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Nation of Immigrants, A \ país de inmigrantes, Un (Spanish edition)
Nation of Immigrants, A \ país de inmigrantes, Un (Spanish edition)
Nation of Immigrants, A \ país de inmigrantes, Un (Spanish edition)
Libro electrónico163 páginas2 horas

Nation of Immigrants, A \ país de inmigrantes, Un (Spanish edition)

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A lo largo de su presidencia, John F. Kennedy estuvo apasionado por el tema de la reforma migratoria. Él pensaba que los Estados Unidos son una nación de personas que valoran equitativamente las tradiciones y la exploración de nuevas fronteras, dignos de la libertad para construir mejores vidas para sí mismos en su país adoptivo.

Esta edición del sexagésimo aniversario de este ensayo póstumo y perene, que incluye una introducción del Congresista Joe Kennedy III y un prólogo de Jonathan Greenblatt, Director Ejecutivo y Director Nacional de ADL (Liga Anti-Difamación), ofrece palabras y observaciones inspiradoras del presidente Kennedy acerca de la diversidad que ha estado presente desde los orígenes de los Estados Unidos y la importancia de los inmigrantes en la fundación de los Estados Unidos.

IdiomaEspañol
EditorialHarperCollins
Fecha de lanzamiento9 jul 2019
ISBN9780062932846
Nation of Immigrants, A \ país de inmigrantes, Un (Spanish edition)
Autor

John F. Kennedy

John F. Kennedy (1917-1963) was president of the United States from 1961 to 1963. At forty-three, he was the youngest man ever elected to the Oval Office and the first Roman Catholic president.

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    Nation of Immigrants, A \ país de inmigrantes, Un (Spanish edition) - John F. Kennedy

    Contenido

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    Pagina del titulo

    Prefacio

    Introducción

    Capítulo 1Una nación de naciones

    Capítulo 2Por qué vinieron

    Capítulo 3Olas de inmigración: Las fuerzas prerrevolucionarias

    Capítulo 4Olas de inmigración: Las fuerzas posrevolucionarias

    Capítulo 5La contribución de los inmigrantes

    Capítulo 6Política inmigratoria

    Capítulo 7A dónde hemos llegado

    Apéndice A:Los Estados Unidos de América, un país de inmigrantes

    Apéndice B:Cronología de la inmigración

    Apéndice B-I:Desarrollo de las políticas inmigratorias después de 1963

    Apéndice C:Lecturas sugeridas

    Apéndice D:Propuesta del presidente John F. Kennedy para desregular las condiciones migratorias

    Apéndice E:Comentarios seleccionados sobre el mensaje del presidente Kennedy

    Apéndice F:Introducción de la edición de 2008

    Elogios

    Derechos de autor

    Sobre el editor

    Prefacio

    LA LIGA ANTIDIFAMACIÓN (ADL, POR SUS SIGLAS EN-INGLÉS) tuvo un comienzo humilde, pero siempre ha tenido como propulsor un poderoso y trascendental propósito. Cuando se fundó la organización en 1913, nuestra infraestructura consistía de un escritorio en una pequeña firma de abogados. Actualmente, contamos con veinticinco sedes en América del Norte, entre las que se encuentra nuestra oficina principal en el décimo piso de un rascacielos de vidrio y acero en el centro de Manhattan.

    Aunque nuestra organización ha crecido mucho durante el siglo pasado, nuestra misión principal, parte intrínseca del ADN de la organización, ha permanecido inalterable: detener la difamación del pueblo judío y garantizar la justicia y un trato justo para todos.

    El poder y el impacto que ha tenido la misión de ADL en el último siglo es algo que tengo muy presente casi todos los días. En una pared de mi oficina cuelga un marco dorado que contiene un bolígrafo, una tarjeta y un telegrama de Western Union en un papel ya desgastado. El telegrama fue enviado por Lawrence O’Brien, asistente especial del presidente Lyndon Johnson, al exdirector nacional de ADL, Ben Epstein, para invitarlo a una ceremonia en la que se firmaría una ley, el 3 de octubre de 1965. La ley que se firmó ese día era la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965 (Immigration and Nationality Act of 1965). La histórica legislación le abrió la puerta a la más diversa generación de americanos desde que los Estados Unidos se fundaron hace aproximadamente doscientos años.

