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Antología documental sobre Alta Vista-Chalchihuites, vol I
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Libro electrónico491 páginas5 horas

Antología documental sobre Alta Vista-Chalchihuites, vol I

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Esta antología incluye una serie de escritos, tanto inéditos como publicados, que tratan sobre el registro documental de los vestigios arqueológicos de Alta Vista, ubicados en Chalchihuites, al oeste de Zacatecas; algunos datan de la época colonial, otros de los siglos XIX y gran parte del XX.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 ago 2021
ISBN9786075393056
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    Antología documental sobre Alta Vista-Chalchihuites, vol I - Lorena Mirambell Silva

    AGRADECIMIENTOS

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    Los compiladores de esta antología documental sobre Alta Vista-Chalchihuites agradecen profundamente a la maestra Lorena Mirambell Silva de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del INAH por su enorme entusiasmo e impulso constante para finalizar esta publicación. También deseamos agradecer al exsecretario técnico del INAH, el doctor César Moheno, cuando ocupó el cargo de director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH, quien nos permitió la consulta y reproducción de algunos documentos que integramos en esta antología y a la investigadora Sonia Arlette que trabaja en esta misma biblioteca. De igual manera extendemos las gracias al doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología del INAH y a la doctora Pilar Casado, directora de Planeación, Evaluación y Coordinación de Proyectos de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH por las facilidades brindadas.

    Nuestra sincera admiración por el apoyo de siempre al querido José Luis Ramírez Ramírez, Pepe, responsable del Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, y al personal que trabaja ahí, especialmente a Luz del Alba Muñoz Juárez. Al fotógrafo Alejandro Navarrete de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH por la reproducción fotográfica de varias imágenes que aparecen en este libro. Asimismo, damos las gracias a la maestra María Trinidad Lahirigoyen y a Ana Luisa Madrigal, responsable y encargada del Archivo Histórico del Museo Nacional de Antropología del INAH y a los arqueólogos Enrique García García y Martín Rojas Chávez, ambos curadores de la Subdirección de Arqueología del mismo museo. También damos las gracias al Centro INAH, Zacatecas, a su delegado arquitecto Carlos Augusto Torres Pérez, al licenciado Jorge Luis Pereyra y especialmente a la secretaria Elvia Estrada Ríos, que realizó la transcripción cuidadosa de buena parte de los documentos que aparecen en esta antología y a la pasante de Arqueología Magdalena Sánchez Ramírez. Al profesor José Humberto Medina Ortiz y a Gladys González de Medina por la consulta de su biblioteca. También agradecemos a la doctora Isabel Medina González de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH, al maestro Tenoch Medina González, a la doctora Judith Bosnak y, finalmente, a todos nuestros amigos zacatecanos, muy especialmente a la familia López Chaires de Chalchihuites.

    INTRODUCCIÓN

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    En el año de 2008 se cumplieron los primeros cien años del descubrimiento de las ruinas de Alta Vista, ubicadas en el municipio de Chalchihuites en el noroeste del estado de Zacatecas, y de los primeros trabajos de excavación realizados ahí por Manuel Gamio, en aquella época estudiante de Arqueología del Museo Nacional de Historia, Arqueología y Etnología de México. Con el fin de conmemorar este centenario de investigaciones, el Gobierno del estado de Zacatecas, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) publicaron el libro A cien años de su descubrimiento: Alta Vista. Podría considerarse que dicha publicación es la primera síntesis histórica de las exploraciones, intervenciones de conservación e interpretaciones arqueológicas de este antiguo centro ceremonial de la rama Súchil de la cultura Chalchihuites, que fue fundado con fines astronómicos y religiosos en el lugar donde el sol regresa al sur en el verano: el trópico de Cáncer (Kelley, 1983: 10-11; García y Medina, 2009). Los arqueólogos autores de dicha publicación, José Humberto Medina González y Baudelina Lydia García Uranga, reunieron un amplio corpus de documentación resguardada en varios archivos y bibliotecas de México y el extranjero. De estos acervos se obtuvieron copias de expedientes oficiales, informes arqueológicos, reportes de inspecciones, dibujos, planos arquitectónicos, correspondencia, imágenes fotográficas, noticias de periódicos, así como artículos de libros y revistas.

