Cuéntame a Venezuela, abuela
Por Elizabeth Chicco
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Cuéntame a Venezuela, abuela - Elizabeth Chicco
Primera edición, Marzo 2022
Cuéntame a Venezuela, abuela
© Elizabeth Chicco, 2021
Instagram @Elizabethchicco.
Correo electronico elizabethchicco@gmail.com
Carátula: Pedro Vicente Martínez Colmenares
Diseño, diagramación e ilustraciones: Pedro Vicente Martínez Colmenares
Edición de textos: Marlene Arteaga Quintero
Certificado de derecho intelectual No. 2021-A-9721
ISBN Digital: 9789566131434
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción, distribución o transmisión de este libro a través de ningún sistema físico, electrónico o digital sin la autorización, por escrito, de su autora, salvo en las excepciones previstas por ley.
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
info@ebookspatagonia.com
Prólogo
El libro que ha escrito Elizabeth es una obra entretenida y con un sentido que la hace muy importante: quiere que los hijos y nietos de venezolanos que han salido de su país por diversas contingencias – las políticas incluidas – puedan conocer algo del país de sus ancestros.
Eso hace resaltar su importancia, porque pretende establecer una cadena cultural que se rompe con la migración. Muchos salen de su país como viajeros transitorios y terminan asentándose como migrantes en la tierra a la que llegan. Eso se da con cierta sutileza, casi sin previa resolución. Es verdad que hay otros que migran conscientemente, vale el recuerdo para mis abuelos que vinieron con la decisión de quedarse en estas tierras.
De modo sutil muchas veces, quien sale de su país lo hace para cambiar aspectos de su vida concreta, pensando en regresar en poco tiempo.
Cuando percibe que no es posible, se asume como inmigrante, instalado en un país diferente y se ve obligado a integrarse. Tal vez frecuente un restorán donde vayan otros connacionales, quizás se junten aquellos que tienen ideologías o costumbres similares y traten de llevar a sus hijos a los mismos colegios, otros se reúnen en ciertas plazas o parques para verse las caras, tocar algo de música.
Pero necesitan integrarse a la nueva tierra, sobre todos los niños y adolescentes, pues carecen de historia y quieren adquirir una que les sea propia, que les permita compartir y no sentirse extraños en la nueva tierra. Imposible no aludir a esos miles de exiliados chilenos de las últimas décadas del siglo XX, quienes vivieron el drama de su regreso mientras los hijos permanecían en tierras lejanas o, si es que regresaban a Chile, al poco tiempo volvían a emprender el vuelo.
Poco a poco, esos hijos de exiliados se van alejando de los modos de sus padres y van haciéndose locales en la tierra de acogida, lo que consiguen al adoptar tonos de voz, palabras y costumbres. De ese modo, en forma paulatina y de modo inevitable, se van perdiendo las relaciones con la tierra originaria, se agudiza la distancia con los padres y abuelos, el lenguaje cambia, los gustos en la comida y las nuevas relaciones alteran el modo de vivir. Esto ha quedado muy claro en el caso de mi familia y otras familias de origen árabe, pues los inmigrantes hicieron tan grande esfuerzo por integrarse que no enseñaron el idioma árabe a sus hijos y nietos.
La autora de este libro es venezolana y vive en Chile hace algún tiempo. Sus hijos viven acá. Tiene nietos. Es decir, su familia es, de cierto modo, chilena. Y ella, sin perder sus modos y estilos propios de su tierra, hace esfuerzos potentes por ser parte de esta sociedad, con todas las dificultades que a ella pueden presentarse tanto desde fuera como desde dentro de sí misma.
Es verdad que somos todos americanos, pero no podemos negar que las estructuras dominantes en los países han intentado separar a los pueblos, como una forma de manejar el continente y perpetuarse en las instituciones de poder económico y social. El sueño de Bolívar, de Carrera y de otros luchadores del siglo XIX terminó en un continente dividido por la alianza entre los sustentadores de la doctrina Monroe y los mandamases locales, que aplicaron aquella máxima romana de dividir para reinar.
Fue así como las idiosincrasias locales, que podrían haber servido para acercarnos, nos fueron alejando cada vez más, sembrando desconfianza junto con los modos específicos de vivir en cada sociedad. Entonces, aunque hablemos el mismo idioma, las palabras adquieren otros significados, las pronunciaciones son diferentes y podemos reconocer en las bases lingüísticas de cada lugar, la incidencia de los idiomas que hablaban las distintas comunidades o la influencia de los grupos de inmigrantes de otras etnias o naciones.
Elizabeth tiene un sueño: que sus nietos le digan cuéntame de Venezuela, abuela, cuéntame de su historia, sus costumbres, sus colores y aromas, sus comidas y bebidas, sus modos de hablar
.
Por eso escribe este libro: para que todas las abuelas puedan asumir la tarea de contar a los nietos acerca de esa patria del norte de América del Sur, de esa patria españolada, africanizada, caribeña, poblada de relatos e historias de viajeros que fueron pasando en busca de otras tierras, esa tierra selvática, de ríos y montañas, de animales hermosos y flores de muchos colores.
Este es el libro: para las abuelas venezolanas que recorren el mundo, para sus nietos y para todos esos que un día salieron de esos parajes para instalarse en este rincón sur del mundo.
El intento de unir a los descendientes no es para evitar que se integren, sino para fortalecer los lazos y aunque ellos asuman a su nuevo país, no olviden de dónde vienen, consiguiendo así crear canales que vayan haciendo posible esa ilusión de los padres de las patrias americanas de tener una tierra grande donde todos circulemos con la mayor libertad.
El libro ayudará a los nacionales de los países que reciben a los venezolanos, porque les habrá de facilitar la comprensión de lo que los otros han vivido y más acerca de sus particularidades.
Escrito con fluidez, nos trae relatos e historias para ir fortaleciendo la conexión de los exiliados con sus raíces, nos entretiene, enseña, divierte, emociona.
Escribir un prólogo es una tarea difícil, pero se hace algo más sencillo cuando la obra se nos hace fácil de leer y un sentimiento de simpatía nos acompaña en cada una de sus líneas. He leído y releído esta obra de Elizabeth Chicco, la hemos conversado y discutido en sus diferentes etapas. Hoy nos encontramos con su versión definitiva y debo confesar que a cada párrafo dan ganas de volver sobre a leer, recordar los matices de los cuentos o debatir con la autora sobre si acaso Bolívar fue un líder para impulsar la lucha libertaria o fue él quien dio la independencia determinados países.
Solo me resta agradecer a la autora su esfuerzo, agradecer a ti que lees el libro y a todos los habitantes de esta América del Sur por intentar construir un mundo nuevo cada día.
Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo
, dijo Gandhi.
Jaime Hales
Antesala
La autora de esta obra siempre deseó escribir un libro y de alguna manera lo hacía, en cada uno de sus cuadernos desde la escuela, en la universidad e incluso en el cuaderno de sus planes de trabajo. Empezó