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Envejecer en Colombia
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Envejecer en Colombia

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La obra ofrece una mirada total y plural a la circunstancia actual de la vejez en el país. Hecho novedoso, puesto que la mayoría de los estudios sobre la vejez se enfocan en la aproximación a un único problema y a partir de unas teorías y métodos específicos. Los ensayos que hacen parte de esta obra tratan aspectos tan diversos como los demográficos, médicos, psicológicos, políticos, laborales, existenciales y estéticos. El libro no se centra en el estudio de la vejez de una ciudad, una región o un aspecto específico, sino que busca comprenderla en el país y a partir del más amplio abanico de problemas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2015
ISBN9789587726817
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    Envejecer en Colombia - Universidad Externado

    ALVARADO

    CAPÍTULO 1

    Vejez y envejecimiento: una mirada demográfica

    FERNÁN VEJARANO ALVARADO

    ALEJANDRO ANGULO NOVOA

    De los importantes cambios demográficos que ha experimentado la humanidad quizás el último, el envejecimiento de la población, es el menos comprendido, y ello no tanto en los mecanismos como en las repercusiones y consecuencias que tiene y tendrá en la conformación de las poblaciones en el futuro. Junto con las migraciones de las últimas décadas que han alterado los uniformes rostros nacionales y continentales, el envejecimiento estimula en la mayoría de las naciones desarrolladas del globo esos movimientos que nunca se habían experimentado con tanto ímpetu como en el último medio siglo ¹ .

    La vejez y el envejecimiento, que parecerían ser dos denominaciones para el mismo fenómeno, o simplemente dos momentos del mismo hecho biológico, en su consideración sociológica y demográfica resultan muy diferentes. Lo que sigue es la mirada del envejecimiento con algunas referencias a la vejez, entendiendo que la vejez como hecho biológico se vive distintamente en las poblaciones con diferente estructura por edades. Ese tránsito, con sus causas y consecuencias, se tratará en este capítulo.

    Dos miradas se imponen cuando de la vejez y el envejecimiento se trata: el envejecimiento de la persona y el de la población. La vejez la sufren los individuos y el envejecimiento lo experimentan tanto las poblaciones como los individuos. Con la popularización de los asuntos de la vejez, la consideración es positiva y benévola hacia todas las acciones para una mejor vejez, un bien vieillir, pero cuando la mirada se dirige a la población como colectivo, las perspectivas ya no son tan comprensivas y más bien emerge el fantasma de los problemas que esa población vieja, ya no solo los viejos, acarrea desde todos los ángulos sociales: la salud y el cuidado de los viejos, las pensiones y la seguridad social, la carga que la dependencia supone sobre la familia, la comunidad y el Estado.

    Así pues, los individuos experimentan tanto el proceso de envejecimiento, desde el nacimiento, como el de la vejez, a partir de un límite arbitrario de edad ² . Las poblaciones solamente envejecen a partir del aumento de la proporción de individuos que sobrepasan esa edad arbitraria que, como se verá, cambia y cambiará de acuerdo con las condiciones de longevidad resultado de los avances de la ciencia y de la técnica tanto en el control de la mortalidad como en el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas.

    Ante esa doble perspectiva, la sensación aprensiva de la sociedad es: ¡larga y buena vida para los viejos! Pero al mismo tiempo la pregunta angustiosa es: ¿cómo y cuánto nos costará ese colectivo de viejos cada vez más numeroso? En el imaginario colectivo es cada vez más común la asociación de que hay dos clases de países: los ricos y viejos y los pobres y jóvenes ³ . Esa impresión, tiene repercusiones sobre las consecuencias económicas y financieras que el envejecimiento comporta.

    El interés, desde tiempos bíblicos y hasta no hace mucho tiempo, se dirigió hacia la vejez de los individuos. Son ya clásicos los acercamientos y vivencias desde la literatura y el ensayo filosófico de autores como CICERÓN, HERMANN HESSE, SIMONE DE BEAUVOIR, ELIAS CANETTI, HANNAH ARENDT y MARCEL JOUHANDEAU, entre otros. En América Latina y Colombia, ESTER VILAR, GONZALO CANAL RAMÍREZ y el médico ANTONIO ORDÓÑEZ PLAJA fueron quizás los pioneros en tratar el tema.