    Paralelamente a la elaboración del libro, se decidió que con toda esta información recopilada en el transcurso de varios años, se iniciara la preparación de una antología que integrara aquellas fuentes documentales que se consideran fundamentales para la investigación de la historia arqueológica de Alta Vista.

    El objetivo de esta compilación es poner al alcance del público interesado, aquella documentación archivada o publicada donde quedaron registradas las exploraciones, descubrimientos, medidas de protección, intervenciones de mantenimiento, labores de restauración de los monumentos arquitectónicos, los estudios de sus materiales arqueológicos, así como las ideas e interpretaciones sobre la ubicación temporal, adscripción cultural, papel regional y funciones económicas, políticas y religiosas que en la época prehispánica desempeñó este antiguo asentamiento del extremo norte-centro de Mesoamérica.

    Algunos de los textos recopilados, tanto inéditos como los publicados, fueron integrados en este primer volumen que contiene varios artículos con descripciones de la región de Chalchihuites y de sus antiguos monumentos indígenas correspondientes a los siglos XVIII y XIX, así como una selección de documentos sobre las exploraciones de excavación, intervenciones de restauración y estudios sobre las ruinas de Alta Vista desde su descubrimiento hasta finales de la década de los sesenta del siglo XX.

    Los compiladores decidimos que este primer volumen cubriera documentalmente la temporalidad antes indicada, reservando para un segundo volumen –ya en preparación– aquellos materiales inéditos e impresos de los años setenta y ochenta del siglo XX, y en un tercero apareciera publicada la información generada durante la última década del siglo anterior y la primera del presente, para así finalizar nuestro proyecto de una antología documental sobre la historia arqueológica de Alta Vista.

    A PROPÓSITO DEL CONTENIDO

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    Un estudio preliminar antecede los tres capítulos en que se divide esta antología documental sobre Alta Vista-Chalchihuites.

    El capítulo I incluye algunas noticias tempranas sobre la región de Chalchihuites y de sus monumentos arqueológicos que fueron redactadas durante los siglos XVIII y XIX. Varias de estas noticias son poco conocidas, debido a que se encuentran dispersas en periódicos locales o revistas antiguas que sólo se localizan en ciertas bibliotecas del país y que muchas veces, al estar resguardadas en sus fondos reservados, son de difícil acceso para su consulta y reproducción.

    Para los dos siguientes capítulos se realizó una detallada selección de documentación oficial (correspondencia, informes de los vigilantes o custodios, inspecciones de reconocimiento y reportes arqueológicos) resguardada en diferentes archivos, así como de noticias y publicaciones que aparecieron en diversos periódicos, libros y revistas sobre las exploraciones de excavación, intervenciones de restauración y conservación de los monumentos arqueológicos de Alta Vista, así como las interpretaciones realizadas por varios investigadores sobre esta zona arqueológica desde su descubrimiento hasta finales de los años sesenta del siglo XX.

    El capítulo II integra específicamente una gran cantidad de papeles oficiales, noticias del diario El Imparcial y un artículo impreso en los Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. Toda esta documentación, producida entre los años de 1908 y 1910, expone información relacionada con la expedición arqueológica al norte del país, patrocinada por el antiguo Museo Nacional de México, que condujo al entonces estudiante Manuel Gamio Martínez al descubrimiento, excavación y estudio de las ruinas prehispánicas de Alta Vista; la suspensión de estas exploraciones por parte de la Inspección General de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana (1885-1917) (Gallegos et al., 1997: 28) y la entrega de los materiales arqueológicos que pasaron a formar parte de las colecciones resguardadas en dicho museo.

    El capítulo III recopila aquella documentación de archivo y trabajos publicados sobre Alta Vista que fueron elaborados por los directores, vigilantes o custodios de las ruinas y arqueólogos de las ya desaparecidas Dirección de Estudios Arqueológicos y Etnográficos de la Secretaría de Fomento (1917-1919),¹ Dirección de Antropología (1919-1924)² de la Secretaría de Agricultura y Fomento, el Departamento de Antropología (1925),³ la Dirección de Arqueología (1926⁴-1930⁵) y la Dirección de Monumentos Prehispánicos (1930-1975),⁶ estos tres últimos dependientes de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

    Los documentos que aparecen en cada uno de estos capítulos fueron cuidadosamente transcritos y organizados de acuerdo a un orden cronológico; ya sea por la fecha de su redacción, en el caso de la documentación inédita procedente de archivos, y con respecto al año de su publicación para las noticias de periódicos, artículos de revistas o capítulos de libros. Si el documento original presentaba imágenes, una vez transcrito el texto se anexaron las respectivas fotografías, láminas, mapas, planos y dibujos. En el caso de algunas publicaciones antiguas cuyas imágenes fotográficas eran muy borrosas a causa del deterioro del papel, se optó para su reemplazo buscar estas mismas fotografías en archivos y fototecas del INAH.


