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Estudio de la lítica en Mesoamérica
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Libro electrónico440 páginas6 horas

Estudio de la lítica en Mesoamérica

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Estudio de la lítica tallada y pulida en México en diferentes tipos de artefactos líticos
IdiomaEspañol
EditorialInstituto Nacional de Antropología e Historia
Fecha de lanzamiento22 ago 2019
Estudio de la lítica en Mesoamérica
Autor

errjson

Lingüista, especialista en semántica, lingüística románica y lingüística general. Dirige el proyecto de elaboración del Diccionario del español de México en El Colegio de México desde 1973. Es autor de libros como Teoría del diccionario monolingüe, Ensayos de teoría semántica. Lengua natural y lenguajes científicos, Lengua histórica y normatividad e Historia mínima de la lengua española, así como de más de un centenar de artículos publicados en revistas especializadas. Entre sus reconocimientos destacan el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2013) y el Bologna Ragazzi Award (2013). Es miembro de El Colegio Nacional desde el 5 de marzo de 2007.

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    Estudio de la lítica en Mesoamérica - errjson

    INTRODUCCIÓN

    Leticia González Arratia*

    Lorena Mirambell**

    Este volumen sobre la industria lítica arqueológica en Mesoamérica está dedicado a Margarita Gaxiola González, querida amiga y colega, excelente investigadora dedicada durante gran parte de su carrera al estudio de la lítica tallada en Hidalgo —entre otros proyectos de investigación—, particularmente a la manufacturada en obsidiana. Margarita fue una entusiasta participante de las reuniones sobre la industria lítica arqueológica tanto tallada como pulida que organizamos en los años de 2000 a 2006 y colaboradora con tres artículos en los dos primeros volúmenes que editamos sobre el tema de la lítica arqueológica.¹ Murió, desgraciadamente, después de una penosa enfermedad que enfrentó de manera valiente y optimista, en una de las etapas más fructíferas de su investigación, como lo hace notar María Rosa Avilez en la interesante semblanza intelectual de Margarita con la que abre este libro.

    Se trata del cuarto volumen dedicado a la lítica arqueológica que hemos coordinado y está enfocado a Mesoamérica. Se compone de siete artículos que presentan un amplio panorama de los temas y perspectivas que actualmente se aplican al estudio de ésta en México. Cinco de ellos se refieren a la lítica tallada en obsidiana. Un artículo presenta los resultados del estudio de un grupo de instrumentos de molienda en basalto y el último, con el que cierra este volumen, se refiere a la experimentación relacionada con la fabricación de un espejo de pirita. Los artículos estudian distintos tipos de artefactos líticos arqueológicos provenientes de contextos heterogéneos que dan cuenta de diversas momentos de la historia prehispánica. La mayoría incluye observaciones sobre las diferentes técnicas de elaboración y función de las piezas canalizadas.

    En términos cronológicos, las contribuciones en este volumen abarcan del Preclásico al final del Clásico mesoamericano, excepto el artículo de Gianfranco Cassiano y Ana Ma. Álvarez Palma, titulado Poblamiento temprano en el estado de Hidalgo. Apuntes sobre tecnología, cronología y organización social, el cual se ubica en el Cenolítico Superior (entre el 11000 y 9000 a.p.) es decir, en una fase premesoamericana en la etapa Lítica. Trata sobre la lítica y asentamientos en Oyapa, Hidalgo, y desarrolla el tema de las ocupaciones del hombre temprano en México. Presenta los resultados del estudio de la lítica obtenida tanto en excavaciones como en superficie, así como de una reflexión sobre el hombre antiguo desde el poblamiento de este territorio hasta el inicio de la agricultura. Muy pocos investigadores en México se dedican a investigar este aspecto tan importante en América para entender la dinámica y características que explican la llegada, colonización, permanencia y reproducción social de los grupos humanos que poblaron originalmente América, lo mismo que, en el caso de México, por constituir el antecedente de la historia que luego devendría en la cultura mesoamericana.