    La mirada demográfica sobre el envejecimiento de la población es mucho más reciente y controversial ⁴ . A pesar de que la ONU proclamó desde 1948 su Declaración sobre los derechos de la vejez, no fue sino en 1991 cuando se establecieron los principios en favor de las personas de edad, y solo en 2002 se dio verdaderamente visibilidad al problema demográfico en la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, realizada en Madrid.

    Como postulado de partida me atrevo a afirmar que el envejecimiento poblacional es tan irreversible como el de los individuos, a diferencia de algunos autores que señalan que, en contraste con este último, el envejecimiento de las poblaciones puede no serlo. Sostengo que el envejecimiento de las poblaciones es irreversible ya no por razones biológicas, sino por razones socioeconómicas y mayormente culturales. La historia de las transiciones demográficas así permite afirmarlo, como se verá adelante.

    El envejecimiento de las poblaciones humanas es el resultado de las diversas transiciones demográficas, sociales, económicas y culturales que en su conjunto se han denominado, desde su postulación en 1953, la Transición Demográfica, constituyendo el envejecimiento poblacional la culminación de ese proceso.

    La preocupación por el envejecimiento poblacional es pues un asunto relativamente reciente, y corre pareja con la preocupación por los otros dos componentes del cambio demográfico: en su orden de ocurrencia, la mortalidad y la fecundidad. En el ámbito global, las primeras conferencias sobre población no se preocuparon por el envejecimiento puesto que no era un asunto del que preocuparse y su advenimiento no se vislumbraba en un futuro cercano. Quizá en Colombia el que primero hizo una mención sobre el envejecimiento fue GONZALO CANAL RAMÍREZ, quien recordó, de pasada, lo que en los lejanos años ochenta se denominó el plazo demográfico como se presagiaba, sin mayores apuros, el momento en el que los viejos superarían en número a los niños ⁵ , y que ocurriría globalmente en algún momento del año 1985.

    Este capítulo se ocupa del envejecimiento como última fase de la denominada primera transición demográfica, al igual que de sus consecuencias sobre la segunda transición, recorriendo un amplio panorama del envejecimiento desde la aproximación demográfica, así como sus causas y sus consecuencias sobre otros aspectos de la vida del individuo y la sociedad. Finalmente se alude al papel que la educación de la población puede tener sobre el envejecimiento y a una breve discusión sobre la medición de la misma: ¿a qué edad se vuelve uno viejo?, ¿cuáles son los límites inferior y superior de la vejez, cuál es la máxima longevidad de la especie?

    I. EL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL, RESULTADO INEVITABLE E IRREVERSIBLE DE LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA

    Hace sesenta años el demógrafo FRANK NOTESTEIN describió la evolución que ha seguido la población humana, e ilustró su mecanismo llamándolo la transición demográfica. Si se quisiera expresar de una forma sintética, se podría decir que la transición demográfica consiste en el paso de altos niveles de fecundidad y mortalidad a bajos niveles de fecundidad y mortalidad. Este proceso transcurre en un lapso que varía de un país a otro, de una sociedad a otra. Su ocurrencia comenzó a mediados del siglo XVIII en Europa, y este camino ha sido recorrido por las demás poblaciones en diferentes épocas a partir de ese momento.

    La constatación de Notestein con los datos sobre la natalidad y la mortalidad de los países que ya habían cumplido la transición demográfica fue seguidamente corroborada por otros países en los años transcurridos desde su formulación hasta el presente ⁶ .

    En la primera fase de la transición demográfica que cubre más del 95% de la historia de la humanidad, tanto los índices de natalidad como de mortalidad son muy altos, y como consecuencia de ello la población apenas crece o se mantiene estable: el volumen de población prácticamente no cambia y la tasa de crecimiento es cercana a cero. La pirámide de población resultante adopta la forma de una verdadera pirámide, con una base ancha y una cúspide muy estrecha debido a una alta proporción de población en edades jóvenes y un proporción muy pequeña en las edades mayores.

    En la segunda fase, como consecuencia de mejoras sostenidas en las condiciones de vida, particularmente por los avances en la higiene y el control de las enfermedades, y mayoritariamente por una creciente disponibilidad de alimentos (hipótesis de MASSIMO LIVI BACCI) los índices de mortalidad descienden, en forma lenta en un comienzo, y luego sostenida y acelerada según las regiones y el nivel de desarrollo del país de que se trate. En esta fase se trata entonces de la transición de la mortalidad. Las consecuencias son un aumento en el volumen de la población por el incremento en la tasa de crecimiento, y el comienzo del cambio de la forma de la pirámide de la población, que se aleja de la forma propiamente piramidal.

