferrocarril en Acámbaro, texto que me sirvió para comprender la importancia de la zona como centro ferroviario. La investigación de Isabel Sánchez (1994) me acercó al estudio de las haciendas y la recopilación del diezmo en la zona, fundamental para reconstruir la vida social y económica del siglo XVIII. La obra de Francisco Javier Meyer (1993) fue esencial porque me abrió un panorama amplio para conocer la reforma agraria en Acámbaro. Sin embargo, sobre la diversidad de fiestas no hallé ningún trabajo orientado desde la antropología social, ni encontré investigaciones de análisis de la rica tradición oral.

    El material oral se recopiló en diferentes etapas de trabajo de campo en las comunidades de Solís, Guadalupe, Chupícuaro y Acámba­ro. Por las características del tema necesité del apoyo de algunas personas, como la señorita Teresa Núñez, que me remitió con Félix García, a quien sus familiares contratan como mesero para las fiestas de la hacienda San Cristóbal. El señor García me contactó con dos entrevistados clave para este libro: don Epifanio Vera y don Andrés Jurado Tinajero. Asimismo, el director del Museo Arqueológico de Chupícuaro me presentó con algunas personas que conocían diversas narraciones. En la realización de las etnografías de las fiestas me acerqué a los participantes para conversar y los que decidieron colaborar conmigo me permitieron grabarlos, y al finalizar la entrevista les pedía referencias de personas para platicar con ellas del tema. También conversé con los organizadores de las diversas etapas de las fiestas. Sin su participación no habría podido conocer las diversas vertientes sobre los aparecidos o encantos, porque los narradores se exponen a comentarios, como le sucedió a Félix García: ¿A poco ya van a empezar a platicar de sus fantasías?

    En el desarrollo de las etnografías de las fiestas consideré importan­te tener la versión de la Iglesia, y entrevisté a algunos sacerdotes para encontrar información. El trabajo me llevó a platicar con fray Mariano Joaquín Luna Martínez, vicario del Ecce Homo, y con fray Luis Rodolfo Bernal García y Silvestre Arrieta, curas de la iglesia de Chupícuaro. Visité a don Pedro Cruz, autor de los murales de las iglesias acambarenses y de otras obras en el Bajío para obtener datos que me permitieran comprender el sentido o mensaje que el autor quiso dar a través de los símbolos que reprodujo en su obra. Reflexioné sobre la pertinencia de grabar a estos acambarenses, que son junto conmigo autores de este libro. El manejo de la técnica me ha permitido transcribir con mayor fidelidad y respeto el manejo de su habla, la diversidad de relatos que integran el corpus de este volumen. En la actualidad cuento con las cintas donde quedaron grabados los testimonios en las voces de mis colaboradores, como parte de un archivo oral.

    El trabajo en el AGN sirvió para reconstruir la historia de las familias de hacendados, junto con los datos extraídos en la Biblioteca Manuel Orozco y Berra de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, donde obtuve las ilustraciones de las Crónicas de Michoacán que sirven para ilustrar el tema del Diablo. En el AGN conseguí los mapas que dan cuenta de la transformación del paisaje acambarense desde la perspectiva cultural occidental. En el INEGI tuve a mi alcance publicaciones y orientación para conseguir de internet mapas y vistas aéreas de la zona. Conjunté la información que se tiene sobre el municipio, la población, las características de la tierra, cultivos, producción agrícola y ganadera, entre otros datos faltantes. Además, mantuve conversaciones constantes con personajes de Acámbaro de distintos sectores sociales de quienes fui obteniendo datos y verificando otros.

