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1848. Una ciudad de grandes contrastes: I. La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana
1848. Una ciudad de grandes contrastes: I. La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana
1848. Una ciudad de grandes contrastes: I. La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana
Libro electrónico482 páginas4 horas

1848. Una ciudad de grandes contrastes: I. La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana

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El analiza el crecimiento de la Ciudad de México en 1848
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ago 2019
1848. Una ciudad de grandes contrastes: I. La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana
Autor

errjson

Lingüista, especialista en semántica, lingüística románica y lingüística general. Dirige el proyecto de elaboración del Diccionario del español de México en El Colegio de México desde 1973. Es autor de libros como Teoría del diccionario monolingüe, Ensayos de teoría semántica. Lengua natural y lenguajes científicos, Lengua histórica y normatividad e Historia mínima de la lengua española, así como de más de un centenar de artículos publicados en revistas especializadas. Entre sus reconocimientos destacan el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2013) y el Bologna Ragazzi Award (2013). Es miembro de El Colegio Nacional desde el 5 de marzo de 2007.

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    1848

    Una ciudad de grandes contrastes

    La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana

    I

    1848

    Una ciudad de grandes contrastes

    La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana

    I

    María Gayón Córdova

    INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA


    Gayón Córdova, María.

    1848 Una ciudad de grandes contrastes: La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupación militar norteamericana, I [recurso electrónico] / María Gayón Córdova. – México - Instituto Nacional de Antropología Historia, 2018.

    36 MB : il., mapas, tablas

    ISBN: 978-607-539-168-7

    1. Censos – Ciudad de México – Siglo XIX 2. Población – Ciudad de México – Historia – Siglo XIX 3. Vivienda – Ciudad de México – Estadística – Siglo XIX I. t.

    HB3532.M4 G542


    Primera edición: 2018

    Producción:

    Secretaría de Cultura

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    D.R. © 2018 de la presente edición

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    Córdoba 45, Col. Roma, C.P. 06700, Ciudad de México

    sub_fomento.cncpbs@inah.gob.mx

    Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad

    del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la Secretaría de Cultura

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción

    total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

    comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la

    fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por

    escrito de la Secretaría de Cultura /

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    ISBN: 978-607-539-168-7

    Hecho en México.

    ÍNDICE

    Introducción

    Un año difícil

    El levantamiento del padrón

    El decreto de ampliación del Distrito Federal

    El documento histórico, el banco de datos y la base geoestadística

    Una ciudad de grandes contrastes

    Una zonificación para la ciudad en 1848

    Pueblos y barrios de la ciudad

    Cuarteles mayores y menores

    245 manzanas

    Calles

    Inmuebles y propietarios

    Inmuebles ocupados

    Las casas en 1848

    Casas de viviendas, cuartos y accesorias

    Los tipos de vivienda

    Rentas e inquilinos

    Propietarios

    Vislumbrar la ciudad de 1848

    Bibliografía

    Índice de cuadros

    Índice de planos

    Anexo

    INTRODUCCIÓN

    En este primer libro intento reconstruir, a manera de rompecabezas, la imagen que de la Ciudad de México nos deja entrever el Padrón de los habitantes de las casas de esta ciudad ¹ a través de cuadros estadísticos, planos, notas de interpretación y análisis de la información de las primeras columnas del padrón sobre las casas y sus viviendas. El rompecabezas está acompañado con ejemplos, citas de documentos y autores que aclaran, ilustran o —al menos— aligeran la lectura de la información estadística.

    Por un lado, la fuente estadística manejada —levantada durante la invasión norteamericana a México de 1846 a 1848— nos muestra una instantánea única e irrepetible de la historia de nuestra ciudad en un momento difícil en el que los invasores se adueñaron de edificios, calles y plazas, y los generales norteamericanos la gobernaron y saquearon cobrándole exorbitantes cantidades, primero, según dijeron, por la protección que le daban, después para que la Ciudad de México y todas las poblaciones por ellos ocupadas les pagaran el costo de la guerra.