    Durante la tercera fase, con un desfase temporal con respecto al descenso de la mortalidad, las poblaciones experimentan una caída de la fecundidad como resultado de un mayor acceso a la educación y de la posibilidad de planificar los nacimientos, muy ineficaz al comienzo. Es el tiempo de la transición de la fecundidad que produce una desaceleración del crecimiento de la población por una menor tasa de natalidad.

    Finalmente se llega a la cuarta fase, de estabilización de la población por lo bajo, al contrario de la estabilización por lo alto como ocurría en la primera fase. Se produce una tasa de crecimiento menor y el volumen de población luego de una etapa de estabilización comienza a decrecer; la forma de la pirámide de población se aleja de su perfil clásico, hacia una figura de trompo: la base cada vez más estrecha y la parte superior más amplia. La transición demográfica, compuesta de esas sucesivas transiciones, se completa.

    En este marco se produce el envejecimiento de la población por un aumento proporcional cada vez mayor de la población mayor de sesenta años, proceso sin precedentes, inevitable, irreversible y permanente ⁷ . A pesar de que algunos demógrafos están tentados a considerar el envejecimiento como una fase adicional de la transición demográfica, tal aproximación es impropia, pues este resultado de la evolución de los componentes del cambio demográfico, no el motor de esos cambios. De acuerdo con las estimaciones de la división de población de la ONU , la cantidad de viejos superará por primera vez el número de jóvenes, a nivel global, antes del año 2050 [ ⁸ ] .

    Esos mismos expertos calculan que en la actualidad el crecimiento de la población de los mayores de sesenta años es considerablemente mayor que el del resto de la población. Los datos de la Cepal confirman que en América Latina y el Caribe ese crecimiento es del 3,5% anual, superando con creces el de los jóvenes, así que no solo es el crecimiento per se sino su aceleración. Los mismos estimativos muestran que esa aceleración será entre tres y cinco veces mayor que la de la población total, y que en apenas treinta años uno de cada 4 latinoamericanos y caribeños será una persona mayor ⁹ .

    La transición demográfica en Colombia se ha experimentado de una forma particular: como retardada en el tiempo, casi dos siglos después de lo ocurrido en Europa, pero con una aceleración luego de incorporar los avances del cuidado médico y mejoras en la alimentación, produciéndose el fenómeno en un lapso mucho más corto que en los países desarrollados. Es el modelo propio de los países en desarrollo.

    II. EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO EN COLOMBIA

    La historia de la evolución de la población que ocupa el territorio de la actual Colombia desde sus orígenes está aún por establecerse. Por lo pronto, solo contamos con el más amplio trayecto experimentado por esa población desde la llegada de los españoles. Muy poco se puede afirmar sobre la evolución de los componentes del cambio demográfico.

    Se puede imaginar ¹⁰ , a la luz de los datos dispersos disponibles, que el volumen de la población colombiana, cerca de cuatro millones de habitantes al término de la Guerra de los Mil Días, era equivalente a la población de ese territorio a comienzos del siglo XVI , esto es, a la llegada de los españoles. La población colombiana tardó tres siglos para recuperar ese tamaño, después del desastre demográfico que significó la conquista. La transición demográfica colombiana, contando con ese particularismo, puede ser conjeturada a partir de comienzos del siglo XX .

    El gráfico 1 ilustra grosso modo cómo fue ese proceso de recuperación y de crecimiento de la población en los dos últimos siglos, proceso que solamente se comienza a evidenciar en el primer tercio del siglo XX.

    El gráfico ilustra de forma aproximada cómo se perfilaba la transición desde el siglo XVIII. Con los datos disponibles y a partir del cambio de pendiente de la gráfica se podrían postular tres momentos de cambio que delimitan las fases de la transición demográfica colombiana ¹¹ :

    I fase: desde los orígenes hasta la consolidación de la segunda república, es decir cuando verdaderamente el proceso de modernización comienza a aparecer y el antiguo régimen colonial a ser superado ¹² .

    II fase: desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, cuando el ritmo de crecimiento de la población aumenta, debido al incremento en la esperanza de vida, que en 1900 no alcanzaba los cuarenta años y que se aproxima a los setenta y cinco años en la actualidad: en un siglo el colombiano promedio ganó una vida ¹³ .