    Para la realización de las etnografías, aparte de la observación y la entrevista, evalué como tarea primordial hacer un levantamiento fotográfico del desarrollo de las fiestas. Las imágenes me ayudaron a recordar datos, a sustentar mis ideas y a ilustrarlas. Por la importancia que tiene el material fotográfico, en varias etapas de trabajo de campo recorrí negocios de fotografía y puestos callejeros y obtuve copias de imágenes históricas del acueducto y el ferrocarril. La señorita Esperanza Sámano Serrato y el matrimonio integrado por doña Rosa María Martínez y Francisco Gallardo me facilitaron fotografías de las inundaciones en 1897 y 1927. En épocas de sequía subí en varias ocasiones al Cerro del Chivo para ubicar la cueva a la que los relatos hacen referencia y a realizar un levantamiento fotográfico de la rica colección de petrograbados que sólo en esta temporada pueden apreciarse. Por último, quiero dejar testimonio de la problemática, experiencias y reflexiones durante el proceso de recopilación, sistematización y análisis de los datos obtenidos. Mi idea original fue ubicarme en la comunidad para obtener la información necesaria para integrar el corpus de mi trabajo. Sin embargo, en el desarrollo del proyecto me sensibilicé sobre el desconocimiento y desinterés de un porcentaje alto de la comunidad por su patrimonio cultural.

    A inicio de la década de los años sesenta, el gobierno estatal, durante la gestión de Torres Landa, destruyó gran parte del patrimonio arquitectónico de Acámbaro, sin valorar que el poblado sea el más antiguo del estado. A muchos monumentos, como la Casa Sámano, les quitaron aproximadamente tres metros de sus fachadas para alinear las calles y encementar sus bellas calles empedradas. La modernidad hizo que se perdieran las fachadas originales, herrería, balconería y portones imponentes que compraron anticuarios principalmente de Querétaro para los nuevos fraccionamientos. La sociedad civil también ha destruido sus casas para construir nuevas bajo la influencia de la experiencia de sus migrantes en Estados Unidos. La arquitectura virreinal se ha perdido, y la sensación de visitar el poblado es la misma respecto de cualquier otro del Bajío, con el mismo tipo de arquitectura, enfocada a la ubicación o adaptación de locales comerciales por la intensa actividad que realizan como cabecera del municipio.

    A finales de la década de 1990 los alumnos de la maestría en arquitectura con especialidad en restauración de monumentos de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), desarrollaron un proyecto y trabajo de campo en la comunidad. Las investigaciones dan cuenta del grado de destrucción del patrimonio arquitectónico y proporcionan un registro detallado del que aún se conserva. Juan Silva, guarda una copia del trabajo final.

    La sociedad civil y el gobierno municipal no se han organizado para rescatar el patrimonio arqueológico de los cerros del Toro y del Chivo, porque la mancha urbana y las maquiladoras han invadido las zonas arqueológicas. En una vialidad construida en su apertura se distinguen los cortes estratigráficos, en los cuales se aprecia la riqueza de material lítico y tepalcates conservados en la tierra. Algunos acambarenses cuentan con colecciones valiosas de piezas Chupícuaro o algunas que los campesinos han descubierto en sus parcelas al barbecharlas o en las laderas de los cerros. El Cerro del Chivo ha sido dividido en parcelas por los ejidatarios, y ha quedado dentro de ellas la zona arqueológica, y en la ladera y base de éste el barbecho se ha intensificado. Una simple visita por estas tierras, ahora de cultivo, dan testimonio de la riqueza arqueológica que conserva: en un recorrido pueden verse manos de metates, tepalcates, figurillas de cerámica, etcétera.

    El desinterés por los museos es palpable en las vitrinas del museo local que el INAH formó a inicios de los años setenta, como parte del Programa de Museos Locales y Comunitarios de la Dirección de Museos y Exposiciones, reinstalado en su sede actual con un discurso museográfico caduco con colecciones mínimas. En contraparte, el Museo Arqueológico de Chupícuaro exhibe una propuesta museográfica interesante con una amplia participación de los diversos actores sociales, inclusive de la Iglesia católica, que colaboró de manera intensa en su planeación, diseño, producción, montaje y manejo. En este mismo sentido debo resaltar la activa labor que ha desplegado la Casa de la Cultura de Acámbaro en las tareas de difusión cultural.

