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Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad: Destino
Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad: Destino
Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad: Destino
Libro electrónico285 páginas3 horas

Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad: Destino

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Información de este libro electrónico

Cuando apenas acababa de cumplir los quince años, me convertí en padre. A mi corta edad, quise jugar a ser adulto y las responsabilidades fueron llegando día a día en mi nueva etapa como papá. Cuando mi pequeño hijo cumplió su primer año, tuve la oportunidad, durante una cena en mi casa, de contarle a mi madre que pronto tomaría en matrimonio a Elizabeth. Al escucharme, ella tomó mi mano y me dijo: “Están muy jóvenes para dar ese gran paso, la vida apenas empieza para ambos y tienen un camino muy largo por caminar, para conocer a muchas más personas”.

No importando sus palabras aquella noche, mi decisión de continuar con la boda por el civil se mantenía en pie y así fue como un par de meses después me casé con Elizabeth, pensando en ese momento que Ella era la mujer con la que compartiría el resto de mi vida.

Sin imaginar que después de tres años, esas palabras de mi madre resonarían en mi cabeza cuando a mi mundo apareció la persona más importante de mi vida.

Realmente seria increíble que tuviéramos una bola de cristal para observar dentro de ella nuestro futuro y así tomáramos mejores decisiones. Creer en el destino no era importante para mí, pensaba que la vida era lo que nosotros íbamos construyendo día a día con nuestras acciones. Pero mi amigo el destino llegaría muy pronto planeando paso a paso el momento exacto en que tocaría la puerta de mi corazón. Ese cambio de vida tan repentino, traería un huracán de problemas y de muchos conflictos para Elizabeth, mi familia y para aquella persona que llegó a cambiarme de una forma extraordinaria mi forma de ver la vida y de amar.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 nov 2019
ISBN9781643342184
Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad: Destino

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    Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad - Enrique Martinez

    cover.jpg

    Infidelidad Un Camino Doloroso Hacia La Soledad

    Destino

    Enrique Martinez

    Derechos de autor © 2019 Enrique Martínez

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING, INC.

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2019

    ISBN 978-1-64334-219-1 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-64334-218-4 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Tabla de contenido

    Capítulo 1

    En el camino de la vida siempre encontrarás personas que formaran un vínculo muy cercano a ti en varias etapas y circunstancias de la vida. A esa clase de personas son las que comúnmente llamamos amigos. En algunas ocasiones, esta palabra formada de cinco letras no aplica para muchos y es realmente una tristeza. Los verdaderos amigos siempre dicen que se cuentan con los dedos de una mano. En mi caso, fue todo lo contrario y le doy siempre gracias a la vida por haber tenido esa bendición en mi niñez y gran parte de mi juventud de haber tenido a los más grandes amigos que cualquier otro ser humano hubiera querido tener en este camino que nos brinda la vida solo una vez.

    Aquellas personas que siempre estuvieron conmigo disfrutando de tantos tragos muy dulces como también de muchos más dolorosos y amargos, quienes lloraron conmigo y también lloré a su lado, quienes nos reíamos de todo y por cualquier tontería. No importando el sexo o la ideología de cada uno, siempre estuvimos apoyándonos unos a otros. Algunos luchamos por lo que anhelábamos, otros simplemente se mantuvieron al margen de sus sueños. Pero nuestro compañerismo y nuestra unión formaron un fuerte lazo que no importando los años que pasen o los que continúen transcurriendo, los recuerdos nos mantendrán unidos en la distancia.

    Algunos se han marchado al cielo antes de tiempo, pero estoy seguro de que nuestro padre celestial los debe de estar cuidando a cada uno de ellos. Todos los días, no importando la hora, el día, mes o año, los extraño muchísimo. Espero que no estén haciendo de las suyas allá arriba y que pronto guarden un lugarcito para mí para continuar con nuestra amistad hasta la eternidad.

    A los que todavía se encuentran en este mundo y no he tenido noticias sobre ellos durante todos estos años, deseo con todo el corazón que lleven una vida en paz y muy tranquila, que hayan formado una hermosa familia, mientras que yo, continuaré tratando de localizarlos para volver a escuchar sus voces y ponernos al tanto de varios años de chismes que solíamos contarnos a diario; también a ellos los extraño.