    Como queda explícito en el texto, no se trata sólo de dar a conocer la presencia de las puntas Clovis en Hidalgo, sino de replantear y enriquecer su estudio con propuestas teóricas que tienen que ver con las formas de movimiento de los más antiguos grupos humanos que llegaron a este territorio, su ocupación y explotación, e incluso la ideología que conlleva —enfoque aplicado en la actualidad a nivel internacional—, así como de sustentarlo a partir del análisis de los propios artefactos líticos, en particular, desde la técnica de manufactura, y sobre todo alejarse del paradigma del cazador de grandes presas para introducir la idea de una sociedad versátil que se mantenía también de la recolección y consumo de vegetales, alimentos y objetos prácticos, de la cacería de animales de menores dimensiones que la megafauna y de la manera en que se abordaba la exploración, conocimiento y colonización del territorio.

    En cuanto al análisis tecnológico y la reflexión en torno a éste, el artículo de Cassiano y Álvarez se divide en tres partes vinculadas con los cambios climáticos que señalan el final del Pleistoceno y con los indicadores líticos que arqueológicamente lo caracterizan, como las puntas y tecnología Clovis; la transición Pleistoceno-Holoceno, que coincide con la aparición de la punta Plainview, y el Holoceno Medio cuando las sociedades cazadoras-recolectoras exploran ya el camino que las llevará a la práctica de la agricultura en el centro de México. El resto de los artículos se ubican en una época plenamente mesoamericana (lo que significa que en términos económicos se depende de la agricultura para la obtención de alimentos y de un excedente que permite la realización de actividades que se alejan de las prácticas de subsistencia), donde tanto la cerámica como la lítica tallada y pulida se convierten en elementos fundamentales de la producción y se utilizan también intensamente en los diferentes rituales propios de la religión mesoamericana, al mismo tiempo que se impulsa un gran desarrollo en la arquitectura, particularmente presente en los centros ceremoniales y de habitación de la élite.

    Aunque en el caso de la lítica tallada los artefactos líticos característicos de Mesoamérica se elaboraban tanto en pedernal como en obsidiana, basalto y otras rocas, los estudiosos han privilegiado sobre todas las cosas a la obsidiana como objeto de investigación, tal vez porque se le localiza en todo sitio mesoamericano, pese a que la mayor parte de ellos debían importarla (Brokmann, 2000: 14). Y se le encuentra en todos los sitios porque fue un elemento de intercambio y comercio importantísimo, como hace notar Pastrana al subrayar el destacado papel que jugó Teotihuacan en su transporte, comercio y distribución en Mesoamérica, pero lo mismo podría decirse de los mexicas para el Posclásico final. De ahí que aun aquellos sitios que tenían acceso a fuentes de pedernal de calidad, como en el caso del área maya —de lo que queda evidencia por la gran cantidad de artefactos líticos de excelente factura presentes en sitios de esta región—, también reportan notables cantidades de artefactos (como soportes, núcleos, desecho de talla, lascas, navajas y navajillas de retoque marginal, preformas, artefactos terminados, etc.) elaborados con obsidiana de importación.

    A los artefactos de obsidiana se les han aplicado diferentes tipos de análisis y han sido motivo de diversos enfoques e interpretaciones, lo cual ha enriquecido el panorama de investigación de las sociedades prehispánicas. Brokmann acertadamente observa y sintetiza el alcance de los mismos: La obsidiana es uno de los materiales arqueológicos mesoamericanos mejor estudiados. Se conocen sus yacimientos, la técnica de su talla y su empleo para diversas funciones, lo cual ha permitido la construcción de hipótesis relacionadas con su comercio, control e importancia (Brokmann, 2000).

