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Los niños de San Bernardo: Exploración interdisciplinaria en torno a la conservación de la escultura policromada
Los niños de San Bernardo: Exploración interdisciplinaria en torno a la conservación de la escultura policromada
Los niños de San Bernardo: Exploración interdisciplinaria en torno a la conservación de la escultura policromada
Libro electrónico363 páginas3 horas

Los niños de San Bernardo: Exploración interdisciplinaria en torno a la conservación de la escultura policromada

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El patrimonio escultórico de tipo religioso en México es vasto en su diseño, historia, usos y las costumbres que de ellos emanan. Este libro muestra esos preceptos en la labor ocurrida en el convento concepcionista del Dulce Nombre de María y San Bernardo: se examinan, desde el punto de vista histórico, estético, antropológico y de análisis de
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 oct 2021
ISBN9786075395203
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    Los niños de San Bernardo - Alejandra Quintanar Isaías

    Agradecimientos especiales

    ———•———

    A las monjas concepcionistas del Monasterio Autónomo del Dulce Nombre de María y San Bernardo, por permitirnos entrar a una parte de su enclaustramiento y por habernos facilitado el acceso a sus colecciones.

    Biblioteca de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah).

    Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam).

    Fototeca de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, inah.

    Fototeca Constantino Reyes Valerio de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del inah.

    A papiit-unam IN110416 y conacyt cb 239609, por facilitarnos realizar las investigaciones por el lancic-Instituto de Física de la unam.

    Grupo C.T. Scanner de México.

    Laboratorio de Anatomía y Tecnología de la Madera.

    Laboratorio de Microscopia Electrónica de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México.

    Introducción

    ———•———

    Judith Katia Perdigón Castañeda*

    Entre las imágenes que mayor promoción alcanzaron en las centurias que abarcaron el periodo virreinal de la Nueva España están aquellas que personifican a Cristo en su infancia. El inicio de la vida del Hijo de Dios funciona bien para tener festividades como la Navidad, y, siguiendo a san Francisco, la representación del Divino Infante es un elemento emblemático de Dios hecho hombre. Esta versión fue y sigue siendo importante, además, porque con ella se celebra cada 2 de febrero el día de la Candelaria. También son significativas otras interpretaciones de Jesús infante a las que se rinde culto en las iglesias y en los hogares, entre las que destacan algunas por ser reconocidas como milagrosas. En el caso de México podemos aludir al famoso Niñopa, de Xochimilco; al Santo Niño de Atocha, al Niño de las Palomitas y al Niño Doctor, entre otros.

    Considerando la importancia devocional, pero también artística, de varias de estas obras, la presente investigación se refiere al trabajo interdisciplinario para la conservación-restauración de cinco esculturas de niños Dios que son de culto vigente: el Niño Hallado, el Niño de las Suertes, Agustinito, Güerito y Esposito; todas propiedad del convento concepcionista del Dulce Nombre de María y San Bernardo, y trasladadas desde hace algunos años a su nueva ubicación en Xochimilco.

    El rasgo principal de estas figuras es que, a pesar de que todas representan al Cristo como infante, cada una tiene una particularidad que va desde el nombre otorgado por las monjas y las historias que se han gestado en torno a cada una a lo largo de los años hasta sus características formales, sin olvidar el carácter de milagrosas que se ha otorgado a dos de ellas.

    Para restaurar estas esculturas policromadas fue necesario conocer, además de su estado material, sus procesos de manufactura, así como las posi­bles causas de deterioro, lo que llevó a entender su contexto histórico y su relación con las monjas que las resguardan. De esta manera, el tratamiento elegido y las acciones de conservación preventiva fueron los más eficientes en ese momento.

