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La venta de Totolcingo, anexa a la hacienda jesuita de San José Acolman
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La venta de Totolcingo, anexa a la hacienda jesuita de San José Acolman
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La venta de Totolcingo, anexa a la hacienda jesuita de San José Acolman

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El libro que el lector tiene en sus manos da cuenta de las características de los sitios para el descanso y el abastecimiento a lo largo de los caminos durante el periodo virreinal, la localización de esta venta, los pormenores de su fundación, el personal que trabajaba en ella y la importancia que tuvo durante el tiempo que se mantuvo en funcionam
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 feb 2023
ISBN9786075397542
La venta de Totolcingo, anexa a la hacienda jesuita de San José Acolman

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    La venta de Totolcingo, anexa a la hacienda jesuita de San José Acolman - María de Guadalupe Suárez Castro

    Agradecimientos

    ———•———

    Arrieros somos y en el camino andamos

    Nuestro más sincero agradecimiento a Antonio Augusto De Paz Palacios y a Valeria Sashenka De Paz Suárez, quienes nos acompañaron a visitar las poblaciones, localidades, templos y exhaciendas de las que se hablan a lo largo de esta obra.

    Las numerosas fotografías que contiene este libro, el trabajo de edición de las mismas y el cometido de solicitar el permiso de publicación de las imágenes que resguarda el Archivo General de la Nación de México (agn), lo debemos a Antonio Augusto De Paz Palacios. Nuestro reconocimiento a su colaboración en todo momento porque este libro no hubiera quedado sin él.

    Gracias a los compañeros del Seminario permanente de estudios sobre Ecatepec, por coincidir en tantos espacios para conocer la historia de nuestro municipio y escuchar atentamente los avances de esta investigación en algunas de sus sesiones.

    A Vicente Camacho Lucario (q.e.p.d.), por apoyar el estudio de la historia y la conservación de los monumentos históricos de Ecatepec. Siempre en nuestros corazones, nos acompañarás cuando tengamos la oportunidad de ir a los templos de Tequisistlán, la visita que nos quedó pendiente realizar con los compañeros del Seminario.

    Al doctor Cuauhtémoc Velasco Ávila, director de Etnohistoria, por la paciencia que nos tuvo para terminar y entregarle el texto, por su interés en que tanto éste como todos los resultados de las investigaciones que se realizan en la Dirección sean difundidos.

    Al personal de la Subdirección de Investigación de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, particularmente al licenciado Marco Antonio Tovar y a la Srita. Sol, quienes nos atendieron, facilitaron la consulta de los documentos microfilmados y resolvieron nuestras dudas acerca de la clasificación de la colección que del Colegio de San Gregorio se resguarda en tan importante acervo.

    A Rocío Uribe, bibliotecaria de Etnohistoria, por facilitarnos amablemente el material bibliográfico del acervo del cual es responsable y conseguir en otros repositorios tesis y libros de difícil acceso.

    A la Comisión de Publicaciones de la Dirección de Etnohistoria y a Yatzil Canedo, quien siempre se mantuvo al tanto del proceso que implicó la publicación de este libro.

    A la doctora Rosa Brambila, por dar una primera lectura a este trabajo y hacerle observaciones, sugerencias y comentarios, todos bienvenidos. A los dictaminadores solicitados por la Dirección de Etnohistoria y la Comisión Central de Publicaciones del inah, quienes amablemente accedieron a revisar el texto y contribuyeron notablemente a su enriquecimiento.

    A Arturo Lozano, Yolanda Mondragón y la Dra. Patricia Gallardo Arias por los trámites y seguimiento en la Comisión Central de Publicaciones del inah.

    Al personal de la Coordinación de Difusión del inah.