    A los que tengo el privilegio de seguir escuchando ya sea por una pequeña llamada telefónica, o simplemente leer un mensaje de texto, les quiero dar las gracias por seguir manteniendo esa amistad que formamos en aquel hermoso barrio, donde compartimos miles de travesuras desde niños hasta la adolescencia, donde aprendimos a enamorarnos, a trabajar, a estudiar, a ser personas de bien en la sociedad y lo más importante ser humildes, ante todo. Este primer volumen está dedicado a ustedes mis queridos amigos.

    "Infiel: adj. Y s.m. y f. que no guarda fidelidad//

    Inexacto, que no expresa la realidad".

    Ese fue el significado que pude encontrar sobre la palabra infiel en un diccionario. Realmente no estaba muy convencido de lo que acababa de encontrar, prácticamente esas palabras no tenían ni peso ni valor para mí.

    Cómo algo tan doloroso escrito en un libro no cause ese mismo efecto en la vida real en el momento en que lo estás leyendo… no lo entendí.

    Mejor cerré el diccionario y pensé en lo que realmente tiene peso y valor para mí…

    Y recordé por un instante a mi abuelo cuando estaba cerrando totalmente el diccionario.

    Todos hemos tenido la oportunidad o, dicho de una mejor manera, la dicha de escuchar a nuestros abuelos contarnos alguna historia o relato sobre algunos capítulos de sus vidas. Aquellos relatos de fantasmas, algún suceso de su adolescencia y muchas cosas más sobre su niñez o de algunos recuerdos de amores olvidados.

    Yo solía sentarme en su cama cuando apenas tenía ocho o nueve años, esperando siempre que me contara uno de cientos de relatos que me hacían viajar por el tiempo cuando escuchaba cada palabra que él pronunciaba; fueron momentos mágicos para mí en esa época.

    De tantas historias que él me relató, había una en especial, una que al pasar el tiempo nunca pensé que la viviría en carne propia.

    Claro que la vida nos brinda muchas sorpresas, pero quien iba a imaginar que, a mi corta edad, el futuro me estaría esperando con algo muy parecido a lo que en pocos momentos les contaré.

    Tratare de resumir este interesante relato de parte de mi abuelo, para que puedan entender un poco de que se trata esta historia.

    El padre de mi abuelo vivía en un pequeño pueblo afueras de la ciudad cuando él era un adolescente. Su vecino era gran amigo de su padre, ambos compartieron momentos juntos, solían salir a pescar, de cacería y de muy buenas noches disfrutando de vez en cuando de algunos tragos.

    Pero parecía que las cosas no marchaban bien en la casa del vecino. Fueron algunas noches donde los padres de mi abuelo escuchaban gritos e insultos de parte de ambos en el patio trasero de su casa.

    El padre de mi abuelo siempre trató la manera de no involucrarse en esa clase de problemas. A pesar que ambos eran grandes amigos, el problema entre parejas no incluye a terceros y eso lo sabía él.

    Pero una tarde el vecino llegaría a buscar a su amigo para despedirse…

    —¿Cómo que te marchas a trabajar a otro lugar? —preguntó el padre de mi abuelo sorprendido por lo que estaba pasando.

    —Solo serán unos meses. Realmente necesito más dinero.

    Se dieron un buen apretón de manos y un largo abrazo. A los pocos minutos el vecino se perdió en la distancia en busca de la carretera en espera del bus.

    El padre de mi abuelo sabía perfectamente que las cosechas de ese año no marchaban muy bien, pero tampoco era necesario que su amigo se marchara.

    «Algo anda mal», pensó.

    Ya había pasado un mes completo desde que el vecino se había marchado y las cosas continuaban normal como cualquier otro día más. Mi bisabuela solía sentarse por las tardes en la entrada de la casa con un rico vaso de limonada y esperando a su esposo. Pero una tarde, cuando empezaba a caer el sol, mi bisabuela observó que un auto se estaba estacionando en la entrada de la casa de los vecinos.