    El interés por hacer este trabajo surgió en el año 2006, con el proyecto de investigación llamado El concepto, la alegoría e iconografía de Niños Dios. La fiesta de la Candelaria en el Distrito Federal y su relación con imágenes milagrosas, entre cuyos resultados destaca mi tesis doctoral en Antropología Social Vestir al Niño Dios: un acercamiento a la celebración de la Candelaria en el Distrito Federal, así como la pertinente revisión del estado de conservación de varias esculturas que se encuentran en diferentes lugares de México, como el aludido Niñopa, el Niño Limosnerito, Niño de las Suertes, Santo Niño de la Paz, Niño Mueve Corazones y Niño Hallado, en la Ciudad de México; las efigies del Niño Doctor y del Niño Cieguito en la ciudad de Puebla; el Santo Niño Milagroso que está en Tlaxcala; y el Niño de Atocha que puede verse en Zacatecas. Pese a las notables diferencias en cuanto a cronologías, ejecución y estilo, todos ellos comparten su reconocimiento en nuestro país como intercesores milagrosos. En la investigación se observó que todos tenían problemas de conservación debido a múltiples factores, tanto extrínsecos como intrínsecos, como su incorrecta manipulación y exhibición a lo largo del tiempo. Lo anterior dio la pauta para la conservación de dos de estas figuras que forman parte del presente trabajo, y que junto con otras publicaciones similares en México creemos que son un importante ejemplo con múltiples perspectivas, tal como el lector podrá entender en el desarrollo de la lectura.

    Las piezas seleccionadas fueron el Niño de las Suertes, famosa y reconocida por su gran cantidad de devotos en México, y el Niño Hallado, también de gran valor artístico e histórico. Lógicamente, ambas obras son importantes para las monjas que los custodian, pero durante las investigaciones e intervenciones ellas nos fueron mostrando otras obras, lo que requirió finalmente la realización de un trabajo interdisciplinario. Surgió así el proyecto de los Niños de San Bernardo como una propuesta de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, ejerciendo el recurso federal otorgado a esta institución para las labores específicas de apoyo a comunidades, al que se sumó la generosa cooperación de los investigadores que participan en la realización de este libro y, por lo tanto, de las instituciones en las que colaboran.

    Inicialmente se programó restaurar al Niño Hallado, escultura policromada que fue conocida en el virreinato como milagrosa desde su aparición en el antiguo convento ubicado en el centro de la Ciudad de México. Después se sumó la restauración del Niño de las Suertes, imagen que actualmente tiene una connotación importante en México. Más tarde, el tratamiento se extendió a las otras tres representaciones escultóricas, que en el pasado fueron empleadas para la profesión de las monjas y que en la actualidad tienen otra importancia y distinto cariz dentro del convento. La metodología previa al trabajo de restauración consistió en entrevistar a la abadesa en turno y a su antecesora, a la secretaria, a la encargada de novicias y a las demás monjas a lo largo de nuestra estadía en el convento, lo que fue de gran valía y nos mostró la relación de sus esposas con dichas imágenes, aspectos que necesariamente queremos destacar y a los que volveremos en próximas líneas.

    Realizar trabajos de conservación-restauración afuera de las instalaciones apropiadas, sin los elementos y servicios necesarios, representa siempre cierta complicación, a diferencia del trabajo en un taller o laboratorio especializado. En este caso, además, había que incorporarse a un recinto de clausura; se requería de una disciplina y un comportamiento diferente a lo que comúnmente los restauradores están acostumbrados; hubo que adaptarse a los horarios del convento, así como a un pequeño espacio empleado para la costura y zona de paso para el área de elaboración de las hostias, sin luz suficiente para la mayoría de los procesos. La confianza se fue ganando mutuamente y las monjas apoyaron el esfuerzo de los participantes en la intervención de sus imágenes, dentro de sus posibilidades. Conforme creció el proyecto se fueron estableciendo las necesidades del conocimiento de las piezas y de las patologías que presentaban; se fue integrando un equipo interdisciplinario de especialistas en historia, historia del arte, antropología, biología, física, radiología y restauración; cada uno dueño de su propia metodología (se explica en el capítulo correspondiente), quienes aportaron datos relevantes desde sus respectivas áreas de estudio, lo que permitió tomar decisiones en cuanto a los procesos y a la dinámica que se debía seguir en las diferentes esculturas por intervenir. Es importante decir que todos los integrantes del equipo conocían los resultados de cada disciplina, por lo que hubo una conexión que se ve reflejada en los textos que componen este libro. Aunque parece que estos datos se repiten, es importante mencionarlos para entender la dinámica del trabajo, cuyos objetivos son analizar las esculturas intervenidas desde múltiples perspectivas, como estilo, materia, significado y estado de conservación; diferenciar cada una de las piezas según su materialidad y uso, y comparar los resultados obtenidos de cada escultura para hacer una adecuada intervención material y estética sin perder su esencia, lo que las hace particulares dentro del convento e importantes para el patrimonio mexicano. También se buscó entender las imágenes escultóricas y darles el tratamiento adecuado, dependiendo de sus funciones específicas.