    Si comparamos los diferentes tipos de artefactos líticos tallados de obsidiana o pedernal u otros tipos de roca de la época prehistórica premesoamericana (o de los grupos cazadores-recolectores del norte de México que la trascienden en lo temporal hasta prácticamente el momento de la Conquista) con lo que acontece en la etapa mesoamericana, es posible observar cómo se diversifican los tipos de artefactos, la estandarización de su manufactura y función y la aplicación de diferentes técnicas para su elaboración y acabado que complementan el tallado y pulido de la época propiamente prehistórica. Destacan, por cierto, los variados y complicados objetos de adorno y de prestigio elaborados en piedra, como por ejemplo los excéntricos² de formas aparentemente caprichosas, entre éstos los de tipo hacha (Brokmann, 2000); los cuchillos que incluyen mangos elaborados en una sola pieza de obsidiana, y los cuchillos curvos, así como otros objetos, entre los que se cuentan los espejos de obsidiana, de pirita, etc. Tales estudios indirectamente constatan que los procesos de transformación de la materia prima a lo largo de la historia mesoamericana heredan las bases tecnológicas de la etapa Lítica y en algunos casos se introducen variaciones o técnicas que aunque conocidas, como el corte, no se aplicaban a la lítica. La importancia de la obsidiana en esta sociedad, como lo informa Yadira Martínez Calleja en su contribución al presente volumen, no sólo fue en tanto materia prima que impulsó su crecimiento y se desarrolló como una fuerza económica fundamental en Mesoamérica, sino que formó parte integral de su cultura, y representó la expresión misma del poder. Entre los temas que se abordan en los artículos que componen este libro se encuentra el relacionado con los yacimientos de obsidiana, el relativo a los talleres de elaboración de artefactos y el que se refiere al simbolismo asignado a estos objetos y su utilización como ofrendas en rituales específicos.

    Y

    ACIMIENTOS DE OBSIDIANA

    La identificación del yacimiento de obsidiana del cual proviene la lítica arqueológica por medio del análisis de su composición, como la técnica de activación neutrónica (NAA) y de inducción de partículas por emisión de rayos X (PIXE), se ha vuelto cada vez más común, lo que ha abierto el camino para introducir tópicos relacionados con los procesos de abastecimiento y consumo que incidieron en el intercambio, comercio, especialización y control político de las sociedades mesoamericanas. Al respecto, se ha construido una metodología de investigación cada vez más sofisticada que muchas veces se inicia con el estudio de un taller de manufactura o, del sitio de consumo de artefactos de obsidiana para continuar con la identificación de uno o varios tipos de la misma y correlacionarlo con el tipo de yacimiento del cual proviene esta materia prima, la exploración del mismo y el estudio de las minas de explotación, sus talleres y asentamientos asociados, con lo cual se conoce cada vez mejor la tecnología empleada para obtener la obsidiana, así como el grado de trabajo aplicado antes de enviarla a los centros de consumo, la organización social y del trabajo asociada a esta etapa de transformación de esta roca vítrea, entre otros. García Cook refiere en su contribución titulada Los ‘talleres estatales’ de Cantona, Puebla, entre otros temas, el de los yacimientos de donde proviene la materia prima con que fueron elaborados los artefactos excavados en Cantona, Puebla, siendo el principal el de Oyameles-Zaragoza, explotado al menos desde el 60 a.C. hasta el 900/950 d.C.

    T

    ALLERES

    La integración a un mismo estudio de diferentes contextos arqueológicos con presencia de obsidiana ha permitido también observar con mayor detalle y ampliar las variables a considerar para la identificación de los talleres, en un esfuerzo por diferenciarlos entre sí.

