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¿Soy yo normal?: Filias y parafilias sexuales
¿Soy yo normal?: Filias y parafilias sexuales
¿Soy yo normal?: Filias y parafilias sexuales
Libro electrónico86 páginas1 horaNuevos cuadernos Anagrama

¿Soy yo normal?: Filias y parafilias sexuales

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  • Love Triangle

  • Self-Discovery

  • Emotional Turmoil

  • Sexual Exploration

  • Sexual Liberation

  • Sexual Repression

  • Sexual Pleasure

  • Sexual Health

  • Sexual Addiction

  • Sexual Deviance

Información de este libro electrónico

Una reflexión sobre las sexualidades que transgreden lo normativo. Una exploración de la perversión o la sexualidad alternativa.

¿Soy yo normal?, se pregunta el autor. ¿Qué es la normalidad en la práctica de la sexualidad? Lo que se sale de la normalidad ¿es una parafilia, una perversión, una depravación, o un comportamiento sexual alternativo, no normativo? ¿Hablamos de trasgresión, de romper tabúes, de ir más allá de los códigos morales, o tal vez incluso legales? Este libro explora, a partir de reflexiones, experiencias e investigaciones de campo del autor, el sadomasoquismo, el fetichismo, el exhibicionismo, el voyeurismo, el bondage, el spanking, el sexo kinky, la fantasía de violación, el incesto, la pederastia, la pedofilia, la zoofilia, el bugchasing, la necrofi lia... ¿Dónde están los límites? Lo que plantea este ensayo es que es necesario refundar la idea de perversión erótica desde otra mirada, sin moralismo ni patologización.

IdiomaEspañol
EditorialEditorial Anagrama
Fecha de lanzamiento9 feb 2022
ISBN9788433944061
¿Soy yo normal?: Filias y parafilias sexuales
Autor

Luisgé Martín

Luisgé Martín (Madrid, 1962) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y MBA por el Instituto de Empresa. Ha sido galardonado con el Premio Ramón Gómez de la Serna de narrativa, el Antonio Machado y el Vargas Llosa de relatos y el Premio Llanes de Viajes. En Anagrama ha publicado desde 2012 las novelas La mujer de sombra, acogida unánimemente como una obra maestra: «Un gran libro. Incómodo. Valiente» (Marta Sanz); La misma ciudad: «Una espléndida novela psicológica y existencialista sobre un hombre que aprovecha el 11-S para cambiar de identidad» (Ángel Basanta, El Mundo); La vida equivocada: «Una poderosa indagación en la vida quebrantada» (Francisco Solano, El País); y Cien noches (Premio Herralde de Novela 2020): «Una gran novela sobre un tema apasionante: los límites entre el sexo y el amor, los límites morales del sexo, los límites morales del deseo, la construcción del amor» (Manuel Vilas); así como el libro autobiográfico El amor del revés: «De una densidad humana admirable... Un libro como el de Luisgé Martín sería superfluo en un mundo más afectuoso que el nuestro, donde hubiera respeto y donde se dejara a la gente vivir, amar y desarrollarse en paz» (Fernando Aramburu); los ensayos El mundo feliz: «Un libro francamente desagradable. Porque nos coloca ante un espejo donde asumimos las viejas marcas, las arrugas, los defectos. Porque es radical, desacralizador, antirromántico» (Lorena G. Maldonado, El Español); y ¿Soy yo normal?: «Un breve e inteligente ensayo» (Carlos Zanón, La Vanguardia); y el libro de viajes Donde el silencio: «El viajero se dedica a toparse con el paisaje, que para él es un estado del alma» (Javier Goñi, Babelia).

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  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Feb 25, 2025

    Excelente libro, me aportó muchísima información valiosa. Muchas gracias al autor.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Dec 26, 2022

    No podría decir que Luisgé no tiene una postura clara, pero creo que más que atinar a hacer una afirmación certera en torno a la sexualidad humana trae muchas preguntas a la mesa y abre un debate interesante. Expone de manera clara y concisa una visión muy diferente de las filias. Me quedó mucho con el último párrafo de este ensayo, y creo que puedo entender que ha sido muy respetuoso al plasmar sus interrogantes puesto que ha sido literalmente expreso sobre el lugar desde donde enuncia lo que ha escrito. Pero una vez más pienso en la carencia de La Mujer en la relación sexual.

    “Somos cada vez más capaces de respetar socialmente las sexualidades diversas, pero no de entenderlas y de compartirlas.”
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Aug 19, 2022

    Es un ensayo como lo indica el autor. Grosso modo habla sobre las parafilias. Si buscas información más detallada, no lo encontrarás en este libro.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5

    Jan 18, 2023

    Excelente y entretenido, para muchos es tabu hablar de estos temas, por lo tanto, este libro sirve para acercarte al mundo desde otro punto de vista, con ejemplos y testimonios, recomendado.

    A 1 persona le pareció útil

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¿Soy yo normal? - Luisgé Martín

Índice

Portada

¿Soy yo normal?

Agradecimientos

Notas

Créditos

Luis García Berlanga recordaba, en un prólogo que hizo para la Psychopathia sexualis de Richard von Krafft-Ebing, cómo en las últimas décadas del siglo XIX «hubo gente que desarrolló una fijación respecto a los wagons-lits, y se aficionó tanto a los cambios de aceleración y al movimiento, que solo conseguía hacer el amor convenientemente en los trenes». Hasta tal punto, parece ser, que los burdeles de lujo de París y de Viena comenzaron a ofrecer reproducciones exactas de los compartimentos de tren, con sus vibraciones y sus sonidos de viaje.

