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El ídolo sin pies ni cabeza: a Coatlicue a finales del México virreinal
El ídolo sin pies ni cabeza: a Coatlicue a finales del México virreinal
El ídolo sin pies ni cabeza: a Coatlicue a finales del México virreinal
Libro electrónico82 páginas52 minutos

El ídolo sin pies ni cabeza: a Coatlicue a finales del México virreinal

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La historia de la Coatlicue ha sido azarosa y accidentada. El ídolo sin pies ni cabeza narra los avatares de esta escultura mexica a partir de su descubrimiento en el periodo virreinal. Gracias a una nutrida investigación, Leonardo López Luján documenta en este libro las disputas que provocó este acontecimiento entre los intelectuales y anticuarios
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 ene 2022
ISBN9786077243892
El ídolo sin pies ni cabeza: a Coatlicue a finales del México virreinal
Autor

Leonardo López Luján

Arqueólogo. Licenciado por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y doctor por la Université Paris Nanterre. Director del Proyecto Templo Mayor (PTM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desde 1991, ha dedicado su vida al estudio de la política, la religión y el arte de las sociedades prehispánicas del centro de México y a la historia de la arqueología en este país. Es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, la Academia Mexicana de la Historia y la British Academy. En 2015 recibió el Shanghai Archaeology Forum Research Award y su proyecto de investigación fue designado como uno de los diez más importantes a nivel mundial. Ingresó a El Colegio Nacional el 15 de marzo de 2019.

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    El ídolo sin pies ni cabeza - Leonardo López Luján

    Índice

    Una época de florecimiento

    La ciudad de México y el virrey Revillagigedo

    El feliz hallazgo arqueológico

    El agrio debate en torno

    al descubrimiento

    El destino de la Coatlicue

    Epílogo

    Bibliografía

    Créditos iconográficos

    A la memoria

    de Ignacio Bernal

    (1910-1992)

    Una época de florecimiento

    El descubrimiento de la Coatlicue —junto con los de la Piedra del Sol y la de Tízoc— tiene como marco uno de los periodos más fecundos de nuestra historia cultural, el cual se remonta a las postrimerías del Virreinato.¹ Hablamos concretamente de las tres últimas décadas del siglo xviii y la primera del xix, cuando las ciencias y las artes florecieron en el territorio novohispano como nunca antes. En aquel entonces, la enseñanza experimentó un rápido proceso de secularización que intentaba dejar atrás la escolástica y que tuvo como fruto más preciado la fundación de instituciones vanguardistas, entre ellas el Colegio de artes y oficios para mujeres de las Vizcaínas, la Real Escuela de Cirugía, la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos, la Academia Pública de Medicina y el Real Seminario de Minas. En dicho periodo también abrieron sus puertas el Jardín Botánico y nuevos escenarios para el teatro, el ballet y los conciertos. Paralelamente, varias imprentas, librerías y revistas científicas se entregaron a la tarea de difundir las ideas de la Ilustración europea, las cuales encontraron suelo fértil en la Nueva España. Estas ideas pronto se propagaron y, reinterpretadas por los criollos, insuflaron en el ambiente un espíritu independentista.

    En tal contexto de efervescencia cultural, el pasado prehispánico fue revaluado por criollos y peninsulares, quienes perseguían con interés diversos fines tanto de índole académica como política. Hasta cierto punto, esta inusitada atracción por las civilizaciones que habitaron el Nuevo Mundo antes de la Conquista se debió al impulso dado a la arqueología por Carlos III y Carlos IV.² Recordemos que ambos monarcas promovieron las exploraciones pioneras de Herculano, Pompeya y Estabia, y que auspiciaron numerosas expediciones científicas en ultramar, las cuales incluían en sus respectivas agendas el estudio de las antigüedades locales. A la sazón, en lo que hoy es nuestro país, se hicieron los primeros reconocimientos metódicos de Xochicalco, El Tajín y Teotihuacan, se excavaron las ruinas de Palenque y se emprendió —aunque quedó inconclusa— la Real Expedición Anticuaria de la Nueva España.³

    1 Una primera versión de este trabajo se dio a conocer en la revista Estudios de Cultura Náhuatl, 42 (2011), 203-232, publicada por el Instituto de Investigaciones Históricas (iih) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam).

    2 Elena Isabel Estrada de Gerlero, Carlos III y los estudios anticuarios en Nueva España, en Xavier Moyssén y Louise Noelle (eds.), 1492-1992. V Centenario. Arte e historia, unam, México, 1993, pp. 63-92, y La labor anticuaria novohispana en la época de Carlos IV: Guillermo Dupaix, precursor de la historia del arte prehispánico, en Gustavo Curiel, Renato González Mello y Juliana Gutiérrez Haces (eds.), XVII Coloquio Internacional de Historia del Arte, 3 vols., unam, México, 1994, vol. 1, pp. 191-205; Leonardo López Luján, Noticias de Herculano: las primeras publicaciones de arqueología en México, Arqueología Mexicana, 90 (2008), 74-80, The First Steps on a Long Journey: Archaeological Illustration in Eighteenth-Century New Spain, en Joanne Pillsbury (ed.), Past Presented: Archaeological Illustration and the Ancient Americas, Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington D. C., 2012, pp. 68-105, El capitán Guillermo Dupaix y su álbum arqueológico de 1794, inah, México, 2015, y "Alia Herculanea: Pre-Hispanic Sites and Antiquities in Late Bourbon New Spain", en John M. D. Pohl y Claire L. Lyons (eds.), Altera Roma: Art and Empire from Mérida to Mexico, The Cotsen Institute of Archaeology Press, Los Ángeles, 2016, pp. 313-342; Leonardo López Luján y Saburo Sugiyama, Los expedicionarios de Malaspina llegan a Teotihuacan (1791), Arqueología Mexicana, 131 (2015), 22-33.

    3 José Alcina Franch, Arqueólogos o anticuarios. Historia antigua de la arqueología en la América española, Serbal, Madrid, 1995; Marie-France Fauvet-Berthelot, Leonardo López Luján y Susana Guimarães, Six personnages en quête d’objets: histoire de la collection archéologique de la Real Expedición Anticuaria en Nouvelle Espagne, Gradhiva, 6 (2007), 104-126; Leonardo López Luján, La arqueología del Epiclásico en el centro de México, en Descubridores del pasado en Mesoamérica, Antiguo Colegio de San Ildefonso, México, 2001, pp. 285-313, 377-379, 401-402, y El Tajín en el siglo xviii: dos exploraciones pioneras en Veracruz, Arqueología Mexicana, 89 (2008), 74-81.

    La ciudad de México

    y el virrey Revillagigedo

    Otro detonador de los estudios arqueológicos fue la llegada a México de Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, segundo conde de Revillagigedo, quien ocupó el cargo de virrey, gobernador, capitán general y superintendente de la real hacienda.⁴ Esto aconteció en el año de 1789, cuando la ciudad había alcanzado los 131 000 habitantes y se erigía como la capital más populosa del hemisferio occidental. Como es bien sabido, Revillagigedo era un criollo nacido en La Habana y criado en la Nueva España durante el gobierno de su padre (1746-1755). Residió en España la mayor parte de su vida, donde pudo seguir paso a paso el renacimiento urbano de Madrid que

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