    Por otro, el padrón de 1848 nos muestra parte de la historia y la vida cotidiana de nuestra ciudad a mediados del siglo XIX: sus divisiones territoriales, numerosos conventos y construcciones coloniales, casas de viviendas principales, cuartos y accesorias, sus grandes contrastes entre los pocos propietarios y la multitud que pagaba renta, datos que nos permiten comprender estructuras urbanas y socioeconómicas de larga duración que caracterizaron a la urbe por décadas, estructuras que se fueron transformando lentamente o que tenían tal arraigo que aún perduran.

    En Un año difícil se recuerda la situación de guerra y ocupación norteamericana que vivió la Ciudad de México, de septiembre de 1847 a junio en 1848, y se muestra mediante citas y mapas de la Nueva España (posteriormente República Mexicana) y de Estados Unidos la verdadera y única razón de la guerra: la expansión territorial de este último.

    En El documento histórico, el banco de datos y la base geoestadística se hace la obligada referencia al levantamiento, características y cualidades del padrón, así como a los criterios seguidos para la elaboración de la base geoestadística y de la cartografía de 1848.

    Los enormes contrastes entre el centro de la ciudad y su periferia y la imposibilidad de descubrirlos tomando las divisiones territoriales de los cuarteles mayores, los menores o las manzanas, me llevaron a dividir la Ciudad de México en 18 zonas para su estudio: la primera, la zona central, abarca con algunas variaciones todo lo que fuera la antigua traza española, y entre este centro y la enorme periferia se marcaron siete áreas intermedias que compartían tanto las características de un centro urbano y de una periferia, que fuera de contexto no nos atreveríamos a llamar ciudad. La periferia, también de grandes contrastes, se dividió en siete zonas y los pueblos foráneos pertenecientes a la ciudad se agruparon en tres zonas externas.

    En los listados del Padrón de los habitantes de las casas de esta ciudad, la dirección de las casas está determinada por el cuartel al que pertenecían, la manzana y la calle donde se ubicaban. Estas tres variables, que dieron origen al libro Territorio y demarcación en los censos de población, Ciudad de México, 1753, 1790, 1848 y 1882,² nos hacen reflexionar en el presente trabajo sobre la extensión de la ciudad, la compleja numeración y organización de las manzanas que incluyen los barrios y pueblos apartados del conglomerado urbano, nombres de las calles, calles sin nombre y las que llevan dos nombres; la nota especial que nos lleva a la ciudad ocupada por los yanquis la tenemos en el apartado Las calles en guerra.

    En Inmuebles y propietarios, sin olvidar las numerosas casas y viviendas tomadas por los invasores, resaltan algunas características de las fincas, tales como valor, composición, ubicación, subdivisiones en diferentes tipos de viviendas, propietarios y rentas que cobraban, características que en conjunto, y de manera sutil, nos ayudan a avanzar en el rompecabezas de la imagen de la Ciudad de México en 1848, en el que siempre nos faltan piezas.

    Por la magnitud, importancia e interés del tema, dejé para un siguiente volumen el análisis de las características de la población censada, las ocupaciones y los negocios de los habitantes de la ciudad en 1848.

    UN AÑO DIFÍCIL

    La población de México que, a pesar de las derrotas del día anterior, había dormido en la creencia de que las tropas con que aún contábamos, defenderían la capital calle por calle, conforme á la solemne promesa del general Santa Anna, despertó el 14 de septiembre bajo el yugo de las bayonetas extranjeras.

    Ramón Alcaraz et al. ³

    En el momento en que se levantó el padrón de población de la Ciudad de México de 1848, el país estaba en guerra con Estados Unidos de América. Un militar norteamericano gobernaba el Distrito Federal desde Palacio Nacional y allí ondeaba la bandera de las barras y las estrellas.

