LA CORONACIÓN DE NAPOLEÓN LA PRIMERA MUESTRA DE PROPAGANDA MODERNA
EL 18 DE MAYO DE 1804, EL SENADO PROCLAMÓ A NAPOLEÓN EMPERADOR DE LOS FRANCESES. Se realizó un plebiscito nacional para confirmar este cambio de estatus y los resultados se presentaron el 6 de noviembre: 3,6 millones de votos a favor –el 99,93 %– y 2.569 en contra. La mitad de los votantes potenciales se abstuvieron. Con independencia del desenlace de los comicios, ya se habían puesto en marcha todos los preparativos para llevar a cabo una espectacular coronación. Empezaron con múltiples problemas.
El primero, la postura del Papa. Los monarcas franceses, como todos los demás, pretendían gobernar por derecho divino. En Francia, la parte más importante de la ceremonia de coronación tradicional era la consagración —sacre—, o unción del rey con aceite santo, que realizaba el arzobispo de Reims en su catedral. Consciente del valor simbólico de asociar su gobierno con la Divina Providencia, invitó al pontífice a oficiar en su coronación, pero en la catedral de París, para desmarcarse de cualquier relación con el Antiguo Régimen. desconfiaba de Bonaparte y se mostró reacio a ir a Francia, si no obtenía algunas concesiones para la Iglesia católica, diezmada durante la Revolución francesa. Napoleón suplicó, regateó y amenazó, por ese orden, con su tío, el cardenal como intermediario. El Papa, abrumado, acabó por acceder.
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