    Este libro está constituido por tres apartados: uno corresponde a los estudios y análisis históricos, estéticos y antropológicos; otro trata de los estudios hechos a los diferentes análisis de los materiales, y, finalmente, el desglose de los tratamientos de restauración y conservación desarrollados.

    Como entrada al volumen, Alma Montero Alarcón nos ubica en la época virreinal, en concreto en el Convento del Dulcísimo Nombre de María y Glorioso Señor San Bernardo, hoy más conocido como San Bernardo. Se trata de uno de los conventos concepcionistas más relevantes de la época en la que acaudaladas familias del sector comercial novohispano colocaban a sus hijas para que fuesen esposas divinas. Religiosas españolas, criollas y mestizas convivieron en este convento en armonía con la vida contemplativa; espacio en el que a su vez los mejores artistas de cada época dejaron interesantes ejemplos de su quehacer. Con actitud de humildad y paciencia, y con el afán de llevar de manera ejemplar los votos de pobreza, castidad y obediencia, las bernardas enfrentaron con gran estoicismo problemas de salud, incomodidades de vivienda y exclaustraciones, siempre con tolerancia, prudencia y respeto hacia su Orden, sus tradiciones y costumbres, llevando en alto su fe y amor a Cristo, su esposo fiel, como pequeño infante.

    Por lo general se hace referencia de la vida de las monjas del pasado virreinal ya fallecidas, pero poco se escribe de lo que sucede hoy en la vida contemplativa. Por ello nos pareció interesante dar­le voz a una monja del convento de San Bernardo, sor Beatriz Alceda, O.I.C., quien, por medio de un entrañable diálogo con visitantes del convento, de manera sencilla, coloquial y espontánea nos ofrece un testimonio de vida. Así el lector podrá tener una visión de lo que significa ser monja en este siglo, y entenderá la importancia vigente de las imágenes del Niño Jesús.

    Por mi parte, inicio con el concepto antropológico de Jesús para dar a conocer la historia de las representaciones plásticas de su época de infante. Abordo el estudio de las cinco esculturas desde los relatos de sus apariciones o adquisiciones, así como los milagros registrados dentro y fuera del convento. A lo anterior sumo las voces de las monjas que con esmero cuidan a las diferentes alegorías de los niños Dios.

    Con singular conocimiento, Pablo Amador Marrero aborda el te­ma de la escultura de los niños Dios desde el punto de vista del historiador del arte. Basándose en las formas, los estilos y las iconografías que se resguardan en el convento de las bernardas, desarrolla una travesía histórica y sus variantes estilísticas a lo largo de los años en Europa, de los que algunos ejemplos están resguardados por las monjas de este convento.

    Como se mencionó ya, entre las acciones básicas para determinar el estado de conservación de las esculturas fue necesario conocer los materiales empleados en su manufactura y sus procesos constructivos, además de entender las causas del deterioro de algunas de ellas.

    Debido a que las monjas estaban por mudarse de convento, y al escaso tiempo con que contaban los investigadores, sólo algunos niños Dios fueron analizados y a otros se les realizó conservación básica, dejando para futuras investigaciones los exámenes de las esculturas restantes. Así, podemos adentrarnos en los siguientes rubros:

    La tomografía computarizada del Santo Niño de las Suertes. Estudio realizado por José Luis Criales Cortés, quien explica la técnica aplicada, el procedimiento y los resultados que se obtuvieron. Se trata de información importante para entender el estado de conservación de esta imagen, así como la manera de realizar las labores específicas de conservación y preservación. Además, es un aporte sustancial en la tan necesitada bibliografía sobre escultura virreinal novohispana.

