INVIS IBLES
Hoy en día, Cherry Street es una de las calles con menos gracia que uno puede encontrar en Nueva York, una aburrida sucesión de bloques de viviendas sociales en el bajo Manhattan. Sin embargo, a principios del siglo xx, Cherry Street era un paraíso para el inmigrante español que acababa de bajar del barco, no hablaba ni palabra de inglés y estaba completamente perdido en su nuevo país. Sin salir de esa pequeña calle de Manhattan podía cortarse el pelo en la Barbería Española La Cosmopolita, pasar su primera noche americana en una habitación de la casa de huéspedes Marcelino Garay y, a la mañana siguiente, desayunar en El Tuyo antes de dejarse caer por la recepción del hotel La Valenciana para empezar a buscar trabajo.
La exposición “Emigrantes invisibles” cuenta la historia de la comunidad española en EE. UU. entre 1868 y 1946. El profesor de la Universidad de Nueva York James D. Fernández, nieto de asturianos, y el cineasta español Luis Argeo han recopilado de los álbumes y trasteros de los descendientes de aquella más de quince mil fotografías. Una crónica gráfica que arranca con su decisión de abandonar España por motivos no muy diferentes a los de cualquier inmigrante de hoy en día: la pobreza, la falta de opciones, la posibilidad de una guerra (la de Marruecos, en el caso de los abuelos del profesor) y la perspectiva de una vida mejor no solo para ellos, sino también para los familiares que dejaban aquí.
En EE. UU.
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