    ¹ Decreto que forma la Dirección de Estudios Arqueológicos y Etnográficos en la Secretaría de Fomento, véase Gallegos et al., 1997: 347-348.

    ² Oficio que explica los motivos para que la Dirección de Estudios Arqueológicos y Etnográficos se llame Dirección de Antropología, véase Gallegos et al., 1997: 348-349.

    ³ Departamento de Antropología. Memorándum y Antecedentes, véase Gallegos et al., 1997: 349-359 y Cambio de adscripción de la Dirección de Antropología, en Gallegos et al., 1997: 419-420.

    Organizaciones y funciones de la Dirección de Arqueología, Gallegos et al., 1997: 420-443.

    La Dirección de Arqueología, véase Gallegos et al., 1997: 444 y López Hernández, 2003a, p. 60.

    Oficio de cambio de nombre, véase Gallegos et al., 1997: 445.

    PRIMERA PARTE

    ESTUDIO PRELIMINAR

    pleca

    DOCUMENTOS 1777-1892

    pleca

    La presentación, estudio y análisis de los documentos que integran el primer capítulo de este libro se hicieron siguiendo el orden cronológico del año en que fueron redactados o publicados. Se inicia con un apartado de antecedentes que recopila algunas de las referencias escritas más tempranas sobre las ruinas y la región de Chalchihuites que aparecieron en las fuentes históricas de los siglos XVI, XVII y principios del XVIII. Debido a su brevedad dichas referencias sólo fueron transcritas como pie de nota en este mismo apartado y no se incluyeron como parte de esta antología. Con respecto a los documentos de finales del siglo XVIII y del siglo XIX que se incluyeron en el capítulo I, se buscaron las razones históricas de su redacción y los datos biográficos de sus autores, así como de algunos personajes que son mencionados en dichos escritos. También se sintetizó la información contenida en cada uno de estos documentos y se comentó con el fin de clarificar hallazgos, descripciones e interpretaciones sobre los vestigios arqueológicos de Chalchihuites que nos fueron proporcionados por sus respectivos autores.

    LOS ANTIGUOS EDIFICIOS EN EL NOROESTE

    DE LA NUEVA GALICIA

    En la relación geográfica del siglo XVI llamada Relación de las villas de Villa de San Martín y Llerena y su partido, se encuentra una de las más tempranas referencias al motivo que dio nombre al Real de Minas de Chalchihuites. En ella, Gonzalo de Segura, escribano público, indicó: … las minas de Chalchihuites, se les puso este nombre, por causa de una mina que hay en su comarca, de la cual se sacan unas piedras verdes, que no son de ningún valor ni provecho (Acuña, 1988: 252). Por su parte, en la documentación histórica de la segunda mitad del siglo XVII, se encontraron datos muy breves sobre los antiguos monumentos indígenas en esta región del noroeste de Zacatecas. El fraile Antonio Tello escribió en su Libro segundo de la crónica miscelánea en que se trata de la conquista espiritual y temporal de la Santa Provincia de Xalisco en el Nuevo Reino de la Galicia y Nueva Vizcaya y el descubrimiento de Nuevo México, sobre el descubrimiento de grandes edificaciones en San Martín (actualmente municipio de Sombrerete) y el Valle de Súchil (hoy municipio de Chalchihuites, Zacatecas y municipio de Súchil, Durango). En él indica: éstas ruinas fueron obra y por muchos años asentamiento de los antiguos mexicanos durante su larga peregrinación al centro de México.¹

    Años más tarde, en 1737, fray José Arleguí explicó en la Crónica de la Provincia de Nuestro Santo Padre San Francisco de Zacatecas, que entre las poblaciones de Sombrerete y Chalchihuites se hallaban unas edificaciones comparables a las ruinas del Cerro de los Edificios (La Quemada, casi 50 km al sur de la ciudad de Zacatecas) y de Casas Grandes (actual Valle de Casas Grandes, Chihuahua), las cuales son dignas de admiración por el fino trabajo del labrado de las piedras y la perfección de su ensamblado.² Desafortunadamente, no se ha podido identificar con toda precisión cuáles son los edificios, ubicados entre Sombrerete y Chalchihuites, a los que hace referencia Arleguí.

