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GuíaBurros: Europa en su cenit: El auge de Occidente
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Libro electrónico127 páginas1 hora

GuíaBurros: Europa en su cenit: El auge de Occidente

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En la segunda mitad del siglo XIX, en Europa occidental y central, se vivió la Segunda Revolución Industrial que trajo consigo el triunfo del capitalismo, pero también la superación del liberalismo económico clásico frente a un mayor proteccionismo o nacionalismo económico y que devino en una internacionalización de la economía. Este hecho condujo a un salto cuantitativo y cualitativo del movimiento obrero a escala internacional sin olvidar el surgimiento del fenómeno del imperialismo, del dominio colonial de las potencias europeas sobre Asia y África.
Así, Occidente comenzó a alcanzar un cenit económico y de prevalencia cultural sobre el resto del mundo que, sin embargo, pronto entró en crisis.
IdiomaEspañol
EditorialEditatum
Fecha de lanzamiento5 sept 2022
ISBN9788419129598

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    GuíaBurros - Eduardo Montagut

    159_cubierta.jpg

    EUROPA EN SU CENIT

    El auge de occidente

    Eduardo Montagut

    www.europa-cenit.guiaburros.es

    © EDITATUM

    © EDUARDO MONTAGUT

    Primera edición: septiembre de 2022

    ISBN: 9788419129598

    Sobre el autor

    Imagen

    Eduardo Montagut nació en Madrid en 1965, licenciándose en Historia Moderna y Contemporánea por la UAM en el año 1988, con premio extraordinario. En la misma Universidad alcanzaría el doctorado en 1996 con una tesis sobre Los alguaciles de Casa y Corte en el Madrid del Antiguo Régimen, un estudio social del poder. Por otro lado, el autor emprende estudios de la época ilustrada a través de la Real Sociedad Económica Matritense y la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País sobre cuestiones de enseñanza, agricultura, montes y plantíos. En 1996 comienza su carrera de docente en Educación Secundaria en la Comunidad de Madrid.

    Con el nuevo siglo, Eduardo Montagut inicia una intensa actividad en medios digitales y escritos con publicaciones de divulgación e investigación históricas, política y de memoria histórica, siendo autor de libros como GuíaBurros: Del Abrazo de Vergara al bando de guerra de Franco; GuíaBurros: Episodios que cambiaron la Historia de España; GuíaBurros: La España del siglo XVIII; GuíaBurros: Historia del socialismo español; GuíaBurros: El tiempo de las revoluciones; GuíaBurros: El Antiguo Régimen y GuíaBurros: El Republicanismo en España. Asimismo, imparte conferencias y participa en diferentes charlas y debates.

    Agradecimientos

    A la memoria de mi abuelo Paulino.

    Introducción

    En cierta medida este libro es continuación de un anterior, publicado en esta misma colección, titulado GuíaBurros: El tiempo de las revoluciones. De 1820 a 1848. Si en aquel manual estudiamos la lucha del liberalismo y el nacionalismo a los intentos de restaurar el viejo orden, ahora nos toca explicar la Europa que salió de todo ese proceso hasta el estallido de la Gran Guerra, un continente con sistemas políticos entre el liberalismo de las potencias occidentales y la autocracia en el este zarista, así como con regímenes con características compartidas de ambos extremos, pero en el centro de Europa. También fue una época en el que se iniciaron los intentos de democratización de los regímenes políticos, especialmente entre los más genuinamente liberales, de los inicios de la participación de las masas obreras en el sistema político y de la irrupción de la lucha por la emancipación de la mujer. En la segunda mitad del siglo XIX en Europa occidental y central se vivió la Segunda Revolución Industrial, que trajo consigo el triunfo del capitalismo, con sus nuevas y periódicas crisis, pero también la superación del liberalismo económico clásico frente a un mayor proteccionismo o nacionalismo económico, y que devino también en una internacionalización de la economía, que condujo a un salto cuantitativo y cualitativo del movimiento obrero a escala internacional, sin olvidar al surgimiento del fenómeno de imperialismo, del dominio de las potencias europeas sobre Asia y África.

    La Segunda Revolución Industrial

    El desarrollo de las potencias

    En el último tercio del siglo XIX, la industrialización se intensificó y se extendió, surgiendo nuevas potencias industriales, desarrollándose el sistema capitalista, provocando, por fin, una creciente internacionalización de la economía. El desarrollo industrial y capitalista impulsó la interrelación de la economía mundial. Las potencias industriales de Europa y Estados Unidos producían y exportaban manufacturas, servicios, capitales y hasta mano de obra, mientras que otros países y las colonias proporcionaban materias primas y recursos energéticos. En el siglo XIX se creó un verdadero mercado internacional.