    Introducción

    ———•———

    La venta es una de las instituciones novohispanas menos abordadas por los investigadores, mas no por ello de menor importancia para entender el desarrollo de los establecimientos de hospedaje, las vías de comunicación, los sistemas de transporte y el comercio a lo largo y ancho del actual territorio mexicano no sólo durante el periodo virreinal, sino hasta muy entrado el siglo xix. Con base en los caminos construidos entre los siglos xvi y xviii (sobre cuya ruta fueron trazadas muchas de las carreteras federales), el gran número de asentamientos que se encuentran al pie de ellos (cuyo devenir histórico se remonta incluso a la época prehispánica), la existencia de la moderna infraestructura que recuerda la función que en su tiempo tuvieron las ventas,¹ el sistema de producción y distribución de bienes de consumo que se generó al interior de ellas, así como su relación con otras instituciones económicas novohispanas y, por último, la pervivencia de los restos materiales de las antiguas construcciones de este tipo, como las casonas, por ejemplo, es necesario estudiar no sólo las ventas, sino también otros establecimientos, como los mesones y las posadas, que tanto en los caminos virreinales como en los pueblos y las ciudades hospedaban a los arrieros, los viajeros y los comerciantes y les proveían lo indispensable para su tránsito, con el objetivo de proporcionar mayor información sobre ellos, generar elementos de análisis y conocer parte del patrimonio histórico y cultural con el que contamos.

    La venta de Totolcingo, un establecimiento novohispano para la adquisición de insumos y servicio de hospedaje, fue fundado en 1740 por la orden religiosa de la Compañía de Jesús en las afueras del pueblo de San Miguel Totolcingo, en la jurisdicción de la alcaldía mayor de San Cristóbal Ecatepec, como parte de San José Acolman, la hacienda con la que esa orden financiaba su Colegio de San Gregorio. Durante la segunda mitad del siglo xviii y la primera de la centuria siguiente los viajeros, particularmente los arrieros que transitaban el camino de México a Veracruz vía Xalapa, podían aquí abastecerse de mercancías y además pernoctar en ella, pues era el segundo sitio de descanso y aprovisionamiento a lo largo de este camino (el primero era la Villa de Guadalupe) y el penúltimo en sentido inverso, es decir, al viajar de Veracruz a la Ciudad de México.²

    Esta venta funcionó en tanto la hacienda de San José Acolman y los establecimientos que formaban parte de ella, que recibieron el nombre de anexas (la hacienda de San Juan Tepexpan, el molino de Nexquipayac, el rancho de Buenavista³ y la propia venta de Totolcingo), mantuvieron al Colegio de San Gregorio, e incluso después de los dos momentos de expulsión de los miembros de la compañía (1767 y 1821). Las anexas no eran administradas directamente por los religiosos, sino por particulares, por lo que se daban en arrendamiento.

    Cuando el Colegio de San Gregorio cerró sus puertas en 1853 y se convirtió en la Escuela Nacional de Agricultura la hacienda de San José Acolman contribuyó a su mantenimiento hasta que fue vendida e incorporada a su vecina la gran hacienda de San Antonio Acolman. A partir del segundo tercio del siglo xix existió en Totolcingo una caseta de cobro del camino que iba de México a Tuxpan vía Apan.

    Nuestra investigación, que gira en torno a la venta de Totolcingo, propone reconstruir el devenir histórico y analizar la estructura interna de esta institución de hospedaje local, apenas mencionada en la historiografía como parte de la hacienda de San José Acolman. Esta propuesta se enmarca en el ámbito de la microhistoria mexicana a la que invitó Luis González y González en los años setenta del siglo pasado,⁴ debido a que intentamos rescatar la historia de un pequeño establecimiento situado al oeste de la actual población de Totolcingo, en el límite que forman dos municipios mexiquenses: Acolman y Ecatepec, este último caracterizado hoy en día por su urbanización masiva, su sobrepoblación, su pobreza, inseguridad y violencia.⁵

