Espero no ser el único lector de este mundo que está cansado hasta la extenuación de las sinopsis tramposas, las promesas de cubierta incumplidas o los reclamos hiperbólicos. Uno puede comprender que la misión de un editor es envolver el producto de la mejor manera, pero en un mundo ideal deberían existir ciertos límites a la hora de ofrecer ese entusiasmo editor.
No anunciar como «novela trepidante» todo está fosilizado y encerrado en ámbar y es uno de los grandes narradores de nuestro siglo XX. Pero me frustra como lector que una sinopsis me venda velocidad y ritmo para encontrarme desde la primera página una novela de observación, en la que diez páginas son la recreación de un instante.