    El Gobierno Nacional se había trasladado a Querétaro, donde el Congreso debatía las exigencias de Estados Unidos para llegar a un acuerdo de paz, sin que se vislumbrara una posible salida. Mientras, miles de soldados del ejército invasor se habían instalado en los principales edificios de la ciudad: cuarteles, conventos, colegios, hospitales, oficinas públicas y en cientos de casas particulares, tomando por suyas calles y plazas (plano 1).

    Plano 1. Inmuebles ocupados por las tropas norteamericanas.

    FUENTES: Base de datos del Padrón de los habitantes de las casas de esta ciudad, 1848. Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF), Padrones municipales, vols. 3408 y 3409; The American Star, 10 y 12 de diciembre de 1847.

    Durante los primeros meses de la ocupación militar de la ciudad, la relación entre los munícipes mexicanos y el ejército yanqui no fue fácil. Por un lado, en septiembre de 1847, tras el abandono de la Ciudad de México por el Gobierno Nacional y por el Ejército Mexicano, el Ayuntamiento tomó el mando y se presentó, bandera blanca en mano, ante el general en jefe del ejército invasor, Winfield Scott, para negociar protección para la ciudad y garantías para sus habitantes; por tanto, en el Ayuntamiento recayó la obligación de pagar el exorbitante precio que el general yanqui impuso por esa protección.

    Art. 15º. Esta hermosa capital, sus iglesias y religión, sus conventos y monasterios, sus habitantes y los bienes de éstos, están además puestos bajo el salvoconducto especial de la buena fe y honor del ejército norteamericano.

    Art. 16º. En consideración a la antedicha protección, se le impone a esta Capital una contribución de 150 000 pesos que se pagarán en cuatro plazos, a razón de treinta y siete mil quinientos pesos (37 500 pesos) semanarios, empezando el próximo lunes 20 del presente, y terminando el lunes 11 del próximo octubre.

    Art. 17º. El Exmo. Ayuntamiento, o la corporación municipal, de la ciudad, está encargado especialmente del cobro y pago de dichas cantidades.

    Por otro lado, el general Scott nombró al general John Anthony Quitman como primer gobernador yanqui del Distrito Federal y éste reconoció a las autoridades mexicanas del Ayuntamiento de la Ciudad de México y les permitió cierta autonomía para su desempeño. Los munícipes mantuvieron el cobro de la mayor parte de los recursos municipales y reorganizaron a un contingente de mexicanos para la conservación del orden, el mantenimiento de los servicios urbanos y la recaudación de impuestos. Pero los guardias del orden poco les servían ante los desórdenes o abusos causados por las tropas yanquis;⁵ además, la mayor parte de los recursos y contribuciones que el municipio recaudaba era utilizada para el pago de la deuda por la protección que los yanquis otorgaban a su conveniencia.

    En diciembre de 1847 —luego de tres meses de ocupación en la ciudad—, las cosas habían subido de tono: el presidente de Estados Unidos, James Polk, presionaba al Congreso mexicano reunido en Querétaro para que aprobara sus propuestas de paz, que consistían en extender las fronteras de Estados Unidos sobre la mitad del territorio nacional; amenazó con ocupar militarmente las ciudades y puertos mexicanos que aún se encontraban libres, y ordenó a sus generales endurecer las condiciones impuestas a la población en los lugares ya ocupados por sus tropas.

    Scott había conquistado México, pero no había logrado aún imponer la paz. Por esto pensó que un saqueo organizado podría lo que sus tropas y las bombas de sus cañones no habían conseguido…

    En su mensaje de fin de año al pueblo de Estados Unidos, el presidente Polk, después de señalar las riquezas del botín y hacer hincapié en la terquedad de México por no someterse, proponía indemnizarse con esa porción de nuestro territorio.

    Las provincias de Nuevo México y de las Californias son contiguas a los territorios de los Estados Unidos y si las pusiéramos bajo el gobierno de nuestras leyes, pronto se desarrollarían sus recursos minerales, agrícolas, manufactureros y comerciales.

