sobre el vasto bosque boreal que abarca el Parque Nacional del Búfalo de los Bosques, con un equipo internacional de científicos, cuando uno de ellos nos alertó: “¡Pájaro a las nueve en punto!”.
El piloto, Paul Spring, llevó el helicóptero hacia la izquierda para rodear la zona, ladeándolo a fin de tener una mejor vista de las incontables pozas de agua que se extendían hacia el horizonte. La superficie, bordeada por arena y alerces, lucía iridiscente. En medio de los humedales pudimos ver un par de manchas blancas como la nieve que sobresalían apenas 1.5 metros del terreno.
“Ahí hay un polluelo”, expresó John Conkin, biólogo de vida silvestre de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá (ECCC), mientras enfocaba sus binoculares en un ave de color rojizo un poco más pequeña que sus padres y que levantaba mucho las patas para atravesar el pantano. Spring detectó un trozo de terreno semiseco y aterrizó. Conkin, junto con su colega ecologista de ECCC, Mark Bidwell, y los otros rescatadores de grullas, Dave Brandt, biólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos, y Sandie Black, veterinaria canadiense de vida salvaje, salieron rápidamente del helicóptero.
Tenían solo 12 minutos para rastrear las huellas a fin de ubicar y capturar su escurridizo objetivo: una cría de grulla trompetera salvaje que ha evolucionado para atravesar terrenos empantanados o cubiertos de pastizales y arbustales. Si les hubiera tomado más tiempo, el equipo habría tenido que cancelar la persecución para no estresar demasiado a las aves.
En cuanto los investigadores desaparecieron entre los arbustos, Spring y yo ascendimos lentamente para luego permanecer a 150 metros sobre el terreno y ayudarle al equipo en su búsqueda desde el aire. Al sentir que las personas se acercaban, los padres batían sus gigantescas alas de puntas negras y abandonaban (sin duda a regañadientes) a su cría.
“Puedo ver al polluelo”, avisó Spring al grupo, “está justo debajo del helicóptero, vayansuccionara. Con una maniobra bien practicada, Conkin se acercó al polluelo, lo sujetó por el pico, la cabeza y las patas, y con cuidado lo metió bajo el brazo.