    De hecho, los acambarenses interesados en su patrimonio cultural han denunciado el desinterés del gobierno federal a través del INAH para llevar a cabo trabajos de rescate e investigación en estas áreas. El gobierno municipal ha perdido sus archivos, entre otros factores por las inundaciones que cada año amenazaban al poblado. Hasta ahora no hay un área destinada al rescate, conservación, clasificación y consulta de estos acervos históricos.

    Las nuevas generaciones de profesionales o aficionados a la historia no fomentan ni investigan su patrimonio cultural y no hay material publicado que aporte nuevo conocimiento, sólo existen algunas reediciones de los trabajos realizados hace mucho tiempo. A los historiadores locales no les ha interesado el registro de sus fiestas; sus trabajos se limitan a breves reseñas históricas basadas en la transcripción de fragmentos de libros de historiadores profesionales y en resaltar la labor de personajes específicos de la comunidad, fiestas católicas y proyectos modernizadores, como la construcción de la Presa Solís y la introducción y consolidación del ferrocarril. Un aspecto a resaltar es que no quedan registros del desarrollo de la alfarería y los textiles en la localidad, unas de sus actividades económicas destacadas. La Iglesia católica cada año se enfrenta a los organizadores de las fiestas populares, como la de la Santa Cruz, para tener su control. Durante mis entrevistas, varios organizadores manifestaron su descontento por esa desgastante lucha. Por otro lado, el trabajo de otras Iglesias en la zona ha disminuido el número de adeptos al credo católico, y por ende la participación en las fiestas.

    Es importante comentar la preocupación y participación de organismos internacionales para salvaguardar el patrimonio cultural. En reuniones de los especialistas y Estados miembros de la UNESCO, en París en octubre de 2003, surgió la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que planteó la relevancia de este patrimonio, como crisol de la diversidad cultural y garante del desarrollo sostenible. La convención propuso para salvaguardar, respetar y sensibilizar en los planos internacional, nacional, regional y local su importancia y reconocimiento recíproco, la cooperación y asistencia internacionales. Define este patrimonio cultural inmaterial como los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas —junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes— que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. El patrimonio cultural inmaterial se transmite de generación en generación como un recurso valioso para que los grupos puedan reproducirse. La convención resalta su característica dinámica: es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. También se establecieron las medidas que cada Estado habría de emprender para implementar políticas que realcen la función del patrimonio cultural inmaterial en la sociedad y la integración de programas orientados a salvaguardarlos. Igualmente se recomienda la creación de organismos, dedicados a la salvaguarda de este patrimonio, el fomento de su estudio, el desarrollo de metodologías de investigación en el ámbito jurídico, administrativo y financiero para poner en marcha estrategias encaminadas a la formación y fortalecimiento de instituciones gestoras, la transmisión del patrimonio en foros y espacios, garantizar el acceso a éste y por último la conformación de instituciones que lo documenten y brinden un fácil acceso. La convención estipuló acciones para educar y sensibilizar a las poblaciones sobre la importancia de su patrimonio para asegurar su reconocimiento, respeto y valorización con programas dirigidos a grandes públicos que fortalezcan sus capacidades de salvaguarda mediante la gestión y la investigación científica. Estas acciones buscan mantener informadas a las poblaciones sobre las amenazas que atenten contra él y educarlas para proteger los espacios naturales y conservar la memoria colectiva.

    La Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, celebrada en París en octubre de 2005, expuso los efectos del proceso de globalización derivados del desarrollo de las tecnologías de información y comunicación, que crearon nuevos procesos de interacción entre los grupos culturales, lo que conlleva a un desafío para la diversidad cultural, en particular, las relaciones entre países ricos y pobres. Esta convención propuso como objetivos rectores la protección y promoción de la diversidad cultural de los pueblos, crear las condiciones para que las culturas prosperen y mantengan interacciones provechosas, fomentar el diálogo equilibrado y respetuoso entre las culturas para garantizar los intercambios culturales, impulsar la interculturalidad, promocionar el respeto entre los planos internacional, nacional, regional y local con el fin de lograr su revaloración, reafirmar el vínculo entre cultura y desarrollo e intensificar la cooperación y solidaridad internacionales, entre otros. De igual manera, se plasmó la necesidad de aplicar medidas en cada territorio para promover las expresiones culturales, a fin de incitar a las personas y grupos a: a)crear, producir, difundir y distribuir sus propias expresiones culturales, y tener acceso a ellas, prestando la debida atención a las circunstancias y necesidades especiales de las mujeres y distintos grupos sociales, comprendidas las personas pertenecientes a minorías; b) tener acceso a las diversas expresiones culturales procedentes de su territorio y de los demás países del mundo.

