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Los agustinos descalzos. Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas
Los agustinos descalzos. Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas
Los agustinos descalzos. Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas
Libro electrónico213 páginas2 horas

Los agustinos descalzos. Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas

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El presente trabajo ha sido planteado con el interés de conocer mejor el papel que jugaron los agustinos descalzos en la sociedad colonial, así como sus actividades de la vida cotidiana, con énfasis en uno de los sitios donde tuvieron albergue en la Nueva España, el en Hospicio de San Nicolás de Tolentino en las calle de Guatemala 90, en la CDMX.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 ago 2021
ISBN9786075393865
Los agustinos descalzos. Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas

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    Los agustinos descalzos. Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas - Arturo Guevara Sánchez

    portadaAgustinos.png

    LOS AGUSTINOS DESCALZOS

    BREVES NOTICIAS DE SU VIDA

    Y LOGROS EN MÉXICO Y FILIPINAS

    OBRA DIVERSA

    LOS AGUSTINOS DESCALZOS

    BREVES NOTICIAS DE SU VIDA

    Y LOGROS EN MÉXICO Y FILIPINAS

    Arturo Guevara Sánchez

    SECRETARÍA DE CULTURA

    INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA


    Guevara Sánchez, Arturo

    Los agustinos descalzos : Breves noticias de su vida y logros en México y Filipinas [recurso electrónico] / Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2019.

    5.6 MB : il., fots, tablas, dibujos y mapas. – (Colec. Obra Diversa)

    ISBN: 978-607-539-386-5

    1.Agustinos – México – Historia 2. Agustinos – Filipinas – Historia I. t.

    BX2906.3 G674


    Primera edición, 2019

    Producción:

    Secretaría de Cultura

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    D. R. © 2019, Instituto Nacional de Antropología e Historia

    Córdoba, 45; 06700, Ciudad de México

    informes_publicaciones_inah@inah.gob.mx

    Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad

    del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la Secretaría de Cultura

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción

    total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

    comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,

    la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización

    por escrito de la Secretaría de Cultura/Instituto

    Nacional de Antropología e Historia

    ISBN: 978-607-539-386-5

    Hecho en México

    logo80

    ÍNDICE

    Prólogo

    Antecedentes

    Nueva España: La escala más importante en el viaje a las islas del poniente

    Los agustinos descalzos en las Filipinas. El viaje, la actividad misionera y sus logros científicos y literarios

    Últimas consideraciones

    Bibliografía

    Apéndices

    1. Cronología Básica

    2. Algunas palabras del español que se conservan en las islas Filipinas

    3. Glosario

    4. Algunos símbolos de los santos

    PRÓLOGO

    Durante la época colonial llegaron a México varias órdenes religiosas; algunas eran muy antiguas y tenían sus objetivos claramente establecidos; hoy conocemos muchas de las actividades que realizaron a lo largo y ancho del territorio nacional, así por ejemplo, en el área de Michoacán, los agustinos llevaron a cabo una gran labor de evangelización y de difusión de la cultura europea, mientras que en el norte de México los jesuitas desempeñaron un papel muy importante en las tareas educativas. Se ha podido seguir el rastro que dejaron algunos de aquellos frailes que, incorporados a la organización de la orden, profesaban, viajaban a distintos puntos del país, a veces muy lejanos, y se dedicaban a la educación de los nativos dentro de la fe cristiana.

    Los agustinos descalzos formaron una rama paralela pero afín a la de los agustinos calzados; de los primeros tenemos poca información, entre otros motivos debido a que básicamente realizaron sus movimientos en las islas Filipinas, sin embargo, muchos pasaron largas temporadas en el país y debieron interactuar con la población además de participar en diversas manifestaciones religiosas. No eran muy numerosos y quizás por lo mismo, en algunos casos, se acogían al amparo que les brindaban los otros agustinos. Se sabe, y esto es importante para los objetivos de este trabajo, que los agustinos descalzos tenían una provincia en las islas mencionadas, que debían atender viajando desde México o desde España.

    El presente trabajo ha sido planteado con el interés de conocer mejor el papel que jugaron los agustinos descalzos en la sociedad colonial, así como sus actividades de la vida cotidiana, con énfasis en uno de los sitios donde tuvieron albergue en la Nueva España, en el Hospicio de San Nicolás de Tolentino, en las calles de Guatemala 90, en el centro de la ciudad de México. Debemos señalar que ésta no es la historia ni la arqueología de estos frailes, sino una visión amplia y necesariamente sintetizada de parte de la obra que nos legaron.

    Sólo con el fin de seguir las acciones de los religiosos durante y después de su llegada, y para ubicar algunas de las trayectorias de los religiosos notables, se ha incluido una síntesis, necesariamente incompleta, de las actividades de la orden en las Filipinas, a donde se dirigía la mayor parte durante el virreinato. Para tener una idea lo más completa posible de la trayectoria y los movimientos de estos agustinos en las casas mencionadas, se incluye además un breve resumen de las funciones del Hospicio de Santo Tomás de Villanueva, que fue la última de las construcciones de los agustinos descalzos en la Nueva España, aunque al menos por ahora en tal edificio no hemos tenido la oportunidad de realizar trabajos de carácter arqueológico.