    Gran Bretaña continuó siendo la primera potencia económica mundial hasta 1914. Era la principal exportadora de productos manufacturados y de capitales. La libra esterlina era la moneda más fuerte y Londres la capital del mercado mundial. La industrialización francesa comenzó en el Segundo Imperio, destacando la industria textil. En Italia, la burguesía del norte impulsó la construcción del ferrocarril y se consolidó la industria textil, especialmente la sedera de Lombardía. En Rusia, el Estado y la inversión extranjera favorecieron a las industrias pesadas: minería de carbón, del hierro y del petróleo. Aunque en vísperas de la guerra mundial se convirtió en la quinta potencia industrial del mundo, el país seguía muy atrasado y con mayoría de población campesina. En el Imperio austrohúngaro destacó la industrialización de Bohemia y Hungría. Los Países Bajos y Bélgica se desarrollaron con fuerza. Por fin, en España, la Revolución industrial comenzó en Cataluña y siguió en el País Vasco.

    En la Segunda Revolución industrial destacaron dos nuevas potencias industriales que comenzaron a cuestionar la hegemonía económica británica: Alemania y Estados Unidos, aunque aquí solamente estudiaremos a la primera.

    La Unificación alemana contribuyó a un intenso y rápido desarrollo industrial y económico, basado en una avanzada tecnología. Alemania se benefició de su incorporación tardía a la industrialización porque pudo aplicar de forma eficiente todas las innovaciones anteriores, además de desarrollar los nuevos sectores industriales de esta época, es decir, la siderurgia, la ingeniería, la electricidad y la industria química. En Alemania la relación de la banca y el Estado con la industrialización fue clave porque, mientras la primera aportaba el capital necesario, el segundo impulsó la enseñanza, la investigación y el apoyo político para convertir al país en una gran potencia.

    La población alemana creció espectacularmente entre 1850 y 1813, llegando a 65 millones de habitantes. Las diversas producciones crecieron, también, de forma rápida, especialmente, la de acero, la de fabricación de maquinaria, así como la industria química, que se convirtió en la principal del mundo. Por fin, Alemania controlaba la mitad del comercio internacional de productos eléctricos. En vísperas de la guerra mundial se había convertido en la primera economía de Europa en plena competencia con Gran Bretaña.

    Ciclos y Depresión de 1873

    El sistema capitalista, aparentemente en progresión continua, pronto demostraría que se caracterizaba por la sucesión de ciclos, en los que se alternaban períodos de expansión de la producción con fases de depresión y crisis. A medida que el capitalismo se expandió, la magnitud de estos ritmos cíclicos aumentó y se fue haciendo mundial.

    Las crisis de las economías preindustriales eran de escasez o de subsistencia. Las malas cosechas reducían la producción agrícola y, por lo tanto, los productos agrarios o alimenticios subían de precio en el mercado. Pero las crisis del sistema capitalista eran, por el contrario, de superproducción industrial. Las empresas terminaban por producir más mercancías de las que el mercado (demanda) era capaz de consumir, generando una bajada de los precios que repercutía en el descenso de los beneficios que provocaba, a su vez, paro al cerrarse empresas o despedirse a parte de las plantillas de trabajadores.

    Los economistas intentaron estudiar los ritmos cíclicos. El economista francés Juglar, midió unos períodos de ocho años, denominados ciclos medios o ciclos Juglar. Kitchin, por su parte, trató de ciclos menores, de tres y medio años. Por fin, Kondratieff habló más de grandes oleadas de medio siglo que comprenderían una etapa alta y otra de baja. Serían ciclos largos. Schumpeter, basándose en Kondratieff, dividió la nueva era del capitalismo en distintas fases: la Primera Revolución Industrial, entre 1789 y 1848, seguida por una etapa caracterizada por la expansión del ferrocarril y de la industria siderúrgica, entre 1848 y 1896; y la tercera, protagonizada por el automóvil, la electricidad y la industria química, a partir de la última fecha señalada.

    La primera gran depresión o crisis del capitalismo estalló en 1873 y se prolongó en el tiempo. La agricultura europea sufrió gravemente esta crisis porque no podía competir con el aluvión de productos agrarios americanos (Estados Unidos, Argentina) o australianos. En estos países se producía con costes menores y, por lo

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