    Ben recibió este telegrama, y luego se llevó a casa uno de los bolígrafos que el presidente Johnson utilizó para firmar la ley en reconocimiento al destacado papel que ADL desempeñó defendiendo la reforma migratoria que estaba cimentada en nuestra propia historia y motivada por nuestra propia misión. Mucho antes de que fuera una causa célebre, antes de que se formaran los mítines nacionales y se hicieran peticiones a través de internet, ADL había lanzado una campaña de defensa deliberada y decidida que comenzó con una simple chispa: este libro.

    Los orígenes de ADL se remontan a mediados de la década de 1950, cuando sus líderes, alarmados por el despunte de la xenofobia y el fervor antiinmigrante, se percataron de que ciertos patrones históricos se repetían. En numerosas ocasiones de las décadas anteriores, los Estados Unidos habían cerrado sus puertas a las personas que huían de los prejuicios, la discriminación y la violencia. A principios del siglo xx, la mayoría eran judíos que escapaban de la Rusia zarista, buscando una vida libre de pogromos. En la década de 1930, los inmigrantes eran judíos que escapaban de la brutalidad del Tercer Reich en Alemania y los países vecinos. En la década de 1940, eran judíos que huían de los cementerios de Europa, esperando encontrar una vida más segura y estable.

    Los judíos no eran el grupo principal que buscaba refugio en la década de 1950, pero las experiencias traumáticas que habían vivido consiguieron marcar a la comunidad judía y sus instituciones en los Estados Unidos, incluido el mismo Ben. Así que él contactó a un joven senador del estado de Massachusetts y le pidió que escribiera un libro para explicar la diversidad de nuestras raíces americanas, y así informar a los que desconocen nuestro trasfondo histórico y recordarles que los Estados Unidos son una nación de refugiados y un país de inmigrantes. Ese senador era John F. Kennedy.

    Kennedy no solo cumplió con lo encomendado, sino que fue más allá. Culminó su ensayo con su visión de la reforma migratoria. En particular, con la eliminación del sistema de cupos de orígenes nacionales, una idea audaz que hace que este libro sea especialmente oportuno. Como sabemos, Kennedy fue trágicamente asesinado antes de que se aprobara la ley de 1965, que este libro inspiró. No obstante, la legislación firmada por el bolígrafo que tengo enmarcado en mi oficina convirtió su idea en la legislación que cambió para bien el tema de la inmigración en nuestro país.

    Para mí, este libro y la nobleza de sus ideales no son una lección abstracta de historia. Son, literalmente, la vida real; mi vida.

    Mi abuelo paterno vino en barco a los Estados Unidos en 1938. Bernard Greenblatt era un joven que, al igual que una gran cantidad de judíos educados y exitosos, vivía libremente en Alemania. Los prejuicios que existían contra los judíos no les impedían continuar con sus vidas. Además, su padre había luchado en la Primera Guerra Mundial, por lo que él pensaba que su patriotismo no podía ser cuestionado. El ascenso de Hitler lo cambió todo. Se desató el antisemitismo y se implementaron las Leyes de Nuremberg, que convirtieron el prejuicio casual en odio legislado.

    Para llegar a los Estados Unidos, mi abuelo escapó de Alemania a través de Francia con documentos de viaje falsificados, porque a los judíos no se les permitía viajar. Ingresó a este país como refugiado y, finalmente, obtuvo la ciudadanía. En los años siguientes, forjó una vida de clase media para sí mismo, mi padre y su familia en la costa este.

    Curiosamente, casi cincuenta años después, mi esposa y su familia vinieron a este país en condiciones similares, huyendo de las políticas opresivas de la República Islámica de Irán, que estaba bajo un gobierno teocrático que llegó al poder después de derrocar al Sah de Irán. El nuevo gobierno dirigido por el Ayatollah Khomeini mostró una tremenda hostilidad hacia el secularismo y, por añadidura, una agresiva antipatía contra las minorías religiosas. A pesar de la milenaria presencia de los judíos en Irán, el régimen se alzó contra ellos y ejecutó a judíos de alto perfil. Además, impuso una serie de nuevas restricciones entre las que se encontraban forzar a las niñas y a las mujeres judías a usar el Hijab y a cumplir con las mismas restricciones islámicas que se impusieron sobre la población general.