    Es importante señalar que las actividades relacionadas con arqueología que aquí se mencionan fueron organizadas desde la antigua Subdirección de Estudios Arqueológicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, donde el autor fue comisionado para atender el salvamento arqueológico en los inmuebles de las calles de Guatemala 90, primero, y después el 84, encargos que agradecemos a los entonces jefes de aquella dependencia: al doctor Alejandro Martínez Muriel y a la doctora Alba Guadalupe Mastache, quien desafortunadamente ya no está entre nosotros. La información recabada fue de gran importancia para este proyecto, ya que se detectó material del albergue al que llegaban los agustinos en su paso por México, cuando estaban a la mitad de su largo viaje de España a las Filipinas.

    Las excavaciones y el material localizado permitieron detectar varias ocupaciones entre las que se encontraba la de los agustinos descalzos que organizaron un hospicio en el inmueble; la investigación también permitió detectar que originalmente dicha institución comprendió desde el número 80 hasta el 90 de la calle de Guatemala. Por la importancia que tuvo se decidió incluir una breve historia y descripción de la casa, tal como la podemos apreciar en la actualidad. También se mencionan las características de los materiales muebles localizados, ya que proporcionaron información que no aparece en las fuentes etnohistóricas.

    Cabe mencionar que este proyecto se ha derivado del interés que generó el estudio del inmueble del hospicio ya mencionado, cuya historia tenía lagunas de información debido a la carencia de datos en México acerca de los agustinos que lo atendieron; para realizarlo, partimos de que al hablar de las funciones de los hospicios agustinos, es necesario mencionar las tareas que cumplían los miembros de la orden en las sociedades mexicana y filipina; por eso se ha dedicado parte del trabajo a la descripción del contexto en el que se movieron los frailes.

    El inmueble de Guatemala 90 fue ocupado más tarde por el Real Seminario de Minería, nombre que ostenta en la fachada, y al que se considera la primera escuela de ingeniería del país. Éste funcionó en aquel lugar varios años —mientras don Manuel Tolsá se hacía cargo de la construcción del hermoso Palacio de Minería en lo que ahora es el cruce de Filomeno Mata y Tacuba—, y era conocido como el Colegio Metálico, ya que a pesar de estar ubicado provisionalmente en las calles de Guatemala tuvo grandes alcances; sus maestros fueron muy selectos, entre ellos se encontraba Alejandro von Humboldt, quien impartió cátedra durante su estancia en la Nueva España. Como podrá verse, estos sucesos forman parte de una fase importante en la historia del inmueble.

    Agradezco el apoyo que me brindaron las autoridades del INAH para llevar a cabo las investigaciones, en particular su entonces director general el etnólogo Sergio Raúl Arroyo; asimismo agradezco las gentilezas que tuvo para conmigo el personal de la embajada de México en Filipinas, al muy digno cargo del licenciado Enrique Hubbard Urrea, así como el interés que tuvo en mi trabajo la Comisión Nacional para la Cultura y las Artes de la hermana República de Filipinas, a cargo de Evelyn B. Pantig, presidenta, y de su directora ejecutiva, Ma. Fina C. Yonson.

    A las compañeras biólogas Aurora Montúfar López y Norma Valentín, por su leal colaboración para identificar los restos de fauna y de material arqueobotánico, lo cual llevaron a cabo con gran profesionalismo e interés. A María Luisa Reyes Landa, por su paciencia y sus observaciones sobre la decoración y la iconografía de los inmuebles mencionados en el texto, con lo que pude enriquecer este trabajo.

    Tengo ahora el grato deber de expresar mi reconocimiento por el apoyo que me dieron el personal y las autoridades de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, particularmente al señor Genaro Díaz y a la señorita Virginia Guzmán, quienes respondieron a todas mis consultas con gran amabilidad y eficiencia, haciendo más grato el proceso del estudio de las fuentes.

    Quiero agradecer los comentarios generales que hicieron María Luisa Reyes Landa y Juan Luis Sariego, investigadores y maestros de la Escuela Nacional de Antropología, Unidad Chihuahua, quienes leyeron el manuscrito y compartieron conmigo diversas opiniones que ampliaron mi horizonte y me permitieron evaluar el texto; sin embargo, debo señalar que todos los errores que puedan encontrarse en las páginas siguientes son exclusivamente de mi responsabilidad.

