AFRICANOS EN AMÉRICA
La primera vez que se barajó la teoría de que los africanos hubieran desembarcado en América antes que Cristóbal Colón fue en 1862, cuando, en el estado mexicano de Veracruz, en el municipio de Hueyapan, fue desenterrada la primera cabeza de una cultura precolombina, hasta entonces desconocida, y que solo sesenta y cinco años más tarde sería bautizada como olmeca (MÁS ALLÁ, 341). Esculpida en basalto, esta colosal cabeza de veinticuatro toneladas de peso, casi dos metros y medio de alto y una circunferencia de casi seis metros y medio presentaba una característica fisonomía: nariz dilatada, labios gruesos y pómulos anchos. Estos rasgos, que parecían evocar el rostro de una persona de etnia africana, hizo que algunos quisieran identificar este monolito como la representación inequívoca de un etíope.
¿CABEZAS AFRICANAS?
Fue precisamente su descubridor, José María Melgar y Serrano (¿1816?-1886), un desocupado hombre pudiente aficionado a los viajes y a la arqueología, quien sugirió esta posibilidad. En una breve nota informativa redactada en 1869 para la Sociedad Mexicana de Geografía y de Estadística, describió así el hallazgo de este monolito: “En tanto que obra de arte es, sin exageración, una escultura magnífica… Pero lo que más me ha asombrado es el ¿Habían llegado los etíopes a Mesoamérica antes que lo hiciera Colón?
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