    Mi esposa y su familia escaparon con documentos de viaje falsificados porque, bueno, a los judíos no se les permitía emigrar. Huyeron de su tierra natal a través de Francia y finalmente se dirigieron a los Estados Unidos. Se los registró como refugiados políticos y finalmente obtuvieron la ciudadanía. En los años siguientes, la familia forjó una vida de clase media en la costa oeste.

    Curiosamente, estas historias están lejos de ser únicas. De hecho, hay muchas similitudes cuando escuchas otras historias.

    Esas similitudes se encuentran cuando hablas con la familia sij de Punyab, que vino a los Estados Unidos escapando del terrible dolor que les causó la partición de la India postcolonial. Puedes escucharlas cuando hablas con las familias vietnamitas que huyeron de su país por la terrible violencia y las consecuencias de la guerra. Puedes escucharlas cuando hablas con las familias venezolanas que huyeron de su país por causa de las políticas dictatoriales de Hugo Chávez y sus sucesores. También las encuentras cuando hablas con las familias iraquíes y sirias que escaparon de la catastrófica violencia que arrasó con sus países. Se trata de situaciones caóticas, provocadas tanto por los yihadistas sunitas agrupados en el Estado Islámico (EI) o Al Qaeda como por su contraparte chiita agrupada en Hizbulá o las milicias extranjeras financiadas por Irán. Y puedes escucharlas hoy en la frontera sur de los Estados Unidos entre los migrantes de América Central y del Sur, quienes se enfrentan a la trágica separación de sus hijos. A menudo, estos inmigrantes se ven en la obligación de dejar a sus familias para escapar de la opresión y buscar oportunidades.

    Independientemente de que los Estados Unidos fueran un refugio para aquellos que escapaban de la violencia o para aquellos que simplemente buscaban una vida mejor, nuestro país ha inspirado a otros por ser un lugar que ofrece esperanza a los desesperados y oportunidades a los oprimidos.

    Sin embargo, últimamente hemos visto cómo ha ido creciendo por todo el país una retórica que no promueve los ideales de nuestra democracia. Estamos ante una crisis mundial de refugiados de proporciones épicas, la más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Ver las imágenes y escuchar las historias del sufrimiento y la miseria que viven los refugiados ha generado compasión en muchos sectores. No obstante, otros han optado por tratar de cerrar nuestras fronteras en lugar de abrirlas para los más necesitados. Es una clara desviación de la visión de Kennedy y de las palabras de Emma Lazarus, quien escribió el poema grabado sobre el pedestal que está a los pies de la estatua de la Libertad.

    Este libro nos recuerda que la inmigración es la piedra angular de nuestra gloriosa historia y que le permitió a los Estados Unidos avanzar hacia la era moderna. El presidente Kennedy era la persona ideal para escribir estas palabras. Su propia vida ilustró algunos de nuestros valores más preciados: coraje, servicio, patriotismo e integridad.

    Nos recuerda, parafraseando a Martin Luther King Jr., que la historia de los Estados Unidos no es un arco que se curva naturalmente hacia la moral. Más bien, el arco de la historia puede desviarse en múltiples direcciones. En efecto, depende de nosotros curvarlo, pero no con nuestra voluntad sino con nuestras acciones y con nuestras almas. Nuestro credo revolucionario nos recuerda que tenemos el poder de influenciar el resultado aprovechando las oportunidades que se nos presentan, con el fin de obtener los resultados que queremos. Ben Epstein comprendió realmente esta verdad. Este libro fue solo una de las muchas maneras en las que el presidente Kennedy inclinó el arco de la historia hacia una dirección más humana.

    Fue un acto de valentía que ADL publicara este libro en 1958, ya que influenció la

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