De África para el mundo
Durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX, la primera salida de los homininos del continente africano se explicaba de forma lógica y sencilla. Los primitivos representantes de nuestro género tenían un cerebro mayor (200 o 300 gramos más) que el de sus predecesores australopitecinos, pero mucho más pequeño (600 g menos) que los de especies posteriores de nuestro linaje. Aquellas ancestrales especies estaban asociadas a herramientas aún muy toscas (industria lítica olduvayense o del Modo 1), pero que suponen la primera prueba ine quívoca de elaboración intencional de útiles de piedra.
Después, en África, hace 1.8 millones de años, el Homo habilis dio lugar a una nueva especie, el Homo ergaster (llamada Homo erectus en Asia), con un cerebro más capaz (800-1,200 g) y dotada de una tecnología lítica mucho más avanzada –achelense–, cuyo elemento más característico era el bifaz, una herramienta multiusos más sofisticada que los toscos guijarros del olduvayense. Además, el esqueleto de H. erectus/H. ergaster ya resultaba muy diferente del de H. habilis, pues mostraba unas proporciones corporales semejantes a las nuestras. La conjunción de todas estas características parecía explicar el primer gran éxodo humano.
Choque de versiones
Sin embargo, este escenario fue refutado a principios de los años 90. Entonces, unas excavaciones en la ciudadela medieval de Dmanisi, en Georgia, al sur del Cáucaso, dieron lugar a unos hallazgos sin precedentes. En uno de los silos apareció un maxilar de rinoce ronte al que siguieron numerosos restos de una fauna de grandes mamíferos que parecían corresponder a inicios del Pleistoceno, asociados a una industria lítica olduvayense. Ni rastro de la avanzada tecnología achelense. Además, en 1991 apareció en Dmanisi el primer resto humano: una mandíbula bien conservada a la que sólo le faltaban las ramas mandibulares y que de inmediato fue objeto de polémica. Mientras que el equipo georgiano a cargo de la excavación –Leo Gabunia, Abesalom, otros investigadores lo negaron. Para estos últimos, el individuo de Dmanisi correspondía a una población de mediados del Pleistoceno, unos 600,000 años atrás. Basaron su afirmación en que el tercer molar era más pequeño que el segundo y que el primero.
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