    Alejandra Quintanar Isaías y José Sepúlveda Sánchez hacen una minuciosa identificación del soporte de madera. En su texto describen la metodología, pero también las técnicas empleadas para conocer el tipo de madera y los deterioros presentes en las esculturas del Niño Hallado y el Niño de las Suertes.

    Por su parte, José Luis Ruvalcaba Sil, Mayra Manrique, Valentina Aguilar y Daniel Ramírez, utilizando un equipo móvil de fluorescencia de rayos X in situ, un método no destructivo de estudio, analizaron los materiales empleados en la manufactura original y aquellos que modificaron estéticamente a las piezas en sucesivas intervenciones. En este apartado se conocerá de manera detallada la composición de la policromía de las esculturas del Niño Hallado, el Niño de las Suertes y el Niño Agustinito, así como los materiales utilizados en algunos de sus accesorios. Es sin duda una documentación importante de carácter referencial, que al ver la luz en esta edición se convierte en referente para otras investigaciones.

    Con base en los resultados históricos, estéticos y antropológicos, a los que se suman los análisis de materiales de algunas de las esculturas, se ejecutaron las labores de conservación, restauración y preservación específicas acordes a las necesidades del momento, bajo los principios básicos de intervención relacionados con el respeto hacia la originalidad de la obra. Se trata de un apartado de síntesis y reflexión, con el que María Eugenia Marín Benito y yo concluimos este libro.

    Consideramos que es importante difundir y publicar estos estudios que añaden nuevos puntos de referencia metodológicos de gran valía para estudios similares, de los que se carece en la bibliografía mexicana específica desde el punto de vista de la interdisciplinariedad.

    * Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural-Instituto Nacional de Antropología e Historia (cncpc-inah).

    Análisis histórico,

    estético y antropológico

    ———•———

    I. San Bernardo: un convento

    para mujeres en el México virreinal

    ———•———

    Alma Montero Alarcón*

    A vuestros pies, Jesús, dueño querido,

    mi corazón contrito y humillado

    llora, mirándote preso y maniatado,

    azotado, mojado y escupido.

    [...]

    Yo intento rescataros del tormento;

    pero ¿qué puede dar un pecho impío?

    solo os doy mi dolor y sentimiento.

    Que el corazón, la vida, el albedrío,

    memoria, voluntad y entendimiento,

    todo, Señor, es vuestro. Nada es mío.

    Soneto

    Convento de San Bernardo, 1766¹

    Numerosas investigaciones realizadas en los últimos años nos hablan de una realidad conventual femenina compleja, que va más allá de la imagen prototipo de las monjitas hacedoras de bizcochos y chocolate. Con la activa participación de la sociedad civil, la fundación de los conventos de religiosas constituyó una parte fundamental del contexto social de su tiempo, ya que reproducían en su interior la compleja jerarquización social e integraban diversos elementos provenientes de una sociedad rica en matices étnicos y culturales. El convento de San Bernardo es ejemplo de ello. Su origen se ubica en el siglo xvii, época en la que se fundó la mayoría de los conventos femeninos novohispanos; un siglo de esplendor en la construcción de estos espacios. En este claustro vivieron cientos de mujeres; ahí surgieron historias y leyendas que las vinculan con pobladores de tiempos remotos, pero también con el presente mediante su devoción, por ejemplo, a diversas imágenes de niños Dios. Su importancia fue enorme en muy diversos ámbitos.

    ¿Cómo surgió este convento? ¿Quiénes fueron sus principales benefactores y patronos? ¿Cómo era la vida de las religiosas que lo habitaron? ¿Cómo estaban organizadas las religiosas en el interior del convento? ¿Cuáles eran sus principales devociones?

    En este espacio hablaremos de la rica e interesante historia de uno de los conventos concepcionistas más relevantes del México virreinal: el Convento del Dulcísimo Nombre de María y Glorioso Señor San Bernardo.