    Un principio metodológico utilizado en esta investigación consiste en reducir la escala conforme el principio de observación de la microhistoria italiana,⁶ con el objetivo de experimentar en la venta de Totolcingo las funciones que tuvieron este tipo de establecimientos en relación, primero, con el proyecto educativo jesuita, pues mientras se mantuvo formó parte de una hacienda, institución de la cual se valió la orden de la Compañía de Jesús para mantener sus colegios en la Nueva España; en segundo lugar, con el camino mismo de México a Veracruz vía Xalapa, que fuera la principal vía de acceso para embarcarse hacia el Viejo Mundo durante el periodo virreinal durante el periodo virreinal y, por último, con la creación de un sistema de observación por parte de las autoridades virreinales ante conatos de revueltas, previo al estallido de la Guerra de Independencia debido a que las ventas se dispusieron como fortines o puntos de vigilancia. En otras palabras, cómo la fundación de la venta de Totolcingo representa un modelo puesto en práctica en las haciendas jesuitas⁷ que se encontraban a lo largo de los caminos de la fundación de una venta para dar hospedaje a los arrieros,⁸ tema que sólo ha abordado Javier Lara Bayón en su estudio sobre Arroyo Zarco.⁹

    La pretensión de este trabajo consiste no en reconciliar dos propuestas metodológicas opuestas entre sí (microhistoria mexicana y microhistoria italiana), como lo demostró Carlos Aguirre,¹⁰ sino en realizar un doble análisis de una misma institución, cada uno a partir de las propuestas mencionadas de tal manera que obtengamos uno a nivel local y otro a nivel general, haciendo una doble contribución a los trabajos sobre las ventas.

    Otro objetivo que nos hemos planteado a lo largo de esta investigación consiste en averiguar cuáles fueron las semejanzas y diferencias que existieron entre la administración de una venta perteneciente a una orden religiosa y la de una particular, así como los beneficios de los que gozaron sus arrendatarios. En el caso de Totolcingo intentamos responder a través del análisis de la figura de Blas de Olvera, quien fuera su arrendatario durante casi todo el tiempo que la venta fue propiedad de la Compañía y dueño de por lo menos dos mesones. En seguimiento a este tema, nos hemos cuestionado de más, si podemos corroborar para el caso de las ventas arrendadas a la propuesta de Roberto Carrillo Acosta de acuerdo con la cual las instituciones de hospedaje como las ventas, los mesones y las posadas resultaron ser muy fructíferas en términos económicos para sus dueños y por ello fueron heredadas en el caso de las propiedades particulares,¹¹ lo que de igual manera hemos resuelto hasta ahora con las huellas o los indicios¹² que encontramos en la documentación, que constan de algunas frases entre líneas, pues no existen testimonios directos al respecto por parte de los arrendatarios de la venta, cuyo actuar se encontraba vigilado por los padres administradores jesuitas.

    Las fuentes utilizadas para nuestro estudio han sido numerosas, propias del historiador: códices, anales, crónicas y relaciones escritas entre los siglos xvi y xix por los frailes, cronistas y viajeros; las crónicas y las historias de los miembros de la Compañía de Jesús; memorias de la administración pública documental en torno a la construcción y el mantenimiento de caminos; los documentos que se resguardan en el Archivo Histórico de Notarías, el Archivo General de la Nación de México (Ramos de Bienes Nacionales, Capellanías, Criminal, Colegios, Indiferente Virreinal, Jesuitas, mapilu —Mapas, Planos e Ilustraciones—, Mercedes, Operaciones de Guerra, Padrones, Temporalidades y Tierras) y, por último, en el Archivo Histórico en Microfilm que se encuentra en la Subdirección de Investigación de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (fondos Colección Antigua, Colegio de San Gregorio, Jesuitas y Primera Serie de Papeles Sueltos).

    Es importante mencionar aquí que sobre la documentación de la hacienda de San José Acolman y sus anexas, como parte de un proyecto sobre las fincas rurales en el Estado de México a cargo de María Eugenia Romero, Mireya González Peñalosa elaboró en 1996 un catálogo que además de contener información acerca de los colegios jesuitas y sus haciendas resulta ser una útil guía del material documental disponible para ser consultado en el agn, la bnah y el Archivo Histórico del Agua.¹³ Desde nuestra perspectiva, sin embargo, este catálogo no fue explotado tras su elaboración a mediados de años noventa del siglo pasado, pues desde su publicación no se volvieron a realizar investigaciones al respecto, sino hasta 1998 por José Alfredo Castellanos, quien trató el reparto agrario ocurrido durante el segundo tercio del siglo xx en el municipio de Acolman a partir de las tierras que originalmente pertenecieron a las haciendas,¹⁴ y en 2012 Enrique Méndez Martínez y Enrique Méndez Torres, quienes elaboraron una serie de fichas documentales con sus correspondientes transcripciones de muchos de los documentos que se resguardan en el agn sobre el pueblo de Acolman.¹⁵ Estas dos últimas investigaciones, cabe aclarar, fueron de mucha utilidad para el trabajo que aquí se presenta.