    En este contexto cultural se insertan la tradición oral y las fiestas acambarenses, que son su patrimonio cultural más vivo y dinámico, sobre todo para las personas que dependen básicamente del trabajo agrícola, entre las que destacan La Candelaria, Santa Cruz, San Isidro Labrador y la Virgen del Refugio, en la cual participa la mayoría de la población. Algunos acambarenses que han emigrado en búsqueda de actividades mejor remuneradas y que siguen en contacto con sus familiares y amigos colaboran con dólares en una gran proporción de los gastos de las fiestas, como la pirotecnia, música, arreglos florales y de las capillas y templos. Con estas acciones queda de manifiesto la diversidad de actores sociales involucrados en el resguardo de su patrimonio cultural. El material oral me condujo a buscar otros datos, que no localicé en los libros de autores locales, por lo que hube de andar caminos diversos del territorio de Acámbaro. Considero que este esfuerzo plantea algunas vetas explorables en beneficio del rescate, conservación, investigación y difusión del patrimonio cultural que aún forma parte de la vida cotidiana de los acambarenses.

    La primera parte Procesos histórico-culturales en la integración territorial de Acámbaro, se ocupa de la reconstrucción del devenir acambarense y de la importancia de la agricultura para contextualizar el material oral analizado. Muestra a algunos de los hacendados, en particular de la hacienda San Cristóbal, para ilustrar el tipo de habitantes y las relaciones establecidas entre ellos. En la memoria de los acambarenses, a través de los relatos contados sobre apareci­dos, conservan y transmiten su forma de vida. En la segunda parte Los encantos o aparecidos. Síntesis y reelaboración de fuerzas e identidades se desarrolla la manera en la que los campesinos asimilan y reinterpretan las relaciones sociales entre los grupos que han ocupado esas tierras, así como con los entes extrahumanos a los que el imaginario campesino identifica como los dueños de las riquezas producidas por la tierra, característica por la cual interactúan con ellos en búsqueda de su sustento. En la tercera parte Relación mundo humano/mundo extrahumano se expone la etnografía realizada sobre los ritos propiciatorios de buen temporal que cada año llevan a cabo los pobladores del lugar para activar las fuerzas generadoras de vida, algunas de ellas en los territorios cuyo dominio se atribuye a los entes extrahumanos.

    PROCESOS HISTÓRICO-CULTURALES EN LA INTEGRACIÓN TERRITORIAL DE ACÁMBARO

    Este capítulo aborda el devenir de la comunidad de Acámbaro a través de un recorrido histórico, y presenta una visión de los actores sociales que intervinieron en las diversas etapas de configuración, producción, uso y reproducción de la cultura en este ámbito geográfico. El análisis del contexto histórico revisa procesos sociales clave para entender la formación del territorio y la diversidad de culturas desarrolladas en él. En este trabajo se toma el enfoque de Gilberto Giménez, quien considera la cultura como el conjunto de los hechos simbólicos presentes en una determinada sociedad (Giménez, 2005: 329) y como una pauta de significados (Giménez, 2001: 5). Este concepto ayudará a comprender cómo los habitantes de Acámbaro, que se asentaron durante varias generaciones, no sólo tuvieron el interés de cubrir sus necesidades básicas para garantizar su reproducción, sino que le otorgaron una carga simbólica-expresiva.

    Este espacio geográfico que pertenece al Bajío fue ocupado por diversos grupos que nacieron o emigraron a él y construyeron y delimitaron fronteras políticas y simbólicas. Recurrimos en este sentido a la noción de territorio que Gilberto Giménez retoma de la

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