    La suma de estudios y conclusiones realizados en torno a los yacimientos de materia prima, así como en los sitios habitacionales y ceremoniales, permite distinguir áreas de actividad específicas, y en el caso de los talleres establecer una tipología en función del tipo de artefactos presentes, como lascas, núcleos, preformas y productos terminados, que indican si en los yacimientos se está probando la calidad de la materia prima o si se avanzó a la primera modificación en la elaboración de un artefacto, etc., diferenciando este tipo de talleres de los ubicados en las unidades habitacionales con evidencia de manufactura y acabado de artefactos (distinguiendo los de tipo familiar de los especializados; los de la élite de los del pueblo) o de los del centro ceremonial en sí. El artículo de Ángel García Cook antes citado es ilustrativo respecto de las características de sitios de este tipo. Según el autor la elaboración de artefactos de obsidiana representaba uno de los pilares de la economía de Cantona y una de sus características eran sus talleres: primarios, secundarios y terciarios, que producían masivamente, de manera sistemática y en serie los objetos de obsidiana. Propone que la organización de la producción y su exportación eran controladas por el Estado con un funcionamiento de larga duración, pero también se han identificado talleres en las unidades domésticas tanto de élite como de la población general, donde se manufacturaban los artefactos requeridos para el uso doméstico.

    E

    L SIMBOLISMO: LA OFRENDA

    Además del aspecto relacionado con la tecnología de explotación de la materia prima, manufactura y uso práctico de los artefactos, los investigadores también se han abocado a desentrañar el simbolismo que acompaña a la obsidiana en sí, de tal suerte que es posible afirmar que en Mesoamérica se desarrolla una estandarización en la producción de los objetos religiosos, como señala Yadira Martínez Calleja en su artículo Función de algunos instrumentos de obsidiana en las ceremonias rituales de Cantona, Puebla, basado en el estudio de las ofrendas excavadas en la Unidad 201 en el núcleo religioso y político de este sitio. El objetivo de su trabajo es mostrar cómo este complejo lítico compuesto de navajas, tranchets y cuchillos con muesca, entre otros, formó parte del ritual celebrado con motivo del inicio de la construcción del altar central y sugiere que la función ritual de este grupo lítico consistía en desollar, destazar y desmembrar a los individuos sacrificados.

    Julie Gazzola, por su parte, en su artículo Estudio y resultados preliminares de los artefactos de obsidiana localizados en un conjunto de fases tempranas en Teotihuacan, da cuenta de los resultados obtenidos a partir del análisis de una serie de artefactos en obsidiana hallados en las excavaciones realizadas en La Ciudadela, provenientes de la fase Tzacualli-Miccaotli (entre 1 y 200 d.C.). Los estudios de análisis composicional de la obsidiana revelan que se encuentran representados cuando menos seis yacimientos. Al observar sus gráficos es posible asegurar que, excepto el cercano yacimiento de Otumba, no se puede deducir que a mayor cercanía existiera mayor intensidad en el intercambio.

    Si bien algunos instrumentos rituales se identifican por su forma, tamaño o cuidado en su elaboración, en determinadas circunstancias se incluyeron también como parte de las ceremonias religiosas y rituales algunos artefactos cuya función práctica en la vida cotidiana ha sido comprobada, como las puntas de proyectil, las navajas prismáticas, los tajadores, las lascas, y los núcleos. De ahí que el establecimiento de su función simbólica depende de su contexto de deposición (más que de sus características formales) y por lo tanto se requiere de una cuidadosa excavación y registro que permita llegar a la formulación de dicha conclusión, tal y como lo demuestra Gazzola para La Ciudadela en Teotihuacan y Yadira Martínez Calleja en Cantona.

