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Una mirada, actual y retrospectiva, sobre lo que representa y ha significado el baile, en su vertiente más puramente social, en la cultura de club y en nuestra sociedad.
El baile, ese placentero acto de extraordinarios beneficios físicos, psíquicos y cognitivos, quedó abruptamente interrumpido con la entrada en escena de esta devastadora pandemia que nos ha sacudido lo suficiente como para detectar y reconocer nuestra capital necesidad de menear el cuerpo aquí y allá.
Dance usted se adentra en la oscuridad del club, entre luces estroboscópicas, flashes, láseres, leds, humo y bolas de espejo, para lanzar una mirada, actual y retrospectiva, sobre lo que representa y ha significado el baile, en su vertiente más puramente social, en la cultura de club y en nuestra sociedad.
Luis Costa
Luis Costa (Barcelona, 1972) se gana la vida escribiendo y pinchando desde 1994, año en que se incorpora al equipo de Disco 2000, revista pionera de la cultura de club. Es responsable de prensa de Razzmatazz Clubs y programador de conciertos de la sala Freedonia, en Barcelona. Colabora en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia y en Música Dispersa. Es autor de ¡Bacalao! (Contra, 2016) y coautor de Balearic (Contra, 2020). Fotografía del autor © Irene G. Ruiz
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Dance usted - Luis Costa
Índice
Portada
Intro
1. Señoras estupendas
2. La tierra de los mil bailes
3. (Sub) Cultura de club
4. Discoteca
Interludio: El Dorado
5. Loft es el mensaje
6. Un cadáver en el respiradero
7. Rave
Outro
Nuevos cuadernos Anagrama
Notas
Créditos
Luis Costa (Barcelona, 1972) se gana la vida escribiendo y pinchando desde 1994, año en que se incorpora al equipo de Disco 2000, revista pionera de la cultura de club. Es responsable de prensa de Razzmatazz Clubs y programador de conciertos de la sala Freedonia, en Barcelona. Colabora en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia y en Música Dispersa. Es coautor de Balearic (Contra, 2020) y autor de ¡Bacalao! (Contra, 2016).
Dance usted
Asuntos de baile
El baile, esa placentera actividad de enormes beneficios físicos, psíquicos y cognitivos, quedó abruptamente interrumpido con la llegada de esta plomiza pandemia que nos ha sacudido lo suficiente como para reconocer nuestro incontenible impulso de menear el cuerpo aquí y allá. Dance usted se adentra en la oscuridad del club, para lanzar una mirada, actual y retrospectiva, sobre lo que representa y ha significado el baile, en su vertiente más puramente social, en la cultura de club y en nuestra sociedad.
Quien no baila está fuera de la realidad.
FRIEDRICH NIETZSCHE
La vida es un banquete.
DAVID MANCUSO
Hágalo en privado
Hágalo en privado
Hágalo en privado
Pero dance usted.
No pierda una sola ocasión
Use el cuerpo en otra dimensión.
Dance usted
Dance usted
Dance, dance, dance usted.
RADIO FUTURA, «Dance usted»
Intro
Me gusta bailar, soy de los que siempre lo ha dado todo en la pista. Claro que mi cuerpo ya no es el de aquel chaval que machacaba sus Adidas Gazelle en los clubs barceloneses y en festivales como el FIB o el Sónar, en los noventa, cuando el indie y la música electrónica lo eran todo. Nada que no se pueda llevar con resignación y alegría.
Cuando me dispuse a redactar las primeras líneas de Dance usted, el ejercicio del baile, a lo largo y ancho del globo, permanecía interrumpido y prohibido en sus espacios naturales, sin fecha de regreso a la vista. Así lo quiso el SARS-CoV-2, que nos privó, entre otras cosas, de nuestra preciada parcela reservada al ocio. De un día para otro, nos fue arrebatada por el obligado y prolongado cierre de cines, teatros, museos, salas de conciertos, festivales, bares, restaurantes... y, claro, de clubs y salas de baile.
Hasta ese súbito y delirante momento de colectivo confinamiento, el gozoso acto de bailar en nuestros momentos de esparcimiento lo teníamos asociado a la más absoluta «normalidad», ese concepto que se fue quedando suspendido en el tiempo, a la espera de recuperar su pleno significado. Antes, bailar era un acto espontáneo, sencillo de improvisar; bastaba con seleccionar el vestuario, buscar a los cómplices pisteros y escoger un club.
Cuando hablo de «el gozoso acto de bailar en nuestros momentos de esparcimiento» lo hago pensando en el escenario donde se instala Dance usted: el del baile libre e individual, en un contexto social y festivo; no en uno profesional, ni tampoco en uno amateur. Es decir, todo baile que no precise de ningún tipo de técnica o ensayo y aprendizaje. Aquí no encontrarán, pues, disertaciones sobre danza contemporánea o bailes de pareja... Tampoco diagramas de pasos y movimientos. Todo ello «no es objeto de este estudio», como se suele decir. En cualquier caso, no es lo mío, y, por otro lado, hay cientos de libros estupendos que lo exploran en profundidad, con propiedad y autoridad.
El baile no solo es placentero por su evidente componente festivo y social, sino por sus extraordinarios beneficios físicos y psíquicos. Se trata de uno de los ejercicios más completos, pues reúne «equilibrio, esfuerzo muscular de todo el cuerpo, coordinación, expresividad, interacciones [...], respeto del ritmo...», según dice la doctora en neurobiología Lucy Vincent en su libro ¡Haz bailar a tu cerebro!¹ Allí, explora las conexiones neuronales que existen entre cuerpo y cerebro, cuando bailamos, y sus efectos emocionales y cognitivos.
La pandemia nos dejó con unas ganas incontenibles de quemar suela. No es extraño, pues, que haya coincidido con la explosión de TikTok, la red social basada en la publicación de microvídeos, con una enorme cantidad de gente bailando... De todas las edades, por cierto.
Dance usted aborda ese particular y escurridizo ambiente de la cultura de club, del clubbing: un hábitat con sus propios códigos y rituales, estrechamente ligado a la industria de la música dance; ese baile, insisto, libre.
En una ocasión, un amigo DJ y productor me habló de su colaboración en un espectáculo de danza, en el que se encargó de la ambientación musical a partir de piezas de música electrónica. Un día preguntó a un grupo de bailarinas de la compañía si alguna vez habían acudido a un club a bailar, y resultó que no. Cuando por fin se decidieron, enloquecieron de pura felicidad y, tras aquella experiencia, ya no hubo forma de sacarlas de la pista. Hablamos de ese tipo de baile.
El clubbing, por supuesto, ha desplegado su propia arquitectura técnica de pasos o posturas para esta o aquella escena. Es el caso del charlestón, el swing, el rock, el mambo, la salsa, la música disco, el northern soul, el breakdance, el voguing, el gabba o, más recientemente, el tektonik, el footwork y el shuffle, entre otros.
Dance usted penetra en la oscuridad del club y se abre paso hasta llegar a la pista, entre luces estroboscópicas, flashes, lásers, leds, humo y bolas de espejos, para echar una mirada actual y con perspectiva histórica sobre el baile y la cultura de club.
Pues bien, en aquel momento de abrupta interrupción, veníamos de bailar como borregos, apelotonados en macrofestivales, eventos masivos y clubs. O parados en