    Del auto salió la vecina y con un gesto de alegría saludo a mi bisabuela levantando su mano y entró a su casa mientras el auto se marchaba.

    Durante la cena mi bisabuela le comentó lo sucedido a mi bisabuelo, pero el comentario llegó solo hasta allí, realmente no era algo en que preocuparse.

    Pero las cosas fueron cambiando durante las noches siguientes. Mi bisabuela no podía dormir durante una de esas noches y daba algunas vueltas en la cama tratando de conseguir hacerlo. A las tres de la mañana se levantaría en busca de un vaso con agua.

    Cuando estaba en la cocina, observó por la pequeña ventana que daba hacia la calle que alguien salía de la casa del vecino. Se acercó un poco más para comprobar si era cierto lo que miraba y no se equivocó; un hombre salía de la puerta principal caminando con algo de prisa y perdiéndose en la distancia.

    Mi bisabuela tomó asiento en el comedor, decepcionada por lo que acababa de ocurrir. Regresó a la cama tratando de no despertar a mi bisabuelo.

    Un par de días pasaron y mi bisabuela mantenía su secreto muy bien guardado, a pesar que miraba a la vecina casi a diario, siempre trató de ser muy amable con ella y disimular que nada había sucedido esa noche.

    Pero dos semanas después mi bisabuelo llegaría tarde a casa por algunos problemas en las cosechas, parecía que una plaga de pequeñas arañas estaba causando problemas en los vegetales.

    Así que, cuando estaba llegando a su casa, vio salir a un hombre de la casa de su vecino que al ver a mi bisabuelo caminó un poco más rápido sin decir palabras. Mi bisabuelo pensó que se trataba de un ladrón y salió corriendo detrás de él para atraparlo, pero cuando estaba a pocos metros de alcanzarlo, este individuo se subió a un auto que había dejado estacionado cerca de la gasolinera del pueblo.

    Mi bisabuelo se detuvo al ver que ya nada podía hacer y simplemente observó como ese auto se alejaba de ahí.

    Pero mi bisabuelo al ver aquel vehículo se llevó las manos hacia su rostro y dijo:

    —No puede ser… el hijo del alcalde.

    Ya casi habían pasado dos meses desde que el mejor amigo de mi bisabuelo se había marchado y las cosas no marchaban bien en su casa. Mis bisabuelos no sabían que hacer después de lo sucedido; desde aquella noche, mi bisabuelo comenzó a calcular los días y la hora en que aquella persona llegaba a la casa de su querido amigo.

    Mi abuelo cuenta que fue muy difícil para él mantener aquella situación porque, casi a diario, por las mañanas saludaba a la vecina con unos buenos días como si nada estuviera sucediendo.

    Pero llegaría el día en que nuestro protagonista regresaría…

    Una tarde, mientras mi bisabuelo se encontraba recolectando un pequeño chile que crecía en el patio de atrás, apareció su gran amigo.

    —¿Cómo te fue? —fue lo primero que preguntó mi bisabuelo.

    —Muy bien… pude traer algo de dinero para sobrevivir un poco con estos problemas —respondió.

    Mi bisabuelo no podía creer en que problemas estaba metido su amigo:

    —Pero que problemas… no tenías que marcharte, toda tu cosecha está perfecta.

    Aquel hombre tomó asiento y tomando algo de aire le dijo:

    —Mi matrimonio no marcha bien… mi esposa viene de una familia acomodada y siempre me dice que soy un fracasado y que odia vivir en este sucio pueblo.

    —Ahora entiendo… el por qué te marchaste

    —No quiero perderla… estoy muy enamorado de ella y haría cualquier cosa por verla feliz a mi lado.

    A mi bisabuelo aquellas palabras fueron como punzadas de agujas en su espalda…

    —Lo importante es que ya estás aquí.

    Pero aquella noche durante la cena mi bisabuelo no se encontraba tranquilo…

    —Voy a decirle la verdad.

    —No puedes hacer eso —le dijo mi bisabuela sentada frente a él.

    —No es justo lo que está pasando, son casi tres meses desde que esa mujer lo está engañando.