    ANTIGÜEDADES EN EL REAL DE MINAS

    DE SAN PEDRO DE LOS CHALCHIHUITES

    El primer capítulo del libro que el lector tiene en sus manos se inicia con el bachiller Bartolomé Sáenz de Ontiveros y su Puntual descripción y explicación de este Real de Minas del Señor San Pedro de los Chalchihuites, su situación, arboledas y demás que en él se expresa en cumplimiento de la real determinación de Su Majestad, que Dios guarde, manuscrito fechado el 16 de septiembre de 1777.³ Este documento es la respuesta escrita por parte del clérigo antes mencionado al Cuestionario para la formación del completo conocimiento de la geografía física, antigüedades, mineralogía y metalurgia de este reino de la Nueva España e instrucción sobre el modo de formarlo, (Solano, 1987: CXLIV-CLI y Solano [ed.], 1988: 177-183), fechado el 22 de enero de ese mismo año, cuya formulación y elaboración estuvieron a cargo de don Antonio de Ulloa, jefe de escuadra y comandante general de la flota, que se hallaba en Veracruz. Este último solicitó y recibió todas las facilidades por parte de Joseph de Gálvez, secretario de Indias,⁴ para que mediante este cuestionario o interrogatorio se reuniera un acervo de noticias geográficas y científicas que contribuyera a mejorar el conocimiento de la Nueva España (Solano, 1987: XXVI). Por órdenes del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa,⁵ se imprimieron en la Ciudad de México ejemplares del Cuestionario para ser enviados y repartidos en las provincias del virreinato para que militares, funcionarios de gobierno y personas eclesiásticas levantaran descripciones de las ciudades, villas, pueblos y de sus jurisdicciones (Solano [ed.], 1988: 31). El resultado de aquellos interrogatorios que fueron levantados en las diferentes regiones de la Nueva España son las Relaciones topográficas de los pueblos de México del siglo XVIII, también conocidas como Descripciones o relaciones geográficas del Virreinato de la Nueva España, que datan de los años de 1777 y 1778 (Solano, 1987: XLIX-L), y que a semejanza de aquellas Relaciones geográficas del siglo XVI, proporcionan valiosa información geográfica, hidrológica, climatológica, botánica, zoológica, agrícola, ganadera, metalúrgica, mineralógica, así como sobre otros aspectos relacionados con la historia natural, como son las petrificaciones (restos fósiles) y los testáceos, entre otros temas. De igual manera, y debido a los intereses de Antonio de Ulloa por el remoto pasado precolombino (Solano, 1989: 341-342), en estas relaciones aparecen datos sobre el hallazgo de antigüedades (monumentos arqueológicos, vasijas, herramientas, armas, ídolos, sepulcros, insignias, adornos, restos de ropajes, etc.), así como detalles etnográficos sobre las costumbres y vestidos de los pueblos indígenas del siglo XVIII (Carrera, 1968: 252).

