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EL GRAN CAÑÓN: Una Ventana en El Tiempo
EL GRAN CAÑÓN: Una Ventana en El Tiempo
EL GRAN CAÑÓN: Una Ventana en El Tiempo
Libro electrónico97 páginas1 hora

EL GRAN CAÑÓN: Una Ventana en El Tiempo

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Información de este libro electrónico

A continuación de su primera visita aquí, en 1903, el presidente Theodore Roosevelt proclamó: El gran Cañón debe ser “la gran vista que cada americano... debería ver”. Únase a nosotros al explorar este fenómeno natural conocido como el Gran Cañón del Río Colorado.
Escrita por Stewart Aitchison, quien ha vivido, recorrido a pie y explorado las cercanías del Gran Cañón durante aproximadamente 40 años, esta publicación provee las respuestas a las preguntas más comunes como así como también una información remarcable, con la que solamente un residente y explorador de mucho tiempo podría estar familiarizado.
¡Esperamos que esté de acuerdo en que este es un libro que cada visitante del Gran Cañón debería ver... y poseer!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 feb 2012
ISBN9781580711159
EL GRAN CAÑÓN: Una Ventana en El Tiempo
Autor

Stewart Aitchison

Stewart Aitchison has been exploring, studying, and writing about the Grand Canyon region for almost 40 years. When not writing, he escorts natural history trips on the Colorado Plateau, Southeast Alaska, and Mexico's Baja Peninsula. He makes his home in Flagstaff, Arizona, with his wife Ann and daughter Kate.

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    Vista previa del libro

    EL GRAN CAÑÓN - Stewart Aitchison

    EL GRAN CAÑÓN

    Una Ventana en El Tiempo

    by

    Stewart Aitchison

    *****

    SIERRA PRESS

    Smashwords Spanish Edition

    Copyright 2012 Sierra Press

    *****

    Smashwords Edition License Notes

    This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each person. If you’re reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the hard work of this author.

    *****

    DEDICATORIA

    A Ann y Kate

    *****

    RECONOCIMIENTOS

    Gracias a Jeff Nicholas, Laura Bucknall y al personal de Sierra Press por sugerir y organizar este proyecto. Aprecio mucho la fina edición de Rose Houk, la verificación de los hechos de Ellis Richard, a todos los amigos que amablemente revisaron el manuscrito y a Late for the Train por proveerme asistencia con cafeína. Todo error remanente es estrictamente mío.

    *****

    TABLA DE CONTENIDOS

    EL GRAN CAÑÓN

    Parque Nacional del Gran Cañón

    Arquitectura

    Vías Férreas Del Gran Cañón

    LA ORILLA SUR

    Grand Canyon Village

    Hermit Road

    Ruta Desert View Drive

    Geología: Un Viaje Sedimentario

    LA ORILLA NORTE

    Orilla Norte

    Zonas De Vida

    El Cuento De Las Dos Ardillas

    DEBAJO DE LA ORILLA

    Explorando A Pie Las Montañas Invertidas

    Clima

    Nombres De Los Lugares

    EL RÍO

    El Río Colorado

    John Wesley Powell

    Historia Humana: De Las Sandalias A Las Vibrams

    GUÍAS DE CAMPO

    Flores Silvestres

    Mamíferos

    Reptiles y Anfibios

    Pájaros

    FUENTES E INFORMACIÓN

    SOBRE EL AUTOR

    SOBRE SIERRA PRESS

    *****

    EL GRAN CAÑÓN

    El silbido del vapor del tren perforaba el cielo azul. Yo me mecía suavemente en mi asiento mientras el tren se dirigía hacia el norte. Estábamos viajando a una velocidad civilizada, suficientemente rápida para saber que nos tomaría solamente otra hora para llegar al Gran Cañón pero lo bastante lenta como para disfrutar del paisaje. No muy lejos de la estación Williams, las vías dejaron atrás los volcanes extintos y los conos de ceniza y descendieron levemente en una llanura de arbustos de chamizo costilla de vaca y de crisantemos de mal olor. Divisé una pequeña manada de antílopes americanos berrendos y luego un par de vaqueros persiguiendo ganado flaco. Pronto fuimos ingresando en un bosque pigmeo de juníperos y pinos de piñón alfombrado con artemisas. Un viejo folleto promocional de la Santa Fe Railroad mencionaba este lugar como la Selva Negra. Pero aún no había signos del Gran Cañón.

    A medida que la cuesta se hacía más empinada, el tren disminuía la velocidad casi hasta paso de caminata. Los altos pinos ponderosa reemplazaron al bosque diminuto. Un venado cola negra y su cervatillo se dirigían hacia el interior del bosque. Pasamos por una cabaña donde dos pequeños niños y un perro de pelaje rizado nos saludaron amablemente. Las vías se curvaron hacia la derecha y casi se doblaron de regreso sobre sí mismas. El tren paró y luego retrocedió hacia otra sección de la vía. Habíamos hecho una vuelta en forma de Y para llegar a la Grand Canyon Railroad Station, una de las tres estaciones de tren construidas de troncos de árboles que quedan en los Estados Unidos. Pero ¿dónde estaba el tan anunciado Gran Cañón?

    Desembarqué, caminé pasando la estación y seguí el camino que subía a la colina. Ahí se erigía el glorioso Hotel El Tovar, construido para rivalizar con los grandes hoteles turísticos de Europa. Frente al hotel, hacia mi derecha, estaba la nada ostentosa Hopi House, una réplica de la centenaria villa de Oraibi. Parecía que había llegado al comienzo del siglo pasado en vez de los inicios del actual, pero la ropa de la gente y los vehículos eran de la época equivocada. Mis pasos me llevaron más allá de los edificios históricos y súbitamente me encontré parado en el borde del mayor de todos los cañones.

    Yo estaba en la orilla del mundo. No había nada mas que espacio y rocas desnudas delante de mí. Acantillado s bañados de dorado descendían hasta una pendientes roja que llevaba a salientes bermellón y a más peñascos. Mas abajo había otra pared vertical de matices color de rosa, que en algunos lugares parecía esculpida en huecos profundos. A este precipicio seguía otra inclinación larga, de color gris verdoso y que se nivelaba suavemente en un amplio saliente. La saliente llevaba al borde de una oscura y amedrentante garganta, que como una prisión oculta al Río Colorado.

    Al principio me pareció como un yermo vacío sin vida, hogar solamente del viento y del brillo del sol del atardecer. Pero luego noté los pequeños árboles a lo largo de la orilla y los puntos oscuros de los arbustos que crecen dentro del Cañón. Vencejos de garganta blanca pasaban en picada, dando vueltas y riendo. Montados en una térmica, varios zopilotes cabeza roja se balanceaban sobre alas sostenidas por diedros. Aquí la vida es frágil pero tenaz.

    Aún después de más de cuatro décadas, sigo teniendo esa emoción de niño como de mariposas en el estómago cuando voy al Gran Cañón. Lo observo fijando brevemente la mirada, luego desvío los ojos, parpadeó una o dos veces y espío nuevamente el cañón, nunca tengo la certeza de que realmente existe. Desde mi primera

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