LOS ORíGENES DEL SER HUMANO Fósiles rescatados del olvido
La mañana del 30 de noviembre de 1974, los paleoantropólogos Donald Johanson y Tom Gray, que acampaban al borde de un pequeño y fangoso río a unos 150 kilómetros de Adís Abeba (Etiopía), tomaron un Land Rover para subir hasta la Localidad 162, uno de los cientos de yacimientos que salpican Hadar. Esta árida región es el antiguo lecho de un lago que con el paso del tiempo se desecó y llenó de sedimentos, entre los cuales se esconden tesoros fósiles que aportan valiosísimos datos para el estudio de la evolución humana.
Los estadounidenses exploraron durante un par de horas y, cuando estaban a punto de regresar al campamento, Johanson encontró un brazo de homínido. Casi al mismo tiempo, Gray localizó los restos de lo que parecían unas costillas diminutas. “Recuerdo que la voz de mi compañero se convirtió en un aullido. Yo me uní a él. Empezamos a dar saltos de alegría bajo aquel calor de 43 grados. No teníamos a nadie más con quien compartir nuestros sentimientos y nos abrazamos, empapados y sudorosos, gritando y bailando”, escribe Johanson en su libro El primer antepasado del hombre. Acababan de localizar el esqueleto fosilizado casi completo de un homínido cuya antigüedad era de 3.2 millones de años.
Bautizada como Lucy
La criatura, que se clasificó como perteneciente a la especie Australopithecus afarensis, era una hembra de alrededor de un metro de altura y de unos 20 años de edad, y estaba dotada de un cráneo minúsculo comparable al de un chimpancé. Su peculiaridad era que podía caminar sobre los miembros posteriores, lo que la convirtió en uno de nuestros antepasados extinguidos o, si se prefiere, en un nexo arcaico en el proceso evolutivo que culminó miles de años más tarde en nuestros
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