    A

    RQUEOLOGÍA E ICONOGRAFÍA

    Tanto las autoras antes mencionadas como Fiorella Fenoglio Limón, Carlos Viramontes Anzures y Juan Carlos Saint-Charles Zetina, en su estudio Iconografía y cuchillos curvos. Espacios rituales teotihuacanos de sacrificio y guerra en El Rosario, Querétaro, introducen en apoyo a la interpretación de los materiales líticos, en particular, de acuerdo con su función (más allá del análisis de huellas de uso), la consulta de documentos que contiene toda una gama de figuras, como los códices, los murales pintados e incluso la cerámica decorada (pintada, esgrafiada, en relieve), así como la del documento etnohistórico escrito. La utilización de este material documental y gráfico para sustentar las hipótesis derivadas del análisis arqueológico de los artefactos aporta una gran riqueza a la interpretación, sobre todo cuando se trata de funciones simbólicas que no dejan necesariamente huellas de uso. Se ha podido incluso afinar cada vez con más detalle la función de los mismos al entrecruzar los datos de su contexto de deposición y el tipo de artefactos presentes, para diferenciar los que se destinaron a rituales de autosacrificio de los empleados para el sacrificio humano, o de los utilizados como insignia ceremonial de los sacerdotes, como nos lo recuerda Yadira Martínez Calleja, al citar la observación de Veronique Darras.

    En este sentido, Fenoglio, Viramontes y Saint-Charles nos informan acerca de la excavación del sitio de El Rosario, en Querétaro, el cual evidencia una relación directa con Teotihuacan durante el periodo Clásico (200-650 d.C.), por su arquitectura y por el estilo y contenido de sus murales, pero además por el hallazgo de cierto tipo de artefacto como el cuchillo curvo de obsidiana. Este tipo de asentamiento pudiera también indicar el interés de Teotihuacan por extender su influencia hacia el norte. Consideran los autores que la estructura excavada representó un espacio sagrado destinado al sacrificio ritual en el que encontraron entre otras cosas, una serie de cuchillos curvos de obsidiana depositados en el piso, así como fragmentos de pintura mural en las paredes, donde aparecen representados. Si bien la interpretación hasta ahora aceptada se circunscribe a la utilización práctica del cuchillo para extraer el corazón, los autores plantean nuevas hipótesis en torno a su uso simbólico para transmitir mensajes relacionados con el poder teotihuacano.

    Como se puede notar, el avance en los enfoques aplicados a la industria de la obsidiana es variada y sofisticada. Sin embargo, aparentemente se ha dejado de lado el enfoque más elemental pero el más antiguo. Prácticamente el punto de partida de los estudios de gabinete en la arqueología: la tipología. Gazzola, por ejemplo, asegura que en Teotihuacan no se cuenta aún con una tipología para las puntas de proyectil que pueda ser utilizada como una herramienta de investigación, por lo que en principio se aboca a sistematizar, para el sitio de La Ciudadela, una tipología de los artefactos de obsidiana ahí localizados, en particular, las puntas de proyectil, y dentro de esta categoría las puntas de proyectil en miniatura. Al respecto, es interesante su observación sobre estas últimas cuando subraya que hasta el momento no existen evidencias que permitan inferir la presencia del arco y la flecha en Teotihuacan. Para la misma época (fase Tzacualli-Miccaotli entre 1y 200 d.C. en Teotihuacan), este tipo de puntas miniatura aún no aparece en el norte de México y sur de Estados Unidos. Se piensa que en el sur de Texas son contemporáneas con la introducción del arco y la flecha entre el 700 y 1000 d.C. (Turner y Hester, 1993: 6).

    L

    OS ARTEFACTOS PULIDOS

    Muchos artefactos de molienda aparecen en los sitios mesoamericanos, y se caracterizan, entre otras técnicas de elaboración, por el pulido. El estudio de sistematización de organización de los dos elementos que los componen: el elemento pasivo, como el metate o mortero por una parte, y el activo, o sea sus manos (que forman parte indisoluble de cada uno de estos artefactos), así como sus respectivas subdivisiones, es el tema del artículo de José R. Rodríguez, Actividades de molienda en el asentamiento de San Luis Tlatilco, Estado de México. A partir de la metodología aplicada, que toma en cuenta conjuntamente la función y la forma del artefacto, Rodríguez identifica tres tipos de molienda en general, que denomina de subsistencia, tecnológica y ceremonial. Esto le permite al autor elaborar interesantes conclusiones que destacan la complejidad de actividades que se desarrollaban en Tlatilco durante el Formativo Medio.