    III fase: se caracteriza por una tasa de crecimiento cada vez más pronunciada. Se conjugan mejoras indudables en la higiene, la atención en salud, la educación y un cada vez más acentuado proceso de urbanización.

    GRÁFICO 1. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN COLOMBIANA, SEGÚN LOS PADRONES COLONIALES Y LOS CENSOS DE POBLACIÓN 1770-2011

    Fuente: elaboración propia a partir de los padrones y censos.

    Los datos del último censo de población así como las proyecciones de población evidenciarían que la curva de crecimiento poblacional presenta una inequívoca tendencia a la estabilización, lo que indicaría la incipiente entrada en la IV fase. Esta aseveración está corroborada por la demógrafa NORMA RUBIANO: al comenzar el siglo XXI el crecimiento natural de la población había descendido notablemente, y las tasas de natalidad y mortalidad tendían a equipararse ¹⁴ .

    El gráfico 2 ilustra la evolución de las tasas de natalidad, mortalidad y crecimiento entre los años 1905 y el presente, lo que permite confirmar la periodización anterior ¹⁵ .

    GRÁFICO 2. EVOLUCIÓN DE LA FECUNDIDAD, LA MORTALIDAD Y LA PROPORCIÓN DE MAYORES DE SESENTA AÑOS

    Conviene advertir que las migraciones también tienen efectos sobre el envejecimiento de manera más selectiva, puesto que su impacto se reparte de manera diferente sobre todas las edades y los sexos. Históricamente las grandes corrientes migratorias afectan a las edades jóvenes y, según el caso, en forma diferente a los sexos: según el planteamiento seminal de RAVENSTEIN, las migraciones internacionales son mayoritariamente masculinas, en tanto que las internas son femeninas.

    Las apreciaciones anteriores muestran la transición demográfica en ausencia de migración externa, que podría ser un factor distorsionante en ese proceso. Diferentes estudios muestran que Colombia es un país en el que la presencia de extranjeros, en toda su historia, ha sido insignificante, y por lo tanto su influencia en las transformaciones de la población ha tenido escaso impacto.

    No sobra insistir en que el envejecimiento poblacional no es otra cosa que el cambio de la estructura por edades de la población, y específicamente el aumento relativo de la proporción de los mayores de sesenta años (edad que cada vez más revela la arbitrariedad e inconveniencia de su selección) con respecto a la proporción de los menores de quince años.

    Los datos históricos permiten, en el caso de la proporción de población mayor de sesenta años, extrapolar con datos de los padrones de población elaborados en el último tercio del siglo XVIII, para las ciudades de Cartagena, Cali, Tunja, Medellín ¹⁶ y Popayán ¹⁷ , que esa proporción rondaba el 4,5% de la población total hasta mediados del siglo XIX .

    El aumento en la proporción de la población mayor de sesenta años de edad se debe tanto al descenso de la mortalidad como al descenso de la fecundidad. El primero, con los avances cada vez más importantes en la medicina y la ciencia de la longevidad, acrecienta la duración de la vida desplazando el límite biológico de la misma, que parecía ser una constante, algo impensable hasta hace muy poco: los datos más recientes revelados por el Ined muestran que el 50% las mujeres holandesas nacidas en la actualidad llegarán a centenarias ¹⁸ .

    De acuerdo con los datos del gráfico 2, la mortalidad había descendido en Colombia antes que la fecundidad, que permanecía alta e inalterable, si bien con ligeros aumentos en la primera mitad del siglo XX. Ese descenso se debió en gran medida a la disminución de la mortalidad infantil gracias a la introducción de medidas de higiene, una mejor alimentación y los avances médicos y los cuidados durante el embarazo, el parto y el puerperio ¹⁹ , así como a la introducción hacia mediados del siglo pasado de las vacunas durante el primer tercio del mismo, y finalmente al uso masivo de los antibióticos. La mortalidad infantil se redujo de cerca del 204 por mil a comienzos del siglo XX a menos del 40 por mil a finales del siglo ²⁰ , ¡lo que supone una disminución del 80%!

    En la segunda mitad del siglo, y con fuerza a partir de los años sesenta, la fecundidad descendió de manera vertiginosa, de modo que entre mediados de los años sesenta y mediados de los años noventa el promedio de hijos por mujer (índice sintético de fecundidad, ISF) se redujo en más de la mitad, pasando de cerca de 6.5 hijos por mujer a 3. Toda una revolución reproductiva a cargo de las mujeres colombianas ²¹ .