    Mi abuelo me dijo que esa noche él se encontraba cenando con ellos y observaba a su padre llevarse las manos al cabello pensando en lo que le estaban haciendo a su mejor amigo.

    Pasaron un par de días más y mi bisabuelo tomaría la decisión de contarle toda la verdad a su amigo…

    Para evitar como reaccionaría el vecino al saber la verdad, mi bisabuelo lo invitó a que fueran a pescar el viernes que se acercaba, así estarían algo lejos para tratar de calmarlo antes de cometer una tontería.

    Mi bisabuelo sabía perfectamente que esto traería consecuencias irreversibles, pero a pesar de eso, sabía perfectamente que era su deber como amigo quitarle la venda de los ojos.

    Así que, esa mañana, ambos salieron en busca de muchos pescados, mientras que mi bisabuela se quedaría con los nervios de pensar en la reacción del vecino y pidiéndole a Dios que todo fuera a salir bien.

    Mi abuelo realmente nunca se enterró de lo que ambos conversaron en ese lago, pero sí pudo darse cuenta cuando ambos regresaron casi cayendo la noche.

    Aquel hombre regresaba furioso, se podía notar en su mirada, aquella confesión lo había convertido en otra persona. Mi bisabuelo lo llevaba muy bien sujetado del brazo derecho, lo entró a la casa y lo llevó hacia el patio de atrás…

    —Suéltame… iré a la casa a matar a esa perra —decía

    —Quedamos que haríamos lo que te dije en el lago —respondió mi bisabuelo.

    Mi bisabuelo tuvo un plan para atrapar aquella mujer y demostrar que él le había dicho la verdad a su amigo.

    Fue difícil calmar aquella persona ese día, me dijo mi abuelo. El odio que llevaba y la desesperación de haberse enterado que otra persona estaba tocando a su esposa, lo estaba volviendo loco, pero comenzó a calmarse y a escuchar a mi bisabuelo…

    —Irás en este momento a tu casa y le dirás a tu esposa que tienes que marcharte por un mes más, que te necesitan y que recibirás una excelente paga por tu trabajo.

    —Pero ¿qué voy a hacer en ese mes?, ¿a dónde iré? —preguntó inconsolable.

    Las emociones que al principio sintió se estaban convirtiendo en amor puro y sus lágrimas eran de haber perdido lo que el más amaba en el planeta, aquel odio que hace diez minutos que se notaba en su rostro se iba convirtiendo en un dolor del alma.

    Fue muy triste verlo llorar de esa manera, me dijo mi abuelo.

    Mi bisabuela lloró un poco a su lado, estaba destrozada al ver el dolor de aquel hombre.

    —Harás una pequeña maleta con varias mudadas de ropa y vendrás acá de nuevo y haremos que ella crea que te marchas. Yo te llevare a la estación de buses… daremos la vuelta por ahí y regresaremos a la casa a media noche.

    Pero aquel hombre no estaba seguro de poder llegar a su casa sin que nada estuviera sucediendo…

    —No creo poder contenerme —decía mientras se secaba las ultimas lágrimas.

    Entonces mi bisabuela se acercó a él y le dijo:

    —Mi esposo te quiere y te respeta mucho y esa fue la razón por la cual quiso confesarte la verdad, pero si tú crees que solucionar el problema es llegar a tu casa y cometer una locura es lo correcto para ti… entonces ve y haz lo que tengas que hacer; pero recuerda, quien se arruinara la vida en una cárcel simplemente serás tú.

    Aquel hombre tomó las manos de mi bisabuela y le dijo:

    —Gracias… iré y regresaré pronto.

    Mi bisabuela lo abrazó y dejó que se marchara.

    Aquel hombre cruzó la calle y nosotros observamos como entraba a su casa, la desesperación de mis bisabuelos era notoria.

    Mi bisabuelo caminaba por toda la casa masajeándose sus manos y mi bisabuela se marchó a la cocina con un rosario en la mano.