    E

    XPERIMENTACIÓN

    La experimentación en la reproducción de artefactos y su desecho de talla ha jugado un papel muy importante en el proceso de identificación del tipo de talleres, de la tecnología de elaboración de los artefactos y de su utilización. Entre los numerosos objetos manufacturados en piedra en el mundo prehispánico tenemos los espejos o superficies reflejantes, los cuales han sido interpretados como receptores de una carga mágico-religiosa y de prestigio social, como lo hace notar Emiliano Gallaga Murrieta, autor de La manufactura de los espejos de pirita: una experimentación, único texto en este volumen dedicado a la experimentación. Los espejos representan una larga tradición de objetos suntuarios que se inicia, señala el autor, en el horizonte mesoamericano, en la época Olmecoide (Preclásico Medio de 1200 a 1400 a.C.), y que continúa durante toda la fase Teotihuacanoide (de 150/200 a 600 d.C.), la fase Toltecoide (Posclásico Temprano de 900 a 1200 d.C.) y Aztecoide (Posclásico Tardío de 1200 a 1521). En el mundo mesoamericano se usaron materiales diversos para la elaboración de espejos, como la obsidiana,³ la hematita y la pirita. Gallaga lleva a cabo un interesante experimento para reproducir tanto las técnicas empleadas en la elaboración de los artefactos como la utilización de las herramientas que plasmaron huellas similares o patrones de producción de los espejos de pirita. De los pormenores y dificultades del mismo, así como de sus resultados, nos informa el autor.

    En síntesis, podría decirse que en el conjunto de artículos aquí reunidos domina la época del Clásico y los sitios de Teotihuacan y Cantona, pero se introduce el Preclásico de Tlatilco, desde la perspectiva de los instrumentos de molienda y la etapa Lítica vista desde los contextos de esta época que han sido estudiados en Hidalgo. Geográficamente se distribuyen entre el centro de México (Teotihuacan y Tlatilco), el oriente (Oyapa, Hidalgo, y Cantona, Puebla) y al norte (El Rosario, Querétaro). En relación con la metodología puede observarse cierta consistencia, puesto que independientemente del tema central, en su mayoría los artículos que tratan de materiales en obsidiana incluyen la diferenciación macroscópica de la materia prima, la identificación de los yacimientos de procedencia de la misma, y las características tecnológicas de manufactura de los artefactos (con mayor o menor detalle), para finalmente concentrarse en el contenido específico de la investigación de cada autor.

    BIBLIOGRAFÍA

    BROKMANN, Carlos, 2000, Tipología y análisis de la obsidiana de Yaxchilán, Chiapas, México, INAH, (Colección Científica, núm. 422).

    CLARK, John E. y Phil C. Weigand, 2009, Obsidiana Lapidary without Polishing, en Lorena Mirambell y Leticia González Arratia (eds.), Investigaciones recientes sobre la lítica arquelógica en México, México, INAH(Colección Científica, núm. 562), pp. 18 y 79-94.

    GAXIOLA GONZÁLEZ, Margarita, 2005a, Rancho La Cañada: una unidad de producción de instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo, en Leticia González Arratia y Lorena Mirambell (eds.), Reflexiones sobre la industria lítica, México, INAH (Colección Científica, núm. 475), pp. 181-204.

    ______, 2005b, La producción de raspadores de maguey en Huapalcalco: una industria de obsidiana especializada, en Leticia González Arratia y Lorena Mirambell (eds.), Reflexiones sobre la industria lítica, México, INAH (Colección Científica, núm. 475), pp. 205-224.

    ______, 2009, La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo, en Lorena Mirambell y Leticia González Arratia (eds.), Investigaciones recientes sobre la lítica arqueológica en México, México, INAH (Colección Científica, núm. 561), pp. 111-132.