    Es este último cambio el que tiene mayor impacto en el aumento de la proporción de viejos con respecto tanto a la población total como a la población de menores de quince años. La disminución de la mortalidad a partir de cierta edad se puede decir que afecta a todos los grupos de edad por igual, en tanto que la disminución de la fecundidad afecta exclusivamente a la base de la pirámide.

    En síntesis, el cambio de la estructura por edad de la población, el envejecimiento, opera distintamente tanto en la cúspide de la pirámide como en su base. El ensanchamiento de la cúspide se debe al alargamiento de la duración de la vida, esto es, a una mayor longevidad debida al descenso de la mortalidad, en tanto que la reducción de la base de la pirámide es el resultado de la disminución de la fecundidad.

    Por paradójico que pueda parecer, la vejez de los individuos es el resultado del control de la mortalidad, es decir, una mayor longevidad, en tanto que el envejecimiento poblacional se debe mayoritariamente al descenso de la fecundidad ²² . Lo anterior explica por qué en los países donde el descenso de la fecundidad ha sido brusco se ha producido un envejecimiento de su población muy marcado, como en el caso de los países europeos, mayoritariamente católicos: su población envejeció de manera mucho más rápida que en los países donde ese descenso fue más temprano pero paulatino. Quizá esa aparente paradoja explica por qué a los países donde la transición demográfica se dio en forma tardía, pero acelerada, los tomó por sorpresa el envejecimiento poblacional: En 26 años, Colombia envejeció lo que a Francia le tomó 115 años, anunció un titular reciente de prensa ²³ . Cabe recordar que ocurrió lo mismo con las transiciones de la mortalidad y la fecundidad.

    Algunos datos pueden contextualizar la situación del envejecimiento como cambio demográfico: para el año 2050 habrá por primera vez más adultos mayores de sesenta años de edad que niños menores de quince años. En el año 2000, los primeros ya eran más que los menores de cinco años. De cada tres mayores de sesenta años, dos residen en países en desarrollo; hacia 2050, casi cuatro de cada seis mayores residirán en el mundo en desarrollo. Japón es el único país cuya población tiene más del 30% de mayores ²⁴ .

    Finalmente, el gráfico 3 ilustra el estadio de la transición demográfica alcanzado en el contexto latinoamericano.

    Cuatro grandes grupos de países pueden distinguirse en América Latina según el estado de su transición demográfica en el período 2005-2010: desde los de menor avance en la transición (Haití, Bolivia y Guatemala ²⁵ ) hasta aquellos que la han recorrido por completo por haber comenzado muy tempranamente, alrededor de comienzos del siglo XX (como los países del Cono Sur), o por haber implementado políticas de población (caso de Cuba). Colombia ostenta una posición intermedia en ese panorama y, con valores de fecundidad y mortalidad muy cercanos a los promedios de la región, estaría situada entre los países con transición demográfica entre avanzada y muy avanzada.

    III. ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN COLOMBIANA ENTRE 1950 Y 2100: LA TENDENCIA GENERAL

    Para establecer el cambio aludido se apeló a la definición y los datos del Observatorio Demográfico de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Como puede observarse en el gráfico 4, la tendencia del envejecimiento en Colombia es creciente a partir de 1970. Este crecimiento se acelerará entre 2025 y 2060, para luego empezar a frenar la velocidad entre 2060 y 2070[ ²⁶ ] .

    GRÁFICO 3. LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA COLOMBIANA EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO

    Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Democracia (CELADE), División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de las poblaciones de América Latina y el Caribe actualizadas en julio de 2007, Santiago de Chile [en línea] http://www.eclac.cl/celade/proyecciones/basedatos_BD.htm; Naciones Unidas, World Population Prospects: The 2006 Revision. Population Database [base de datos en línea] http://esa.un.org/unpp/.

    El cuadro 1 muestra las diferencias porcentuales por años y permite ver cuatro períodos con diferente velocidad del envejecimiento: un primer período histórico, 1950-2000, con diferencia porcentual inferior a 1; un segundo período, que comprende el actual y la proyección para el inmediato futuro (2010-2020), con diferencias entre 1 y 2; y dos períodos futuros, el tercero y el cuarto, que presentan proyecciones de población para 2030-2060, con diferencias entre 3 y 5, y para 2070-2100, con diferencias entre 2 y 3.

    GRÁFICO 4. PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN DE MÁS DE 60 AÑOS, COLOMBIA 1950-2100

    Fuente: Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina, Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, Observatorio Demográfico, año VI, n.° 12, octubre de 2011.

