VINOS Y VINILOS: OBSESIONES COMPARTIDAS
Así que esto es lo que les ocurre a los coleccionistas de discos cuando se hacen mayores: se pasan al vino”, me comentaba una vieja amiga de los tiempos del rock and roll al ver en qué se había transformado mi antigua obsesión por los vinilos. Lo cierto es que no he llegado a superar ninguna de las dos adicciones, simplemente he ido asumiendo mi obsesión y paulatinamente heido intentando racionalizarla.
Me llamo Rogelio y soy un adicto. Llevo desde los 13 años comprando discos de vinilo. He ido evolucionado en los gustos pero no en el formato. Y eso que los aficionados al vinilo las hemos pasado canutas durante los duros años del advenimiento y –afortunadamente– posterior caída del CD. Parece que ahora las discográficas han descubierto que hicieron el canelo cargándose el formato en el que se había transmitido, expandido y popularizado la música desde principios del siglo XX. A partir de los 25 años, empecé a beber vino de forma regular, y gradualmente la afición por esta bebida se fue convirtiendo en una obsesión
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