En ausencia de libros de historia que lo certifiquen, si queremos saber cuándo empezó el lujo entre los seres humanos, hemos de preguntárselo a los piojos. Porque ellos saben cuándo empezamos a usar la ropa para vestirnos. Según un estudio de Mark Stoneking y sus colegas del Max Planck Institute de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania, los piojos del cuerpo (Pediculus Humanus humanus) viven en la ropa, y que evolucionaron a partir de los piojos de la cabeza (P. humanus capitis), hace unos 70 000 años.
Apenas transcurrido un breve lapso desde la invención de la ropa, es probable que las personas empezaran a experimentar con ella, no solo como un mecanismo de protección contra los elementos, sino como una forma de comunicar estatus, pertenencia a un grupo o incluso como una manifestación temprana de la moda.
LOS PRIMEROS CONSUMIDORES
Desde los albores de la humanidad, la búsqueda de estatus ha sido una fuerza motriz en la evolución de nuestras sociedades. Gad Saad, en , desgrana cómo este impulso no es meramente cultural, sino profundamente enraizado en nuestra psicología evolutiva, es decir, en nuestros genes. La integración jerárquica en grupos sociales se ha manifestado de diversas maneras a lo largo de la historia, pero siempre con un denominador común: la demostración de valía y capacidad. El estatus podía adquirirse mostrando cualidades como la cooperación y el altruismo, vitales para la cohesión y el éxito del