    El día de hoy, a unos años del proyecto de catalogación del ramo Indiferente Virreinal y mapilu en el agn, tenemos acceso a más documentación, pero esto no significa que el catálogo de Romero y Peñalosa haya sido completamente superado.

    Trabajos anteriores a este catálogo fueron el que abordó la producción agrícola de la hacienda de San José y su distribución tanto a nivel local como regional, de María Eugenia Romero y Eréndira Villamar como parte de los ensayos sobre las haciendas de México coordinados por Enrique Semo, publicado en 1977 y reeditado en 2012;¹⁶ el de Carlos Maya en 1982 sobre la estructura y el funcionamiento de San José,¹⁷ y, por último, el estudio de la tenencia de la tierra en la hacienda de San Antonio Acolman desde su formación hasta su disolución en 1991 por el propio José Alfredo Castellanos.¹⁸

    No todas las ventas cuentan con tan rica cantidad de información como la de Totolcingo, lo cual se debe a varios motivos: 1) fue una propiedad jesuita, es decir, perteneció a la orden religiosa más importante en la Nueva España durante el siglo xviii en términos educativos y económicos; 2) tras expulsarse a los jesuitas por primera vez en 1767 y, posteriormente, en 1824, se hicieron inventarios de sus bienes muebles e inmuebles; 3) los bienes de los jesuitas fueron depositados en una junta llamada de Temporalidades, que respetó y continuó la forma de administración anterior; 4) formó parte una gran hacienda, la de San José Acolman, que mantenía el Colegio de San Gregorio, una institución que funcionó durante casi todo el periodo virreinal. A pesar de ello existen muchos vacíos en la documentación, pues aunque la institución objeto del presente trabajo se mantuvo vigente por más de 100 años, no se conservan todos sus registros. Conforme las Instrucciones a los hermanos jesuitas administradores de haciendas, Herman W. Konrad enlistó los libros que se debían de llevar en las haciendas: 1) libro borrador, en el que se anotaban los ingresos y egresos divididos por meses y, al concluir el año, el monto total; 2) libro de caja, es decir, la cuenta del efectivo que revisaba el padre Provincial; 3) libro de siembras y cosechas, que representaba el registro de las plantaciones, las cosechas y la distribución de la producción; 4) libro de asiento de los sirvientes, que se refería a la gente empleada; 5) libro de inventario general; 6) libro de mercedes de tierras y aguas, que contenía los documentos relativos a los derechos de tierra y agua de la hacienda; 7) cuaderno de deudas sueltas, que no consistía más que en el registro de endeudamientos, y 8) cuaderno de raya de los gañanes, en el que se asentaban los nombres de los empleados permanentes y las raciones que obtenían.¹⁹ En el caso de la hacienda de San José son más frecuentes los libros que consignan las entradas y los gastos, en menor medida los libros de caja y excepcionalmente los libros de los empleados, todos correspondientes a las tres diferentes administraciones que tuvieron a su cargo el Colegio de San Gregorio: jesuita, Junta de Temporalidades y Junta Superior.

    Hemos consultado también las actas de bautismo, matrimonio y defunción, documentos digitalizados por la Sociedad Genealógica de Utah y disponibles en línea, que nos proporcionan datos biográficos sobre los actores sociales implicados en este trabajo, cuyas genealogías hemos reconstruido de manera parcial.

    En la medida de lo posible se ha incorporado, por último y no por ello menos importante, información recuperada de los monumentos históricos y del contexto arqueológico hallado durante nuestros recorridos, lo cual, de acuerdo con Avilés y Brambila, complementa las investigaciones de este tipo²⁰ y además nos permite dar a conocer el patrimonio cultural que se conserva hasta nuestros días. Consideramos que esta investigación se circunscribe al ámbito de la interdisciplina, pues cruza las fronteras en cuanto a las fuentes y la metodología de la historia, la arqueología y la etnología se refiere, o incluso al de la multidisciplina, por el apoyo que recibe de la arquitectura.