    Creo que los minutos se convirtieron en horas eternas, ya pasaba un buen rato desde que el vecino se había marchado y la angustia era más intensa, puesto que no se escuchaban ruidos en la casa y eso creo que era más tenebroso. Mi bisabuelo se pegó mucho a la ventana principal de la casa deseando que su amigo no fuera a cometer una tragedia…

    Entonces mi bisabuelo observa que su amigo sale con una pequeña maleta de su casa…

    —¡Gracias Dios mío! —exclamó de felicidad.

    Abrió la puerta y fue en busca de él, la esposa del vecino salió para despedirlo sin imaginar lo que pronto sucedería cuando fuera descubierta.

    Como mi bisabuelo lo había planeado, ambos subieron a la furgoneta y condujo en dirección a la carretera.

    Pocos minutos antes de la media noche ambos regresaron, el vecino se encontraba muy bien escondido en la parte de atrás y mi bisabuelo, como si todo estuviera normal, estacionó la camioneta. Observó que las luces de la casa de su amigo se encontraban apagadas así que, rápidamente, este salió del auto entrando a la casa de prisa.

    —¡La primera parte salió perfecto! —exclamó mi bisabuelo.

    Habían entrado a la segunda etapa… Esta consistía en que esperarían que el amante de la señora pronto apareciera.

    —¿Crees que vendrá? —preguntó el vecino.

    —Claro que sí… pero no esta noche.

    —Tendrás que esperar ese día.

    Mi bisabuela le preparó la cama a nuestro invitado, para hacerlo sentir bienvenido y que pronto terminaría su pesadilla.

    Esta era la tercera vez que mi abuelo me contaba este relato y, siempre que observaba su rostro, podía ver que a él también le afectó un poco lo que le sucedió al amigo de su padre.

    Pero la traición estaba a punto de salir a la luz…

    Al tercer día que nuestro invitado se encontraba en la casa, la desesperación empezó apoderarse de él…

    —¡Ya no puedo esperar más! —exclamaba cada vez que llegaba mi bisabuelo del trabajo.

    —Cálmate… tranquilízate, esperaremos un par de días más.

    Pero eso de esperar un par de días más, creo que no serían necesarios ya que esa noche seria la afortunada.

    Como lo había escrito antes, mi bisabuelo tenía un cálculo sobre la hora en que nuestro invitado llegaba a la casa. Ambos se mantenían en la sala con la luz apagada y acostados en el piso moviendo un poco la cortina y ver hacia la calle. La hora estaba por llegar y en los días anteriores fueron más las desveladas de ambos, pero esta noche sería diferente…

    El vecino rápidamente observó que alguien se aproximaba por la calle, mi bisabuelo también lo observó…

    —Creo que es él —le dijo

    Aquel hombre llegó a la puerta principal y por segundos se quedó observando a su derecha e izquierda, por si alguien lograba verlo y así cancelar su cita. Caminó hacia la parte de atrás de la casa sin que mi bisabuelo y vecino dejaran de observarlo.

    A pocos segundos de haber entrado por la parte de atrás, se encendieron las luces de la recámara del vecino y, por la sombra que provocaba la luz, se podía observar que dos cuerpos se abrazaban y se acariciaban.

    Aquella escena hizo que nuestro invitado brincara del coraje desde el piso…

    —Tranquilízate —dijo mi bisa abuelo con voz tranquila—, hemos llegado al momento del escarmiento.

    Cuenta mi abuelo que jamás imaginó que su padre tendría un plan para darle un castigo muy duro a una persona, mucho menos a una mujer.

    Mi bisabuelo salió casi corriendo de la sala directamente al patio de atrás, poco a poco se acercó a unas pequeñas plantas donde el mismo había cosechado algunas semillas de uno pequeños chiles que tenían forma y tamaño de un botón de camisa y redondos como canicas, solo que un poco más pequeños; habían de varios colores: verdes y rojos, anaranjados y algunos amarillos y picaban muy fuerte.

    Mi bisabuela solía hacer un poco de salsa con un par de esos chiles, y a pesar de eso, la salsa salía muy picosa, que muchas veces mi bisabuelo lloraba y moqueaba por el efecto.

    Mi bisabuelo corto todos los que pudo y los colocó en un pequeño molcajete de barro y con un pequeño mazo empezó a deshacer aquellos pequeños chiles para sacar todo el

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