100 MARAVILLAS DE LA ARQUEOLOGÍA
LA BÚSQUEDA DE TESOROS ES TAN ANTIGUA COMO EL SAQUEO DE LAS PRIMERAS TUMBAS.
LA URGENCIA POR DESCUBRIR LAS riquezas enterradas ha obsesionado a innumerables buscadores, enriquecido a unos pocos y llevado a otros al borde de la locura.
“Hay ciertos hombres que dedican casi toda su vida a buscar kanûz (tesoros ocultos) –escribió la viajera británica Mary Eliza Rogers tras visitar Palestina a mediados del siglo xix–. Algunos se vuelven maniáticos, abandonan a sus familias y, aunque a menudo son tan pobres que mendigan de puerta en puerta y de pueblo en pueblo, se consideran ricos”.
No todos los cazadores de fortunas con los que se cruzó Rogers eran vagabundos desesperados. También se encontró con , que se podría traducir como nigromantes, “de quienes se cree tienen el poder de ver objetos ocultos en la tierra”. Estos estimados clarividentes, a menudo mujeres, entraban en un trance que, según Rogers, les permitía describir con minucioso detalle los
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos