BARTOLOMÉ DE LAS CASAS LA INDESEADA DESTRUCCIÓN DE LA BUENA FAMA
EN NINGÚN MOMENTO FUE INTENCIÓN DEL DOMINICO PONER EN CUESTIÓN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE SU TIERRA ORIGINARIA. SU MAYOR ASPIRACIÓN, DESPUÉS DE UNAS PRIMERAS FORMULACIONES UN TANTO DUBITATIVAS, FUE LA DE QUE LAS ENCOMIENDAS SE PROHIBIERAN TAL COMO SE HABÍAN DESARROLLADO Y QUE LOS INDÍGENAS FUERAN CRISTIANIZADOS SIN UTILIZAR MÉTODOS COERCITIVOS. Para él, la obligación de evangelizar era algo tan incuestionable como el derecho exclusivo reservado a los Reyes Católicos (y sus sucesores). En todos los sentidos su labor fue repetidamente tenida en cuenta y las sucesivas leyes que se promulgaron respecto de la organización y gobierno del Nuevo Mundo tuvieron en cuenta sus recomendaciones.
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
Nació en torno a 1484 en Sevilla. Su padre acompañó a en el segundo de sus viajes a América lo que, quizá, señale que su situación económica no era muy boyante. En sus escritos alternó el apellido con que bien pudiera ser una reivindicación de un origen franco. Debió asistir a algún centro educativo en el que aprendió cierta soltura con el latín, aunque no está demostrado que frecuentara ningún establecimiento universitario. Se ha especulado que durante algún tiempo pudo asistir a lecciones de derecho en las aulas salmantinas, dado que en la ciudad residían unos eclesiásticos parientes de la familia. No queda claro en la actualidad. Sí se sabe que su padre le trajo de regalo de su viaje a América un joven indio para que fuera su sirviente como otros tantos 600 cortó de raíz este abuso sobre los indígenas. Así fue cómo Las Casas, obligado, tomaría contacto con la realidad de la colonización.
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