Hace unos años, en una tribu urbana gay de Nueva York que se reconocía devota del director de cine John Waters, se puso de moda una filia sexual más extravagante aún que la ferroviaria: los adeptos se sometían a una operación quirúrgica para sustituir la piel del escroto por una membrana plástica flexible y transparente, una especie de piel sintética a través de la cual se podían ver en funcionamiento los testículos, los epidídimos seminales y las redes venosas durante el acto sexual. Esa apariencia genital les excitaba, les despertaba las furias sensuales que hay detrás de cualquier deseo erótico.

La psiquiatría, la psicología y la literatura llevan muchas décadas intentando discernir si los individuos que tienen gustos sexuales tan diferentes a la norma padecen algún tipo de trastorno. Si hay algo en su cerebro o en sus glándulas que les convierte en seres peligrosos, en degenerados o incluso en psicópatas.

La sexualidad ha sido siempre considerada como un aviso de la naturaleza humana: de sus mansedumbres y también de sus vicios. Los más ortodoxos tienen costumbres eróticas vulgares que son espejo de su docilidad, de su falta de inventiva y de su miedo a la transgresión. Los heterodoxos, en cambio, se sienten atraídos por experiencias sexuales excéntricas que en algunas ocasiones son difíciles de comprender desde el análisis racional.

Como sabemos bien, la simple homosexualidad era considerada todavía hace pocas décadas un trastorno o una enfermedad. En 1973, la American Psychiatric Association la eliminó de su manual diagnóstico como psicopatología. Estuvo penalizada en España hasta 1979 y en el Reino Unido hasta 1982. Y hasta 1990 la Organización Mundial de la Salud no la borró de su relación de enfermedades.

Pero incluso la masturbación, la felación o el cunnilingus han sido históricamente prácticas desviadas y demoníacas. Podemos imaginar, por tanto, la valoración social que se hacía de la zoofilia, el travestismo, los instintos sádicos o masoquistas y los fetichismos de diversas clases. Quedaban todos ellos enterrados en la cripta de las depravaciones. «Corrupción», «vicio», «degeneración», «descarrío», «perversión» o incluso «crimen» eran las palabras que servían para definirlos. Y, por supuesto, «pecado», puesto que la religión siempre ha dictado el código moral de las alcobas y ha establecido lo que era permisible y lo que era inaceptable. Lo permisible, en líneas generales, ha estado inexcusablemente ligado al sexo reproductivo, interpretando que Dios había creado el mecanismo del placer solo para santificar la procreación.

El psiquiatra alemán Krafft-Ebing, en 1886, fue el primero que hizo un intento científico de acercarse a los comportamientos sexuales heterodoxos en su obra Psychopathia sexualis, que recoge 238 casos clínicos. No desaparece en él la mirada moral y reprobatoria, pero trata de emplear un método frío de análisis, investigando en los pacientes sus antecedentes familiares y sus anomalías orgánicas como posibles orígenes del trastorno.

Wilhelm Stekel, ferviente seguidor de Sigmund Freud, estudió en profundidad el onanismo, el sadismo, el masoquismo y sobre todo el fetichismo en Desórdenes del instinto y del afecto. Es en esa obra en la que se acuña el término parafilia para hablar de estos comportamientos, marcando algunas de las pautas de investigación que se seguirán a partir de entonces.

El checo-canadiense Kurt Freund estudió en profundidad el exhibicionismo, el voyerismo y la pedofilia, pero su importancia radica sobre todo en ser el padre de la sexología experimental. A mitad del siglo pasado, Freund comenzó a usar el pletismógrafo peniano, un aparato conectado a los genitales masculinos que podía medir los flujos sanguíneos –y por lo tanto la excitación real– cuando un individuo era expuesto a imágenes o a estímulos eróticos de cualquier tipo. Uno de los mayores problemas de la sexología es que investiga actos que se producen casi siempre en la intimidad y que tienen una reputación social discordante, de modo que su rigor científico depende en buena medida de la confiabilidad de testimonios subjetivos. Y la sexualidad es, como se sabe, uno de los asuntos más cargados de secretos y de mentiras. Poder medir los impulsos orgánicos objetivamente, sin la necesidad de una confesión, supuso un avance singular.

En la segunda mitad del siglo XX se fue relajando el juicio social de la sexualidad. El feminismo, la liberación de los años sesenta y el movimiento gay –todos ellos entrecruzadosfueron logrando que desapareciera la censura moral y que se resquebrajara el concepto de normalidad erótica.

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, de la American Psychiatric Association, que sigue marcando el canon clínico en todo el mundo, conserva nueve clases de parafilias: el exhibicionismo, el voyerismo, el sadismo, el masoquismo, el frotteurismo, el travestismo, la pedofilia, el fetichismo y una última categoría de cajón de sastre que recoge las parafilias no especificadas de otro modo (PNOS, paraphilia not otherwise specified). Pero en su última edición, de 2013, hace por primera vez una distinción que va al núcleo mismo del conflicto: diferencia entre comportamiento y trastorno del comportamiento. Es decir, antes consideraba parafilia al masoquismo sexual y ahora considera parafilia al trastorno del masoquismo sexual, reconociendo expresamente que no basta con ser masoquista para tener un diagnóstico de trastorno mental. Podríamos decir que hay masoquismos saludables y

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