    Consideré necesario incluir el Apéndice 1, en el que se mencionan los sucesos más importantes de la noble orden de los agustinos. Para tener una idea de la relevancia de la aculturación y la influencia que los religiosos alcanzaron entre la población filipina, se incluyó también el Apéndice 2, en el que pueden leerse algunas de las palabras del español que se conservan hasta nuestros días en el archipiélago. Uno de los objetivos de esta obra es subrayar los logros alcanzados por los agustinos descalzos, razón que dio lugar a los términos mencionados en el Apéndice 3, entre los que se encuentran algunos relacionados con la arquitectura. Por último, debido a que ciertas ideas de los agustinos descalzos se plasmaron en la abigarrada decoración de sus templos, fue necesario describir algunos de ellos, lo que me obligó a insertar el Apéndice 4, en el que menciono los símbolos utilizados por los constructores de la época, entre los que pueden verse los santos que eran de particular veneración para los agustinos. Considero que esto facilitará la identificación de los que fueron representados, sobre todo a los lectores que no tengan mucha experiencia en el tema.

    Para elaborar este trabajo se aprovechó parte de la información generada por las actividades de salvamento arqueológico efectuadas en el edificio de Guatemala 90, para facilitar los excelentes trabajos de conservación que realizó la Sociedad de Ex-Alumnos de la Facultad de Ingeniería (SEFI); a esta agrupación de ingenieros agradezco infinitamente las facilidades que me dio para realizar mis actividades. Debo señalar también que al iniciar los trabajos que se mencionan más adelante, tuve la oportunidad de conocer algunos datos de las investigaciones efectuadas por las arqueólogas Rosa Guadalupe de la Peña Virchez y Rocío Arrellín, quienes me precedieron en el encargo de efectuar las excavaciones en la hermosa casa de Guatemala 90, donde realizaron una magnífica labor.

    Me resulta muy grato señalar que gracias al Instituto Nacional de Antropología e Historia y a todas las personas que he citado pude efectuar trabajos en la misma casa donde realizaron sus actividades los agustinos descalzos; donde en otros momentos Alejandro von Humboldt ayudó a formar a nuestros ingenieros y donde estudiaron personas tan valiosas como don Casimiro Chovell y don Mariano Jiménez.

    ANTECEDENTES

    El arribo de los primeros agustinos calzados a México se remonta a los primeros años de la Colonia; esto ocurrió hacia 1533 y fueron alojados por los dominicos. Eran siete, de nombres: Francisco de la Cruz, Jerónimo Jiménez, Juan de San Román, Alonso de Borja de Aranda, Agustín de Górmaz o de Coruña, Jorge de Ávila y Juan de Oseguera. Originalmente el P. Juan Bautista Moya formaba parte del grupo, pero al comienzo del viaje se desvió para visitar a un hermano y tuvo que embarcarse más tarde;¹ de haber llegado de manera oportuna hubiera sido parte del primer grupo de agustinos que se embarcaron rumbo a las islas del Poniente.

    Varios autores se han ocupado de narrar algunas de las dificultades que asaltaban a los viajeros a su llegada a México, quienes al desembarcar en Veracruz podían contraer alguna de las terribles enfermedades del área; al viajar hacia la altiplanicie pasaban por lugares fríos e inhóspitos, y sufrían bruscos cambios de temperatura, además de que tenían que cruzar ríos, cañadas y otros obstáculos; los frailes debieron sufrir el ataque de alimañas, y los efectos devastadores de la altura y del aire enrarecido del centro de México. Soportando penalidades a las que no estaban acostumbrados, apenas llegados a su destino iniciaron sus actividades con entusiasmo y fervor (figura 1).

    Figura 1. Distribución de las fundaciones agustinas mayores en México.

    Los frailes eran emprendedores y, aunque tuvieron algunos problemas al principio, al poco tiempo de haber llegado contaban ya con un solar en la calle de Tacuba,² posteriormente tuvieron una casa para atender los barrios de San Miguel y del Salto del Agua, que estaba a cargo de los PP. Francisco de la Cruz y Oseguera, mientras que Ávila y Jiménez se ocupaban de Ocuituco, donde se les unió luego el P. San Román; el P. Borja se dedicó a apoyar a don Vasco de Quiroga, que luego sería obispo de Michoacán. El P. Coruña se ocupó de Chilapa y Tlapa, donde luego se le unió el P. Jiménez. Los agustinos comenzaron a construir su convento en la capital en 1541; hacia 1584 estaba en funciones y lo reparaban;³ dada su magnitud, no sorprende que haya tenido problemas para sustentarse en un terreno que había sido fondo lacustre. Thomas Gage opinaba al respecto hacia 1625:⁴

    Estando yo en México, lo construían de nuevo, y noté que las columnas antiguas estaban tan hundidas que echaban otros cimientos. Sin embargo, era la tercera vez que lo reedificaban según me dijeron, y que ponían nuevas columnas sobre las columnas antiguas, que se habían sumergido en el agua.

    La orden de los agustinos se preocupó por la educación y por adaptar a los indígenas a su cultura;⁵ no resulta extraña

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