    La Alta California está limitada al norte por nuestras posesiones de Oregón, y si estuviera en poder de los Estados Unidos pronto quedaría poblada por una parte de nuestra población, fuerte, emprendedora e inteligente. La bahía de San Francisco y otros puertos a lo largo de la costa de California, proporcionarían abrigo a nuestra Marina, a nuestros numerosos barcos balleneros y a otros barcos comerciales empleados en el océano Pacífico, y en muy poco tiempo se convertirían en mercados de extenso y provechoso comercio con China y con otros países del Oriente.

    […] Éstas fueron las consideraciones fundamentales que me indujeron a autorizar los términos de paz que se propusieron a México. Éstos fueron rechazados, y habiendo terminado las negociaciones se renovaron las hostilidades…

    Desde que en abril último se decidió hacer estas liberales proposiciones de los Estados Unidos, se han causado considerables gastos y se ha derramado la preciosa sangre de muchos de nuestros compatriotas conciudadanos en la prosecución de la guerra. Esta consideración y la obstinada terquedad de México para prolongar la guerra, debe influir sobre los términos de paz que anteriormente se había considerado aceptar.

    Habiendo salido victoriosas nuestras armas en todas partes, estando sometido a nuestra ocupación militar gran porción del territorio enemigo, incluyendo su capital, y habiendo fracasado las negociaciones de paz, surge el problema importante de la manera cómo la guerra debe proseguirse y cuál debería ser nuestra futura política. No me cabe duda de que deberíamos afirmar y aprovechar las conquista que ya hemos hecho y que con esta mira debiéramos retener y ocupar con nuestras fuerzas militares y navales todos los puertos, ciudades, villas y provincias que ahora ocupamos o que en lo sucesivo caigan en nuestro poder; y que deberíamos seguir adelante con nuestras operaciones militares e imponer contribuciones militares al enemigo, hasta donde sea posible, para sufragar los gastos futuros de la guerra.

    […] Entre tanto, como México ha rehusado pagar indemnización alguna, deberíamos adoptar medidas para indemnizarnos nosotros adjudicándonos permanentemente una porción de su territorio.

    El único motivo real de la guerra de Estados Unidos contra México es mencionado en las ambiciosas palabras de Polk:

    … y si las pusiéramos bajo el gobierno de nuestras leyes, pronto se desarrollarían sus recursos minerales, agrícolas, manufactureros y comerciales […] y si estuviera en poder de los Estados Unidos […] proporcionarían abrigo a nuestra Marina, a nuestros numerosos barcos balleneros y a otros barcos comerciales empleados en el océano Pacífico, y en muy poco tiempo se convertirían en mercados de extenso y provechoso comercio con China y con otros países del Oriente […] para indemnizarnos nosotros adjudicándonos permanentemente una porción de su territorio…

    Y se hace más claro cuando vemos los mapas de la extensión territorial de Estados Unidos (planos 2 a 7).

    Plano 2. Expansión territorial de Estados Unidos, 1763.

    Plano 3. Expansión territorial de Estados Unidos, 1790.