    Regresando a la Descripción y explicación del Real de Minas de San Pedro de los Chalchihuites, correspondió al bachiller Bartolomé Sáenz de Ontiveros, por órdenes de las autoridades virreinales, responder las preguntas del interrogatorio o cuestionario que le sirvieron para elaborar este manuscrito. Los datos históricos recopilados sobre la vida de este sacerdote señalan que su fecha de nacimiento fue el 6 de septiembre de 1727 en la hacienda de San Nicolás Obispo del Valle de Poanas, que perteneció a la jurisdicción de Nombre de Dios, obispado de Durango. Durante su juventud cambió su residencia al Real de Minas de Sombrerete e ingresó en 1750 al convento de Santo Domingo, donde realizó estudios menores de Gramática y Retórica, para posteriormente estudiar Filosofía y Teología Moral y ser ordenado sacerdote en 1759. En septiembre de 1777, fecha en que finaliza la redacción de su Descripción, estaba a cargo de la parroquia de Chalchihuites, atendiendo principalmente las labores de evangelización y enseñanza de las primeras letras. También obtuvo la posición de juez eclesiástico de San Pedro de los Chalchihuites y de los adyacentes pueblos de indios de Tonalá y Tlaxcala, así como de toda la jurisdicción perteneciente a dicho real de minas. Más tarde, en el año de 1781, dirigió la parroquia de Nombre de Dios y años después ocupó el juzgado de la haceduría de la mitra, también en Durango, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento el 2 de mayo de 1785 en la villa de Llerena en Sombrerete, Zacatecas.⁶ Los varios años de residencia como párroco en el Real de Minas de San Pedro de los Chalchihuites y los viajes que realizó como juez eclesiástico por toda la jurisdicción contribuyeron a que conociera las características y riquezas naturales de este territorio; su ubicación geográfica, colindancias con otros reales de minas, orografía, los ríos que lo atraviesan, el clima en el año, las distancias entre las parroquias, la flora silvestre y sus usos, la horticultura, la fruticultura, las aves e insectos, así como la ubicación y nombres de los yacimientos mineros, tipo de vetas y diferentes técnicas de recuperación o beneficio de los metales como la plata. Todo este conocimiento sirvió al bachiller Sáenz de Ontiveros para responder detalladamente el interrogatorio que dio lugar a su Descripción, en cuyo inciso sobre las noticias de las antigüedades en esta región escribió sobre la vestimenta de los indígenas que entendían el castellano y que Sólo se advierte en este Real en el fin del pueblo de Tlaxcala un foso ya aterrado que según tradiciones servía para la defensa de éstos en contra los indios bárbaros(Sáenz de Ontiveros, 1996: 5). Es muy probable que esta cavidad subterránea que refiere el sacerdote haya sido un yacimiento minero de la época colonial, tempranamente abandonado, o una de las tantas minas prehispánicas que fueron explotadas por la cultura arqueológica Chalchihuites (Kelley, s.f.: 4; Medina y García, 2010: 23). Por su parte, el plano en blanco y negro que aparece en el artículo de la Descripción, que también publicamos aquí, es una copia del mapa conocido como Sitio realengo entre la Calera y el Real de Chalchihuites. Jurisdicción de Sombrerete.⁷ Este último documento forma parte de un manuscrito fechado el 29 de marzo de 1782 en el que don Gregorio del Castillo, residente de la hacienda de San Nicolás de Buenavista, denunció un sitio realengo (que no tiene dueño o está abandonado) en el Puerto de la Calera, que colinda por el norte con las tierras de la anterior y por el sur con el Real de Minas de Chalchihuites.⁸ Siguiendo las convenciones cartográficas europeas, el mapa exhibe al centro el deslinde del sitio realengo en cuyo interior se dibujó el arroyo de la Calera y una multitud de cerros cubiertos con árboles y vegetación, así como dos aves silvestres de largo plumaje en su cola. Al sur, aparece la denominación escrita Poblado del Real de Minas de Chalchigüistes, mientras que al oriente se representó una serranía –quizás la Sierra Prieta, de Chalchihuites, antiguamente también conocida como de San Francisco– en cuya cima hacia el centro emerge majestuosamente el astro rey con un rostro humano estilizado delimitado por las llamas del fuego solar, mientras que al poniente se dibujó un cuerpo de agua sobre el que se escribió el nombre de Laguna Seca. En el costado noroeste de este mapa se dibujó el cerro de la Candelaria y aisladamente en el noreste el cerro denominado Chalchigüistes; ambas elevaciones aún no han sido identificadas en la cartografía actual.

