EL OTRO SUEÑO AMERICANO
Miguel de Cervantes, como es sabido, proyectó marcharse a América. Le hubiera encantado que le concedieran algún cargo, como el de corregidor, es decir, alcalde. El Consejo de Indias, sin embargo, desbarató sus proyectos con una resolución terminante: “Busque por acá en qué se le haga merced”. Tal vez por esta decepción, en El celoso extremeño, una de sus novelas ejemplares, ofrece una descripción de las Indias que parece dictada por el despecho: “Refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, […] engaño común de muchos y remedio particular de pocos”.
No todos poseían una visión tan negra del Nuevo Mundo. La emigración ultramarina hizo popular la figura del indiano, o perulero. Según los prejuicios de los españoles
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