ARABIA LA OTRA CUNA DE LA HUMANIDAD
El desierto de Rub-al-Jali es un lugar desolador, un paisaje de dunas de arena rojiza que se extiende hasta donde alcanza la vista. Esta región hiperárida del sureste de la península arábiga es de un tamaño similar, ligeramente superior, al de la península ibérica. Casi nadie vive en este barrio vacío, que es el significado de su nombre en árabe. El resto de Arabia es algo menos extremo desde el punto de vista geográfico, pero sigue siendo un lugar muy duro para vivir sin aire acondicionado y sin otras tecnologías recientes que nos facilitan la existencia. Sin embargo, no siempre estuvo tan seco. Hace apenas 8000 años, había lagos y no poca humedad en la península arábiga. Y lo mismo ocurrió a intervalos durante el último millón de años, cuando algunos ríos la surcaban formando corredores verdes en los que una pujante vegetación y la vida salvaje florecían entre las dunas. Durante una buena porción del tiempo geológico reciente fue una región verde, al menos en parte.
Para algunos estudiosos, Arabia debe considerarse parte de una África extendida, a la que está geográficamente unida
lo que ha llevado a los arqueólogos a buscar pruebas de la ocupación humana, de sus antepasados y sus parientes extintos. En solo una década han encontrado innumerables yacimientos en los que vivieron estos homínidos, cuya presencia se extiende varios cientos de miles de años en el pasado. Al parecer, Arabia no fue una mera estación de paso para los humanos que
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