    FUENTES: Planos 2 al 7, elaboración propia sobre mapa de México y los Estados Unidos en 1848. Gastón García Cantú, Las invasiones norteamericanas en México, ERA/SEP, 1986 (Lecturas mexicanas); www.ocw.edu.mx; 1db.blogspot.com; wikipedia.com; lib,utexas.edu; uta.ed.utamagazine; amhist.istunomaha.edu; sonofthesout.net; usacqup.territorial; themapdatabase.com; csub.sdu; xploranorte.com; inehrm.gob.mx;bibliotecadigital.ilce.edu.mx. Tratado de Greenville, http://en.wikipedia.org; 500 años de México en documentos, http://www.biblioteca.tv; Perry-Castañeda library map collection, www.lib.utexas.edu; National Atlas, http://www.nationalatlas.gob; American Memory, http://memory.loc.gob; Wikisource, http://es.wikisource.org; Secretaría de Relaciones Exteriores, Comisión internacional de límites y aguas entre México y los Estados Unidos sección mexicana, historia, tratados y convenciones, http://portal.sre.gob.mx; Tratados de límites de los estados pertenecientes a la Corona Española, http://www.cervantesvirtual.com; http://www.ingenierosdelrey.com; El Tratado Adams-Onís, http://pbs.org; Tratados de Velasco, http://www.aaedr.sep.gob.mx; Vanguardia, Trinchera: desde Jefferson a Bush, http://www.vanguardia.com.mx; Artehistoria. Dolmen, http://www.artehistoria.com; José M. Roca, Dios y el destino americano, El Viejo Topo, núm. 179, junio de 2003, edición digital de la Fundación Andreu Nin, junio de 2003.

    Siguiendo los lineamientos de Polk en la Ciudad de México, el general Scott impuso una nueva contribución de guerra, ya no de protección, sino para que los habitantes de los lugares ocupados por sus tropas pagaran el costo de la guerra. En el Distrito Federal el segundo gobernador civil y militar yanqui, Persifor Frazer Smith, urgió el pago de esa nueva contribución al Ayuntamiento, al que además exigió más y mejores alojamientos para las tropas y oficiales norteamericanos. El Ayuntamiento argumentaba que los edificios ocupados eran suficientes y en ellos podían caber hasta 23 mil soldados, y pedía que los oficiales norteamericanos ejercieran más control sobre sus tropas, causantes de desórdenes y abusos en casas, calles y plazas.

    Sin embargo, se ha dado principio a un nuevo orden de cosas, y si las tropas norteamericanas han de quedar en posesión de esta ciudad y país, ellas y sus oficiales han de ser acomodados con amplitud.¹⁰

    Plano 4. Expansión territorial de Estados Unidos, 1800.

    Plano 5. Expansión territorial de Estados Unidos, 1821.

    Así las cosas, llegó el tiempo de las elecciones para el cambio de los ayuntamientos, que se efectuaban en diciembre de cada año, para que las autoridades que resultaran electas tomaran posesión el primero de enero del siguiente año según lo establecido por las Cortes de Cádiz. Esa vez, el Ayuntamiento fijó para la elección el 17 de diciembre de 1847, pero varios días antes de esa fecha canceló el proceso, sin comentar que había recibido una comunicación del Gobierno Nacional en Querétaro ordenando que no se hicieran cambios de autoridad en los lugares ocupados por el ejército enemigo. Un grupo de ciudadanos inconforme por la permanencia de los mismos munícipes en sus cargos por más tiempo y por la orientación de las discusiones del Congreso Nacional en Querétaro, decidió llevar a cabo las elecciones, elaboró unas Instrucciones para aquellos que resultaran electos y nombró a los miembros de una Asamblea Municipal, nombre que le dio a la corporación municipal tal vez para diferenciarse del Ayuntamiento en funciones.

    Plano 6. Expansión territorial de Estados Unidos, 1846.

    Plano 7. Expansión territorial de Estados Unidos, 1848.

    Ante este hecho, el Ayuntamiento trató de reanudar el proceso electoral que había suspendido, pero el segundo gobernador yanqui del Distrito Federal, el general Smith, aprovechó la oportunidad y, ante los reclamos de unos y las exigencias de otros, desconoció al Ayuntamiento de la ciudad y apoyó la toma de posesión de la Asamblea Municipal, lo cual fue aplaudido por la Junta General de Electores:

    Se nos había abandonado a la discreción del vencedor; y cuando ya nuestros mismos paisanos ya nos trataban desde sus sillas curules con el desprecio que se mira a los esclavos, se nos restituye el rango de ciudadanos por una autoridad extraña, pero justa e ilustrada.¹¹

    El cambio de autoridades no esperó hasta el inicio de 1848, pues el 24 de diciembre de 1847 el general Smith comunicó la destitución de unos y pidió para el día siguiente la toma de posesión de los otros.