    CUADRO 1. PORCENTAJE DE POBLACIÓN MAYOR DE SESENTA AÑOS SEGÚN EL AÑO Y LA DIFERENCIA INTERANUAL, COLOMBIA, 1950-2100

    Fuente: Gráfico 5.

    La variación en la velocidad del envejecimiento depende, en primer lugar, de la velocidad en la caída de la natalidad, y en segundo lugar, de la velocidad de descenso de la mortalidad. Cuando disminuye el flujo de bebés en la población y a medida que aumenta la esperanza de vida de la misma, el peso relativo de los adultos mayores aumenta. El gráfico 1 describe las relaciones entre las tendencias de los tres fenómenos y permite observar cómo el determinante más veloz es la caída de la natalidad, sobre todo a partir de 1950, que, además, se acopla con un rápido descenso de la mortalidad entre 1950 y 1970. Esta caída de la mortalidad también es muy rápida en dicho período debido a la disminución, en especial de la mortalidad infantil, debida, en gran parte, a los progresos de la higiene y de la medicina en el país, lo mismo que a las transformaciones de su cultura y de su economía. Sin embargo, ya para el año 2020 se puede prever un nuevo repunte de la mortalidad, reflejo del proceso de atrición de la población envejecida (ver gráfico 2, supra).

    La contracción de la natalidad se aprecia también en la disminución del número promedio de hijos que las mujeres colombianas suelen tener: en el quinquenio 1950-1955 la Cepal estima que el índice sintético de fecundidad en Colombia alcanzaba un promedio de 6,76 hijos. En el quinquenio 2000-2005 esa cifra había descendido a 2,55 y el número proyectado para 2095-2100 es de 1,83 hijos por mujer, o sea, inferior a 2,1 que es el índice de reemplazo de las generaciones.

    A su vez, la estimación cepalina de la esperanza de vida al nacer aumenta de 50,6 años en el quinquenio 1950-1955 a 71,7 en 2000-2005, y sigue su ascenso hasta 84,3 en 2095-2100. Este aumento de la esperanza de vida que mide el descenso rápido de la mortalidad, sumado a la baja de la natalidad, envejece la estructura demográfica de la población.

    A. EL CAMBIO DE LA ESTRUCTURA POR SEXO Y EDAD DE LA POBLACIÓN

    La estructura de las poblaciones se estudia sobre el gráfico denominado pirámide por edad y sexo (gráfico 5). Una población relativamente joven aún, como la de Colombia en 1985, configura una pirámide con amplia base constituida por el grupo de cero a cinco años de edad, mayor que todos los demás grupos de edades, y una cúspide en punta que muestra el peso reducido del grupo de hombres y mujeres mayores de ochenta años. Treinta años después, el envejecimiento demográfico estrecha esa base de la pirámide y engrosa su vértice, mostrando así el aumento en el peso relativo de los grupos de mayor edad en el conjunto de la población. El predominio de los niños menores de cinco años ha desaparecido y los grupos de edades entre cinco y treinta años tienen más peso relativo, engrosando así el cuerpo de la pirámide, y se han empezado también a ensanchar los grupos de edades que conforman la cúspide.

    GRÁFICO 5. POBLACIÓN POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD COLOMBIA, 1985-2015

    Fuente: DANE, Estimaciones de población 1985-2005 y proyecciones de población 2005-2020 a junio 30, publicadas en la web: http://www.dane.gov.co/index.php/poblacion-y-demografia/proyecciones-de-poblacion consultado el 6 de agosto de 2013.

    Para visualizar las diversas facetas del envejecimiento, los estudios respectivos consideran, además de los mayores de 60, otros grupos de personas entre los 60 y los 74 años cumplidos, y además los grupos mayores de 75 y de 80 años. En efecto hay, por regla general, una relación directa entre la edad de la persona y su desgaste mental y físico, que es uno de los efectos que hacen indeseable la vejez. En el gráfico 5 se aprecia la evolución en el tiempo de esos grupos de edades en el caso colombiano, los cuales se comparan con la evolución relativa en sentido contrario del grupo de edad más joven, cuya disminución resulta del comportamiento de la natalidad descrito en el gráfico 2. Esta dinámica demográfica tiene, como lo muestra el gráfico 5, un impacto en la pirámide o estructura por edades y sexo.