    LOS MONUMENTOS ARQUEOLÓGICOS

    DE CHALCHIHUITES EN EL SIGLO XIX

    En este primer capítulo se incluyen varias publicaciones del final de los años sesenta y de las dos últimas décadas del siglo XIX sobre el territorio de Chalchihuites y sus antiguos monumentos arqueológicos. El capitulo comienza con un extracto de la extensa obra de Edmond Guillemin Tarayre que apareció en los Archives de la Commission Scientifique du Mexique, cuyo tomo III se publicó en el año de 1867 en París, Francia. Como miembro activo de la Comisión Científica de México, entre los años de 1864 y 1866 efectuó viajes de exploración en las minas de la Alta California y Nevada, en el suroeste de Estados Unidos, y al sur, en territorio mexicano, investigó los distritos mineros de Baja California, Sonora, Sinaloa, Jalisco, así como los de Chihuahua, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, el centro de México y de otras regiones más al sur (Guillemin, 1867: t. III, 185-317; Rivet, 1920: 237).

    Paralelamente a estas exploraciones mineralógicas y debido a sus intereses por la historia antigua de los pueblos indígenas, y en particular por la migración de los aztecas, Guillemin Tarayre investigó varias ruinas prehispánicas ubicadas en el extenso territorio de la vertiente norte-centro de México, de las que escribió descripciones sobre sus edificaciones, levantó planos arqueológicos, vistas arquitectónicas, y registró algunos de los artefactos (piezas de cerámica y herramientas de piedra) encontrados en esos sitios. En el noroeste de Chihuahua, en el valle de Casas Grandes, visitó el impresionante asentamiento prehispánico que recibe este mismo nombre (Guillemin, 1867: t. III, 185-186). Lejanamente al sur, en el extremo noroccidental de Durango, en la región minera de Guanaceví (hoy municipio que lleva este nombre) y en Santa Ana, en el valle del río Zape, inspeccionó lo que consideró las ruinas de una colonia agrícola cerca de Zape (Guillemin,1867: t. III, 183-185) En los primeros meses de 1866, este geólogo y mineralogista francés se trasladó al noroeste de Zacatecas, al distrito minero de Chalchihuites. Aquí descubrió unos muros rectangulares cuyos vestigios formaban alineamientos de piedras que se extendían desde el pie de monte de la sierra de Chalchihuites hasta el valle de Súchil. En su reporte, indicó que en la mina conocida con el nombre Chalchihuites se halla una veta de fluoruro de calcio, de la cual se sacaban unas gemas o piedras de color verde (conocidas en náhuatl como chalchihuitl), que fueron utilizadas por los antiguos habitantes de esta zona para la elaboración de sus ornamentos (Guillemin, 1867: t. III, 185-186). Esta información es reproducida posteriormente en importantes obras de historia antigua de México escritas por investigadores como Orozco y Berra (1960 [1880]: t. II, 283) y Alfredo Chavero (1962 [1887]: vol. I, 265).

    Por último, se debe mencionar que también Guillemin Tarayre investigó otros dos imponentes monumentos arqueológicos en el centro y el extremo meridional del territorio zacatecano. En el alto valle del río Malpaso, inspeccionó el Cerro de los Edificios, más conocido como las famosas ruinas de La Quemada, cercanas a la hacienda que lleva este mismo nombre, y más al sureste, en el valle de Tlaltenango, reconoció la antigua fortaleza y centro ceremonial emplazado sobre el majestuoso cerro del Teúl (Guillemin, 1867: t. III, 186-222).

    En las dos últimas décadas del siglo XIX, dos ciudadanos zacatecanos, don Carlos Fernández y don Ramón Castañeda, publicaron artículos y noticias sobre la municipalidad de Chalchihuites, principalmente sobre la minería y los vestigios arqueológicos encontrados en esta región. Estas publicaciones aparecieron en prestigiosas revistas científicas nacionales, periódicos impresos en la Ciudad de México y en el Bosquejo histórico de Zacatecas del famoso historiador don Elías Amador Garay.⁹ Salvo la noticia sobre las ruinas de Chalchihuites de Ramón Castañeda que apareció en el libro antes indicado, los artículos publicados por ambos ciudadanos hasta la fecha son muy poco conocidos o sólo fueron citados algunos años después de su edición, para luego pasar al olvido. Por la valiosa información que nos brindan sobre la historia, minería y varios aspectos de la municipalidad de Chalchihuites a finales del siglo XIX, y dado que estos artículos y noticias pueden considerarse unos de los reportes más tempranos sobre los hallazgos arqueológicos en esta región, se decidió incorporarlos al primer capítulo. Es importante señalar que prácticamente no se tiene información sobre ambos ciudadanos zacatecanos y los pocos datos de que se disponen de ellos provienen de sus mismas publicaciones o de la ya citada obra de Elías Amador. Con respecto a Carlos Fernández, se conoce que era originario y residió en Sombrerete, municipalidad colindante al oriente con Chalchihuites, pero también fue vecino de esta última (Amador, 1982: t. I, 202 y 276). No se tiene información sobre su fecha de nacimiento, quiénes fueron sus padres o el año de su fallecimiento; tampoco sobre su profesión o los puestos de trabajo que ocupó en el transcurso de su vida. No obstante, el enorme conocimiento de Fernández sobre las minas de las municipalidades de Chalchihuites y Sombrerete quedó registrado en un par de noticias que publicó en El Minero Mexicano, que era un semanario de la Ciudad de México dedicado a difundir los avances de la minería, la industria y la agricultura en nuestro país (Fernández, 1892: XXI, 21; 1893: XXII, 15 y 17).