    Los capítulos que conforman esta obra son cuatro. El primero da a conocer los estudios antecedentes (libros, artículos, tesis, etc.) sobre las ventas novohispanas que fueran establecidas a partir de 1525, primero a lo largo del camino de México a Veracruz y posteriormente en otros, así como sus instituciones hermanas, como los mesones, las posadas, las hospederías e incluso las postas, estas últimas funcionales durante el siglo xix como parte del sistema de correo postal novohispano y luego mexicano y que, contrariamente a lo que se pensaría, no lograron sustituir a las ventas y los mesones. En este mismo capítulo abordaremos la legislación virreinal promulgada en torno a estas instituciones y las caracterizamos con el objetivo de hacer una distinción entre cada una de ellas, aunque sabemos de antemano que la línea divisoria entre las ventas y los mesones se tornó casi invisible debido a que compartieron sus funciones e incluso convivieron con otros establecimientos administrados por indígenas. El capítulo II habla de las condiciones históricas (desde la época prehispánica hasta nuestros días) y geográficas de la actual población que otorgó su nombre a la venta: San Miguel Totolcingo, si bien es cierto que la institución de hospedaje objeto de nuestro estudio se encontraba inmediatamente antes de entrar al pueblo, en la jurisdicción de la alcaldía mayor de San Cristóbal Ecatepec, y no dentro de él, pero lleva su nombre por su condición adyacente. El tercer capítulo aborda las condiciones del establecimiento de la venta, localización e infraestructura, sistema de arrendamiento, los trabajadores que en ella laboraban y, por último, los ingresos y egresos que tenía. El capítulo cuatro explica las funciones que tuvo la venta de Totolcingo, por un lado como anexa a la hacienda de San José Acolman, esta última sostén del Colegio de San Gregorio de la Compañía de Jesús, y por otro como sitio de descanso a lo largo del camino de México a Veracruz, la principal vía de comunicación durante el periodo virreinal, y en tercer lugar como fortín.

    Esta obra finaliza con tres anexos. En el primero se transcriben los inventarios de la venta en cinco años distintos, algunos de ellos claves en su devenir histórico: 1769, 1774,²¹ 1813, 1815, 1824 y 1853,²² que además nos muestran la variedad de bienes muebles que existían en la venta. El segundo consiste en la transcripción de la copia del contrato de arrendamiento de la venta de Totolcingo a don Blas de Olvera en 1747, quien fuera su arrendatario durante casi todo el periodo de la primera administración jesuita. El último presenta la función que tuvo la estación de contrapeaje localizada en el interior del pueblo de Totolcingo durante la segunda mitad del siglo xix como parte de las líneas de caminos que funcionaron en aquel entonces para el tránsito de las diligencias o los carros para el transporte de mercancías y pasajeros.

    ¹ El burdo ejemplo actual podría ser el conjunto gasolinera-tienda de conveniencia que se encuentra a lo largo de las autopistas de cuota mexicanas. En algunos casos han construido restaurantes y hoteles, estos últimos incluso de famosas cadenas.

    ² Cfr. agn, Indiferente Virreinal, Historia, caja 5968, exp. 129, f. 1.

    ³ La hacienda de San Marcos y Buenavista, adquirida por la Misión de las Californias, se consideró una unidad autónoma de San José. José Alfredo Castellanos Suárez, Empeño por una expectativa agraria: experiencia ejidal en el municipio de Acolman, 1915-1940, p. 46.

    Vid. Luis González y González, Pueblo en vilo: microhistoria de San José de Gracia, pp. 1-11.

    ⁵ Los resultados de esta investigación forman parte del trabajo realizado desde el Seminario Permanente de Estudios sobre Historia de Ecatepec, que, convocado por el Centro Comunitario Ecatepec Casa de Morelos y la Dirección de Etnohistoria del inah y la asociación civil Yaollin Ehecatl,

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