    Los motivos para esa distinción entre edades avanzadas son obvios: la autonomía de una persona a los 60 años es, en general, mayor que a sus 100 años. Por esa misma razón se observa el grupo de 60 a 74 años, la primera vejez, la cual, dada la prolongación de la esperanza de vida al nacer, es una edad que, hoy por hoy, puede gozar de una vida muy activa. Sin embargo, el número de años no es sino un indicador muy general de las capacidades de las personas, porque las maneras de envejecer son diferentes según las culturas y la educación de la gente. Esta diversidad es otra razón más para estudiar cómo envejece y cómo podría envejecer una determinada sección de la población. Y las conclusiones de este análisis son de muy largo alcance porque permiten diagnosticar cómo funcionan y cómo deberían evolucionar todos los sistemas sociales de un determinado país o de una determinada región.

    GRÁFICO 6. POBLACIÓN POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD COLOMBIA 1950-2100

    Fuente: Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina, Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, Observatorio Demográfico, año VI, n.° 12, octubre de 2011.

    IV. CONSECUENCIAS DEL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL

    El envejecimiento poblacional tiene consecuencias profundas, variadas y que afectan los distintos ámbitos de la vida familiar, social y estatal además de los impactos sobre el individuo.

    La transformación de la estructura por edad de la población tiene impacto en todas las dimensiones de la cultura y de la economía. Ese impacto se puede visualizar y entender como las relaciones de dependencia entre los grupos de edad. En el supuesto de que los menores de 15 años y los mayores de 60 no se consideran, en general, población económicamente activa y las edades productivas se consideran entre los 15 y los 59 años, la dependencia se calcula mediante el cálculo de cocientes, que relacionan los mayores dependientes con diversas categorías de edad y de parentesco.

    El gráfico 7 muestra cómo puede preverse la evolución de esos indicadores de dependencia en el tiempo²⁷. Ya se vio en el cuadro 1 cómo el envejecimiento demográfico se insinúa para Colombia desde 1970, pero alcanza su ritmo máximo entre 2010 y 2030. La dependencia total disminuye entre 1970 y 2010, como resultado de la caída de la tasa bruta de natalidad del 40 al 20 por mil. Pero en el año 2015 empieza a ser arrastrada hacia arriba por el incremento de la dependencia de los mayores de 60 años. Aunque la planificación familiar miraba la disminución de la dependencia del grupo juvenil como una disminución de costos sociales y una promoción del bono demográfico ²⁸ , en el largo plazo ese bono se va perdiendo, junto con el dinamismo de los jóvenes, lo cual tiene todas las desventajas de la baja de la creatividad y la sostenibilidad de las sociedades.

    GRÁFICO 7. INDICADORES DE ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO. COLOMBIA 1950-2100

    Fuente: Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina, Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, Observatorio Demográfico, Año VI, n.° 12, octubre 2011

    Las variables afectadas por las nuevas relaciones de dependencia entre los grandes grupos de edad son principalmente la salud, la seguridad, las pensiones, la dependencia ya sea familiar o institucional, el trabajo y la educación. Estos factores se analizan en detalle en los capítulos que comprende esta obra. El envejecimiento se vive de manera diferente por los hombres y las mujeres, por los habitantes de las ciudades y del campo, según la educación y los medios de subsistencia, si se dispone de una pensión de jubilación o de una actividad que al mismo tiempo que ocupa el tiempo proporciona recursos económicos. Los derechos no se ejercen de igual manera.

    Para las instituciones que se ocupan de los mayores y la comunidad en general, esas variables constituyen los grandes retos que se deben enfrentar más temprano que tarde, y que deben indicar la dirección tanto de de las políticas que los Estados y las instituciones deberán decidir como de los recursos que se deberán destinar. No se debe olvidar que si bien el fenómeno del envejecimiento hasta ahora comienza a evidenciarse, como se vio atrás, sus cambios y consecuencias aparecen rápidamente. Tanto la velocidad como la aceleración del cambio son cada vez mayores, por lo cual las soluciones deberán acordarse con condiciones cada vez más cambiantes.

    Los grandes asuntos relacionados con la vejez y el envejecimiento, que hacen confluir finalmente las dos miradas, la individual y la colectiva, son tratados en los restantes capítulos. A continuación se enuncian someramente algunos de ellos ²⁹ .

