Givânia Maria da Silva sabe de desafíos: nació en una comunidad al este de Brasil fundada por mujeres africanas víctimas de la trata de esclavos en el Atlántico.
Como muchos descendientes de personas esclavizadas, Silva, de 56 años, se enfrentó a la discriminación racial –y peor aún– mientras crecía en Brasil, el último país del hemisferio occidental en abolir la esclavitud.
A menudo, cuando era más joven, recibió amenazas de muerte por parte de forasteros que intentaban apoderarse de las tierras del quilombo donde vivían ella y su familia, una de tantas comunidades establecidas en Brasil por personas que escaparon de la esclavitud.
Silva se convirtió en la primera mujer de Conceição das Crioulas en