    Se prohíbe en consecuencia a toda persona proceder en lo adelante a las elecciones prevenidas por el último ayuntamiento, so pena de ser considerados como perturbadores de la paz pública.¹²

    Encabezó la lista de los nuevos munícipes de la Asamblea Municipal, Francisco Suárez Iriarte, como presidente y alcalde primero; seguido de los alcaldes segundo a octavo: Antonio Garay, Tiburcio Cañas, Anselmo Zurutuza, Miguel Lerdo, Agustín Jáuregui, Ramón Aguilera y Justo P. Macedo; de doce regidores y de dos síndicos.

    Al día siguiente, 25 de diciembre, de acuerdo con la recomendación del general yanqui, los nombrados se instalaron en las oficinas del municipio. El Gobierno Nacional en Querétaro no reconoció el cambio de autoridades municipales, descalificó a la Asamblea Municipal y acusó a sus miembros de usurpar el poder y de traicionar a la patria.

    EL LEVANTAMIENTO DEL PADRÓN

    En la Capital, donde flamea el pabellón americano, se maquina traidoramente contra la nacionalidad del país. Allí, algunos mexicanos, a quienes la posteridad llenará de execración, se disputan el poder, se usurpan de la autoridad municipal, se apoderan de los escasos recursos de la desdichada ciudad y buscan el apoyo para sus crímenes en la fuerza del invasor.

    Manuel de la Peña y Peña¹³

    Una de las primeras acciones de la Asamblea Municipal fue el levantamiento del padrón de población de la ciudad. A dos días de ocupados los cargos municipales, el 27 de diciembre de 1847 se dio inicio al censo: se repartieron los formatos a los jefes de las manzanas de la ciudad para que visitando cada una de las casas tomaran nota de todos sus habitantes.¹⁴

    El Exmo. Ayuntamiento de esta capital en sesión de hoy aprobó las siguientes proposiciones:

    Primera. Se nombrará un vecino de cada manzana, que dentro de tercero día forme en ella el padrón de todas las personas que la habitan, arreglándose al modelo que se le remitirá. Este padrón se hará por los jefes respectivos de manzana; quedando facultados los regidores en sus cuarteles para nombrar empadronadores en las manzanas en que no haya dichos jefes.

    Segunda. El nombrado no podrá eximirse, so pena de pagar la gratificación que se dé al que en su lugar desempeñe la comisión.

    Tercera. Son obligaciones del empadronador inquirir en cada casa, vivienda o cuarto, el número de personas que la habitan, e interrogar a cada una de ellas por el orden que indican los encabezados del modelo, exceptuándose las que por su edad, sexo o enfermedad no puedan responder directamente, haciéndolo en su nombre el jefe de la familia o el que la representare, y remitir luego lo actuado a la secretaría municipal.

    Cuarta. En caso de encontrarse alguna casa vacía u ocupada por individuos a quienes no comprenda esta disposición, se impondrá el comisionado de personas suficientemente instruidas, de la renta y pertenencia de la finca.

    Quinta. Es obligación de todos los habitantes de esta ciudad y su distrito, exceptuándose a los individuos del ejército americano y sus agregados, imponer exactamente al empadronador sobre todos los puntos a que se refiere el modelo.

    Sexta. Cualquiera ocultación o resistencia de parte de los empadronados, será castigada con una multa de cinco a cincuenta pesos; y no pudiendo hacerse el pago de ésta, sufrirá una detención de tres a cinco días.

    México, diciembre 27 de 1847. F.S. Iriarte, Alcalde 1º. Lic. Cástulo Barreda, Secretario.¹⁵

    Una buena parte de los empadronadores cumplió con su tarea en los primeros días de enero de 1848, y la información censal fluyó hacia las oficinas municipales a lo largo de ése y el siguiente mes. Al tiempo que los jefes de manzana

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