    A pesar de que la proporción de hombres y mujeres es aproximadamente igual en una población, en razón a una mayor mortalidad masculina en todas las edades de la vida esa proporción va cambiando en favor de las mujeres a partir de los 50 años de edad, y va aumentando a partir de esa edad, así: 55% a los 60 años, 65% a los 80 años, y más del 80% por encima de los 90 años. Por tanto la vejez, a pesar de lo que postuló CANAL RAMÍREZ, sí tiene rostro femenino, como se evidencia en el mayor número de mujeres que pueblan las instituciones de atención geriátrica. Una constante se observa en detrimento de las mujeres: ellas tienden a envejecer solas, mientras que los hombres lo hacen en pareja. La soledad es más acusada entre las mujeres.

    Y la familia se recompone por efectos del envejecimiento: con la extensión de la longevidad y una menor fecundidad, las familias también envejecen y su composición se vuelve más compleja, al paso que los hogares, igualmente, se transforman: De hogares con predominio de hijos, donde el patrón típico era dos padres […] y un adulto mayor o un viejo, se pasa al hogar conformado en su mayoría por adultos, pocos menores de edad, dos padres, y varios viejos ³⁰ .

    Y si el rostro de la vejez es femenino, el paisaje es urbano puesto que solamente un 75% de los mayores de 60 años viven en el campo y sus condiciones de vida son más duras que en la ciudad. Por una parte, los campesinos mayores tienen un arraigo más fuerte a su terruño, de manera que sufren más duramente los problemas asociados con el conflicto y la violencia vividos en Colombia. Mientras los jóvenes abandonan el campo, los viejos no tienen a dónde ir y la violencia los golpea doblemente. Si no son propietarios al cabo de toda una larga vida de jornaleros, de errar de finca en finca, la edad los enfrenta sin defensas. Al abandono y la violencia se suma el escaso acceso al sistema pensional: los datos de los mayores con acceso al sistema pensional son desalentadores cuando no francamente dramáticos: Según la Cepal, en 2008 la proporción de adultos mayores cobijados por una pensión era de 22,8% y 9 de cada 10 pensionados residían en el área urbana ³¹ .

    Diversas fuentes muestran que apenas entre un 22% y un 25% de los adultos mayores de 60/65 años reciben una pensión, y un 75% de esas pensiones no superan un salario mínimo. Esfuerzos ingentes tiene que hacer el Estado, ya no para crear un modelo sustentable de pensiones ³² , sino para asegurar un ingreso mínimo y decente a todos aquellos que no pudieron cotizar al sistema. Dentro de los componentes del Índice Global de Envejecimiento de Colombia, el valor menos satisfactorio es el de un ingreso seguro para los mayores. Países con menores condiciones de riqueza y desarrollo han implantado un sistema mínimo de pensión universal, como es el caso de Bolivia, vía el denominado bonosol .

    Aun en los inicios del siglo XXI, los mayores de 60 años tienen altos índices de analfabetismo que van creciendo consistentemente a medida que aumenta la edad: 1 de cada 5 mayores de 60 años no sabe leer ni escribir, cifra que aumenta cuando se tiene más de 75 años: a 1 de cada 3. No resulta nada fácil reinventarse a esa edad, con tan baja preparación, no solo con el objeto de procurarse unos ingresos principales o adicionales, sino para conseguir una mayor independencia productiva y de participación en la vida familiar y social. Esa independencia y participación debe ser una escogencia y no una imposición de la pobreza y el desamparo. Las cifras de los mayores que buscan trabajo, aun con limitaciones de salud o discapacidades físicas, parecen indicar otra cosa: con el aumento de la edad es normal que las discapacidades aumenten, pero es descorazonador constatar, con datos censales, que un 28% de los mayores de 80 años con algún tipo de discapacidad declaran buscar trabajo.

    A partir de los 60 años, la distribución de los mayores de edad según la clase de trabajo que realizaron muestra, al margen de quienes no trabajaron por recibir una pensión, estar incapacitados permanentemente o estar en situación sin especificar, una alta proporción que declara que realizó oficios del hogar y por ello no trabajó ni buscó trabajo. Esa categoría de realizar oficios del hogar puede cubrir infinidad de labores, pero seguramente esconde situaciones no ya de dependencia sino de franca explotación por parte de parientes o relacionados, puesto que no constituye un trabajo que asegure independencia que permita la escogencia del uso de su tiempo y de sus recursos. La información del último censo así como del DNP sobre la relación de pobreza y vivir solo corrobora la impresión anterior, ya que muestra una fuerte correlación inversa entre vivir solo y declararse pobre o

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