    También dentro del capítulo primero de esta antología incluimos tres artículos de Carlos Fernández que fueron editados por tres instituciones científicas nacionales. El primero de éstos, su Estudio sobre el origen de la palabra Chalchihuites y composición de la matriz de las vetas argentíferas del mineral de este nombre, se publicó en 1884 dentro del tomo VI de La Naturaleza: periódico científico de la Sociedad Mexicana de Historia Natural. En esta publicación Fernández comienza por dilucidar desde el punto de vista lingüístico el origen del vocablo Chalchihuites, que tradicionalmente ha sido utilizado para nombrar a una piedra verde, describir la mina que la produce, así como al antiguo poblado minero y a la municipalidad en el noroeste del estado de Zacatecas, los cuales llevan este mismo nombre. Entre las conclusiones obtenidas, se menciona que dicho vocablo proviene de la palabra náhuatl chalchihuitl que traducida al castellano significa piedra preciosa. Para facilitar la pronunciación de esta palabra los españoles retiraron la letra l y adicionaron la sílaba es, Chalchihuites. El autor argumentó también que existían ciertos indicios para creer que aquella roca que produce la mina de Chalchihuites es la misma que los antiguos mexicanos denominaron chalchihuitl. Para Fernández, el color verde de la piedra, el topónimo de Chalchihuites otorgado a la mina y al antiguo poblado minero desde su fundación, son indicios suficientes para aceptar la idea de que el chalchihuitl histórico es efectivamente el mismo que se produce en la mina antes indicada. Otro aspecto importante que aparece en esta publicación es la descripción de la composición de la matriz y de los minerales que están contenidos en la veta que comparten la mina de Chalchihuites y la de Dolores, de las cuales, además de plata y otros minerales, se obtiene el chalchihuitl.

    La segunda publicación de Carlos Fernández, Antigüedades mexicanas, apareció en 1886 dentro del tomo III de los Anales del Museo Nacional de México. En este artículo, el investigador describió los reconocimientos, excavaciones y hallazgos arqueológicos que realizó en las tierras de los ranchos en los alrededores del antiguo poblado minero de Chalchihuites. Al noreste, en el curso medio del río San Antonio y en las inmediaciones del actual poblado de Gualterio, inspeccionó las imponentes ruinas arqueológicas popularmente conocidas con el nombre de Edificios de Moctezuma. Aquí, además de describir sus vestigios arquitectónicos, realizó una excavación que reveló una habitación con paredes enjarradas de tierra blanca. Anexa a una pared descubrió una pequeña pileta también enjarrada. En los barbechos de los terrenos que circundan al cerro que sostiene dichas ruinas, reportó el hallazgo de una innumerable cantidad de fragmentos de utensilios de barro, algunos decorados con figuras de animales, además de herramientas de piedra para corte y otras para la molienda. Otro reconocimiento arqueológico ejecutado al poniente del poblado de Chalchihuites, en los extensos campos de cultivo que se extienden al occidente del río Colorado (también conocido como río Chalchihuites), en cuyas márgenes se encuentran los ranchos San Rafael, San José, Cofradía y Colorado, reveló que sobre dichos terrenos se extendía un número considerable de objetos prehispánicos que sugirieron a Fernández que la población era mucho mayor a la entonces existente en la municipalidad. Al frente del rancho de la Cofradía, exploró el interior de una caverna artificial cuyas amplias y

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