    Los inicios: Juan Márquez de Orozco y su deseo de fundar un convento

    Según los parámetros de la época virreinal, los problemas que enfrentaban las mujeres podían ser mitigados mediante la creación de instituciones de tipo claustral, como los beaterios, los colegios, los recogimientos piadosos y, de manera fundamental, los conventos, los cuales eran impulsados, apoyados y protegidos por la sociedad en general.²

    Es posible constatar la enorme relevancia que tuvieron los conventos en la Nueva España al observar su rápido crecimiento y difusión en los principales centros urbanos. El auge de la creación de nuevos conventos corrió siempre a la par de la consolidación social y económica de los virreinatos americanos. Así, de manera paralela a la aparición de grupos pujantes como los criollos, surgió la necesidad de contar con más fundaciones para dar respuesta a las necesidades crecientes de esta nueva sociedad, cuya población de mujeres aumentaba con rapidez.

    Figura I.1. Escudo con alegoría de la Inmaculada Concepción, que las monjas todavía utilizan. Colección del Convento del Dulce Nombre de María y San Bernardo. Fototeca de la cncpc.

    El primer convento que se fundó en la Nueva España fue el de la Inmaculada Concepción, establecido en la Ciudad de México en 1540, el cual habría de tener una gran trascendencia pues se convertiría en la matriz de nuevas fundaciones conventuales.

    El inicio de la historia del convento de San Bernardo está ligado a este contexto general, pero también al nombre de un personaje: el acaudalado comerciante don Juan Márquez de Orozco, quien dejó establecido en su testamento³ su interés por fundar un convento de monjas del Císter, ya que esta orden no existía en México. En el Testimonio de la fundación de este convento del glorioso San Bernardo⁴ se confirma que el patrono dejó al fallecer, en 1621, 70 000 pesos para su fundación, y que eligió como albaceas a dos personas de satisfacción y vecinos de esta ciudad (Testimonio de la fundación de este convento del glorioso San Bernardo: 6): al doctor Diego de Barrientos Ribera, abogado de la Real Audiencia, y al mercader de plata Pedro de Toledo⁵ (Testimonio de la fundación de este convento del glorioso San Bernardo: 8). Con ellos concertó y capituló la fundación de un convento de monjas bajo la advocación y regla de San Bernardo (Testimonio de la fundación de este convento del glorioso San Bernardo: 9).

    El testamento estipulaba que sólo cuando la fundación estuviera com­pletada se podría distribuir la cantidad restante de su testamento, un total de 300 000 pesos. Éstos serían destinados a limosnas: que la hacienda libre quedará para repartir entre pobres y otras obras piadosas (Testimonio de la fundación de este convento del glorioso San Bernardo: 7). Para satisfacer la voluntad del testador se acudió al arzobispo de México, don Juan de la Serna, con quien se acordó que el número de las religiosas que hubiesen de entrar en el dicho nuevo convento sería de 33 (Testimonio de la fundación de este convento del glorioso San Bernardo: 5). El espacio destinado a la fundación estaría ubicado en la llamada calle de la Celada,⁶ la cual después sería conocida con el nombre de San Bernardo, por ubicarse ahí este relevante convento concepcionista.

    Las fundadoras

    A través de diversas fuentes, como los documentos de archivo y las cartelas ubicadas en los retratos de monjas, es posible constatar que las fundadoras de este convento pertenecían a los grupos económicamente más importantes de la sociedad: mineros, comerciantes, hacendados, funcionarios civiles o eclesiásticos, etcétera.

    Al ser los conventos una opción frecuente para las mujeres de linaje, la sociedad se involucró en los procesos de creación de claustros femeninos. Diversos conventos se originaron con la participación de hijas de una misma familia, como es el caso del convento de la Santísima Trinidad, ubicado en Puebla de los Ángeles.

    En el caso del convento de San Bernardo, las familias ligadas a su fundación pertenecían al poderoso sector del comercio novohispano. El patrono, Juan Márquez de Orozco, tenía tres hermanas que formaron parte de este proyecto: Bernardina de la Trinidad, María de Jesús y Juana de la Encarnación. Como era costumbre, ellas ya pertenecían a otro importante convento, el

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