    TURNER, Ellen Sue y Thomas Hester, 1993, A Field Guide to Stone Artifacts of Texas Indians, 2a. ed., Huston Gulf Publishing Company.


    * Museo Regional de La Laguna, Torreón Coahuila.

    ** Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico. Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.

    ¹ En el primer volumen Reflexiones sobre la industria lítica, del 2005, colaboró con los artículos Rancho La Cañada: una unidad de producción de instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo y La producción de raspadores de maguey en Huapalcalco: una industria de obsidiana especializada; en el segundo volumen Investigaciones recientes sobre la lítica arqueológica en México, del 2009, con el artículo La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo.

    ² Excéntrico: objeto de distintas formas con alguna función ritual (Pastrana, 2006: 51).

    ³ Para los espejos de obsidiana y su reproducción experimental véase también el artículo de John E. Clark y Phil C. Weigand (2009: 79-94).

    MARGARITA GAXIOLA

    UN SENDERO A TRAVÉS DE LA LÍTICA

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    María Rosa Avilez Moreno*

    Estoy y estuve en muchos ojos, hoy sólo soy memoria

    y la memoria que de mí se tenga.

    Elena Garro, Recuerdos del porvenir.

    Margarita Gaxiola González inicia su carrera de arqueóloga en Oaxaca, como investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y después de algunos años decide trasladarse al recién creado Centro Regional de Hidalgo, donde echa a andar el Proyecto Huapalcalco. Encontrarse en una zona donde la economía de las sociedades prehispánicas allí asentadas estaba estrechamente ligada con la explotación de la obsidiana, intensifica su interés en el estudio de la lítica, pasión que la acompañará a lo largo de toda su vida profesional y que la llevó a explorar varias vertientes. Originalmente, los objetivos del Proyecto Huapalcalco conjugaban la investigación científica con la protección y conservación del patrimonio en el sitio; el incremento de la actividad humana en la época moderna la obligó a combinar los objetivos de su investigación con intervenciones de emergencia y salvamentos arqueológicos que complementaron su labor profesional y ampliaron sus conocimientos del asentamiento. El proyecto contemplaba inicialmente la delimitación espacial y temporal del Huapalcalco, su organización interna, su caracterización cultural, así como la definición de su importancia estratégica en el estudio de rutas de comercio, migraciones y conquistas (Gaxiola et al., 1979: 25 y 26). Un poco más adelante se empieza a ver en su trabajo un énfasis mayor en el papel que tuvo la producción de instrumentos de obsidiana como uno de los factores más dinámicos para abordar estos aspectos.

    Por el tiempo en que Margarita llega a Pachuca (1977-1978), el Centro Regional Hidalgo inicia dos proyectos de sitio (Tepeapulco y Huapalcalco), cuya primera temporada de campo data de esos primeros años. En 1979, el Centro se reorganiza a través de un Proyecto General de Investigación Arqueológica que incorpora a los dos proyectos ya existentes otros tres nuevos: Reconocimiento Arqueológico de Superficie, Tula y Cuevas y Abrigos Rocosos, a cargo de diferentes investigadores. La presencia de yacimientos de obsidiana y talleres de manufactura en toda la zona donde se realizaban estas investigaciones permite diseñar, a propuesta de Margarita, un proyecto colectivo de área que buscaba complementar y apoyar las investigaciones arqueológicas individuales (Gaxiola et al., 1979: 4). Se trata del Proyecto Yacimientos y Talleres de Obsidiana, en el que convergen los intereses de los investigadores en este tema y al que Margarita Gaxiola dio forma y coordinó. Su objetivo principal era explorar de manera conjunta la producción de instrumentos de obsidiana caracterizando el grado de especialización y los niveles de producción alcanzados por las sociedades que ocuparon el sur de Hidalgo (Gaxiola, 1981a: 1).

    Para definir y caracterizar la especialización de

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